RAMMSTEIN son algo así como los AC/DC del metal industrial. Inmutables, inamovibles en su propuesta, esclavos de sus tics escénicos y unos monstruos que comienzan a ser demasiado difíciles de mover con cierta celeridad. No sería algo malo de no ser por la complacencia que han demostrado en su gira más reciente, este tour “Made In Germany 1995-2011” en el que llevan su arsenal de hits por los escenarios de toda Europa y Estados Unidos durante dos años. No cabe duda de que RAMMSTEIN no tienen nada que demostrar a nadie, que son leyendas por derecho propio a estas alturas y que para una generación entera son los KISS de su época. Tampoco cabe duda de que la intención de una gira como esta es pura y simplemente la de hacer dinero: no hay un disco nuevo, no hay siquiera nada nuevo que ofrecer escénicamente (incluso se podría decir que han bajado un poco su producción, aunque compensando en otros aspectos) y el set es corto y directo a los hits, incluso dejándose algunos de ellos por el camino. Lo dicho: complaciente. Eso no quiere decir que sea un mal show. En absoluto. Es EL show del año. Pero sería un error esperar algo novedoso en él. Es lo que es. Pese a todo, 14.000 personas tuvieron a bien sacrificar su pereza de domingo en pos de disfrutar de un montón de pirotécnia, el metal más germánico que ha existido desde la cubierta de un Panzer y esa cada vez más esquiva sensación de estar presenciando un gran concierto con ambiente eléctrico.

Para dejar claro que esto “es lo que es”, en ésta ocasión la banda no se ha molestado ni en traer teloneros. Un DJ llamado Joe Letz se ocupó de abrir la velada con media horita de música y proyecciones. Pasó sin pena ni gloria, pese a un set inspirado en RAMMSTEIN, lo cual no deja de ser paradójico. Es como esos grupos teloneros que insisten en tocar una versión del cabeza de cartel que vendrá después. Como echarte un trozo del solomillo en plena ensalada entrante. Finalmente, a las 9 de la noche, con las luces del recinto apagadas desde hacía mucho rato, el escenario se llenó de un espeso humo que sirvió para que los miembros de la banda tomaran posiciones sobre las tablas sin que el publico pudiera inmutarse, a la vez que Till Lindemann ascendía hasta lo más alto de los focos en una plataforma. Una vez comenzó a disiparse el humo gracias a unos potentes ventiladores nos encontramos ya en su sitio a Richard Z. Kruspe, Paul H. Landers, Oliver Riedel, Cristoph Schneider y Christian “Flake” Lorenz. Faltaba uno. El único, Till Lindemann. Nadie lo sabía obviamente, pero ahí estaba: descendiendo desde lo más alto del escenario, enfundado en un abrigo de color rosa chillon y con su habitual pinta de payaso malvado mezclado con alto mando de las SS. La pirotécnia emanaba de su plataforma descendiente, hecha sobre el diseño del logo de la cruz de RAMMSTEIN. Básicamente, un robo a KISS, que llevan haciendo esa misma entrada en escena desde hace trece años. Pero se les perdona. Salieron a todo gas con “Ich Tu Dir Weh”, seguida de una abrasiva “Wollt Ihr Das Bett in Flamen Sehen?” y “Keine Lust”. Como inicio de show, apabullante. La pirotécnia se sucedía imparablemente, aunque en “Keine Lust” el protagonista fue el humo a presión que escupían distintos surtidores repartidos por el escenario.

La banda estaba muy ensayada para llevar prácticamente un año sin hacer shows en directo, a excepción de un pequeño show de prueba que realizaron días antes de comenzar la gira, interpretando el repertorio completo de la misma en Berlín para unos cuantos fans afortunados. Así mismo, el día antes (sábado noche) la banda hizo un concierto íntegro a modo de último ensayo con la asistencia de las autoridades pertinentes (bomberos y policía) que debían certificar que el concierto era viable a nivel de prevención de riesgos. Cuentan los que estuvieron que la experiencia de ver a RAMMSTEIN en un Palau Sant Jordi vacío dando rienda suelta a todo su pesado metal y a sus kilos de pólvora fue única. No es para menos. Imaginaos el estruendo sin 14.000 cuerpos que absorbieran parte de los decibelios…

El show siguió adelante con el recuerdo a los inicios de “Sehnsucht”, seguida de “Asche Zu Asche”, “Feuer Frei”, “Wiener Blut” y una cachonda “Mein Teil”, donde Christian Lorenz se escondía como podía dentro de su taza-carricoche gigante antes las llamaradas que le soltaba Till continuamente. Hubo un descanso a tanto desfase con una sobrecogedora versión a piano y voz de “Mein Herz Brennt”, donde Lorenz sacó un piano clásico al escenario y se marcó uno de los mejores momentos del show. A partir de ahí, la cosa ya fue bomba tras bomba, hit tras hit, imparablemente. “Benzin” nos hizo arder, “Du Riechst So Gut” nos hizo saltar, “Links 2-3-4” nos hizo caminar marcialmente al ritmo y “Du Hast” lo hizo petar todo en un estallido de júbilo que duró los cuatro minutos y poco del tema. El orgasmo más largo que he visto, vamos. La pirotécnia se paseó por el techo del Sant Jordi como siempre y la banda quedó gratamente impresionada por la arrasadora respuesta del público. La cosa llegó a su final con “Buck Dich”, con sodomización de Lorenz a bordo de una plataforma hidraúlica que los levantaba varios metros por encima del escenario y servía para que una gigantesca eyaculación de Lidermann fuera escanciada sobre el público, y finalmente “Ohne Dich”, tras la cual la banda se despidió tras solo una hora y veinte de show.

Volvieron, como era de esperar, unos cinco minutos después. Hicieron solo tres canciones más: “Sonne”, “Ich Will” y “Pussy”, con la que cerraron mientras Lindermann iba de lado a lado del escenario a bordo de su falo-movil repartiendo “espurma” a las primeras cuarenta filas de fans, mientras el confeti invadía el aire. Tras esto, poco más: la banda se arrodilló en el escenario como muestra de respeto a los fans y desapareció escenario abajo por su gruta privada. Fue casi apresurado, aunque también se trata del primer show de este tramo de la gira y puede que la banda incorpore canciones más adelante.

En cualquier caso, para esos 6.000 fans añadidos que vinieron esta vez y que no fueron en el 2009 a verles en el Palau Olímpic de Badalona, el concierto se debió quedar corto. Ni “Semann”, ni “Engel” (dos omisiones particularmente dolorosas) ni ningún tema fuera de lo común que supusiera un valor añadido al concierto. Lo que está claro es que fue un show concentrado con todos los elementos habituales de la banda germana, con un sonido más que correcto y una selección de temas que venía a mostrar lo más reconocido de estos casi veinte años de RAMMSTEIN. Sin trampa ni cartón, ofrecieron lo que el público quería, en un intervalo de tiempo razonable pero con esa sensación de urgencia que le restó cierta honestidad a los procedimientos. Un gran concierto, en cualquier caso.

Texto y fotos: Sergi Ramos

Promotor:Encore Music Tours

Asistentes:14000

Día:14/04/2013

Sala:Palau Sant Jordi

Ciudad:Barcelona

Puntuación:8