Evidente es que KAMELOT no arrastran a tanta gente como lo hacen otros grupos
más puramente power metal, pero no cabe duda de que son un caramelo apetitoso
para los amantes de prog-power más refinado, cálido y emocional. Los dos grupos
por los que se hacían acompañar en esta ocasión auguraban una entrada, como
mínimo, digna: EPICA es una de las formaciones de gothic metal que más fuerte
ha pegado en la península en los últimos años (registrando un nivel de asistencia
nada despreciable en sus shows como cabezas de cartel que pudimos ver hace unos
pocos meses), mientras que en KOTIPELTO canta, lo habéis adivinado, Kotipelto,
el voceras de STRATOVARIUS, por lo cual cierto tirón ya está asegurado. La sala
Razzmatazz 2 no presentó un lleno, pero sí albergó al suficiente público como
para que disfrutáramos de una velada de lo más agradable y singular.

Todavía con el grueso principal del público entrando por la puerta EPICA (que,
recordemos, deben su nombre al laureado disco de KAMELOT, grupo del cual Mark
Jansen es fiel seguidor, tal y como ha asegurado en más de una ocasión) daban
el pistoletazo de salida a su actuación con la intro que abre su aclamado “The
Phantom Agony”, que, tal y como ocurre en el disco, enlazaron con “Sensorium”.
Desde el primer instante quedó claro que el grupo salía con fuerza, en especial
Simone, que no paró ni un instante de hacer remolinos y moverse de un lado para
otro, demostrando estar preparada para dejar atrás la etiqueta de joven promesa
y manifestar así su precoz manejo de la situación sobre un escenario. Además,
ahora la banda disponía de más espacio para expandir su potencial que la última
vez que actuaron en Barcelona en una sala de dimensiones más pequeñas. A todo
ello, cabe añadir que gozaron de un sonido ciertamente bueno para ser los primeros
en pisar el escenario de Razzmatazz 2 esa noche, hecho que contribuyó a que
pudiéramos apreciar atentamente los derroteros por los cuales se iban a desenvolver
nuevos temas como son “The Last Crusade” o “Quietus” (adelantos de su esperado
segundo disco “Consign To Oblivion); más dosis de sinfonismo, carisma y buenas
maneras es lo que EPICA nos tienen reservados para el futuro más inmediato.
Con impaciencia aguardaremos el prometido retoño de Mark Jansen y cía. Novedades
a parte, no es parca la artillería de la que ya disponen, y como muestra un
botón: la operística “Illusive Consensus” (con esos coros que inevitablemente
recuerdan a las bandas sonoras de ciertas series anime japonesas) y la vitoreada
“Cry For The Moon” fueron interpretadas con la sobrada maestría que las caracteriza,
consiguiendo un “crescendo” de emotividad que culminaría con la mastodóntica
“Façade of Reallity” (inspirada en el 11-S), uno de los temas más emocionales
y delicados que sonarían en toda la noche, sin lugar a dudas.

A modo de anécdota, tuve la ocasión de fijarme en que no eran pocos los que,
más que concentrados en la fabulosa voz de Simone Simons, estaban concentrados
en cómo botaban los pechos de tan ilustre señorita. Lo más gracioso era ver
el énfasis con el que aplaudían al terminar cada uno de los temas, a lo que
yo me pregunto… ¿a cuál de las “tres interpretaciones” ovacionaban?

Tras poco más de media hora de concierto de EPICA le tocaba el turno ahora
a la banda del bienamado frontman de STRATOVARIUS. La gallina Kotipelto… ha
puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto tres…. Pues sí, era el turno de KOTIPELTO,
y ya con la primera canción, el holocausto. El caos. El fin. Una amorfa masa
azucarada comenzó a emanar de los altavoces, devorando todo lo que encontraba
a su paso. El gentío, aterrorizado, comenzó a correr en todas direcciones. Pisotones,
gritos de horror, muertes, tumulto. Los que consiguieron salir de la sala no
se encontraron con un mejor panorama: el cielo había embravecido y disparaba
tropezones de nata montada, mientras que los pobres transeúntes barceloneses
vomitaban leche merengada en plena algarabía epiléptica. El ínclito frontman
de STRATOVARIUS comenzó a perpetrar los primeros agudos del tema. Decenas de
zebras, camellos, perros y  ornitorrincos, alertados por la explosión de glucosa,
 corrieron en manada hacia la sala Razzmatazz 2 y comenzaron a lamer compulsivamente
la cara de Kotipelto en pleno éxtasis orgiástico, mientras un servidor generaba
manzanas de caramelo a través de los poros de su piel y los encargados de seguridad
de la sala Razzmatazz lloraban Lacasitos…

