Masificación y polvo a raudales en la primera jornada de Hellfest 2014
El evento más esperado de todo el año por muchos, sin lugar a dudas, era el acontecido en Clisson los días 20, 21 y 22 de junio. Un Hellfest que había presentado un cartel impresionante a años luz de la competencia. Un Hellfest que había agotado entradas antes que nunca.Un Hellfest que se coronaba como nuevo festival de metal por excelencia en Europa. Un Hellfest que vive su momento dorado y, al mismo tiempo, un Hellfest que en este proceso de glorificación pierde muchos de los aspectos pasados, siendo el cambio más destacado la notoria masificación sufrida en comparación con la edición anterior (no digamos si miramos todavía más atrás). Si bien en 2013 el tráfico entre escenarios era bastante fluido, en esta edición se ha notado un intenso aumento en la dificultad de esta vital tarea, teniendo su punto negro en los escenarios principales. Pero de este fenómeno ya hablaremos en un reportaje dedicado exclusivamente a él. Hoy toca comentar lo principal, siendo esto, evidentemente, las bandas. Esteban Portero y Satur Romero se turnan y dan lo mejor de sí mismos para combinarse y ver tantos grupos como sea posible, trayéndoos sus impresiones. Allá vamos.
La primera jornada de este 2014 se iniciaba con la única actuación de una banda española en el festival. Si bien el año pasado tuvimos a Berri Txarrak (aunque eso de considerarlos españoles ya depende de cada uno), este año era el turno de Angelus Apatrida. Los albaceteños tenían en sus manos la dura tarea de inaugurar el segundo escenario principal, a lo que se añadía el hecho de que David, guitarrista solista de la banda, no pudo asistir a la fecha debido a un desafortunado accidente de moto. Así pues, con Ekaitz Garmendia (ex-guitarrista de los míticos Legen Beltza) como sustituto, ofrecieron al público francés temas como «Legally Brainwashed» o «Vomitive», en un concierto con el que, si bien cumplieron, no impresionaron tanto como podrían haber hecho. El nefasto sonido que por lo general ofrecía este escenario (quitando bandas grandes) tampoco ayudó. Weekend Nachos, sin embargo, ofrecieron una lección de brutalidad acto seguido en el Altar, y pese a que su explosiva energía contrastaba con el escaso público allí presente, el buen sonido y la intachable actitud hicieron que se ganasen la admiración de los pocos congregados a tan tempranas horas. Cerrando el trío que abría el festival para un servidor estaban los británicos Conan, una de las revelaciones del doom en los últimos años y una de las bandas que más ganas tenía de ver en este Hellfest. El trío de Liverpool se ganó a pulso un puesto entre mis conciertos favoritos de todo el festival: los treinta minutos de set de los que disponían se les quedaron cortos por todos lados gracias a un potentísimo sonido, una solidez escénica y musical tremenda y unos temas capaces de tirar abajo el recinto entero.
Que los japoneses Crossfaith querían que recordáramos su actuación se hizo palpable desde el primer segundo con “We are the future”. Salieron al escenario con la energía propia de personajes de anime con súper poderes que se mueven a la velocidad de la luz. Y es que teniendo en sus reservas un tema titulado “Jagerbomb”, os podéis hacer una idea de la que pueden liar. Se movían tanto, que seguirlos con la mirada resultaba harto dificultoso, y parecía que el gran escenario principal se les quedaba pequeño. Y puede que fuera así, ya que su segundo vocalista Terufumi Tamano, abandonó los teclados, y tuvo la brillante idea de lanzarse al público creando el caos en un hervidero de personas sometidos a su metalcore electrónico. No dejaron indiferente a nadie. De distinta naturaleza sónica, pero también sólidos en sus principios fueron Fueled by Fire. Al grito de ¡”Thrash Is Back”!, los californianos salieron al escenario con la única misión de destruir los cuellos de los presentes. Por desgracia, la monotonía comenzó a hacer acto de presencia recién llegada la hora del almuerzo. No supieron repartir los ingredientes y la comida comenzó a hacerse pesada. Que no indigesta, porque “Defaced Mortality” o “Rising From Beneath” servían de aderezo antes de los platos principales. El postre vino de la mano de “Eye Of Demon”. Y sí; recibieron aplausos o loes, pero más por actitud que por variedad en el menú del día.
