Histórico y preciosista. Dream Theater vuelven a demostrar que son los reyes del metal progresivo y una de las bandas más espectaculares de toda la escena musical. Pese a las incomodidades del gentío pudimos disfrutar de lo lindo aunque en un espacio mayor hubiera sido más espectacular y cómodo.

Los fans de Dream Theater estábamos ya algo cansados de verles en festivales, en horarios diurnos, con una escasa horita de concierto y echábamos mucho en falta sus giras como cabezas de cartel, sin teloneros, y con tiempo suficiente para hacernos disfrutar de lo que representa esta banda. Había ciertas ganas de recuperar esos conciertos mágicos de tres horas de duración con sorpresas o el espectáculo audiovisual que llevaron en la gira del “Chaos in Motion”. Esta vez se recuperó todo en parte y la noche volvió a ser mágica, la única pega es que ver a Dream Theater en una Razzmatazz a tope le restó mucho a la velada, ya que las columnas, las colas y el estar apretujado es sumamente incómodo para disfrutar de esta gente. Y más cuando uno se ha acostumbrado a las pantallas para ver los detalles técnicos de cada uno. La batería blanca de Mike Magnini ocupaba la mitad del escenario casi, y no exagero.

No había entradas y la sala presentaba un tremendo sold out ya desde las ocho, si bien hubo gente que fue entrando a cuenta gotas, quizá porque la primera parte le era menos atractiva, quizá por el horario tan tempranero. Tonos ocres y bonita ambientación de fondo para un espacio reducido que no permitió que montaran todo lo que llevan en esta gira. Preciosa intro para luego disfrutar del buen sonido y atacar un “The Dark Eternal” que divirtió con esos pasajes charlestón. Hay mucha gente que les dio la espalda desde “Octavarium” pero esta nueva etapa tiene discos muy interesantes y temas que realmente valen la pena. James LaBrie marca bastante lo que son sus conciertos ya que es “el más humano de todos”. Puede que no llegue a esos súper-agudos de antaño pero demostró un nivel muy superior que en sus últimas veces.

Espectacular el teclado giratorio de Jordan Rudess y esos desarrollos técnicos que fluyen con cada tema. Los dedos de Petrucci y Myung vuelan y el material más nuevo y fresco fue muy bien recibido por un público que pedía silencio y respeto especialmente en las baladas. En el solo de bajo de Jaco Pastorius “Portait of Tracy” hubo momentos tensos entre la gente que prefería conversar y los que querían escuchar en silencio, otra cuestión a debatir en un artículo de opinión. Genial fue recuperar ese “Hell’s Kitchen” de un disco como es “Falling into Infinity”, muy criticado en su día por comercial, pero el aroma a clásico que desprende la hace exquisita. Antes “The Bigger Picture” y “The Gift of Music” habían dejado patente el enorme nivel del combo. Uno de los grandes momentos de la velada fue el “As I Am”, ya todo un clásico en su repertorio demostrando ser una de las piezas más veneradas por la concurrencia. La dureza de guitarra la emparenta con Metallica hasta el punto que se lanzaron a por un pasaje de “Enter Sandman”, a todas luces innecesario, pero divertido. Fue espectacular ese solo de Rudess con esos dos iPADS abalanzándose en primera línea del escenario y despidiendo el primer set con “Breaking All Ilusions”. Tras hora y cuarto de concierto se cerraba el primer capítulo con 20 minutos de descanso.

“Lo mejor de todo es que “Images and Words” fue grabado hace 25 años y ver que entre el público hay gente que ni había nacido cuando lo editamos”, así se había referido LaBrie a esta magna obra durante la primera pausa para charlar del primer acto. Era algo histórico, e iba acompañado de inicio con un enlatado compendio de las canciones que sonaban en 1992, incluyendo a Nirvana, Pearl Jam y Billy Ray Cyrus, del que aquí tuvimos que sufrir la versión de Coyote Dax. Todo eso con la bienvenida del año 1992. Desde los primeros acordes de la estratosférica “Pull Me Under” la sala entró en éxtasis constante. LaBrie aguantó el tipo y se atrevió con algunos agudos a lo largo del set y Petrucci, con un look de vagabundo barbudo, volvió a demostrar que sigue siendo un guitarrista que sienta cátedra. En la suave “Another Day” Rudess puso con los teclados el saxo. Espectacular momento a pesar de que entre la gente seguía el debate abierto sobre si Mangini o Portnoy. Mike es fiel y respetuoso, pero entiendo que los fans más acérrimos vean diferencias importantes y echen de menos los coros.

Palabras mayores con “Take the Time”, una de las piezas más espectaculares y complejas y magia con “Sorrounded”. Por momentos estábamos en el Valhalla del prog, lástima lo apretujados que estábamos o la larga excursión que uno tenía que hacer si quería llegar al lavabo. Los dos anteriores cortes permitieron que Petrucci y Jordan se lanzaran a su particular solo, cosa que podría hacer el baterista al final de la atemporal “Metropolis Part 1”. Los tres últimos cortes del disco son quizá los menos reconocidos pero encierran brillantes momentos de un grupo que cuando grabó ese disco estaba tocado por los dioses, algo que pasó también en “Awake” y se repitió en “Scenes of a Memory”. Impecable “Under a Glass Moon” y belleza en la balada “Wait for Sleep” con las teclas presentes de Jordan que se regaló en la intro. Despedida con “Learning to Live”, juguetona y precisa. Había caído todo el disco en un santiamén.

No hubo pausa larga, el grupo salió otra vez entre aplausos para atacar entero el “A Change of Seasons”, obviamente sin las versiones que lo completaban. Este bis ya lo hicieron en el Palau del Joventut en Badalona, la diferencia es que esta vez estábamos avisados. De esta monumental pieza me quedo con el impresionante inicio “The Crimson Sunrise”, los interludio de “Innocence” y “The Darkest of Winters” y ese final con “The Crimson Sunset”. Insultante capacidad técnica y repito, con un LaBrie capaz de lanzar algunos agudos con los que parecía rejuvenecer. Otras veces a medida que avanzaba el show su garganta se resentía.

Histórico y preciosista. Dream Theater vuelven a demostrar que son los reyes del metal progresivo y una de las bandas más espectaculares de toda la escena musical. Pese a las incomodidades del gentío pudimos disfrutar de lo lindo aunque en un espacio mayor hubiera sido más espectacular y cómodo. La idea de que vuelvan para brindarnos todo un “Scenes from a Memory” hace que sus fans se relaman aunque dudo que repitan discos enteros a partir de “Octavarium”. Puede que muchos echen de menos a Portnoy pero ya es innecesario discutir sobre esto viendo lo bien que funciona todo y lo felices que se les ve sobre el escenario, John Myung aparte, pues siempre está en su particular mundo. De verdad que quien os diga que ha visto a Dream Theater en un festival le podéis decir que no ha visto NADA. Para ver de que son capaces hay que verlos en un concierto como el de anoche. Tres horas de gozo y a rezar para que la próxima gira propia no tarden tanto.

Promotor:Rock N Rock

Día:2017-04-29

Hora:20:00

Sala:Razzmatazz

Ciudad:Barcelona

Puntuación:9