Sublime y poco más a añadir. Steve Wilson y sus Porcupine Tree han alcanzado el merecidísimo estatus de sucesores de Pink Floyd y han alcanzado algo más: llegar al gran público. Hay grandísimas bandas de progresivo, enormes instrumentistas en la escena mundial, pero a Porcupine Tree… pocos les pueden hacer sombra. Las personalidades de Steve Wilson y Gavin Harrison son toda una referencia, y ver al grupo sobre el escenario es cada vez más excitante y extasiante.

Su última venida a la Ciudad Condal se saldó con un sold out en el Apolo, y esta vez la cosa prometía, pues tocar en el Sant Jordi Club era un enorme paso hacia delante. La gente respondió, y entre los asistentes había una interesante mezcolanza de géneros musicales, desde heavies acérrimos hasta gente con corbata luciendo canas. Todo un factor indicador de que la buena música llega a todo tipo de gente, independientemente de los estilos musicales puramente formales.

La banda se presentaba con una pantalla de fondo en la que aparecerían imágenes varias, especialmente preparadas para el desarrollo del disco “The Incident”, el cual tocarían en toda su integridad. El show luminotécnico era espectacular y la calidad de sonido excepcional. ¿Alguien ha asistido a un concierto de esta gente y han sonado mal? Es imposible.

Los que habían criticado “The Incident” calificándolo como una obra menor comparada con sus anteriores discos, se llevarían una enorme sorpresa. En directo sonó apabullante. Desde “Occams Razor”, con las subidas y bajadas de intensidad unidas a las imágenes y juegos de luz, el impacto que recibió el espectador fue noqueante. “The Incident” gana muchos enteros sobre las tablas y a buen seguro que consiguió que más de un crítico se rindiera ante cortes como “The Blind House” o especialmente “Drawing the Line”. El estribillo de este tema supuso la primera participación con coros del público. Seguro que este corte sobrevivirá en sus futuros setlists.

Los cambios de guitarras de Wilson eran constantes, entre acústicas, eléctricas y teclado. Hay que destacar la enorme labor del guitarrista John Wesley, especialmente en los solos, dándole el contrapunto a Wilson por encima de su registro. Los cortes enlace supondrían unos desarrollos atmosféricos que nos llevaban por valles y picos en los que la intensidad fluía y se modulaba al tiempo que las imágenes iban cambiando al son de la música.

“Time Flies” es el tema central del disco y arrancó con otra de las ovaciones de la noche. Grandísimo corte en el que desarrollarían todo su potencial. La concurrencia estaría muy expectante, respetuosa en todo momento y muy agradecida, pero sería en la segunda parte cuando definitivamente se desmelenaría. Terminarían con “Circle of Manias” y “I Drive the Hearse”. Wilson anunció que se tomarían un descanso de 10 minutos y que volverían atacando sus clásicos.

Después de “The Start of Something Beautiful” Wilson dijo que el público de Barcelona era el más entusiasta con el que se había encontrado en toda la gira. Seguramente lo dice en todas partes, pero sonó sincero y no parecía necesario soltarlo, pues la cosa estaba ya ganada de calle. Mención especial merece don Gavin Harrison y sus baquetas. Este hombre va variando los ritmos y salpimenta los cortes con otros enfoques y breaks sorpresivos. Hoy en día es uno de los bateristas definitivos de la escena y la mano derecha de Wilson.

“Russia On Ice” sería bien recibida, pero más lo sería “Anesthetize”, una de las joyas infalibles de su discografía. En “Lazarus” caería la ovación de la noche y el público se animó a cantar el bellísimo estribillo. El “In Absentia” tendría un gran protagonismo en la velada pues caerían “.3” y “Strip the Soul”, enormes temas de su disco clave. Nos ofrecerían también “Normal” y “Way Out of Here” consiguiendo una comunión sublime con el público.

En los bises rescatarían dos de sus mejores momentos del “In Absentia”: “Sound of Muzak” y la espectacular “Trains”. Sería en esta cuando Wilson presentaría a la banda y acompañaría de samplers las presentaciones. De hecho, en la de Colin Edwin sonaría la banda sonora de “Neighbours” para subrayar su procedencia austral. Wilson haría una coña algo surrealista con unos pollitos de plástico para luego volver a enganchar el tema y finalizar con una explosión de decibelios y luces. Puro éxtasis.

A veces hay cierta justicia en el mundo musical y bandas que lo merecen consiguen lograr el estatus que deberían. Después de ver como se desenvuelven por un gran escenario ya no me imagino verles en recintos pequeñitos. Llenaron el escenario durante más de dos horas de actuación y rozaron la perfección en todo momento. Wilson no falla un tono, y a pesar de su aparente timidez, luce una sonrisa tras sus gafitas. Es posible que a muchos los Porcupine Tree les cuesten, pero si uno es capaz de entrar en su particular mundo sonoro, descubrirá a una de las bandas definitivas de los últimos 20 años. Y más si los ve en directo. Porcupine Tree son sinónimo de perfección.

Jordi Zelig Tàrrega / Fotos: Sergi Ramos

Promotor:Rock N Rock

Asistentes:4000

Día:23/11/2009

Hora:21:00

Sala:Sant Jordi Club

Ciudad:Barcelona

Puntuación:10