De vuelta a The Valley tras la maestría de Conan teníamos al conjunto de post-rock instrumental Caspian, quienes con tan sólo tres álbumes bajo el brazo ya son capaces de dejar en ridículo a la mayoría de bandas en directo. Centrando su repertorio en el magnífico «Waking Season», ofrecieron un concierto de 40 minutos que supo a poco y que nos hizo volar tema tras tema. Es de agradecer encontrarse giros estilísticos hacia terrenos algo más alejados del metal en este escenario: sin ir más lejos, el año pasado disfrutamos de Swans. El día fuerte en The Valley era el viernes, y Caspian formaron parte de los conjuntos más ganadores. No tan bien parados salieron Toxic Holocaust en su actuación en el segundo escenario principal. En ediciones pasadas, Hellfest había estado caracterizado por su constante lluvia, pero este año apenas vimos una gota de agua en Val de Moine. ¿Piensas que esto es una ventaja? Deberías haber visto las tremendas nubes de polvo formadas en los moshpits, llenando los pulmones de tierra de todo aquel que quisiera estar medianamente cerca en conciertos como este. El terrible sonido que tuvieron a lo largo del concierto fue su principal enemigo, y el potente setlist que descargaron, con joyas como «Nuke the Cross», «In the Name of Science» o «Bitch», no fue suficiente para suplir esas carencias.
Una hora más tarde, sobre el mismo escenario teníamos a M.O.D. La banda de Billy Milano celebra sus 25 años enseñando métodos para destruir, y sus clases sobre la materia son bien sencillas: crossover hasta dormidos. Eso sí; aunque arrancaron con «Aren’t You Hungry?», trasladaron al público su rabia al ritmo de “Imported Society”, “True Colors” o “Let Me Out”. A las primeros de cambio retomaron los recuerdos del hardcore punk primogénito, y M.O.D. se trasformó en Stormtroopers of Death, con Milano en su salsa cantando “Kill Yourself” o “Pussywhipped”, pese a que su camiseta pesara dos kilos más por el sudor que el orondo vocalista desprendía. La actitud de los neoyorquinos era la esperada, y su cierre con “Speak English or Die” y “United Forces” viene a confirmar que la veteranía es un grado. Otros que venían a mostrar su experiencia eran Therapy?, que con un repertorio de clásicos parecían querer recordarnos que el metal alternativo no está en peligro de extinción. Fueron sobre seguro, plagando un set-list con singles radiados de su carrera tipo “Teethgrinder” y “Trigger Inside”, y cómo no, su famosa versión de Joy Division: “Isolation”. Viendo en el marco que se encontraban, los irlandeses no duraron en descargar una versión del “Breaking The Law” de Judas Priest antes de repasar su carrera para cerrar definitivamente con – ¿lo adivináis? – “Nowhere”. Mejor final, imposible; aunque quedó la sensación que convencieron solo a sus seguidores. Nada más.
Salir a escena a la caída del sol antes de los cabezas de cartel puede ser beneficioso siempre que se actúe con astucia. Un cambio en el orden de última hora de Death Angel por Trivium, podía ayudar a Matt Heafy y los suyos, pero la lógica falla en muchas ocasiones. Un escenario muy preparado para la ocasión, buenos temas aún basándose en sus dos últimos trabajos, pero Heafy se dejó la voz olvidada en los vestuarios. Esa falta de rabia se fue transmitiendo y mermando al público, aunque Corey Beaulieu y Paolo Gregoletto no pararon de correr escenario arriba, escenario abajo: ni “Anthem (We Are the Fire)” pudo salvar los trastos. Olvidaron sus principios, esos que les auguraba un gran futuro. Un futuro que con actuaciones como estas, se va diluyendo. Mientras tanto, Kadavar seguían con la bombástica racha de bandazas en The Valley. Un viaje al pasado a base de barbas, stoner y raíces en el hard rock más añejo, ofrecido a todos nosotros gracias a grandes temas de la talla de «Doomsday Machine» y «Goddess of Dawn». Desde el inicio con «Liquid Dream» hasta el cierre con «Creature of the Demon» desprendieron calidad a raudales y supieron mantener la atención del público, que agradeció su magnífica actuación con cercanía y una excelente respuesta.
