El evento de aquella noche de domingo me tenía con el corazón dividido. Desde luego que fue una velada para disfrutar: música de calidad, la interpretación de un clásico íntegro, y la visita de uno de los máximos exportadores de Heavy Metal brasileños a la casa de uno no se da todos los días. Sin embargo, el hecho de que sólo uno de los miembros originales represente a Angra, veinte años después de ese maravilloso “Holy Land”, no terminaba de convencerme. Intentaré explicarme más adelante…

Algo más de doscientas personas, pero sin llegar a los trescientos. Eso es lo que calculé cuando llegué a la sevillana sala Custom poco más tarde de las ocho. Ya estaban sobre el escenario Alquimia, el actual proyecto de Alberto Rionda. Y he de decir que gustaron. En lo visual destacamos a los músicos, todos vestidos de negro, sobre una sutil iluminación, y en lo sonoro, nos llegaba una mezcla muy compacta y definida, para nada usual en bandas soporte. Y es que Alquimia fue más que un telonero. Primero porque nos ofrecieron un setlist amplio con casi hora y media de duración, y segundo porque tuvieron la colaboración del mismo Rafael Bittencourt de Angra en uno de sus temas.

Está claro que Alquimia está conformado con músicos de calidad y experiencia. A resaltar el enorme trabajo de Israel Ramos en las voces y las limpias guitarras de Rionda, marca de la casa. Se acompañó de varios compañeros de Avalanch para defender en directo su último estudio, “Espiritual”(2015). Y lo hicieron bien y sonó bien, y a la gente le gustó. A mí personalmente me parece que hacen un Heavy/Power con estructura y forma de manual y grandes interpretaciones, pero que les falta esa chispa, ese empujón que convierte buenos temas en temazos. Tienen baladas que no terminan de emocionar, y temas rápidos que no terminan de romper. Incluyeron en su repertorio algún corte rescatado de Avalanch, como la famosa “Torquemada”, acentuando esa amarga sensación de nostalgia por los tiempos pasados, que fueron mejores, y la evocación de la triste expresión “vivir de las rentas” que se vio ratificada con Angra ya sobre la tarima.

Esta era la tercera vez que iba a tener delante a la mítica formación brasileña, pero lamentablemente casi la totalidad de sus músicos había cambiado. La primera vez fue en La Riviera de Madrid, teloneando a los Stratovarius de “Destiny” con su flamante “Fireworks” recién salido del horno en el año 99, y con la formación clásica: Matos, Bittencourt, Loureiro, Mariutti y Confessori. La segunda fue en el festival Rock Machina 2002, presentando su EP “Caça e Caçador”(2002) bajo un sol de verano y con una formación renovada: Falaschi, Bittencourt, Loureiro, Andreoli y Priester. Y ahora, con un cambio casi total, nos encontramos a los Angra de Otoño de 2016: Rafael Bittencourt a la guitarra y voces, Felipe Andreoli al bajo de seis cuerdas, Marcelo Barbosa a la guitarra, Bruno Valverde a la batería, y Fabio Lione a la voz principal, acompañados esporádicamente por un impresionante hombre de identidad desconocida que acompañó en los pasajes más tribales haciendo percusiones varias.

Y éste es el problema principal de las giras conmemorativas cuando prácticamente ninguno de los músicos participó en el celebrado disco que se venía a reinterpretar. Lo hicieron muy bien y fue muy intenso, pero es como si a Marky Ramone le diese por interpretar íntegro su disco de 1976 en una gira cuarenta aniversario con el nombre de Ramones, con el resto de la banda sepultada ya. Otra cosa hubiera sido que recuperaran a parte del crew original como hicieron en Curitiba, en Brasil, en Agosto, que Mariutti y Confessori participaron en algunos temas como invitados especiales. Pero la vida es así: con la marcha de Loureiro a Megadeth (nada reprochable), lo que quedaba del espíritu de Angra original se esfumó.

Y no quiero decir que no me gustara. Es más, disfruté como un niño coreando a todo pulmón los estribillos de la tremenda “Carolina IV” o “Z.I.T.O.” (probablemente estropeándosela  a los que estuvieran a mi lado), y me pareció curiosa la readaptación de roles, y me contentó que supieran defender material tan exquisito con otro line-up tan distinto. Tan distinto que su último “Secret Garden” y el debut “Angels Cry” son la noche y el día. Son discos distintos de bandas distintas. No sé por qué Bittencourt sigue usando el nombre de Angra, cuando aquel proyecto llamado Shaaman tenía más miembros y espíritu del Angra primigenio y nos dejó un par de discos riquísimos. Aunque el virtuosismo guitarril del tándem Loureiro-Bittencourt duró algunos discos más en los que coquetearon con el progresivo, el Angra de hoy es una fórmula de moda: una combinación de riffs pesados grabados en una afinación baja para dar contundencia, y estribillos más manidos y comerciales. Lástima.

La puesta en escena fue muy enérgica. El escenario estaba adornado con varias lonas, y las luces conferían diferentes ambientes según el clima que quisiesen aportar a las canciones, de registros muy cambiantes. Chorro de luces en “Nothing to Say”, y foco único en las baladas “Deep Blue” o “Lullaby for Lucifer”. Alberto Rionda volvió a subir al escenario para acompañar a Bittencourt en acústico. Lo mejor: las espectaculares habilidades del joven Bruno Valverde a las baquetas (agarraba la izquierda a la manera de jazz), percusión que sonó brillante durante todo el concierto; y la actitud de Fabio Lione, que compensó sus vibratos cansinos y sus desafines (cuatro noches seguidas pasan factura) con una garra que no me esperaba, tirando de banda y público, metiéndose a la concurrencia en el bolsillo desde el primer minuto. Lo peor: Bittencourt tiene una voz bonita y un gran registro, pero su empeño por hacer la voz principal en las baladas acaba jugándole una mala pasada. La elección de ese micro inalámbrico de pinganillo no tiene esa presencia y solidez visual (hubiese preferido un micro fijo a esa sensación de Spice Girl), y además el micro falló en contadas ocasiones en que el volumen oscilaba. Y bueno, imperdonable que se cargaran la sublime “Make Believe”, despojándola de ese sentimiento y pasión en una versión plana y desangelada.

Barbosa ofreció un show intenso. Nos regaló una sonrisa constante y unos solos espectaculares con una soltura increíble (un poco más de salsa rosa del Metal: Barbosa participa junto a Edu Falaschi en la banda Almah, todo queda en familia). Felipe Andreoli estuvo más que correcto, como siempre, muy sobrio y muy técnico. En cuanto al setlist, además de interpretar íntegro, como digo, su obra maestra, dejaron caer himnos como “Time” o “Nova Era”, aunque se dejaron en el tintero clásicos como “Carry On”, “Wings of Reality”, o “Lisbon”.

En definitiva, fue un concierto para el recuerdo en el que pudimos ver a grandes músicos interpretando grandes canciones en un repertorio variado, dinámico y enérgico. Pero, como bien citó el maestro de ceremonias Bittencourt  agradeciendo al público su asistencia, era una banda nueva. ¿Angra? Definitivamente no.

 

 

Angra setlist:

Newborn Me

Waiting Silence

Final Light

Nothing to Say

Silence and Distance

Carolina IV

Holy Land

The Shaman

Make Believe

Deep Blue

Lullaby for Lucifer

Bleeding Heart

Time

Rebirth

Nova Era

Fotografías y texto: Odigir Olaf

Promotor:Madness Live Productions

Día:2016-10-02

Hora:21:00

Sala:Custom

Ciudad:Sevilla

Puntuación:7