Y por fin los Héroes dejaron de guardar silencio. Ese fue el titular que tantos pensamos cuando en Febrero pudimos ver a Enrique Bunbury, Joaquín Cardiel, Pedro Andreu y Juan Valdivia en un breve comunicado de un minuto de duración donde anunciaban una gira de diez conciertos para conmemorar el vigésimo aniversario de sus primeras grabaciones.

La enorme gira llevaría el grupo a Guatemala, Argentina, Méjico, Los Ángeles y España. Las primeras impresiones del público y los medios sudamericanos fueron sobresalientes; y según avanzaban las fechas eran aún mejores, notándose que la magia de nuevo podía existir entre cuatro viejos amigos que lo dejaron hace ya once años por diferencias personales… que parecían insalvables con el paso del tiempo a tenor de lo leído y escuchado en varias entrevistas, sobre todo con su cantante.

Pero como si de una especie de milagro se tratara, HEROES DEL SILENCIO volvían para, quien sabe, cerrar una herida abierta de cientos de miles de fans. La espera para conseguir una entrada para este concierto del día doce de Octubre en su ciudad, con la festividad del Pilar de por medio, fue de las que hacen historia. No es de extrañar, porque en un principio fue la única fecha que se anunció en nuestro país, y no hubiera sido descabellado el encontrarnos con citas en Alemania u otros países europeos, donde el cuarteto zaragozano es del todo querido. Más tarde se anunciaría una primera fecha en Zaragoza, dos días antes de esta, para repetir en terreno nacional en Sevilla y Valencia. Aún así, muchos teníamos fe en que el concierto más especial sería este.

Enormes grupos de gente se agolpaban en La Romareda ya desde primera hora. La apertura de puertas a las cinco de la tarde permitió coger buen sitio a algunos privilegiados, pero lo importante era estar allí. Poco a poco el estadio de la ciudad que los vio crecer como grupo se iba llenando hasta tener un aforo completo que simplemente viéndolo y viviendo el ambiente, ponía los pelos de punta.

Pasadas las nueve de la noche, esos pelos de punta aumentaron con la marcha de las luces y la clásica ‘Song To The Siren’ sonando a modo de intro, robando de nuevo la versión de This Mortal Coil sobre un tema de Tim Buckley para comenzar sus conciertos, como antaño. Las pantallas de fondo simulaban un océano, donde veíamos las sombras de Enrique y Juan con sus guitarras, todo estaba a punto de empezar para que un sinfín de sentimientos brotaran entre las cerca de cuarenta mil personas allí presentes… y así fue. ‘El Estanque’ supuso un comienzo perfecto y emocionante para las más de dos horas de música que se nos venían encima.

Desde ese momento, todo el estadio fue un solo ser para corear todos los temas que hicieron de este grupo el más grande e internacional del rock español ante un sonido perfecto. ‘Deshacer El Mundo’ y ‘Mar Adentro’ continuaron la fiesta, dos temas quizá previsibles. Pero la banda tenía alguna sorpresa en su repertorio (que han ido repitiendo en todas las fechas anteriores). Una delicia fue poder escuchar ‘La Carta’ o ‘Agosto’ en directo, para de nuevo continuar con temas más conocidos entre los menos especializados, como ‘Sirena Varada’.

Los discursos de Bunbury no fueron tan largos como se espera de una persona con su facilidad de palabra; quizá no procedía. Quizá lo más parecido fueron sus palabras para presentar ‘Opio’, uno de los mejores momentos del concierto, antes de su paso al mini-escenario comunicado por esa enorme pasarela por la que Bunbury se movió a su antojo según que canciones.

Un medley con letra de ‘La Mala Hora’ en su final sirvió para que, uno por uno, y presentados por el propio Enrique, fueran ocupando su sitio en medio del público. De largo, la mayor ovación fue para el maestro Juan Valdivia. Y tras verle en directo, uno entiende el por qué de ese sobrenombre, pues el feeling que tiene con su guitarra es de los que te dejan con la boca abierta.

Sin ser acústico, como se especuló hace tiempo, el set sobre el escenario secundario sí que fue mucho más íntimo. ‘La Herida’ en su versión corta, y ‘Fuente de Esperanza’ fueron los dos primeros temas allí interpretados, y muchos temimos lo peor cuando Enrique anunció un parón necesario de cinco minutos por estar quedándose sin voz, a causa de una gripe que había cogido desde su vuelta a España.

Pero pasado ese tiempo, el miedo se disipó, con el grupo versionando a Mas Birras con ‘Apuesta Por El Rock And Roll’, y recuperando una de sus primeras composiciones, ‘Héroe De Leyenda’, que no creo que en su momento pensaran que ese título sería acorde para enunciar la carrera del grupo.

