Pocas horas antes del concierto lo comentaba con Mikael Akerfeldt en una entrevista que en breve podréis leer por aquí. ¿Cómo puede ser que una banda como OPETH se haya convertido en semejante fenómeno de masas?. No estamos ante la enésima formación de gothic-Pop-Metal con chica guapa al frente, ni siquiera ante un combo de hard rock atemporal. OPETH es un grupo de Death progresivo bastante complejo, barroco, difícil de digerir, aunque melódico y accesible en momentos muy puntuales. De hecho –y en esto coincidía también el señor Akerfeldt- si OPETH hubiesen aparecido en los 80 no se habrían comido un rosco. Quién iba a comprar sus discos, ¿Los fans de OBÚS?, ¿Las hordas thrashers?, ¿Los amantes del glam-metal?. Todo esto nos lleva a pensar que o bien el heavy medio de a pie en estos últimos 10 años se ha “intelectualizado” o es que existe una nueva corriente –yo me decanto más por esta segunda opción- en la que mucha gente simplemente asocia el rollo progresivo y la técnica instrumental al hecho de hacer buena música, sí o sí. Dicho de otra forma, ¿Cuánta de la gente que abarrotaba ayer la sala Apolo de Barcelona realmente puede llegar a ser crítica con un grupo como OPETH?. Nadie pone en duda la calidad del grupo ni la admiración que por él sienten sus fans, pero resulta curioso el fanatismo ciego de muchos de estos, gente que incluso compraría un disco de OPETH si éste tuviera solo eructos de Mikael Akerfeldt dentro e iría a un show de los suecos donde el propio Mikael únicamente se dedicara a explicar chiste tras chiste. Da la sensación de que hoy en día, para estar a la última, ser un tipo respetado y poder demostrar cierta cultura metálica, hay que ser fan de OPETH a muerte. Y cuidado, que el grupo lo merece, pero una cosa no quita la otra. Yo, desde luego, no logro entender la cantidad de carcajadas que se oían tras cada comentario del señor Akerfeldt, ¡Si la inmensa mayoría de gente ni siquiera entendía lo que este tipo estaba diciendo!. No sé, ayer en el Apolo se olía un aire de peloteo y fanatismo servil bastante exagerado.

OPETH están más que vistos por aquí. Desde que pisaran suelo español por primera vez en las navidades de 1996 como teloneros de CRADLE OF FILTH (¡Aún recuerdo los caretos de aquellos pobres suecos tímidos que saltaron a un escenario frente a las ruidosas hordas black metaleras!), OPETH han hecho 6 giras más; Las 2 con KATATONIA, otra con MADDER MORTEM, 2 más presentando “Ghost Reveries” junto a BURST primero y AMPLIFIER unos meses más tarde y la que ayer azotó Barcelona de nuevo con THE OCEAN y CYNIC. En total, 7 giras por territorio nacional en apenas 12 años, ¿No está nada mal no?. Lo más curioso es que en todas ellas, incluso las primeras, siempre han reventado las salas. De hecho, en esta gira –que bien podría haberse hecho en pabellones más grandes- colgaron el cartel de “Sold Out” en la mitad de sus fechas, algo que muy poquitas bandas pueden lograr hoy en día. El Apolo estaba a reventar, de hecho, juraría que nunca antes había visto esa sala tan petada, ni siquiera en bolos bastante multitudinarios como los de TESTAMENT o TYPE O NEGATIVE por citar 2 bastante recientes. Vamos, que este concierto bien podría haberse realizado en el Razzmatazz 1 y todos habríamos estado más cómodos.