Bueno, después de este ataque de nadería hipérbole, monocromática y absurda
que, lo siento, no he podido evitar en plena vorágine de verborrea implacable,
olvidemos las caricaturizaciones que, al fin y al cabo, no son más que eso,
y vayamos con lo que fue el concierto del finlandés. Actuación que, todo sea
dicho, resultó no ser tampoco tan tan “dulzona” (ehem), en parte gracias a algunos
de los temas ligeramente más intimistas y algo hard rockeros que podemos encontrar
en “Coldness”, segundo y por el momento último álbum de la banda. Lo cierto
es que la interpretación de todo el grupo fue verdaderamente buena, no en vano
Timo demostró que ha sabido cubrirse las espaldas con unos músicos de gran calibre
y por si cabía alguna duda, tres concisos y magníficos solos de guitarra, batería
y bajo (éste último sublime) nos lo demostraron. Kotipelto, por su parte, supo
cumplir de sobras con su papel, dejando algo de lado los tonos más agudos de
los que se hace servir en su banda madre para centrarse algo más de lo habitual
en los tonos medios, hecho que le permite sacar mayor partido a la hora de intentar
transmitir sensaciones con su interpretación. Eso sí, su quehacer escénico no
sorprendió ni un ápice, demostrando sobradamente su madera de frontman sobre
las tablas y ejecutando todos y cada uno de los movimientos (juegos con el pie
de micro incluidos) que le caracterizan y que hoy por hoy se adivinan como marcas
distintivas de su cosecha. Con ganas, buen sonido y la complicidad del público
desgranaron algunos temas del primer disco “Waiting For The Dawn” (de hecho,
tan sólo dos: “Lord Of Eternity” y “Waiting For The Dawn”) y, sobretodo, piezas
de su última obra, “Coldness”. A destacar, la melodía chupi calabaza de “Seeds
of Sorrow”, que no por ser “happy” es mala (sino todo lo contrario) y el trazo
más introspectivo y pesado de “Coldness of My Mind”.

Pero lo que muchos esperaban ansiosos era que sonara algún tema de STRATOVARIUS.
Y así fue. Cuando la banda interpretó  “Hunting High & Low” (del disco “Infinite”) 
la gran mayoría de las almas allí presentes estallaron en júbilo, botando y
cantando el tema a pleno pulmón. El siguiente en sonar sería “Reasons”, el que
fuera el guitarrero single del segundo disco de KOTIPELTO que a gracias a su
naturaleza más hard rock sirvió para contener el ambiente a modo de puente hasta
lo que sería el trallazo que cerraría la actuación: “Black Diamond”, segundo
y último tema de la banda de los Timos que sonaría esa noche, tema redondo y
lúcido donde los haya. Aquello, pues, finalizó a modo de fiesta, con el respetable
radiante, festivo y plenamente satisfecho. En definitiva, el señor Kotipelto
supo fabricar un show exitoso. Tiene las cosas claras y el favor de los fans,
y no seré yo quien le quite méritos (bromitas aparte).

Apenas año y medio después de su última visita, KAMELOT volvieron a congregar
a un buen número de seguidores en la sala Razzmatazz 2 (cuatro años antes el
tirón de la banda era totalmente nulo en nuestro país pese a haber editado ya
cuatro discos), ávidos de poder disfrutar de primera mano de una de las propuestas
más interesantes del prog-power actual. El concierto discurrió dentro de los
patrones de profesionalidad y calidad que se les supone a estos americanos (o
noruego-americanos, si lo que queremos es ser asquerosamente exhaustivos). Para
sorpresa de algunos y a diferencia de lo que suele ser habitual en la mayoría
de casos,  no fue un tema de su último álbum el que abrió el repertorio, sino
que la composición elegida (tras sonar, eso sí, la introducción de rigor) fue
“Center Of The Universe” de su penúltimo disco “Epica”, con la cual, en parte
gracias a esa característica melodía de guitarra, conseguirían poner al público
a botar y a corear el melodioso estribillo con la magnífica voz de Kahn por
acompañamiento. Asimismo, contarían con la colaboración de la cantante que suelen
llevar de gira para aportar las dos frases que aparecen a la mitad del tema
en cuestión. Sin mucha dilación, caería también “The Black Halo”, de su última
obra, con ese regustillo que desprenden las guitarras que tanto me recuerda
al quehacer de Michael Romeo al servicio de SYMPHONY X.

El sonido por lo general fue bastante correcto, a pesar de que en según qué
lugares del local la percepción bajaba enteros claramente y podía llegar incluso
a ser bastante más pastosa, aunque esto es algo que suele suceder habitualmente
en la sala Razzmatazz 2. Composiciones más progresivas como “The Edge Of  Paradise”
fueron igualmente recibidas como agua de Mayo por un público entregado a la
par que muy atento a todos y cada uno de los movimientos del frontman, secundado
de forma eficaz por un efervescente Thomas Youngblood, un guitarra que desde
mi punto de vista ha ido mejorando a lo largo de estos últimos años como el
buen vino. Si bien en discos como “Dominion” o “Siege Periolous” el señor Thomas
pasaba algo más desapercibido, su ascensión tanto a nivel técnico como compositivo
ha ido quedando patente, sobretodo en los dos últimos discos de la banda, donde
la clase y el toque personal han pasado a ser constantes y elementos de primera
fila en la carta de presentación de una banda que, mire por donde se mire, acoge
en las figuras de Kahn y Youngblood sus piezas angulares.

