Ahora hace 19 años que QUEEN llenaron hasta la bandera el Miniestadi del FC
Barcelona durante la mastodóntica gira bautizada como “Magic Tour”. La fecha
fue el 1 de agosto de 1986 y QUEEN se encontraban en su mejor momento de forma.
Por entonces, nadie lo sabia. Pero se trataba de la ultima gira de QUEEN con
Freddie Mercury. Cinco años, tres meses, y veintitrés días después, Mercury
moría en su casa rodeado de sus familiares y amigos más cercanos. El SIDA le
había ganado la batalla, y millones de fans lloraban desconsoladamente la perdida
de una de las figuras más grandes que ha dado el rock. Aún a dia de hoy se sigue
llorando su perdida, lo que no hace más que reforzar la importancia de su legado
catorce años después de su muerte.

En 1986, quien firma esta crítica tenía dos años de edad. Por motivos más que
obvios, nunca me fue posible ver a QUEEN en directo. Doy por hecho que, salvo
milagro, a Freddie jamás podre verle en directo. A lo largo de los años que
he estado trabajando en el mundo de la música, he podido ver muchos grandes
conciertos. Algunos no han significado nada para mí, y otros han significado
mucho. Como siempre, nos vamos al terreno de las apreciaciones personales, pero
la música es algo demasiado personal como para desviarnos de la emotividad que
a muchos nos hace hacer los esfuerzos que hacemos para llevar a cabo este trabajo
de la mejor manera posible. En otras palabras, el concierto de QUEEN era uno
de esos pocos conciertos que llevaba esperando durante semanas y pese a que
es parte de mi trabajo cubrirlo, lo iba a disfrutar. Y eso es lo que hice.

Imagino que no soy el único al que durante las semanas previas al show se le
había erizado la piel escuchando “The Show Must Go On” o “Bohemian Rhapsody”.
QUEEN han sido la piedra angular de los gustos musicales de millones de personas,
y como muestra están los 25 millones de ejemplares que se han despachado hasta
la fecha de la compilación “Greatest Hits”. Solo el “Dark Side Of The Moon”
o el “The Wall” de PINK FLOYD comparten honores de ese estilo. Ergo, la importancia
que QUEEN han tenido en las vidas de muchas personas es más que obvia. Por eso,
reunir a QUEEN, o al 50% de QUEEN con otro vocalista era una tarea difícil,
no exenta de polémica, y sobretodo, algo muy emocional para todas las partes
implicadas.

La misión ha sido cumplida con éxito. Paul Rodgers no es Freddie Mercury y
muchos tenemos la ventaja de que ya sabíamos ese pequeño detalle. Para los que
no conocieran al vocalista y esperaran que se pareciera mínimamente a Freddie,
el concierto debió ser decepcionante. Para los que ya ibamos preparados, el
concierto fue muy emocionante, y dentro de la rapidez con la que se ha organizado
este tour, altamente compacto.

El material escénico, que viajaba desde Madrid, tuvo un serio retraso en su
llegada a Barcelona, debido a los problemas que la banda tuvo para cargar y
descargar el material en el Palacio de Deportes de la capital del Estado. Barcelona
sufrió las consecuencias y aunque se había anunciado la apertura de puertas
a las 19:30, éstas no se abrieron hasta las 21:00, con una cola de miles de
personas que llegaba a las taquillas del Palau. Según parece, a las 18:00 el
escenario nisiquiera se había comenzado a montar, y erigir semejante armatoste
en tres horas escasas es algo realmente histérico. A las 21:00, riadas de gente
comenzaban a acceder a sus respectivas localidades, hasta conseguir un lleno
impresionante de esos que el Sant Jordi ve contadas veces. Entradas agotadas
tres semanas antes, ni más ni menos. Lo dicho: Rodgers, May y Taylor se pueden
dar por satisfechos con esta jugada económica y nostálgica.

La salida a escena se produjo tras un inquietante zumbido que duró varios minutos
y que sirvió para aumentar la expectación de la gente. Eso si, cuando las luces
se apagaron a las 22:30 exactas, ya tenían a todo el público en el bolsillo
sin necesidad de haber tocado ni una sola nota. Y de detrás del telón, salió
Paul Rodgers cantando “Reachin’ Out” a capella, mientras se acercaba a las primeras
filas a través de la pasarela frontal del escenario. Pero un power chord de
guitarra le corta abruptamente y de tras el telon aparece una guitarra seguida
por un par de manos. El Sant Jordi entra en erupción y Brian May sale de detrás
del telón interpretando las primeras notas de “Tie Your Mother Down”. En cuestión
de segundos cae el telón y el público decididamente explota.

El efectismo del inicio del concierto tuvo duros competidores a lo largo de
la noche, una noche que estuvo cargada de momentos altamente emocionales que
a más de uno (me incluyo) le hicieron romper a llorar como un niño pequeño.
La pequeña diferencia entre este show y el de JUDAS PRIEST del año pasado –por
si alguien quiere hablar de favoritismos en una crónica basados en gustos personales-
es que Paul Rodgers cantó bien dentro de su rango e hizo un buen show. En aquella
actuación, Rob Halford no lo hizo.

El concierto prosiguió con un demasiado temprano “Can’t Get Enough” que dejo
un poco fria a la gente. Al cabo del rato los más mayores del lugar reconocieron
el tema y lo festejaron discretamente, pero realmente fue con “I Want To break
Free” cuando los coros del público comenzaron a tomar dimensiones espeluznantes
para lo que uno está acostumbrado a ver. “Fat Bottomed Girls” y “Crazy Little
Thing Called Love” sirvieron para seguir recordando a los QUEEN más setenteros,
con Paul Rodgers que se colgó la electroacústica para “Crazy…”. El público
recibió el tema con un gran cariño, denotándose así cuales son los temas de
la banda más queridos por el grueso de fans.

