El viernes 22 de marzo daba comienzo en Barcelona la primera edición del Spanish Bizarro Freak Festival. Dos reporteros de TMC estuvieron allí los dos días en que duró el evento y regresaron a sus casas con la suficiente dosis de caspa como para armar un belén. He aquí la crónica del primer día del festival.

The Passenger.

La fiesta empieza a las 7 de la tarde en The Passenger -templo rockero del Ensanche barcelonés-, donde se encuentra una amplia representación de los-chicos-de-la-prensa. Las cámaras y focos de diversas televisiones obstruyen la entrada del local y dificultan el trabajo a Nani, Dani y Eugenia, los tres camareros-filósofos-activistas-musicólogos-psicólogos-etc. que regentan este simpático bar de la Ciudad Condal en el que siempre se escucha buena música –algo cada vez más difícil en el insulso panorama de la noche. Hoy, los temas de Lou Reed, Bob Dylan, AC/DC, Janis Joplin o Neil Young dejan paso a las canciones de Los Tres Sudamericanos, Los Bravos o Salomé. Pincha Juan de Pablos, veterano y respetado DJ de RNE.

La sala empieza a llenarse. Por entre la muchedumbre asoma la cabeza de Fernando Muñiz, alma máter del festival. “Búscame luego”, dice al redactor de estas líneas tras el preceptivo saludo. Llevamos ya una hora de retraso gracias a los caprichos de cierta televisión levantina. Pero la gente no espera nada. Los unos y los otros se saludan y toman cervezas por doquier. Son –somos-, sin saberlo, freaks. Freaks como los músicos de Los Soberanos, como los habituales que poblamos el Passenger con o sin compañía, como ese señor mayor que presume de ser el único poseedor de una chapa con la simbología del bar, como el novio de la camarera, como, en fin, la mayor parte de los parroquianos que gustan de tomar copas y reírse de y con la vida. Pero, en fin, volvamos a lo nuestro. Estábamos con lo de la hora de retraso. Ahora parece ser que los de la cadena levantina empiezan a recoger sus bártulos. Han llegado Las Goguettes, simpático trío vizcaíno que, como si nos encontráramos en el glamour neoyorquino de “los felices 20”, reparten sonrisas al respetable. Pero a diferencia del Nueva York glamoroso de “los felices 20”, las Goguettes beben chatos de vino. Y es que Bilbao es más antiguo que el NYC. Y ellas son Bilbao.

Se apaga la música. Parece que por lo visto va a empezar el espectáculo. Un hombre vestido como si estuviera a punto de casarse en Las Vegas –o en el desierto de Almería- inaugura el festival. Es Matías Palomares, DJ de la sala Magic de Barcelona y, si lo requiere la ocasión, presentador al uso. No hay escenario. La acción se desarrolla entre las mesas del local, con un micro digno de anunciar el Perrito Piloto, un amplificador de escasa potencia y música enlatada por los bafles que cuelgan del techo. Sonido cuadrafónico con constantes acoples. ¡Qué suene la música! El gran Luixy Toledo, ataviado con un polo estilo Manolo el del Bombo, celebra el notición del año: la boda de SAR el Príncipe Felipe con Doña Letizia. El príncipe y la periodista es pues su primer tema. Luego vendrán importantes hits como ¡Madrid campeón! –en este caso reconvertido en Visca el Barça!- y, sobre todo, Exorcismo, ese gran tema que Michael Jackson tuvo la osadía de robar a nuestro Luixy Toledo. Media hora de discursos y canciones han servido para poner en solfa la primera edición del Spanish Bizarro Freak Festival. Son las 9 de la noche y en el Passenger vuelven a sonar las canciones de siempre. La fiesta se traslada a otra parte.

Les Basses.

El centro cívico Les Basses se halla en el distrito obrero de Nou Barris. Los redactores de TMC llegan a eso de las 10 y media. La sala está medio llena y en el escenario está actuando el mago Tonino. Uno tiene entonces la sensación de haberse colado en el plató de “Noche de Fiesta” y de estar asistiendo a uno de esos números de magia que tanto gustan –dicen- a los abuelos. Pero aquí no hay presentadores millonarios ni se regalan ordenadores de última generación. Estamos –repito- en el distrito obrero de Nou Barris. Un hombre orondo y con pinta de segurata de discoteca es la víctima elegida para colaborar en uno de los momentos estelares del mago. Tonino termina el show con un número reservado para la ocasión: deshacerse de una camisa de fuerza que previamente le ha atado el orondo segurata. Tonino se despide y entra en escena la Orquesta Infierno, simpática agrupación de baile que se ha escapado de las Fiestas de Gracia para participar en el evento. La Orquesta Infierno no pasa de los archiconocidos hits de toda la vida, pretendidamente freakeados.

