RAMMSTEIN son los KISS del metal industrial. Es más, diría que son los KISS del metal, pues el berenjenal que montan en directo está a leguas de lo que puedan llegar a ni tan siquiera imaginar el resto de bandas de la escena. Atrévase usted a salir por las puertas del pabellón en cuestión y decir que no le ha gustado el show. Se puede, sí, pero resulta todo un ejercicio de valor.

 

Los parecidos con KISS obviamente se encuentran no en el fondo sino en las formas.  

Gran parte del atractivo de los alemanes no reside en la profundidad de sus composiciones ni en el virtuosismo de sus músicos, sino en lo que pueden llegar a transmitir haciendo un uso meticuloso de la simplificación. O cómo conseguir hacer que algo sencillo resulte y tenga garra para integrarlo  en el concepto, en la imagen, en la visión, que deseas transmitir. El frío, la pesadez, la solemnidad, la rigidez casi autocrática, minimalista y post apocalíptica, necesitan de un trasfondo musical y de una puesta en escena suficientemente calculada como para inyectarnos esa sensación de pasmo con la que salimos tras cada concierto de los germanos.

 

Los teloneros para esta ocasión eran COMBICHRIST, aunque muchos no nos enteramos hasta ese mismo día. Tan sólo llegué en los últimos compases del show, si bien tuve tiempo suficiente para comprobar cómo los noruegos hacen buena la idea de que el electrodark no tiene por qué ir reñido con la actitud y la contundencia. La formación comandada por LaPlegua pareció sorprender a más de un seguidor de RAMMSTEIN, especialmente dentro del sector más allegado al metal. Poco más puedo decir de lo poco que vi.

 

A la hora anunciada saltaban RAMMSTEIN a escena y la verdad es que la entrada no pudo ser más espectacular. Con las entradas agotadas desde hace un mes y el Pavelló Olímpic lleno hasta reventar, los gritos de histeria no se hicieron esperar. El telón que ocultaba el escenario no cayó sin más al comenzar el show, sino que los componentes de la banda aparecieron por orificios realizados en el mismo, recreando un suerte de proyección fantasmal gracias a un potente foco de luz que se colaba por dichos agujeros desde la parte trasera, destacando por encima de todo un Till Lidermann de apariencia demoníaca. 

 

Con "Rammlied", "B*******" y "Waidmanns Heil", de su último disco, daría comienzo el recital. El sonido en esta ocasión no iba a ser tan perfecto como en las dos ocasiones anteriores, pero lo cierto es que desde los dos primeros niveles del pabellón fue bastante bueno. Peor lo tuvo el público ubicado en las gradas superiores, que fueron atacados por un importante barullo de graves durante gran parte del show. Muchos de ellos no tuvieron elección: a partir de cierta hora los encargados de seguridad no dejaron que más público entrara en la zona inferior del pabellón al encontrarse absolutamente lleno. Con "Keine Lust" siguió la fiesta. Y llegados a este punto nos dimos cuenta de que en esta ocasión parece no habérsele dado tanto protagonismo al sonido de guitarras, que en otras ocasiones sí que sonaban ultra contundentes y por encima del resto de los instrumentos en la mezcla final, en favor de un sonido quizá más apoyado en los teclados. Con "Feuer Frei" empezaría a llegar el grueso de demostraciones escénicas de diversa índole, desde la consabida pirotecnia hasta la gimmicks escénicos propios de los componentes, especialmente por parte del teclista Flake, que se estuvo durante buena parte del show andando por encima de una cinta de ejercicio mientras tocaba su instrumento, cambiando la orientación de la marcha y todo según la canción. Estrambótico, desde luego. "Wiener Blut" y "Frühling in Paris" nos demostraron lo orgullosa que está la banda de su última obra de estudio. Quizá, para muchos, demasiado orgullosa, sobretodo teniendo en cuenta la lista de clásicos, para gran parte de sus fans intocables, que se dejaron en el tintero, caso de "Mein Herz Brennt", que no sonaría esta noche. Eso sí, con la citada "Frühling in Paris" llegaría el momento "made in Spain", ese "regalito" que en algún momento todas las grandes bandas se han de llevar de España: a medio tema el sonido desapareció de la PA, escuchándose sólo el sonido de los músicos sobre el escenario y con Till cantando "a cappella". Llegó a suceder en dos ocasiones durante este mismo tema, toda una lástima, ya que habían conseguido recrear una gran ambientación con ese inicio minimalista en el que el frontman aparecía tan sólo alumbrado en el escenario por la pequeña luz de una bombilla incandescente, sentado en una mesa, como si se encontrara en una pequeña habitación de los años 30 en pleno barrio parisino de Montmartre. Los músicos, en un alarde de profesionalidad, siguieron interpretando la canción, a excepción del guitarra Richard, que en cierto momento paró y levantó las manos. Aprovechar el inciso para recalcar que todos los componentes de la banda cumplieron a la perfección su papel durante todo el concierto, tanto musicalmente como escénicamente, si bien hay que reconocer que Till no atinó con los tonos en algún que otro pasaje en el que se quedaba él sólo cantando y que requería concentrarse un poco más en la modulación de la voz. No todo iba a ser perfecto.

