Helloween certifican en Madrid el poder de la reunión ante más de 14.000 personas
Show emotivo y masivo de los creadores del power metal. Tres horas de música en un recinto lleno hasta la bandera certificaron la buena salud del género en lo que a clásicos se refiere.
La noche grande de Helloween en Madrid llevaba un año en preparación. Desde que la banda anunció su esperadísima reunión con Kai Hansen y Michael Kiske, el de Madrid ha sido uno de los shows más esperados del itinerario. No era para menos: con las espectaculares ventas que tuvo de salida, se anticipaba un gran concierto. Y así fue: más de 14.000 personas colmaron un Wizink Center que, originalmente, tenía previsto un aforo en formato Ring (5.000 personas). Que se triplicase la demanda no hace sino confirmar que Helloween son una banda muy querida en nuestro país, probablemente al nivel de Iron Maiden aunque sin el tirón mediático. Incluso la banda, ya mentalizada de que esta gira tendría cifras de asistencia muy superiores a las habituales giras de Helloween en años recientes se sorprendió tanto que decidió grabar un DVD en directo aprovechando la fecha de Madrid (aunque el grupo nos confirmó antes del show que también han grabado actuaciones en Sao Paulo, Praga y otros lugares).
El Wizink Center lucía lleno hasta la bandera, salvo un par de gradas superiores. Desde la apertura de puertas, el ambiente era eléctrico, el ambiente de las grandes citas. El ambiente que no se vive en muchos conciertos de heavy metal desde hace tiempo, donde el público es cada vez más pasivo y está más pendiente de sus móviles que de disfrutar la ocasión. Pocos móviles se vieron esta noche: el público estaba tan concentrado en saborear la ocasión que, por una vez, reinó el sentido común.
Como si no hubiesen pasado treinta años
Sin teloneros y con tres horas de show por delante, Helloween salieron a escena minutos después de las 20:30h, con el “Let Me Entertain You” de Robbie Williams sonando por el sistema de sonido. Las cámaras grúa hacían barridos del público pasando por encima de las cabezas del respetable y generando algarabía. Y de golpe, el telón cae y encontramos a Helloween al completo, con Kai Hansen, Michael Kiske, Michael Weikath, Andi Deris, Markus Grosskopf, Sascha Gerstner y Dani Löble sobre el escenario. Si llevasen máscaras, por densidad de población sobre las tablas, podrían ser Slipknot. Pero no: son la banda que inventó el power metal demostrando que su vigencia es absoluta treinta años después de lo que muchos consideran su momento álgido a nivel musical.
La banda comenzó el show con “Halloween”, en toda su gloria y longitud. Desde el primer minuto, la cosa no va de Kiske ni de Deris. Ambos comparten el protagonismo de manera equitativa en la mayoría de canciones, excepto en aquellas que son temas insignia de sus respectivas épocas como vocalistas de la banda. Empezar con un tema de un cuarto de hora en el que los dos vocalistas comparten micro y toda la banda brilla en sus respectivos momentos fue toda una declaración de intenciones. En ese punto, ya tenían al público en el bolsillo. Enlazar “Halloween” con “Dr. Stein” mientras un Michael Kiske se acercaba desafiante a las primeras filas desde la pasarela central del escenario tan solo hizo que prender definitivamente al público. Para cerrar el primer bloque del concierto, una acelerada “I’m Alive” cayó sobre el Wizink Center con la determinación de treinta años de leyenda sustentándola. Un rápido y efectivo repaso a los dos “Keeper of the Seven Keys” que puso al público en situación acerca de lo que podían esperar de las siguientes horas.
Un show equilibrado
Andi Deris lleva siendo el vocalista de Helloween desde 1994 y a estas alturas nadie duda que, sin él, hoy en día probablemente no tendríamos Helloween ni mucho menos reunión de Helloween. El, junto a Kai Hansen, ha sido el artífice de esta gira y de la manera en que se ha llevado a cabo. Así pues, habría sido irrespetuoso plantear una reunión de Helloween excluyéndole a él o a miembros tan importantes actualmente como Sascha Gerstner, con todo el peso compositivo que aporta a la banda. Por eso, en el siguiente bloque tuvo más protagonismo el material de la época Deris, con la ya añeja “If I Could Fly” deslizándose por el setlist como único recuerdo al denostado “The Dark Ride”. Curiosamente, el público la recibió con toda la positividad que faltó en 2001. Por otra parte, es indudable que “Are You Metal?”es uno de los clásicos de la época más reciente y funcionó a la perfección.
Para equilibrar los tiempos, Kiske volvió a tomar las riendas para un “Rise and Fall” que el público recibió con un nuevo estallido de júbilo. Acompañada por elocuentes animaciones en la pantalla gigante del escenario y con un Kiske rayando a gran nivel en los agudos más importantes del tema, la inclusión del añorado tema fue uno de los mejores momentos de la noche. Un nuevo bloque de Andi Deris siguió, con “Waiting for the Thunder” y la gran “Perfect Gentleman”, con el vocalista ataviado con sombrero y acompañado por Kiske al final del tema.
Kai Hansen, el héroe en la sombra
En ese punto del concierto, Kai Hansen tomó el protagonismo absoluto, mientras los vocalistas descansaban. Saludó al público desde el centro del escenario y ni diez segundos tardaron los asistentes en empezar a corear su nombre. Su mediación, el acercamiento de Kiske al rock duro nuevamente gracias a su proyecto conjunto Unisonic, y su papel como fundador de la banda en aquel lejano Hamburgo de 1984 son hechos conocidos de sobra por el público. Sin Kai no habríamos tenido esta reunión y la reverencia era necesaria.