Son las 12 menos cuarto. Es la hora del gran pornoautor El Chivi, que aparece enmascarado en escena para interpretar su popular Radikal, donde se queja de ser tachado de extremista por cantar obscenidades en público. Puestos a descalificar, podríamos tachar de radical cualquiera de las sandeces que ladra por las esquinas nuestro ex-presidente del Gobierno. El pornoutor, autodenominado así por su porte de cantautor clásico que relata las verdades del sexo, se quita la máscara, se sienta en un taburete y se arranca la jota de la perra parda. De voz melodiosa y acompañado de guitarra acústica, El Chivi podría pasar por un nuevo Joaquín Sabina si no fuera porque sus letras contienen expresiones dignas de ser reproducidas en “Las Cartas Privadas de Pen”, semanario que desde aquí rogamos encarecidamente que vuelva a editarse. La canción porno de José Córdoba –nombre de pila de El Chivi- contiene el mensaje social que todo cantautor que se precie debe incluir. Se reivindica la república, el psicokillerismo a la española o el derecho a dar y tomar por culo cuando se tienen más de 70 años. El Chivi es un arma cargada de futuro.

Del radikal Chivi se pasa al “centrista” Luixy Toledo, que volverá a la carga con sus éxitos de siempre. Toledo anuncia por el micro a que pista pertenece la música pregrabada que acompaña a cada número. Lleva también un gran atril con todas las letras de las canciones y con copias de las querellas del Caso Exorcismo. Se agita y mueve el cuerpo como un poseso cuanto canta Exorcismo y se emociona al presentar ETA asesina, tema que, según él, recibió la calificación de mejor canción escrita en los últimos 35 años, por acreditados críticos musicales. ETA asesina es un canto contra la banda terrorista que incluye un fragmento de La Marsellesa y el Himno Nacional. Cuando suenan los acordes de la Marcha Granadera, un acordeonista vestido de marinero que pulula por entre el público –Ferran El Multiinstrumentista- entona Els Segadors, himno patriótico catalán. La actuación de Luixy Toledo finaliza con un tema titulado Tengo un amigo racista. Genio y figura.

A Toledo le sigue la genial Violeta la Burra, última superviviente del cabaret barcelonés de los 70. Último testigo de la época que en que Barcelona era la capital más underground de España. Violeta se define –“Cuando nace una criatura, nadie sabe que va ser /A veces sale un cantante o un maricón como yo”-, se destapa y provoca al personal. Hasta tres varones con aspecto de quinto se atreven a subir al escenario para probar las habilidades amatorias de nuestra diva particular. Una gozada. Lo mejor de la noche. Y es que a veces es más heavy una felación al son del Gorrión Rap que cuatrocientos mil guitarristas malos a todo trapo.

Los Hermanos Calatrava, cabezas de cartel, toman el escenario con sus números habituales. Son las estrellas de la noche pero, a decir verdad, no han concitado mayor interés que el resto de los artistas. A los Calatrava les suceden Los Soberanos, la banda ye-ye por excelencia de nuestro país. Los Soberanos salen a escena, como diría José María García, tras beberse hasta el agua de los floreros. Arrancan con una versión más experimental que freaky de La chatunga, precedida de un discurso político-estético-musical del líder y cantante de esta formación. Sobreactúan, en definitiva.

Son casi las tres de la mañana, la sala está medio vacía y la fiesta empieza a agonizar. A la cama pues con un par de tonopanes y un Primperán, que mañana será otro día y el festival todavía no ha terminado, amigos.

Martí Farré.

SÁBADO 23

Una vez pasado el primer día de festival todo parecía que para la segunda jornada el importante factor sorpresa habría desaparecido. De hecho, y a priori, parecía más atractiva la apuesta del viernes que la del sábado, pero afortunadamente había muchas sorpresas por caer.

Desde Tarragona llegaban Los Gloosters, una banda mucho más competente que las que pudimos ver el día anterior, que cumplió bien la papeleta de caldear el ambiente y poner banda sonora casposa al festival. Destacar el mítico teclado Hammond y la indumentaria ye-ye.