  

"Ich Tu Dir Weh", "Liebe Ist Für Alle Da" y "Haifisch" destaparían ya toda la caja de los truenos, nunca mejor dicho, ya que a estas alturas nos habríamos topado ya con multitud de impresionantes efectos escénicos: muñecas mutiladas colgadas, explosiones, fogonazos…. A destacar el número en el que Flake es introducido en una bañera metálica para a continuación elevarse Till sobre una plataforma y dispararle fuego y demás pirotecnia, toda una experiencia visual, o el ya clásico pero no menos impactante momento en el que unos cohetes hacen un recorrido sobre las cabezas del público conducidos por unos raíles, previo disparo de Till para encenderlos. Esta vez, para más ende, dicho número finalizaría con el encendido de una senda de fuego bajo de diferente naturaleza que convertiría el escenario entero en un caldero avernal, si mal no recuerdo, durante la interpretación del hit single "Du Hast".

  

También en este, el meridiano del show, caería la cañera y muy celebrada "Links 2-3-4", en cuyo comienzo pudimos ver a los componentes de la banda salir en plan desfile militar de la bóveda del frontal de un escenario que contaba en su haber con plataformas hidráulicas y distintos niveles. En estos compases del show, justo antes de los bises, los germanos también nos regalarían unos buenos cañonazos de confetti, si bien fue mucho más impactante ver como durante la interpretación de la polémica y ultracensurada "Pussy" Till se montaba a caballo en un enorme pene que disparaba espuma al público simulando ser otro tipo de fluido. Curiosamente por aquí por Catalunya es una escena que algunos tenemos bastante vista, ya que resulta muy parecida a la "Corrida del Macho Cabrón" que se celebra como tradición durante el Akelarre en el pequeño pueblo de Cervera.

  

Pero la cosa no quedaría ahí, los fuegos volverían a hacer acto de presencia en "Benzin", en la cual aparecerían los dos guitarras y Till con sus máscaras lanzafuegos, para simular hacia el final de la performance cómo un fan del público lograba subir al escenario y lo hacían arder por accidente, saliendo el personal de seguridad a apagarlo con extintores. Por mucho que cueste creerlo, vi a mi alrededor al menos a cuatro personas que se tragaron la broma.

 

Y es que en un show tan calculado al milímetro, nada falla. Y con ello vuelvo a recordar la similitud con KISS; con tal cantidad de artilugios, explosiones y fuego no hace falta hacer demasiadas cábalas para darse cuenta de que detrás del espectáculo hay desde una sección de ingenieros hasta un séquito de expertos en efectos especiales para preocuparse de que todo ocurre al milímetro, y que sobre el escenario un segundo y medio no es lo mismo que "más o menos dos segundos" a la hora de hacer que todo funcione a la perfección y no se corra ningún riesgo, tanto en lo referente a la seguridad como al impacto del espectáculo. Eso sí, no deja de llamar la atención que el numerito de la barca sobre el público durante la interpretación de "Seeman", que cayó en los bises, nunca les haya salido mal. En esta ocasión hizo bastante gracia ver como un individuo de bastante altura se puso a botar debajo de la misma, logrando que la barca pegara unos cuantos brincos y el músico volviera al escenario con un pequeño susto. La velada culminaría su despedida con la hímnica "Engel", con todo el Pavelló Olímpic de Badalona cantando ni ellos mismos saben muy bien qué a grito pelado y en plena orgía de éxtasis tras una hora y 40 minutos de espectáculo.

 

No se puede decir nada más. A parte de las clásicos que se dejaron en el tintero o de un sonido que podría haber sido todavía mejor, el show de RAMMSTEIN hoy por hoy sigue siendo inigualable.

Texto: Penumbra (penumbra@themetalcircus.com); Fotos: Sergi Ramos

Promotor:Encore Music Tours

Asistentes:8000

Día:12/11/2009

Sala:Pavelló Olímpic

Ciudad:Badalona

Puntuación:9