Jared Leto y el universo 30 Seconds to Mars siembran dudas en Barcelona

En cualquier caso, me dio la impresión que hiciese lo que hiciese, a su público le parecía todo bien, mientras que éramos pocos los que cuestionábamos ese tipo de decisiones.

No voy a engañar a nadie, ni lo pretendo. El pasado 31 de octubre me acerqué al Palau d’Esports de Badalona por pura curiosidad. No hubo ningún estímulo de origen musical que me llevase a ver a los dos hermanos Leto actuar aquella noche ante un público lleno de jóvenes hormonadas… y sus sufridos padres.

De los teloneros, pese a que me llamaban más la atención incluso que los mismos Thirty Seconds To Mars, no puedo contar mucho ya que tras la tercera canción tuvimos que salir del recinto por restricciones de tipo fotográfico. En cualquier caso, pese a que jugaban un papel meramente presencial, durante el tiempo que pude verles supieron animar al tempranero público. Cabe destacar que gracias a la buena gestión de la apertura de puertas por parte de la organización prácticamente todo el mundo pudo disfrutar del set en su totalidad.

Llegó el momento de ver con mis propios ojos el revuelo que levanta la banda de Jared Leto. Las críticas que recibieron tras su anterior paso por nuestro país sin duda habían condicionado mis previsiones, hasta el punto de esperar un concierto abominablemente horrendo, marcado por la mala costumbre de Jared de cantar algo menos del 10% de los temas convirtiendo sus actuaciones en un macro karaoke. Quizás por eso su actuación no me pareció tan terrible después de todo.

Correspondiendo ese estatus de “Dios” que Jared Leto tiene en vista de sus fans, el polifacético actor bajó de los cielos al compás de ‘Birth’, que sirvió como intro, y precedió a ‘Kings and Queens’ tema con el que finalmente dieron el pistoletazo de salida a su repertorio. Con un comienzo algo descafeinado, la banda poco a poco se valió de la cálida respuesta del público para crecerse.

Es difícil juzgar musicalmente a una banda que tienes poco escuchada así que tampoco puedo entrar en si hicieron o no justicia a sus temas en directo, pero desde luego si que puedo decir que me sobró espectáculo y me faltó acción. Vi un espectáculo de luces memorable, algo a lo que ya nos tienen acostumbrados. Vi globos y confetti en cantidades industriales. Pude ver también unos audiovisuales realmente logrados, que acompañaban a todos los temas llevándolos más allá. En definitiva, vi recursos económicos por todas partes. Pero lo que no logré ver fue garra, acción y fuerza más allá de los sobre-exagerados movimientos de Shannon Leto a la batería. Me dio la sensación de ver a una banda conformista, que se ha conformado con vivir de su estatus y de los recursos que éste le permite tener, y que ya no dan todo lo que tienen dentro.

Algo que sí que hacen muy bien, y sobretodo Jared, es mantener el contacto constantemente con sus fans. Jared les habla de tú a tú – algo que seguramente a más de una hizo que le temblaran, como mínimo, las piernas -, les invita a subir al escenario y todo eso sin tener que recurrir en exceso a fórmulas tan molestas cómo la de gritar constantemente el nombre de la ciudad o el clásico “no os oigo”.

Pero nada de eso pudo evitar que el concierto tuviese sus momentos bajos, convirtiéndose en una montaña rusa constante, y pasando por su peor momento cuando Jared Leto agarró su guitarra acústica. Tener grandes balas en la recámara cómo ‘The Kill’ o ‘From Yesterday’ y gastarlas en unas versiones acústicas de lo más insulsas, fue una jugada que no acabé de entender.

En cualquier caso, me dio la impresión que hiciese lo que hiciese, a su público le parecía todo bien, mientras que éramos pocos los que cuestionábamos ese tipo de decisiones.

En definitiva, no considero que el concierto fuese malo, y no me cabe la menor duda que probablemente sus fans lo disfrutaron a lo grande, cosa que me parece totalmente lógica.