Michael Monroe sigue siendo tras tantos años uno de los más grandes showmans de la historia del rock. Con 51 años puede dejar en evidencia hasta a veinteañeros rockeros. Su grupo es pura dinamita y las personalidades de Conte y Yaffa sumadas a la de Monroe hacen un triunvirato espectacular.

Es obvio que si alguien quiere aprender, o entender, lo que significa la palabra “frontman” debe asistir a un show de este grandioso personaje: Michael Monroe. Su última vez fue un show enérgico, con grandes personalidades en escena y acompañando un disco excepcional. Esta vez no había tanto VIP sobre las tablas, pero nadie saldría defraudado. Pero lo mejor de todo fue que los Cheap Thrill fueron unos teloneros de lujo, tirando de himno y entreteniendo de lo lindo. Supongo que muchos no entienden el por qué se quedan en el tintero muchos de los mejores himnos de los Hanoi Rocks, pero creo que no nos podemos quejar del material nuevo. La mediana de las Razz registró una muy buena entrada, a pesar de que hubo un telón reduciendo el espacio.

Cheap Thrill… Quizá su nombre no sea rutilante, pero tras su nombre hay gente de Cinderella (Eric Brittingham y Jeff LaBar), Chenney Brannon (White Lion) a la batería y todo liderado por Brandon Gibbs a la voz y guitarra. La propuesta es francamente atractiva y musicalmente el material es de lo más potente. Evidentemente hay varios de los himnos de Cinderella como “Heartbreak Station”, “Nobody’s Fool” o “Gypsy Road”. Brandon canta bien, pero los tonos del material de Cinderella no quedan bordados. Los coros son excepcionales, destacando los dos Cinderella, pero también a Brannon, que durante todo el concierto tuvo bastante protagonismo hasta el punto que le llegaron a apartar el micro al final del concierto. Mucha dosis de actitud y buenas vibraciones con “This Town” o “My Hero”, del propio Brandon. Bonito final versionando “Home Sweet Home” de Mötley Crüe y “Roll with the Changes”. Hubo solos de guitarra comedidos pero suficientes para demostrar habilidades dactilares. Buen concierto; ideal para abrir a todo un Michael Monroe.

Monroe salió como un ciclón sobre escena, a lomos de “Horns and Halos”. La banda rotunda, con Yaffa ejerciendo de buen escudero y un líder escénico que no pararía ni un momento. La gente llevaba aprendidas las canciones y las nuevas fueron coreadas y muy bien recibidas. La segunda fue un recuerdo al anterior CD, la preciosa “Trick of the Wrist”, con un precioso saxo rojo brillante. Buen papel del nuevo “Rich Jones” a las guitarras, sustituyendo a Ginger y a Dregen, dos de los grandes nombres que ha llegado a tener esta banda. “TNT Diet” y “Eighteen Angels” demostraron que la nueva obra engancha, pero el momento definitivo llegaría con “Ballad of the Lower East Side”. Absolutamente coreada. Definitivamente es el single en potencia de este disco. Los bailoteos y movimientos de Monroe son alucinantes. Ha sobrepasado los 50 y sigue elevando su pierna hasta la cabeza. Lanzamientos de micro, excursiones sobre la batería y saltos al vacío. Un excelente repertorio de trucos.

“78” es ya un nuevo clásico. El sonido mejoró a pesar de que en los primeros temas la cosa no terminaba de arrancar, y este tema lució como merecía. Otra dosis de temas nuevos con “Stained Glass Heart” y “Soul Surrender”. Mucha actitud, diversión y desparrame general en las primeras filas. Monroe se encaramó varias veces a las vallas estando en contacto total con el público. Uno de los mejores momentos caería en “Child of the Revolution”, y demostrando sus buenos dotes con la armónica. Otro corte con madera de single y muy aplaudido por los presentes. Cabe resaltar sobretodo la labor de Steve Conte. Un tipo que posee mucho peso en el grupo y que se hace notar en escena. Para muchos, la pieza clave dentro del grupo. Tras “Half the Way” caería otra de las esenciales de “Sensory Overdrive”: “Got Blood?”. Tema duro, crudo y con un estribillo exquisito. Los coros, si bien funcionales, de lo más efectivos.

Grande también “Modern Day Miracle” del mismo disco, pero ya era tiempo para dejar caer las bombas de Hanoi. Fueron contadas, pero siempre es de agradecer el poder corear “Underwater World”. Y sería tras “Happy Never After” cuando caería la sorpresa de la noche: un tema de los Dead Boys, “Ain’t Nothin’¡ to Do”. Gran sorpresa y un buen recordatorio. Son una banda a reivindicar. Monroe y la banda ya estaban desatados del todo, pero sobretodo Michael. Una de las joyas infaltables sería la hímnica “Nothin’s Alright” de la etapa Demolition 23. Sin atisbo de duda, uno de los mejores discos de punk rock de la historia. Uno de los momentos más esperados era una pieza del “Not Fakin’ It”. Una composición que cae sí o sí cada noche: “Dead, Jail or Rock ‘n’ Roll”. El grupo alargó el final y Monroe se dio un garbeo por la barra lateral de la Razz. Dejó a la gente alucinada. Los bises empezaron la enorme “Hammersmith Palais”, también de Demolition 23, y Michael dejó que la gente cantase por el micro, con mejor y peor fortuna… Luego momento para lucir, otra vez, lo mejor de su última obra: “Saturday Night Special”. Con ya todo el pescado vendido el grupo atacaría una potente y deliciosa “Malibu Beach Nightmare”. Pieza maestra de las piedras de Hanoi que dejó extasiado al respetable.

Michael Monroe sigue siendo tras tantos años uno de los más grandes showmans de la historia del rock. Con 51 años puede dejar en evidencia hasta a veinteañeros rockeros. Su grupo es pura dinamita y las personalidades de Conte y Yaffa sumadas a la de Monroe hacen un triunvirato espectacular. Quizá Rich Jones no tiene tanto nombre como sus antecesores, pero la banda sigue poseyendo magia. La velada fue realmente buena, pero quizá me quede con sus dos anteriores venidas. Lo que sí que es seguro es que los Cheap Thrill fueron un plus muy a destacar. Nunca falla Monroe, siempre hay una buena banda y sus discos siguen enamorando. Monroe es toda una rareza y su glamour es eterno.

Promotor:On The Road Music

Día:2014-05-11

Hora:19:30

Sala:Razzmatazz 2

Ciudad:Barcelona

Teloneros:Cheap Thrill

Puntuación:8