Ninguneado por gran parte del público generalista de Genesis y considerado por sí mismo como la oveja negra del conjunto, la realidad es que en el mundo progresivo Steve Hackett goza de un enorme reconocimiento como uno de los miembros más importantes de la historia de la mítica banda británica. Tras varios años de llevar "Genesis Revisited" (su puesta en escena del material clásico, gira que pasó por Barcelona en 2014 -crónica aquí-) a lo largo y ancho del globo, Hackett regresó a Barcelona el pasado jueves con un espectáculo que combinaba el catálogo previamente mencionada con piezas selectas de su carrera en solitario.

Ninguneado por gran parte del público generalista de Genesis y considerado por sí mismo como la oveja negra del conjunto, la realidad es que en el mundo progresivo Steve Hackett goza de un enorme reconocimiento como uno de los miembros más importantes de la historia de la mítica banda británica. Tras varios años de llevar «Genesis Revisited» (su puesta en escena del material clásico, gira que pasó por Barcelona en 2014 –crónica aquí-) a lo largo y ancho del globo, Hackett regresó a Barcelona el pasado jueves con un espectáculo que combinaba el catálogo previamente mencionada con piezas selectas de su carrera en solitario.

Después de haber presenciado su increíble actuación hace tres años en el colosal y frío TBM (antiguo Palacio de los Deportes), era hora de traer la magia a un recinto mucho más íntimo e icónico. Pocos (o ninguno) recintos en Barcelona son tan elegantes y bellos como el Gran Teatre del Liceu, algo que ligado a su excepcional acústica y equipo de sonido hizo que la velada fuese un completo festín para los sentidos. Desde el arranque con «Every Day» quedó claro que a nivel sonoro no iba a haber absolutamente ninguna queja, y muy pronto nos quedamos maravillados con un apartado lumínico que brilló sin la necesidad de grandes artificios: el set de luces fue sencillo, preciso, medido y elegido con sumo gusto, sabiendo cuándo envolver, cuándo cegar, cuándo marear, cuándo simplemente estar de fondo.

La primera mitad del concierto se centró en la carrera en solitario del músico, constituyendo un fantástico primer plato que, pese a no contar con el carácter legendario de los temas de Genesis, puso especialmente en el foco las excepcionales habilidades de Hackett como guitarrista, a quien pocos ganan a delicado y emotivo. Los movimientos de palanca medidos al milímetro, los golpes a las pastillas con la fuerza precisa, los swells con acuosa fluidez, los giros de potenciómetro perfectamente calculados… la gracilidad es el punto fuerte de Hackett, y su base rítmica lo realzó todavía más a través del contraste que generaban con su grosor y contundencia. «The Steppes» fue uno de los mejores ejemplos de ello, donde Nick Beggs tuvo que sentarse no sabemos si por el tamaño del bajo utilizado o por el peso de su propio sonido. Los cuatro instrumentistas realizaban una fantástica labor construyendo un potente acorazado en el núcleo del cual se encontraban las cristalinas melodías de Hackett. Imponentes, majestuosos, sentidos y respaldados por la impresionante acústica del Liceu. No se podía pedir más.

A modo de introducción para «Behind the Smoke» Hackett aprovechaba para hablarnos de la situación actual de esos refugiados tan temidos y odiados por algunos sectores de la población, y la nula diferencia que hay entre ellos y las familias polacas que huyeron a Inglaterra y formaron familias como la suya propia. La segunda mitad de «Shadow of the Hierophant» sirvió de punto y final a la primera mitad del espectáculo, y sin duda fue uno de los puntos álgidos de la noche. El constante crescendo del tema generó una impetuosa marea de epicidad que nos engulló a todos con su imponente melodía e imparable aumento de intensidad. Temblaba el Liceu con la pegada de Gary O’Toole y de un Nick Beggs que, sentado en el suelo como un niño, golpeaba su Roland PK 5A con los puños mientras blandía su plateada melena al viento. Qué imagen tan metalera para una velada de rock progresivo clásico, ¿verdad?

El tramo Genesis de la noche se vio iniciado con «Eleventh Earl of Mar», el tremendo opener de ese «Wind & Wuthering» que protagonizó la mayor parte del set dado que este año es su 40 aniversario (hasta cinco temas cayeron del LP, seis si contamos esa «Inside and Out» que se quedó fuera pero cuyo papel quiso reivindicar en el acto de justicia poética que constituía incluirla en el set) y del cual pudimos disfrutar ampliamente gracias a clásicos como «Blood on the Rooftops», donde brilló especialmente la impresionante voz de O’Toole tomando el rol de vocalista principal, o «Afterglow». Imposible es no remarcar la labor de Nad Sylvan, el hombre cuyo timbre vocal evoca a Peter Gabriel a la perfección en nuestra mente si cerramos los ojos. Pese a tener un inicio algo duro no llegando a algunas notas (algo similar a lo que pasó en su anterior visita), Sylvan ofreció una actuación magistral y se lució como pocos en temas de la talla de «The Musical Box», «Firth of Fifth» o «Dance on a Volcano», donde las botas a calzarse eran de la más grande talla.

Y así, tras algo más de dos horas y media de concierto que pese a tener algún bajón mantuvieron el listón muy alto, con la desbocada «Los Endos» abandonaron el escenario. Probablemente a nivel técnico la visita del inglés y sus secuaces esta vez estuvo algo por debajo de su anterior actuación, pero nos ofreció un catálogo mucho más variado y un entorno de ensueño (tanto en lo visual como en el apartado sonoro) que le ponía la guinda al show de uno de los músicos más importantes de la historia del progresivo, quien ha demostrado una vez más que con casi setenta años pocos pueden toserle encima de un escenario. Larga vida a la oveja negra.

Promotor:Doctor Music

Día:2017-03-23

Hora:21:00

Sala:Gran Teatre del Liceu

Ciudad:Barcelona

Puntuación:9