Para terminar el tramo íntimo, ‘Con Nombre De Guerra’, y otro de los momentos que serán siempre recordados, ‘No Más Lágrimas’, con un final épico y emocionante, completando una muestra bastante amplia de su primer LP, y entendiendo así las declaraciones que siempre se han hecho sobre la producción de aquel, que pecaba de falta de dureza, cosa que nunca pasó en sus directos.

De vuelta al escenario principal tiraron de grandes éxitos para completar el núcleo central del show. ‘Nuestros Nombres’, la sorpresa de ‘El Mar No Cesa’, y como no podía ser de otra manera, ‘Entre Dos Tierras’, la canción que les dio el  empujón de fama que supieron aprovechar para convertirse en lo que fueron, y en lo que son. De la misma manera que en ‘Senderos De Traición’, fue continuada por ‘Maldito Duende’; repitieron la fórmula de canciones seguidas con ‘Iberia Sumergida’ y ‘Avalancha’. Resulta curioso que cada una de las partes en las que estaba dividida la actuación estaba finalizada por momentos memorables: primero fue ‘Opio’, luego ‘No Más Lágrimas’, y en este momento, ‘Avalancha’.

Con el grupo fuera por unos momentos, uno, a pesar de estar en la nube que supone ver a Héroes Del Silencio, empieza a asimilar lo grande que resulta todo. Esas cuatro pantallas traseras que no paraban de moverse, de proyectar a cada uno de los cuatro Héroes, con alguna concesión al quinto en discordia, Gonzalo Valdivia, que dicho sea de paso, era el que parecía disfrutar más de todo lo que rodeaba la actuación.

No solo podíamos ver al grupo, sino cantidad de proyecciones y mensajes, al más puro estilo U2; no fue ese el único detalle que me recordó al cuarteto liderado por Bono, ya que Bunbury, con alguna de sus carreras por la pasarela, o casi cerrando el concierto, cediendo el protagonismo a Valdivia mientras sujetaba un foco al estilo Rattle & Hum, parecía rememorar grandes momentos de los irlandeses.

De vuelta al escenario, y pidiendo una ovación para todo el equipo que rodea a la banda para hacer posible todo lo que estábamos viendo, Bunbury, guitarra al hombro, entonaba el primer bis con la sentimental ‘Oración’, la rockera ‘Tumbas De Sal’, y el broche de ‘La Chispa Adecuada’, precedida por la petición de luz del cantante al público, en lo que parecía un mar de estrellas de móviles y mecheros, adornado al final con unos cañones de confeti que dejaban con ganas de más a todos los presentes.

Así, el segundo bis fue, si cabe, más emotivo. ‘Tesoro’ sonó del todo personal, ‘Malas Intenciones’ melancólica, y ‘En Los Brazos De La Fiebre’ puso un punto final que ninguno queríamos que llegara. Bunbury se acercó para esa parte a Juan, que parecía que no hubiera tenido problemas en su brazo nunca, siendo quizá la mejor manera de terminar un concierto que se vio coronado finalmente con unos fuegos artificiales con el grupo ya fuera del escenario. Quizá pecó de triste la despedida, con ese punteo que parece un llanto, aunque del todo profético, ya que alguien andaba con algunos grados de más en su cuerpo en ese momento.

Tras estas dos actuaciones ya han venido las críticas diciendo que la chispa sobre el escenario está muerta, que no hay comunicación, que tal o cual miembro no se mueve… cuando siempre fue así, siendo el alma del movimiento de la banda Bunbury, y ocupando los demás de manera efectiva y profesional el resto del escenario: Joaquín sin muchos alardes y haciendo los coros, al igual que en esta gira Gonzalo; Pedro sin hacer mucho ruido en la batería, y Juan con su pose casi inmóvil, cigarro en boca. Eso fue Héroes, y esto son Héroes en la actualidad, para lo bueno y para lo malo.

También han sido muchos los comentarios sobre que canciones faltaban y sobraban en su set; cada uno tendrá sus favoritas, y está claro que faltaron algunos himnos, pero fue para celebrar la recuperación de muchos temas olvidados. Pero no cabe duda, que en un país donde la envidia está a la orden del día, es fácil criticar la carrera de un grupo como este simplemente por el hecho de ver donde han llegado. La respuesta a esos comentarios sin sentido es tan simple como que venga un grupo a mejorar o repetir lo que han conseguido ellos.

Varo (varo@themetalcircus.com)

Promotor:Rock And Chicken

Asistentes:40.000

Día:12/10/2007

Hora:21:00

Sala:La Romareda

Ciudad:Zaragoza

Puntuación:10