Ultimamente parece que estamos viviendo una especie de retorno masivo de aquellas bandas que hicieron las delicias de los adolescentes metaleros a finales de los 90 y que recogían el testigo de los grandes grupos de heavy metal de los 80 acelerandolo y dando lugar a un género que reinó en Europa los últimos años de siglo. Blind Guardian, Stratovarius, o Helloween han pasado este año por el mismo escenario por el que iban a desfilar los italianos Rhapsody of fire con mayor o menor acierto pero con una acogida excelente por parte de un público compuesto en gran medida por nostálgicos que buscan de recordar sus tiempos de instituto, pero también de chavales que poco a poco se van enganchando (gracias en parte a nuevas bandas que exhiben estas influencias como bandera) a un power metal que ha vivido épocas difíciles. Expectación por tanto para ver a los Italianos, que si bien fueron buenos representantes del movimiento, nunca llegaron a estar en primerísima fila. Es quizás por eso que en esta ocasión la Riviera no presento ese aspecto imponente de citas anteriores.

Abrían la velada Vexillum, con su power metal con tintes épicos y toques folk, ataviados con Kilts (faldas de origen escoces) como si acabaran de salir del casting de Braveheart. Sin aportar nada nuevo al género, dieron una actuación más que entretenida. Una lástima que el sonido no les acompañara lo más mínimo a lo largo de toda la actuación ( Es curioso como la mayoría de grupos teloneros que pasan por esta sala suenan extremadamente mal siempre… Un fenómeno digno de estudio). A pesar de ello, disfrutaron de la oportunidad e hicieron disfrutar al escaso público que en este momento seguía entrando en el recinto.

Acto seguido y con un brevísimo cambio de backline salían a escena “Visions of Atlantis”, que regalaron a los asistentes una actuación cuanto menos irregular. Como metalero con tintes góticos y juego de voces masculina y femenina al frente, tampoco gozaron de un buen sonido que apoyara su actuación. Pero al contrario que Vexillum, que con ganas y actitud sacaron el bolo adelante, “Visions…” resulto ser una banda sin alma, sin garra. Sus dos cantantes, con unas dotes vocales innegables, no tienen ningún tipo de feelling entre ellos. Es más, parecen incluso estorbarse en muchos momentos. El resto de la banda, en segundo plano, desarrollo con corrección unos temas poco originales que en ningún caso terminaron de captar la atención de los espectadores, ansiosos ya por la salida de los Italianos a escena.

Mucho ha llovido desde que Rhapsody  (que es como les aclamaba a gritos el público de La Riviera) sorprendiera a propios y extraños con el lanzamiento de aquel “legendary tales” alla por el año 97, en el que llevaban un paso más allá el lado más épico y grandilocuente de un género en alza, basándose sobre todo en una destreza técnica espectacular  de todos sus miembros, y en especial de su guitarrista y fundador, Luca Turilli. Demandas, juicios, y mas demandas después, cuando casi toda la comunidad metalera los daba por muertos, regresan con fuerza para intentar recuperar su lugar en el panorama internacional.

A pesar de que el concierto con el que deleitaron fue más que correcto, casi sobresaliente se podría decir musicalmente hablando, si se pudo ver que quizás hoy en día el momento de Rhapsody ya pasó. Demasiados clichés de un género que necesita renovarse con urgencia y que ya no resulta tan atractivo como años atrás. Queda pues como un ejercicio para nostálgicos pues quizás, al contrario que las otras bandas que mencionábamos en la cabecera y que o bien se salían un poco de la línea del power metal o bien han intentado modernizarse, Rhapsody siempre llevaron el género hasta su extremo en casi todo, con defectos incluidos y un barroquismo radical que fue uno de los principales factores de que poco a poco se fuera apagando el power metal europeo.

Pero al marge de polémicas, el día 12 en la Riviera, se trataba de eso, de volver unos años atrás, y de disfrutar del barroquismo italiano en su máximo explendor. Y vaya si lo hicimos. Porque nadie puede negar que Luca Turilli es un guitarrista espectacular, y que Fabio Lione (ambos son y han sido siempre la cabeza visible del proyecto) a pesar de que los años no pasan en valde, tiene unas cualidades vocales excepcionales. Desde los primeros acordes de “Triumph of Agony”, que abría la velada, nos encontramos una banda volcada, un público entregadísimo y, mágicamente, un sonido demoledor (al contrario que con las bandas que les precedieron) que nos va llevando por ese universo mágico y fantástico de los Italianos. Himnos como “Unholy warcry” o “Village of Dwarves” pusieron la sala patas arriba, vibrando con cada gorgorito de Lione y con cada solo de Turilli.

En el plano negativo, destacar como algunas malas costumbre nunca desaparecen. Demasiados samplers orquestales pregrabados y un solo de batería eterno y que no venia a cuento nos volvieron a recordar porque este tipo de bandas fueron poco a poco perdiendo su lugar. Y es que este tipo de ejercicios de artificio restan verdacidad a una propuesta demasiado fantasiosa que no casa con la mentalidad actual, rodeada de crisis y miseria. Quizas en tiempos mejores haya de nuevo hueco para la frivolidad, pero hoy por hoy veo difícil que recuperen su sitio, a pesar, insisto, de que técnicamente la actuación fue brillante en muchos momentos.

Hora y media después, la gente abandonaba la Riviera contenta y satisfecha, pues habían recibido lo que habían pagado por ver: Solos velocísimos, falsetes, más solos, más falsetes, doble bombo y poco mensaje… Es quizás por esto que fueron pocos los que pagaron.

Texto y Fotos: Javier Bragado

Promotor:Rock N Rock

Asistentes:1000

Día:12/02/2011

Sala:La Riviera

Ciudad:Madrid

Puntuación:7