Con bastante puntualidad salieron THE OCEAN al escenario, un grupo bastante ecléctico del que apenas conocía de oídas y que desde luego, bien merecen una escucha. No estoy muy puesto en su material, pero el Sludge/Doom progresivo denso, lento y de grosor considerable que entregan estos alemanes, desde luego, es bastante original y atractivo. Otra cosa bien distinta es que su propuesta tenga razón de ser en un escenario. Yo, particularmente, disfrutaría más de un combo así sentadito en mi sofá. Tras apenas media hora, dieron paso a la banda más esperada de la noche, CYNIC. Exceptuando la fecha que los norteamericanos realizaron en el norte de España en el marco de un festival cuyo nombre no recuerdo hace unos meses, la banda de Paul Masvidal y Sean Reinert nunca antes había girado por España. Bueno, cómo carajo lo iban a hacer si han estado 15 años fuera del negocio y solo habían editado un disco con anterioridad… Pocas bandas con un bagaje musical tan escueto pueden alardear de haber sido tan importantes para el devenir de la música metálica como CYNIC. “Focus” marcó un antes y un después en la música extrema, eso lo sabemos todos, pero parece que a los propios CYNIC no les quedó muy claro visto el escaso trato que le dieron a su clásico debut ayer por la noche del que solo interpretaron “Celestial Voyage”. Ni “Veil of Maya”, ni “Uroboric Forms” ni “How Could I” ni nada, un temita viejo y casi todo su último disco al completo. Muy a pesar de ello, CYNIC para mi dieron un recital de excelente para arriba. Técnicamente esta gente va sobrada sobre un escenario y el poder ver cómo se desenvuelven sobre las tablas el batería Sean Reinert o el vocalista / guitarra Paul Masvidal no tiene precio. Acompañaban a ambos un bajista y un segundo guitarra que desconozco por completo quién demonios eran, pero que desde luego, iban también sobrados de lo suyo. Vaya fieras.

No sabemos muy bien si por cosas de la electrónica o bien por el tejemaneje del tour manager, el promotor o los dueños de la sala, mientras CYNIC acababan de arrancar su último tema “Integral Birth”, el sonido del ampli de Paul Masvidal desapareció por completo. Acto seguido el grupo paró en seco y Sean Reinert mató el rato con un espectacular e improvisado solo de batería. Tras su ejercicio a los timbales, el grupo hizo señas de desaprobación con alguien situado en la mesa de mezclas (gesto de rebanación de cuello incluido), y abandonó el escenario ante un público entregado y enloquecido. Todo parece indicar que desde la mesa de mezclas le cortaron la señal a Paul a modo de indirecta para que se diese el piro. De ser realmente así, detalle muy feo que ensució una actuación perfecta, muy a pesar del irregular setlist.

Con la sala igualmente abarrotada, salieron OPETH a escena ante el griterío generalizado. Su actuación apenas llegó a los 90 minutos, algo que –me consta- es decisión única y exclusivamente del propio grupo. En palabras de Mikael cuando le entrevistamos soltó algo así como “Cuando hemos tocado más de 90 minutos, la gente bosteza y se aburre así que mejor dejar a la gente con ganas que con dolor de piernas y sueño”. Yo, a título personal, no creo que eso sea así, al menos en estas 7 giras que he presenciado de ellos, pero bueno, Mikael y OPETH sabrán lo que hacen supongo. La banda gozó de un muy buen sonido –algo habitual en la sala Apolo, la de mejor acústica de toda Barcelona sino España- y se metió al público en el bolsillo desde el primer tema. Abrieron fuego con su nuevo himno “Heir Apparent” al que le siguió la extensa y para mi innecesaria “The Grand Conjuration”. 2 temas, 20 minutos, casi nada. Con la gente ya entrada en calor, el grupo soltó una de las primeras joyas de la noche, “Godhead’s Lament”, coreadísima por el público. Tras ese viaje al pasado de OPETH, los suecos retomaron el presente inmediato con la extraña “Lotus eater”, un tema que en directo no me acabó de convencer de la misma forma que lo hace en disco. Bien podrían haberla cambiado por 2 temas más cortos, digo yo. El tema lento de la noche vino representado por “Hope Leaves”, algo que no logro entender teniendo semejante himno baladístico en su último disco como es “Burden”. Para la traca final, OPETH se dejaron la genial “Deliverance”, la clásica y que yo ya creía desterrada de sus repertorios “Demon of the Fall” y como no, “The Drapery Falls”, uno de los himnos por excelencia de OPETH. En total 8 temas y 90 minutos, muy poco tratándose de un grupo como OPETH con canciones harto extensas y casi una decena de discos en su haber. De cualquier modo, como se suele decir, lo bueno, si breve, 2 veces bueno…  

Javi Félez (javi@themetalcircus.com)

Asistentes:1000

Día:02/12/2008

Sala:Sala Apolo

Ciudad:Barcelona

Puntuación:9