Suena "Love of My Life". Brian May está sentado con su guitarra acústica al final de la rampa que se adentra en el público del Palau Sant Jordi y que tanto él como sus compañeros de banda Roger Taylor y Adam Lambert recorrerían en varios momentos a lo largo de la noche. Previamente, May ha hecho mención a un "visitante" que esta esa noche en el Palau Sant Jordi. Se refiere a una cámara de alta definición de realidad virtual que sobrevuela las cabezas de los asistentes colgada de un cable. Pero no es el único visitante que hay esa noche en el Palau. En la última estrofa del tema, mientras May sigue tocando la guitarra, la imponente figura de Freddie Mercury aparece en las pantallas del escenario. Canta un par de versos y arenga al público del Sant Jordi para que cante. En total quizá aparece en pantalla veinte segundos, pero su presencia lleva sintiéndose en el recinto desde hace una hora y se le seguirá sintiendo en la siguiente hora.

Suena «Love of My Life». Brian May está sentado con su guitarra acústica al final de la rampa que se adentra en el público del Palau Sant Jordi y que tanto él como sus compañeros de banda Roger Taylor y Adam Lambert recorrerían en varios momentos a lo largo de la noche. Previamente, May ha hecho mención a un «visitante» que esta esa noche en el Palau Sant Jordi. Se refiere a una cámara de alta definición de realidad virtual que sobrevuela las cabezas de los asistentes colgada de un cable. Pero no es el único visitante que hay esa noche en el Palau. En la última estrofa del tema, mientras May sigue tocando la guitarra, la imponente figura de Freddie Mercury aparece en las pantallas del escenario. Canta un par de versos y arenga al público del Sant Jordi para que cante. En total quizá aparece en pantalla veinte segundos, pero su presencia lleva sintiéndose en el recinto desde hace una hora y se le seguirá sintiendo en la siguiente hora.

Adam Lambert, como uno de nuestros lectores dijo en Facebook, es «el cantante de Brian May y Roger Taylor», pero no el cantante de Queen. El mismo sacó el tema a colación tras solo tres canciones del concierto. «¿Algún fan de Freddie Mercury por aquí?» preguntó. «Yo también lo soy» respondió a su propia pregunta.  «Y no habrá nunca más nadie como él» sentenció. Con esa ligera maniobra se ahorró que la gente le juzgase innecesariamente y que lo valorase como lo que es: una pieza de la maquina que sirve para que podamos seguir escuchando canciones de Queen en directo. No creo que pretenda convencernos de nada ni sustituir a nadie porque el mismo y la propia banda saben que eso es totalmente imposible. Posiblemente (salvo que Axl Rose nos de una sorpresa) Lambert es uno de los pocos vocalistas que pueden hacerle justicia a un repertorio tan exigente como el de Queen. Pero por otro lado, salta a la legua que en ocasiones es excesivamente ampuloso y extravagante, incluso para Queen. De entrada porque todo lo que de Freddie salía con naturalidad y de una manera innata, en Lambert parece excesivamente forzado. La pose, los gorgoritos propios de un participante de talent show, los cambios de vestuario… Freddie Mercury salía a escena con una camiseta imperio y se comía a todo un estadio antes de acabar la primera canción. Pero imagino que, siendo esto 2016, el toque de exceso escénico es circunstancial.

La cuestión es que 16.000 personas se lo pasaron ciertamente bien. El día no prometía demasiado, pero pese a las tormentas de media tarde, el recinto barcelonés se llenó a las 21:30 para recibir un concierto muy esperado.  Hacía ocho años que estos neo-Queen no pasaban por Barcelona y la vez anterior fue un auténtico pinchazo con apenas 7.000 personas que no terminaban de encontrarle la gracia a Paul Rodgers como vocalista. Es obvio que por rango y por estilo. Lambert está más cerca de Mercury que Rodgers. Pero posiblemente Rodgers era más sobrio escénicamente, lo que contribuye a olvidar la cuestión de que falta alguien sobre el escenario. Tener a Lambert como absoluto protagonista del show te recuerda en demasiados momentos eso de «no es Freddie».