Hansen fue el vocalista para un incendiario medley de “Starlight”, “Ride the Sky” y “Judas” donde demostró que su voz está a la altura como para encarar los agudos y la potencia de los viejos tiempos. Un primitivo “Heavy Metal (Is The Law)” con Dani Löble vaciándose absolutamente tras la batería fue lo siguiente. Hansen, elegante como siempre, saludó al público y volvió a dejar los focos a Deris y Kiske, que compartieron un emotivo “Forever & One” que hizo sobrecoger a todo el público.
Kiske volvió a tomar el centro del escenario para un gran “A Tale That Wasn’t Right”, precedido por el vocalista haciendo un poco de autoparodia y explicándole al público que el quería ser como Elvis “y acabé pareciéndome más a Rob Halford”, antes de intentar presentar un “Breaking the Law” que no sería tal.
Habría tiempo para otro recuerdo a la época de Deris con “I Can” antes de que sucediese otra de las partes más emotivas del concierto: el solo de batería compartido entre Dani Löble y el fallecido Ingo Switchtenberg a través de las pantallas de video. Un tributo breve, con gusto, y que demuestra que Helloween no se olvidan de aquel joven baterista que nos dejó con tan solo 29 años.
Reparto equitativo
Kiske volvió a coger las riendas del show para un “Livin’ Ain’t no Crime” que se convirtió rápidamente en “A Little Time”, que el público recibió cual maná celestial. Fue en este punto del concierto donde Kiske comenzó a acusar un poco más de cansancio en sus cuerdas vocales, pese al reparto constante de tareas vocales. El viejo catálogo de Helloween es exigente para cualquier vocalista y Kiske no es inmune al cansancio. Al público poco le importó, no obstante. “A Little Time” fue recibida como si fuese el mayor clásico de la historia de la banda.
El tramo final del concierto principal tuvo como protagonistas “Why?”, con Deris y Kiske a la voz y “Sole Survivor”, el tema con el que Deris se presentó ante el mundo como vocalista de Helloween. Una coreadísima “Power” fue otro de los grandes momentos de la noche antes de que un enérgico “How Many Tears” sirviese para cerrar el tramo principal del show. Aún faltaban los grandes hits que todo el mundo esperaba.
La artillería pesada
Tras un descanso de cinco minutos más que merecido, la banda volvió a escena con un arrollador “Eagle Fly Free”, donde Kiske sufrió pero que pudo sacar adelante dignamente. Escuchar a todo el Wizink Center cantando a coro el tema fue una experiencia inolvidable y toda una demostración de que el heavy metal clásico mantiene una salud excepcional en lo que a los grandes pioneros y clásicos se refiere. El relevo es complejo -solo se puede inventar la rueda una vez- pero dudo que la pregunta estuviese presente en la cabeza de ninguno de los asistentes a la extravaganza metálica de la pasada noche.
Nueva vuelta a los camerinos tras un largo “Keeper of the Seven Keys” que pasó del cuarto de hora de duración y que sirvió para presentar a los miembros de la banda uno por uno durante el punteo final. Sascha Gerstner fue el último que quedó sobre las tablas antes de que volviese a hacerse la oscuridad y el grupo se tomase otro prolongado descanso. A esas alturas, el concierto pasaba de dos horas y media. Los encargados de seguridad en el foso preguntaban “¿quedan muchas más?”. Si hubiese sido por el público, la banda se habría quedado tocando toda la noche.
El fin de fiesta llegó, como podía esperarse, con un Kai Hansen que salió a escena con una breve introducción de guitarra que dio paso a un “Future World” que sonó a leyenda. Escuchar el rugido que se levantaba desde la zona de público al empezar a sonar los primeros momentos de la canción fue otra experiencia inolvidable. Y fundir ese clásico con el eterno “I Want Out” fue ya el acabose. El Wizink Center recubierto de globos gigantes con la calabaza, el confetti inundando el aire y el grupo haciendo lo posible para que un globazo no les tirara del escenario fue una imagen para el recuerdo. Espectacular fin de show.
Un nuevo inicio
La reunión de Helloween -o el hecho de aumentar a la banda con sus dos ex-miembros más queridos- no es un fin sino el inicio de algo. Después de ver lo acontecido en Madrid la pasada noche sería absurdo que esta formación se quedase a un lado en pro de volver a los Helloween formulaicos de los últimos discos con Andi Deris. Convertir a Helloween nuevamente en un evento en lugar de una de esas bandas que “vienen cada año” sería lo más positivo para la banda. Los planes de grabar un disco con la actual formación -que están sobre la mesa- van por ese camino y el reciente tema “Pumpkins United” nos da una idea de por donde pueden ir los tiros.
Cuanto menos, si todo quedase aquí, Helloween han cerrado el círculo de la manera más elegante, masiva y provechosa en que podían hacerlo. Una gira donde todos los miembros de Helloween pasados y presentes han tenido su representación (excepto Roland Grapow, el sabrá por qué) y en que el mayor de los imposibles ha tenido lugar: un show donde Andi Deris, Michael Kiske y Kai Hansen comparten tareas vocales y la banda al completo da un repaso por todas sus épocas sin preocuparse del reloj. En un momento en el que las bandas cada vez cobran más por tocar menos, las tres horas de Helloween lejos de ser una intoxicación fueron un refrescante bálsamo. Un show bien organizado, bien medido, sea del género que sea funciona independientemente de su duración.
Promotor:RockNRock
Día:09-12-2017
Hora:20:30
Sala:Wizink Center
Ciudad:Madrid
Teloneros:Rafa Basa DJ
Puntuación:9
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