Y, de tal forma, se fueron sucediendo el resto de temas del playlist, volátiles
y mágicos a partes iguales gracias al delicado aporte de cada uno de los músicos,
desde un Casey Grillo clamorosamente certero a las baquetas hasta un Roy Kahn
que una vez más volvió a demostrar cuán de inaudito es el dominio que sobre
sus cuerdas vocales posee ¿Lo volveremos a ver alguna vez de nuevo al frente
de los extintos CONCEPTION? Me consta que es una pregunta cuya respuesta ansían
un nutrido número de fans. De momento dos cosas son las que tenemos claras:
lo primero, que si sucede allí estaremos para presenciarlo. Y, segundo, si no
sucede seguiremos colgados como nenazas de la labor del señor Khantatat al frente
de KAMELOT el resto de nuestros días, labor magna como pocas. Pero, de vuelta
de los anodinos Cerros de Úbeda, déjenme que les siga contando lo que vino a
ser la actuación de esta noche.

“Nights of Arabia” y “The Shadow of Uther” fueron los dos temas más antiguos
que interpretaron, ambos del “The Fourth Legacy”. Veamos, cierto es que dicho
disco vino a ser el punto de inflexión fundamental en la carrera del grupo,
en gran parte legitimado en base al reconocimiento y la relativa popularidad
que les permitió experimentar, pero… ¿Soy el único que opina que “Siêge Perilous”
es un disco lo suficientemente interesante? De acuerdo, un servidor descubrió
a la banda con dicho redondo, por lo cual la relación afectiva que a él le une
es evidente (tal y como suele ocurrir en estos casos), pero a pesar de ello
creo no equivocarme al afirmar que un tema como “Millennium” podría resultar
un guiño de lo más válido en clave de mirada al pasado con la cabeza bien alta
en cuanto a la dinámica del directo se refiere

Si alguien estaba a punto echar una lagrimita, lo pudo hacer gustosamente gracias
a la primera balada que caería esa noche: “Wander”, el tema lento del disco
“Epica” que a buen seguro provocó que se le erizara el vello a más de un peludo.
Aunque quizá la balada más esperada (pese a que para quien aquí suscribe no
es necesariamente superior a “Wander”) fue “Don’t You Cry”, para cuya interpretación
el frontman (que en cierto momento del concierto salió vestido con un hábito
de cura, alzacuellos incluido) desapareció del escenario para subirse a la barra
izquierda de la sala Razzmatazz 2, ante la atenta y atónita mirada de unos cuántos
que no esperaban tener de golpe y porrazo a Roy a poco menos de un metro. De
nuevo, recital de sensibilidad a cargo del carismático cantante que, no conformándose
con lo que acababa de hacer, decidió terminar cantando el tema en castellano
(rebautizada como “No más lágrimas”) una vez se encontró de vuelta sobre el
escenario, tal y como ya había hecho en anteriores visitas a la península, consiguiendo
de tal forma meterse al público en el bolsillo una vez más.

Para “The Haunting”, tal y como se esperaba que sucediera, hizo acto de presencia
en escena  Simone Simons, pues la frontwoman de Epica colabora en varios cortes
de la última obra de KAMELOT aportando matices con su sensual voz. Así pues,
tuvimos la oportunidad de disfrutar en nuestras carnes de un mano a mano por
parte de ambos cantantes, a pesar de que el micro de Simone estaba claramente
ecualizado algo más bajo que el de su replicante masculino.

No sin antes interpretar algún que otro tema más como el celebrado “Forever”
(que se ha erigido como clásico en el set list de la banda), el estilizado “Soul
Society” o el dinámico “III Ways To Epica”, la banda se despidió para muy poco
tiempo después volver con tres bises bajo el brazo: la acertadísima “March of
Mephisto” (que abre su último disco y.. ¡de qué forma!),  y un “Karma” simplemente
correcto al que siguió la rápida “Farewell”, qué sirvió para que todos nos fuéramos
a casa con unas buenas dosis de caña en el cuerpo.

En fin, una noche redonda y tres conciertos aplastantes de los que prácticamente
nadie salió decepcionado. Quizá más de uno echó en falta algunos temas hasta
ahora habituales en los shows de KAMELOT como son “The Fourth Legacy”, “The
Call Of The Sea” o “The Sailorman’s Hymn”, pero lo cierto es que el set list
estuvo muy bien elegido y estructurado y tampoco se puede abarcar todo. A pesar
de ello, me reitero en que quizá la inclusión de algún tema de sus tres primeros
álbumes no hubiera estado de más. Apreciaciones puntuales a parte, todo salió
a pedir de boca. Que no se lo piensen dos veces antes de volver.

Texto y Fotos: Penumbra

Datos:Razzmatazz 2
Barcelona
Promotor: RM Concert
Publico: 630 personas

Día:21/03/2005

Puntuación:8