El concierto comenzó con una elección atípica como fue «Flash» a modo de intro y «The Hero» con el telón siendo absorbido por un dispositivo situado en el techo del escenario. No tardaría en llegar a modo de medley «Hammer to Fall» y «Seven Seas of Rhye». Lambert desde el minuto uno paseándose por el escenario con soltura y generando histeria en unas primeras filas dominadas por el fenómeno fan que posiblemente no eran técnicamente muy fans de Queen. Si Lambert sirve para que se den un paseo por una discografía tan colosal como la de la banda británica, bienvenido sea.

El set estuvo lleno de elecciones dirigidas al fan más setentero: «Fat Bottomed Girls», «Stone Cold Crazy», «Play The Game», «Killer Queen» y «Somebody to Love» llevaron el concierto a la mitad, tan solo interrumpidas por un coreado «I Want to Break Free». Fue en esa parte central donde May cantó «Love of My Life», Roger Taylor cantó «Those were the days of our lives» sin más gloria que el acompañamiento de viejas imágenes de Queen, atacando directamente al lacrimal. Le siguió un solo de batería breve y un pequeño duelo con su hijo, Rufus Tiger, que nos recordó que la pieza más débil de Queen, en lo musical, siempre fue el diminuto baterista. Aunque claro, con May y Mercury al lado, cualquier músico palidece.

La cosa volvió por sus fueros con «Under Pressure», con David Bowie presidiendo la pantalla y el público entregado. Intercambiaron voces Lambert y Taylor y fue bastante acertado. «Crazy Little Thing Called Love» puso en pie a todo el Palau pero más aún lo hizo «Don’t Stop me Now». Desde que Iceta salió en un mitin bailando esto, parece que el tema ha cobrado nueva vida para un sector del público. Si alguien tan gris como un político pierde los papeles con esta canción ¿qué no va a hacer el gran público de un concierto?

Como los solos son un mal necesario en cualquier concierto de rock, llegó el turno de Neil Fairclough, que hizo una breve demostración de slap que no podía conducir a ninguna parte excepto a «Another One Bites the Dust». Con absoluto júbilo fue recibida «I Want It All», una de las favoritas de los fans y cuyo solo de guitarra provocó el estallido entre la gente. Para calmar los ánimos, un «Who Wants To Live Forever» que dio paso a «Last Horizon» y el solo de guitarra clásico de Brian May, que terminó siendo elevado varios metros por encima del escenario en una plataforma hidráulica.

Para la parte final del concierto quedaban los mayores hits: «Tie Your Mother Down» (con un Rufus mucho más cañero a la batería principal), «The Show Must go On» (tan sobrecogedora como siempre), «Bohemian Rhapsody» (posiblemente EL momento del concierto, cantada a medias entre Lambert y Mercury desde la pantalla) y un participativo «Radio Ga Ga» con el público repitiendo la rutina de las palmas que popularizó Live Aid.

El bis era más que obvio. Tras cinco minutos de descanso, la banda volvió a escena para «We Will Rock You» y un «We Are The Champions» bañado en confetti. El grupo se despidió mientras sonaba «God Save the Queen», como manda el guión. Y obviamente, a nadie le cabe duda de que habían hecho un gran concierto. A muchos nos chirría Lambert como vocalista de la banda, pero puedo entender totalmente el porqué lo han escogido a él. Al final es mejor un 50% de Queen que un 100% de nada. Progresivamente, tendremos que acostumbrarnos a estos híbridos y travestis de nuestras bandas favoritas porque el tiempo no perdona.

Promotor:Live Nation

Día:22-05-2016

Hora:21:30

Sala:Palau Sant Jordi

Ciudad:Barcelona

Puntuación:7