Si para muchos Freddy Mercury es insustituible en Queen y verlos girar con Rodgers es un pecado mortal imaginad la de detractores que existen de esta versión de los Doors llamada Riders on the Storm… La necrofilia musical es sin duda un negocio en alza y más ahora que los grupos del pleistoceno de los 70 van llegando a edades avanzadas y se nos van marchando muchos de nuestros héroes favoritos.

Pero tampoco hay que entrar a comparar en conciertos como éstos, pues entramos en un diálogo estéril. Uno debe congratularse de poder ver en pleno 2008 a Robby Krieger y a Ray Manzarek disfrutando de lo lindo sobre un escenario y demostrando que en la tercera edad se puede rockear y convencer. No pueden utilizar el nombre de The Doors básicamente a que llevan siglos peleados con John Densmore, batería original de la banda y su John Deacon particular.

El factor novedad había desaparecido, ya no era ese bombazo descabezado de hace unos años y el cambio de sala a la mediana de las Razz estaba cantando. Menudo shock al saber que los The Doors se iban de gira y con Astbury a las voces hace un par de añitos. El caso es que el líder de los The Cult tampoco venía a la cita y Manzarek y Krieger optaron por olvidarse de grandes nombres y de buscar a alguien que se dedicara a cuerpo y alma a los Riders. El tal Brett Scalliers ha sido una gran apuesta y un gran acierto, pues sin llegar a ser un clon al uso de Morrisson cumple y convence aparte de saberse manejar perfectamente sobre el escenario.

La intro de Carl Orff “O Fortuna” sirvió para que la banda tomara posesión del lugar y tras el mítico “From Los Angeles California… The Doors!” atacaron un “Love Me Two Times” que puso patas arriba el lugar. La repleta sala Razz II se vino abajo mientras la gente comentaba la avanzada edad del grupo y el buen hacer de Scalliers a las voces. Le siguió un apoteósico “Break On Through” con absolutamente toda la sala cantándola. Pocas veces he visto a todo el mundo cantar un tema de cabo a rabo de forma tan intensa.

Manzarek se despòjó de la chaqueta e iba llevando el pulso de la actuación levantando la mano y señalando al músico protagonista en cada momento. Ese maravilloso single del LA WOMAN llamado “Love Her Madly” sonó absolutamente a gloria. La verdad es que los temas de The Doors son tan excepcionales y conocidos que funcionan perfectamente ante cualquier audiencia. De hecho hasta los camareros de la Razz, que probablemente ni saben que bandas tocan cada noche, estaban alucinados ante el imparable degoteo de clásicos.

La monumental “When the Music’s Over” supuso algo de frenazo al ritmo del evento por la mastodóntica duración del corte aunque también muestra una de las ineludibles facetas de The Doors como eran esas largas improvisaciones ácidas y galácticas, tan odiadas por unos y adoradas por otros. Scalliers ya se había descubierto su torso y se manejaba como un excelente maestro de ceremonias, elegante y demostrando que el puesto no le queda grande.

Tras “Waiting For the Sun” vino un set algo más desconocido para la gente pero excepcional para cualquier buen fan que se precie. “The Soft Parade” del álbum con el mismo título, ese disco considerado “el menos bueno” con Morrison de cantante. Le siguió “Moonlight Drive” y “Wild Child” evidenciando que dichos cortes sonaban a desconocidos para la mayoría. Todo cambió con la célebre “Alabama Song”, coreada hasta la saciedad y con todo el repetable moviendo los brazos de lado a lado. Poca gente sabe que a pesar de ser un clasicazo no está escrito por The Doors, fecha de 1929 y es un pasaje de Kurt Weill y Bertolt Brecht de una ópera alemana.

Continuó la fiesta con ese blues de Chicago de Howlin Wolf titulado “Backdoor Man” contenido en su ópera prima y con un “Five to One” demoledor, con ese riff atemporal. El tema fue presentado como un tema de contenido político y aprovechó Ray para cargar contra el presidente Bush.

Los movimientos de la banda son obviamente limitados (dejando el cantante aparte, que no para nunca) y la labor de Ty Dennis y Phil Chen es absolutamente cumplidora y correcta. Había oído que Dennis no era excesivamente fiel al legado de Densmore pero la verdad es que tampoco me pareció tan rompedor y hereje respecto a la labor del baterista original. Krieger destapó su formación de guitarra flamenca y aprovechó para ofrecernos uno de los regalos más inesperados, nada más y nada menos que “The Mosquito”, un single de los Doors ya sin Morrison, cantada a dúo con Manzarek a las maracas y reivindicando esos discos totalmente olvidados que cayeron en devaneos jazzísticos.

La guitarra acústica lo había anunciado ya, “Spanish Caravan” fue recibida con una sonora ovación y desembocó en una presentación del grupo a ritmo del “Sex Machine” de James Brown. Algo paródico e innecesario pero que parece que les hace mucha gracia y que, afortunadamente, terminó con un “Touch Me” antológico. Cerrando la primera parte cayó la espectacular “LA Woman” de ese último disco con Morrison.

El bis lo puso obviamente “Light My Fire” como fin de fiesta pero la gente esperó y gritó para que los “chicos” volvieran, como mínimo con “Riders on The Storm”, “Unknown Soldier” o “Roadhouse Blues” que se quedaron finalmente entre bambalinas. Una lástima que no pusieran la guinda a un pastel tan exquisito como el que cocinaron esa noche de miércoles.

Poco se les puede achacar a una veteranísima banda que ha decidido a continuar con su legado y que es capaz de ofrecer conciertos de dos horas sin necesidad de perderse en exhibiciones de solos. Directa al grano y con unos “recambios” a los músicos originales e insustituibles perfectamente dignos. Se echó quizá algo en falta algún alegato más sentido a Morrison o una mínima mención a Densmore; también sería mucho mejor para la banda que Manzarek no tuviera tanto protagonismo en los coros pues su voz de abuelo acarajillado es absolutamente prescindible. Pero qué le vamos a hacer, son un pedazo de historia de la música universal y sus berridos historia son, como toda la banda. Hagan lo que hagan en un futuro próximo ellos ya han cumplido, mejor verlos en un escenario que dedicar su tiempo a mirar obras y a recordar batallitas, se les ve con fuerza y ganas y siguen transmitiendo mucho sobre las tablas. Definitivamente sí, vale la pena ir a un show de Riders on the Storm.

Jordi Zelig Tàrrega

Asistentes:1000

Día:15/07/2008

Hora:21:30

Sala:Razzmatazz II

Ciudad:Barcelona

Puntuación:8