A continuación, los roadies situan al frente de la pasarela unos bongos y una
silla y un micro. Aparece Paul entre aplausos y se sienta a cantar “Seagull”,
mientras Roger toca los bongos con cara de circunstancia y con un evidente deterioro
físico 20 años después de su última gira. Luego es Brian May quien se sienta
en la silla para interpretar un coreado “39” y a continuación pide dedicar el
siguiente tema a Freddie Mercury. Lo que sigue es un sentido “Love Of My Life”
que consiguió una llorera colectiva capaz de desbordar el Rio Llobregat.

El set acústico finaliza con Brian May haciendo una versión tranquilita de
“Hammer To Fall” la cual se transforma en un auténtico torbellino hard-rockero
después de unos minutos, cuando se interpreta en su versión habitual. El final
del tema provoca el cachondeo de Rodgers, May y RogerTaylor, quienes no aciertan
a cuadrar un final como el del disco y se divierten con sus propios errores.
A partir de ahí, entramos en una parte más relajada del show, en la que Rodgers
interpreta “Alittle Bit Of Love”, seguido del “I’m In Love with My Car” que
Roger Taylor interpreta mientras toca la batería.

La parte central del concierto prosigue con el solo de Brian May, de casi diez
minutos, y clavado al que hacía ya hace treinta años, con todos los efectos
de delay y reverb típicos. Tras él, interpreta el instrumental “Last Horizon”
subido en la plataforma más alta de la estructura de pasarelas que hay tras
la batería. El público lo aclama y May emocionado da las gracias siempre intentando
hablar en castellano.

Imagino que esta gira es muy emotiva para May y Taylor. No fue un efecto óptico
cuando Brian May tuvo que secarse las lagrimas a media interpretación de “Love
Of My Life”, algo que el público percibió y ayudó más aún a crear el clima tan
emocional que se vivió en varios momentos del concierto.

A continuación, un ritmo pre-grabado suena por el PA mientras Roger Taylor
se situa al frente del escenario para cantar “These Are The Days Of Our Lives”.
En la gigante pantalla posterior, se muestran imágenes de QUEEN en una visita
promocional a Japón a mediados de los 70. Evidentemente, cuando aparece la cara
de Freddie Mercury el público estalla en un aullido colectivo que aún a dia
de hoy me pone la piel de gallina.  La cosa sigue con “Radio Ga Ga”, el cual
desata una serie de marciales movimientos del público siguiendo el ritmo y estribillo
del tema, el cual vuelve a ser cantado por Roger.

“Feel Like Makin’ Love” vuelve a ser acogido friamente por el público, que
por el contrario se desata con “A Kind Of Magic”, demostrando el peso real que
tienen las composiciones de QUEEN en ésta gira de “vuelta al tajo” para May
y Taylor. Imagino que estar en la piel de Rodgers, artísticamente hablando,
no debe ser demasiado comodo.

“I Want It All” suena por primera vez en directo, pues fue uno de los temas
que salieron después de que QUEEN abandonaran las giras mundiales. Fue decepcionante
ver como Brian May decidió hacer un solo lento a medio tiempo… aunque solo
fuera un engaño. Prolongó la sección del tema dedicada al solo un poco más,
miro con complicidad a Roger, y se inició la hecatombe más absoluta. Derrochando
vatios como quien tira caramelos, May y Taylor se lanzaron a por la parte rápida
de “I Want It All” mientras el público parecía no acabar de creerselo. Aunque
nadie parecía estar preparado para lo que vendría después…

Sin introducción previa, comenzaron a sonar las primeras notas de “Bohemian
Rhapsody”. Sin que nadie se lo esperara, aparece Freddie en la pantalla tocando
en directo el tema en una grabación extraída de algún concierto de los 80. La
banda le sigue desde el escenario, totalmente sincronizada con la grabación
de Freddie, consiguiendo así un momento especial como pocos esa noche. Escuchar
y ver a Freddie cantar el tema fue otra manera de sentir el espiritu del fallecido
vocalista en el recinto esa noche. Pero la opereta central fue algo de otro
mundo. Como siempre fue una grabación, pero el publico la coreó integra, con
sus ‘galileos’ y sus ‘mamma mia’. Atronador. Cuando arranco la parte rockera
del tema, aquello estuvo a punto de venirse abajo, mientras Roger explotaba
su lado mas Hard-Rockero, el cual, pese a sus 55 años, sigue muy vigente.

Tras esto, hacia falta un descanso para todos. La banda tardó unos cinco minutos
en reaparecer en escena para interpretar un nuevamente emotivo “The Show Must
Go On” que puso la piel de gallina a todo el público. El resto de bises, estaban
claros: primero una versión de “All right Now” coreada por todo el público,
para luego cerrar con los imprescindibles “We Will Rock You” y “We Are The Champions”
uno tras el otro como en los viejos tiempos.

La banda salió a saludar junto con sus acompañantes, Danny Miranda como bajista,
Jamie Moses como segundo guitarra y el clásico Spike Edney como teclista. Aquello
había sido un sueño y todo el mundo salió un poco tocado del recinto. No fue
un concierto al uso, fue un revival de la memoria de una de las más grandes
bandas que ha dado el rock: QUEEN. Una banda que ya no existe, aunque esté de
gira por toda Europa. Pero como tributo a su memoria, fue definitivamente valido.

Texto y Fotos: Sergi Ramos

Datos:Palau Sant Jordi
Barcelona
Promotor: Sagliocco Group /Gamerco
Publico: 18.000 personas - Sold Out

Día:02/04/2005

Puntuación:8