Una tomadura de pelo. Así definiría el bochornoso espectáculo que ofreció Rob Zombie cerca de las siete de la tarde en el escenario principal. ¿Por dónde empezamos? Prácticamente cualquier aspecto del concierto estuvo mal. En cuanto a setlist, si tan sólo dispones de una hora es ilógico que pierdas el tiempo con solos de batería, incesantes pantomimas con el público o un cover de Diamond Head. El sonido fue de presidio, a un volumen ridículamente bajo que imagino que tan sólo sería suficiente en las primeras filas. A la altura de la mesa de sonido era más fácil oír vociferar a los camareros de la barra situada varias decenas de metros más allá que a la propia banda. Ni siquiera estaban activados los altavoces colocados a esa altura, dejando a 3/4 del público escuchando murmuros y poco más. Para rematar, el propio Rob no era capaz de cantar la mitad de sus canciones, ahogándose constantemente y saltando buena parte de las líneas. Un panorama muy distinto vimos inmediatamente después, ya que bien arriba del cartel dentro del escenario The Valley aparecía Kylesa. Y aunque en estudio su calidad es innegable, les quedaba por demostrar que esas atmósferas y progresivos cambios de ritmo eran igual de mágicos en directo. Poco a poco fueron cautivando al público, y los aplausos y vítores después de cada interpretación aumentaban de forma considerable. El final con “Hollow Severe” y “Said And Done” fue memorable, pero no lo fue menos todo su recorrido con Laura Pleasants y Phillip Cope comandando unas interpretaciones que quedaran para la memoria de los allí presentes.
A estas alturas de la película, la gira de Iron Maiden rememorando su mítico tour “Maiden England” se está alargando demasiado. Pero miren por dónde, les está sirviendo para encabezar varios festivales un verano más. No pensarán lo mismo quienes la hayan visto por primera vez, porque no vamos a negar que en cuanto a escenificación y demás parafernalia, pueda ser de las mejores de su historia. Cierto es que a quien le gusta un plato, repite hasta la saciedad, y el arranque con “Moonchild” (¿por qué esa manía de empezar a la luz del día?) nos hace disparar los niveles de adrenalina con suma facilidad. En un repertorio con temas como “Can I Play With Madness”, “The Prisioner”, “2 Minutes to Midnight”, “Revelations”, “The Trooper” o “The Number Of The Beast”, ya lo tienen todo ganado de antemano. Y sí; “Wasted Years”, “Seventh Son Of A Seventh Son” o “The Evil That Men Do” casi a fin de fiesta nos siguen poniendo los vellos como escarpias. No lo vamos a negar. Pero que cierren con “Sanctuary”, cansa. Por lo demás, nada que objetar. Los británicos rara vez tienen una noche mala que les haga bajar el status que merecidamente gozan en la actualidad. Repetimos: el montaje de esta gira bien merece la asistencia a uno de sus conciertos. Y por si alguno se lo preguntaba… Sí, tocaron “Fear Of The Dark”. Si no lo hicieran, sea la gira que sea, o estén remomorando una etapa en la que ni siquiera estaba compuesta, no era de extrañar que algún seguidor acérrimo se quemara a lo bonzo en señal de protesta. ¡Mucho fuego a mano tenía para ello!