Entre actuación y actuación se proyectaban en la gran pantalla imágenes clásicas de los 60 y 70. Dioses como Carmen Sevilla, Fernando Esteso, Antonio Ozores o los Calatrava en la mítica “El Ete y el Otto” arrancaron grandes ovaciones entre un público mucho más ferviente y voluntarioso que el de la primera jornada. El retraso acumulado hizo que la gente, hambrienta de freaks y happenings esperpénticos, recibiera calurosamente a toda persona que cruzara el escenario.

Rafa Bourbon ya tenía a la audiencia en el bolsillo, pero tras un prometedor arranque con un tema rancio de la España cañí, sucumbió ante la indiferencia de los presentes. La emprendió con el monólogo trillado sobre los lavabos ya explotado por Buenafuente. La situación embarazosa fue despedida con otro tema rancio y un intento infructuoso de provocar a la audiencia.

La actuación estelar de Goyo Ramos puso las cosas en su sitio. El público empezaba a llenar el local y la entrega de los presentes se hizo patente. Ramos es la definición de freak hecha carne. Parece salido directamente de la pantalla de enfrente del escenario en la que se reproducía una película de Pajares y Esteso. El personaje ni siquiera toma el centro del escenario. Atrincherado en un lateral empieza con una oda a la psicomotricidad: izquierda, derecha, adelante… Impagable resulta cuando canta “izquierda izquierda” y se va para la “derecha derecha”. Sus gasolinera hits comprenden títulos como ”Dónde está el dinero Rafael”, “Dame más” o la versión festiva de “Enséñame a cantar”. Tímido, amable y feliz, resulta ser todo sensibilidad. El tremendo arranque de su actuación va decayendo progresivamente pues Goyo Ramos no posee el desparpajo ni el discurso de un Luixy Toledo.

Antes de dar paso al enorme Gitano de Balaguer aparece Ferran el Multiinstrumentista armado con su acordeón y tocando (por segunda vez en el festival) su particular versión de “El meu avi” y un “Els segadors” dedicado a los campeones del mundo B de hockey patines.

El Gitano de Balaguer resultó ser el personaje con más futuro de cuantos pasaron por el festi. Con pinta de expresidiario reincidente y su inconfundible look “unicej” apareció con su guitarra. Haciendo unas pausas a lo Eugenio y con una parsimonia pasmosa nos obsequió con un par de temas que hasta llegaron a hacer saltar lágrimas. “Mecagon déu Mecagon Cristo” es surrealismo bilingüe, y “En la granja de playmobil pasamos coca y speed” le erigieron como triunfador de la noche. La competente banda que lo acompaña demuestra que el hombre tiene cartas con las que jugar. Acompaña su actuación con monólogos monotemáticos sobre drogas blandas y duras. Letras galácticas como “El amo del hostal me va dar una xuta de cavall, veus quin detall, veus quin detall…” ya definen por si solas su arriesgada apuesta. Resulta ser una mezcla de los Estopa censurados, la actitud punkie del primerizo Robe Iniesta de Extremoduro y los Pata Negra más pasados. Desgraciadamente el sonido de la sala no estuvo a la altura y sus letras sólo se intuyeron.

Con la sala ya hasta los topes apareció el héroe nacional. Es espectacular el cariño y la entrega del público ante un personaje como Chiquito de la Calzada, pues, aunque hizo lo que hace siempre, es inimitable. Ataviado con una de sus clásicas camisas y a lomos de un caballo que viene de Bonanza, disparó una ráfaga de chistes ya manidos pero resultones. Adornó todo monólogo con su clásico vocabulario y sus gesticulaciones que ya vienen de serie. El resultado fue el esperado: carcajadas por doquier, fanáticos pidiendo autógrafos desde el primer minuto y un Chiquito que se fue soltando poco a poco. A la media hora ya inviataba a que le pidiéramos chistes. Acostumbrados a verle en la pequeña pantalla, en Les Basses pudimos verle más suelto y auténtico, haciendo hincapié en temas políticamente incorrectos y a horas intempestivas, fuera del horario infantil.

El Spanish Bizarro es una propuesta arriesgada que ha funcionado perfectamente. Tremendamente entretenido y detallista. Hay exposición de cómics y fanzines, seiscientos a modo de limusina para los artistas, DJ’s, pantalla gigante con filmaciones históricas… Esperemos que el futuro nos depare una cita anual que reúna a los grandes freaks de ayer y hoy. Una opción a estudiar es realizar dicho festival en versión itinerante, pues este país ama a dichos personajes y ellos necesitan al público.

Jordi Tàrrega

Día:22/11/2004

Puntuación:8