Tan solo estuvieron eclipsados por una colección de estúpidos en la parte final de la sala, que no callaban en ningún momento. Esos típicos cincuentones que no saben beber y piensan que pagar su entrada les autoriza a romper el espectáculo a todos los demás asistentes. Eran realmente ridículos. Imaginad que la banda consigue que todo el público calle sus aplausos para escuchar la primera e intrigante nota de “Echoes” y cinco capullos siguen hablando a voz de grito e imitando el “shhh” de la banda sin parar riéndose entre ellos.

En los últimos tiempos han proliferado de manera imparable las bandas tributo. La crisis nos ha devuelto a una situación en la que muchos grandes artistas ya no pasan por nuestro país, mientras que la avanzada edad de otros tantos les obliga a girar muy de vez en cuando. Las bandas tributo se convierten, pues, en la única manera de celebrar el legado de bandas y solistas legendarios que por una razón u otra, ya no tienen un sitio tan habitual como quisiéramos en los escenarios de nuestro país. En medio de toda esa nebulosa de bandas homenaje, destacan las formaciones y espectáculos que se dedican a repasar a dos bandas en concreto: QUEEN y PINK FLOYD.

En el último año han pasado por España multitud de espectáculos celebrando a los primeros y a los segundos. DOCTOR QUEEN, QUEEN SYMPHONIC RHAPSODY, THE OTHER SIDE, BRIT FLOYD…La densidad de bandas que rinden loa y pleitesía a estos dos clásicos del rock británico es muy superior a otras bandas. Se trata de repertorios conocidos por todo el mundo, que están grabados a fuego en nuestras mentes desde hace 30 o 40 años. Lo que uno no espera, en ocasiones, es que el éxito de estas propuestas sea tan considerable. Hace cinco años, en un concierto de PINK TONES en la misma sala, éramos alrededor de 300 o 350 personas en la sala Apolo de Barcelona. Una entrada muy respetable, ojo, sea la banda que sea. Pero palidece frente a las casi 1000 personas que inundaron el mismo recinto este pasado sábado. Una muestra, nuevamente, de que el poder de PINK FLOYD es abrumador. Si la banda se reuniera con los miembros que aún quedan vivos, no cabe duda de que podrían reventar todos los estadios del planeta durante un mínimo de tres años seguidos. Sin el menor de los problemas. Si Roger Waters lo ha conseguido ejecutando un disco como “The Wall” ¿que sucedería si Floyd al completo pasearan su majestuoso repertorio por ultima vez? La hecatombe. Seguro.

Pero volvamos a PINK TONES. Pocas bandas hacen verdadera justicia al repertorio de Floyd. Incluso lo tan laureados The Australian Pink Floyd tenian momentos muy flojos en directo, aunque el espectáculo con más recursos compensaba las faltas en lo musical. Debemos recordar que la experiencia Floyd se compone de ambas cosas, es un ataque sensorial en toda regla. Pero PINK TONES se centran en la música, dejando en un segundo plano la escenografía, salvo algunos detalles muy bien cuidados en momentos clave: el profesor inflable en la suite de “Another Brick in the Wall”, los lasers en “Shine on you Crazy Diamond”, el prisma, la estructura de luces circular al fondo del escenario y la bola de espejos en “Comfortably Numb”. Detalles básicos, pero que ayudan a dar realce a la experiencia y a que los escalofríos te recorran en el momento adecuado.

No cabe duda de que hay que tenerlos muy cuadrados para atreverse con el repertorio de Floyd, y la banda de Alvaro Espinosa y cia lo hace con mucho ahínco. Pese a tocar todos los temas conocidos habituales de la banda, hubo espacio para joyitas. Por ejemplo, “Fat Old Sun”, de “Atom Heart Mother”, “On the Turning Away” de “A Momentary Lapse of Reason”, “High Hopes” de “The Division Bell” y, sobretodo y por encima de todo, la monumental “Echoes” de “Meddle”, en todos sus veinte minutos de gloria.

El resto del set vino dado por lo que uno puede esperar en estos casos: “Time”, “Shine on you Crazy Diamond”, “Money”, “Run Like Hell”, “Brain Damage” fundida con “Eclipse” (uno de los momentos más emocionantes), “Wish you Were Here” (el coro de voces era espeluznante)… posiblemente no podrían haber hecho un mejor repertorio. Fueron 2 horas y media de PINK FLOYD en estado puro. Tan solo estuvieron eclipsados por una colección de estúpidos en la parte final de la sala, que no callaban en ningún momento. Esos típicos cincuentones que no saben beber y piensan que pagar su entrada les autoriza a romper el espectáculo a todos los demás asistentes. Eran realmente ridículos. Imaginad que la banda consigue que todo el público calle sus aplausos para escuchar la primera e intrigante nota de “Echoes” y cinco capullos siguen hablando a voz de grito e imitando el “shhh” de la banda sin parar riéndose entre ellos.

El final del concierto fue muy grande: la banda interpretó las tres partes de “Another Brick In The Wall”, junto a “The Happiest Days of Our Lives” y “Goodbye”, que el bajista de la banda terminó con un emotivo “Adeu”. El final definitivo del show, de la mano de “Comfortably Numb” fue espectacular. La sala entera cantando el tema y un solo de Espinosa francamente electrizante. En el climax, los focos apuntaron al techo de la sala y toda la sala quedo bañada en los fragmentos de luz que disparaba la bola de espejos allí colocada. No hace falta decir que se tiraron cinco minutos despidiéndose entre una enorme ovación del público.

Pingüe negocio, también, el de las bandas tributo. 28 Euros por entrada, con los costes de distribución aparte y una sala llena. La producción es cara y los músicos sobre el escenario, soberbios. Pero sigue siendo un buen negocio.

 

Promotor:Eclipse Production

Día:2013-11-23

Hora:21:00

Sala:Apolo

Ciudad:Barcelona

Puntuación:10