Menos de un año ha pasado desde la anterior y decepcionante visita de Joey Di Maio y sus compinches a la capital madrileña,  y de nuevo nos encontramos con una Riviera casi llena a reventar. Si una cosas puede decirse de Manowar por encima de críticas o salidas de tono varias, es la fidelidad de un público que nunca falla, a pesar de que lleven años sin ofrecer realmente nada novedoso y fresco para deleite del personal. Y allí estaban los fieles seguidores del “verdadero metal” haciendo cola la calurosa tarde de Abril, rezando seguramente a cualquiera de los múltiples dioses nórdicos tantas veces mencionados en las canciones de los de NY para que la banda cumpliera como dios manda.

Antes de entrar en detalle, hay que destacar, por encima de cliches, de disfraces, del sonido o del siempre discutido set list, y al margen de algunas actitudes no muy razonables que luego comentaré, la profesionalidad de una banda que se lanzó a la carretera y no canceló su show después de la trágica notica, días antes, de la muerte del mítico Scott Columbus. Chapeau. No es nada fácil recuperarse de un palo de este calibre, y mucho menos cumplir con los siempre cansados y estresantes compromisos de una gira de esta embergadura sin cancelar ni un solo concierto.

Alrededor de las 19.00 horas abrían las puertas de la sala con un estricto control de seguridad requisando cada cámara de cada asitente con el fin de evitar que se tomara ni una sola imagen del concierto. Tal fue el celo de Manowar en esta ocasión con su imagen, que ni siquiera a los fotógrafos acreditados por el promotor del evento se nos permitió finalmente tomar fotografías. Insisto, a pesar de estar correctamente acreditados. Lo mas frustrante de todo fue que en ningún momento nadie de la banda se digno a dar a los profesionales que aguardaban a la entrada del foso ni  sola una explicación del porqué de esta drástica decisión. Los designios del desmesurado Ego del señor DiMaio son en ocasiones ciertamente inescrutables.

A pesar de estar anunciado el inicio del show a las 20:00 horas, no es hasta las 21.00, después de más de dos horas de espera escuchando una serie de intragables bandas sonoras (¿Por qué?) cuando la banda ocupa el escenario (De ahí que las prometidas 3 horas de show terminaran por convertirse en 2 horas y pico). La voz de Christopher Lee nos anuncia al grupo, que sale a escena con una producción muy limitada (La única diferencia con su anterior visita es un triste telón de tela con el águila del Battle Hymns), sobre todo teniendo en cuenta el altísimo precio de las entradas, y esgrimiendo los acordes de “Manowar” para deleite de los fans. Lástima que, como casi siempre pasa con esta banda, el sonido fuera completamente lamentable. Entiendo que cuando uno se deja llevar por las canciones que han marcado su vida, y esta delante de una de sus bandas favoritas, muchas veces la emoción sobrepasa la capacidad de crítica objetiva, y no es capaz de ser crítico con el producto que le ofrecen. Pero le pese a quien le pese, y con riesgo de ser públicamente lapidado, he de decir que desde ese momento hasta el final, el concierto no estuvo ni mucho menos a la altura de lo esperado. Por mucho que le pese al señor DiMaio, La Riviera no es un pabellón al aire libre, y si uno sube el volumen de su bajo, que además cada día suena más a lata vieja que a un instrumento de verdad, por encima del resto de instrumentos, pues apaga y vámonos. Imposible distinguir ni una sola nota en los primeros cuatro temas, en los que sólo la voz del señor Eric Adams, el único que estuvo a la altura de las circunstacias, se salvo de la avalancha de graves distorsionados que escupía el bajo  y que dificultaba incluso el reconocer cada tema (lo que sólo era posible cuando entraba la voz). A partir de “Shell Shock” y gracias a la habilidad del técnico  de sonido, que tiene que ser un santo barón para aguantar según que cosas, el sonido mejoró considerablemente. Por desgracia para muchos, gran parte del “Battle Hymns” ya había sido “masacrado” por la banda.

La segunda parte del show , con un sonido algo mas nítido aunque muy lejano de ser bueno, gano algunos enteros. Sobre todo gracias a un Set List mucho mejor estructurado y elegido que en su última visita y en el que se pudieron escuchar grandes clásicos como “Fighting the World”, “Hail and Kill” o la fantástica “The Power”. Mucha gente echo de menos el sempiterno “Kings of Metal”, pero no siempre llueve a gusto de todos. Terminó  el show con el clásico “Black Wind, Fire and Steel” (¿Será posible alguna vez escuchar en directo este grandísimo tema sin que suene horrible?) que dejo exhaustos a los siempre fieles fans de toda la vida y algo indiferentes a los neófitos o a los que se acercaron por curiosidad.

Sobre la actitud de la banda, fría y algo distante, no cabe realmente crítica alguna dadas las circunstancias previas al concierto. Si cabe sin embargo cierta reticencia hacia la calidad técnica tanto de Karl Logan (Que se limita a trucos facilones  y fuegos de artificio vacíos, pero ni tiene feeling ni una capacidad como para hacer alardes) como de Donnie Hamzik, cumplidor, pero quizás demasiado sobrio y sin aportar la frescura que se podría esperar.

Por concluir con algo positivo, volver a destacar la labor de Eric Adams a las voces como principal activo de una banda que tiene ya muy poquitas cosas que contar y absolutamente nada nuevo que aportar al mundo del Rock, más cercanos casi a unos Spinal Tap venidos a menos que a los dioses del Metal que alardean ser.  Una decepción  más a apuntar en la lista.

Texto y Fotos (de archivo): Javier Bragado

Promotor:Rock N Rock

Asistentes:2000

Día:10/04/2011

Sala:La Riviera

Ciudad:Madrid

Puntuación:6