Godflesh son una de esas bandas que, según he oído de gran cantidad de personas, o dan un conciertazo o ofrecen una actuación lamentable. Tenía una inmensa curiosidad por ver cuál de los dos panoramas ofrecerían en Hellfest, pero no llegué a tener respuesta. A las 21:50 el escenario The Valley estaba todavía vacío, y un miembro de la organización salía a anunciar que la banda había tenido problemas por el camino (desde hacía días habían tenido que buscar un conductor por Facebook que se prestase a llevarlos desde el aeropuerto). La actuación se aplazó indefinidamente, y no saldrían a escena hasta la 01:30, para tocar media hora y retirarse. En su línea de Hellfest, dado que en su anterior actuación en el festival tuvieron problemas con la caja de ritmos y para cuando pudieron tocar, tan sólo les cupieron 4 canciones en el repertorio. A quienes sí pudimos ver en este escenario durante más de media hora fue a Electric Wizard, quienes salieron a escena puntuales a medianoche pero, como diría cierto humorista, menos sobrios que un minero ucraniano. Centraron su actuación en su penúltimo trabajo, «Witchcult Today», interpretando de su obra más reciente tan sólo el tema título. Pese a que el sonido fue totalmente demoledor y asfixiante, la poca pericia con la que tocaban sus instrumentos en semejante estado les pasó factura. No obstante, temas de la talla de «Funeralopolis», «Return Trip» y «Supercoven» nos volaron la sesera. Sentimientos enfrentados en un concierto decente pero mejorable.
El que tenga alguna duda de que Death to All son la mejor encarnación de una de las bandas más legendarias del metal, es porque no ha estado en uno de sus conciertos. Contando en esta ocasión concreta con la formación de «Human» prácticamente al completo (salvo Chuck, obviamente), miembros de Obscura también pasaron por el escenario para formar parte del mejor tributo a Schuldiner que jamás se podrá hacer. Con un estupendo setlist (pese a lo breve) repasaron todos los discos de la banda salvo «Individual Thought Patterns» (mucho más relevante que «Spiritual Healing», en mi opinión) y gozaron de un sonido estupendo que tan sólo se vio ensombrecido por los problemas en una de las guitarras durante «Spirit Crusher» y «Symbolic», casualmente los únicos temas en los que no tocó Paul Masvidal. El final con «Pull the Plug» fue simplemente orgásmico. Aunque para orgásmico el concierto que nos tenían preparado Kvelertak en el escenario Warzone para cerrar la noche. Pura dinamita en forma de black n’ roll es lo que ofrecen los noruegos, y desde el inicio con «Åpenbaring» supimos que estábamos ante una banda que está dispuesta a comerse el mundo. Sólo así se explica que un conjunto con tan sólo dos discos en su haber haya conseguido ser cabeza de cartel de uno de los escenarios de este festival, o de telonear a Kiss, entre muchos otros méritos. Agresividad, diversión y buen rollo a raudales fue lo que nos proporcionaron gracias a temas como «Sultans of Satan», «Bruane Brenn» o la imprescindible «Ulvetid» en un concierto que no sólo se hizo cortísimo sino que nos hizo disfrutar como nadie en esta primera jornada del festival. Estamos deseando verlos en salas por España… y escuchar un tercer álbum que los corone como una de las agrupaciones más explosivas de la actualidad.
El ránking de la jornada
El tridente dorado: Kvelertak, Conan, Kylesa [9/10]
Las menciones de honor: Iron Maiden, Death to All, Crossfaith, Caspian, Kadavar [8/10]
Cumplidores: M.O.D., Therapy?, Weekend Nachos [7/10]
Salvados por la campana: Electric Wizard, Angelus Apatrida, Toxic Holocaust, Fueled by Fire [6/10]
Las decepciones del día: Trivium [5/10] Rob Zombie [3/10]
Fotos: Nacho Criado / Texto: Esteban Portero & Satur Romero
Día:2014-06-20
Hora:10:30
Sala:Val de Moine
Ciudad:Clisson
Puntuación:8
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