NEW YORK DOLLS

Lo que parecía un sueño parece que ahora es algo habitual. Ver a los New York Dolls en los escenarios hispanos es algo normal a día de hoy, y parece que el grupo lo lleva bastante bien y aguanta bien las giras. Es alucinante pensar que esta gente vivió sus momentos de gloria hace ya casi 40 años. Bueno, la verdad es que nunca llegaron a saborear de lleno la gloria, quedaron como una banda de culto que estuvo allí antes de nadie, creando una estética, un sonido y marcando tendencia. Que todavía tengan ganas de salir y rockear es todo un regalo. Sylvain Sylvain y David Johansen tienen cuerda para rato.

La sala Salamandra se vistió de gala para la ocasión y había en ella un público bastante dispar. No se llenó la sala, cosa que sí había sucedido anteriormente en la sala Sidecar y en el Apolo 1, pero la entrada era bastante buena. Con algo de retraso sobre la hora prevista salió la actual encarnación de los Dolls, con Brian Delaney a la batería, Jason Hill al bajo y Earl Slick a la guitarra. Las bajas de Steve Conte y Sami Yaffa se notaron bastante, y en general el concierto no llegó al nivel de intensidad de sus dos anteriores venidas. Parte del problema reside en un set list en el que se dio excesiva cancha a su nueva obra, que está muy bien, pero deja fuera material imprescindible.

“Loooking for a Kiss” abrió fuego, pero no hubo desmadre. La gente estuvo respetuosa y receptiva pero faltó ese punto loco de desmadre y entrega. Johansen salió con unas inmensas gafas de sol y contoneándose al son de la música. EL sonido tampoco era perfecto, pero “Im So Faboulous” y “Cause I Sez So” no terminaron de enganchar al personal. Sylvain Sylvain es pura magia y su sola presencia ya llena el escenario. Tocó el teclado y estuvo realmente dichadachero y simpático. Johansen nos descolocó a todos pidiéndonos la opinión sobre el Papa alemán.

“Talk to Me Baby” y “Private World” precedieron a la inmortal “Private World”. La gente se movía al son del rock and roll añejo, y la nueva “Street Cake” fue un ejemplo de que el grupo, tras tantos años, es capaz de ofrecernos nuevos clásicos. Pero faltaban clásicos, y el grupo optaba por continuar con material nuevo como “Kids Like You”. Uno de los grandes momentos fue el “Who Are the Mistery Girls?”, la única concesión a su segunda obra. Esa obra maestra que es “Dance Like a Monkey”, con unos coros gentileza de una bella invitada. En “Pills” hubo la anécdota de la noche cuando un tipo saltó al escenario y le dio dos besos en las mejillas de Johansen. La seguridad le acompañó de muy buenas maneras, nada que ver con la contundencia que exhibieron los miembros de seguridad en el Apolo. Para presentar el tema Johansen dijo: “¿Os gustan las pastillas? Y Sylvain añadió con una sonrisa traviesa: “¿tenéis alguna para mi?”.

Cuando parecía que la cosa empezaba a desmadrarse con “Hey Bo Diddley” cortaron de raíz ese subidón recurriendo a su nuevo material: “Funky But Chic”. La recta final incluyó las inmortales “Trash” y “Jet Boy”, auténticas piezas de culto e himnos atemporales. Se despidieron para luego volver a la carga con otra histórica: “Personality Crisis”. Apoteósica recepción del tema. Pero para despedirse optaron sorpresivamente por un tema de nueva hornada, la bellísima “End of the Summer”, que a pesar de ser un temazo, no me parece la canción más indicada para poner el cerrojo. Definitivamente este set list tiene que ser retocado para su próxima gira.

Sigue siendo un privilegio ver a Johansen y Sylvain sobre las tablas, así que poco podemos quejarnos de nada. Faltaron muchos clásicos y no hubo el desmadre habitual en sus últimos directos. Pero sólo por vivir otra vez de nuevo esos temas históricos creo que ya vale la pena acercarse a verlos. Es también admirable la fe que tiene el grupo en su nuevo material, y la verdad es que hay que reconocer que su último disco es espectacular. Son una banda imprescindible, y ya que los podemos ver en directo, hay que verlos, aunque sea sólo una vez.