Los americanos GWAR nunca han tenido demasiado tirón en Europa, muy probablemente debido, por una parte, a lo exageradamente grotesco de su propuesta y, por otra, a la poca promoción que siempre han tenido o, cuanto menos, poca si tenemos en cuenta que el concepto que la banda propone daría para llenar enciclopedias de paranoia. Eso sí, parece ser un plato apetitoso para hordas de guiris underground fans de lo absurdo y la gomaespuma.

Para que nos vayamos haciendo una idea, y cayendo en el tópico más que obvio al tratarse de los dos grupos de “monstruos” por excelencia, digamos que LORDI vendrían a ser la versión afeminada e inofensiva de GWAR. Y es que mientras Mr Lordi sale a escena con un hacha de plástico de lucecitas rojas parpadeantes (lo cual puede llegar a ser un poco ridículo) los estadounidenses despellejan al maldito Papa Benedicto XVI sobre el escenario y nos duchan a todos con sangre de sus entrañas. Eso sí, si bien GWAR vapulean a LORDI en cuanto a impacto escénico, se podría decir que ha venido sucediendo a la inversa en el terreno musical a lo largo de sus respectivas discografías. Los finlandeses han encontrado desde el principio su fórmula, la han cultivado y han logrado obtener grandes discos y grandes canciones, mientras que GWAR han venido deambulando a lo largo de toda su carrera (cuyo punto de partida se encuentra en los ya lejanos ochenta) por los muy variopintos senderos del rock sin rumbo fijo aparente. Desde el punk rock de “Hell-O” hasta el rollo más thrash de su último disco de estudio ha ido cayendo un poco de todo.

Sólo unos pocos afortunados que habían tenido la oportunidad de ver al grupo hace un puñado de años en la extinta sala Garatge (entre los que no me encuentro) sabían lo que se les venía encima (nunca mejor dicho). Sin teloneros ni prolegómenos innecesarios, nuestros amigos fueron directos a la yugular ya desde un principio. Yugular que nos escupiría sin cesar sangre a borbotones. Y es que dudo que alguna otra sala que no fuera KGB hubiera permitido que se lanzaran desde el escenario tal cantidad de fluidos por minuto. Tras descender entre ovaciones por la escalera de caracol tan característica de la sala, nuestros amigos los “Scumdogs of the Universe” se apropiarían del escenario embutidos en sus disfraces exageradísimos, sexuales y satíricos para dar caza a un soldado que sigilosamente se paseaba sobre las tablas dándonos a entender que no había enemigos a la vista. Tras serle arrancada la cabeza brutalmente, comenzaría el primer tema mientras el coleguilla, desprovisto de sus extremidades superiores, corría por todo el escenario dándonos el primer baño de sangre a todos. Y aquí radica una de las novedades en lo referente a la presente gira y al último álbum de estudio de la banda: no es lo mismo que dé comienzo un tema de hard rock en el momento en el que se produce el baño de sangre a que la banda nos embista con un riff thrasher. ¡Obviamente, la sensación de locura y salvajismo se acentúa en el segundo caso!

Antes de empezar la actuación vi que un par de personas venían “preparadas” con chubasqueros. Joder, sé que tiran algo desde el escenario pero no creo que sea para tanto, pensé. Nada más lejos de la realidad. No quería mojarme y acabé rebozado en fluidos.

Así, con “War Is All We Know”, comenzaría la diversión y la caña, tanto escénica como musical, ya que acabarían tocando muchos temas de su último disco aunque, a decir verdad, poca atención le prestaría a la música. Y es que la ocasión se merecía, por una vez, que nuestras miradas trabajaran más que nuestros oídos. Y es que tiene que haber grupos para todo y GWAR son los maestros de su “especie” (y al que no se lo crea, que le eche un vistazo a la biografía extraterrestre de sus miembros).

Suena una sirena y los miembros de la banda exclaman “Oh, The Police”. Cómo no, aparecería un “madero” en escena que no tardaría en enseñarnos todo su torso desmembrado para llenarnos a todos de sangre, dispararnos con su pistola, ensañarse con el público y ser empalado; Oderus Urungus, cual Vlad Tepes enajenado, se hizo con una lanza de varios metros que introdujo por el ano del gendarme y extrajo por sus orificios superiores para, una vez atravesado a modo de pincho moruno, ser trasladado hacia un lateral del escenario colgando como si de la presa de una salvaje tribu indígena se tratara.

“Murderer’s Muse”, “I Love the Pigs” o “Tormentor” se erigirían banda sonora de todas las aberraciones posibles, dejando claro que los temas del último álbum, por los que GWAR han decidido pujar fuerte, son el vehículo perfecto para la violencia, la gomaespuma y el cartón-piedra con mala leche. Gozosos como cerdas en celo, recibimos como agua de mayo los siguientes baños en sangre: el islamista que, tras salir a escena gritando “Jihad!, Jihad!” comenzaría a sangrar tras arrancársele su mohosa barba, recibiendo el bautizo de fuego con uno de los temas más queridos por los fans, “Saddam a Go-Go”, sería uno de los puntos culminantes, sin menospreciar el ya comentado desmembramiento de un enloquecido Papa de Roma, un Hitler con un rabo enorme masturbándose y eyaculando sangre sobre los asistentes o un monstruo de gigantescas dimensiones parecido a un águila imperial que dispararía los chorros de sangre más bestias de la noche tras serle amputados los brazos y, más tarde, la cabeza.

Por su puesto la historia no quedó aquí y continuaron brotando aberraciones sin tregua, consiguiendo de tal forma que el sangriento guignol francés que plagara los anfiteatros franceses hace dos siglos resultara elevado hasta el paroxismo. George Bush, tan querido por todos, haría su aparición estelar cerveza en mano hacia la mitad de la actuación. Mediante algún método poco ortodoxo que no recuerdo, le sería rebanada la tapa de los sesos para dejar al descubierto una enorme mierda a modo de cerebro que, de nuevo, empezaría a disparar chorros de sangre sin cesar. Otro de los momentos álgidos del show fue la aparición de uno de los monstruos más “monos”, una suerte de Eddie podrido, deforme y drogadicto que fue machacado por una piedra enorme y que recibió su dosis de droga a través de una jeringa de varios metros que le fue administrada (ver fotos). Obviamente, las consecuencias volvieron a ser nefastas y nuestro amigo empezó a regurgitar sangre por la boca para después observar, compungido, como sus extremidades se le desprendían en una nueva orgía de fluido rojo.

Los temas más clásicos de la banda, sonaron en la segunda mitad del show, siendo el hard rock de “Sick of You” o el cachondeo de “Meat Sándwich” dos de los momentos más celebrados musicalmente. Si mal no recuerdo, “Crush, Kill, Destroy” y “Happy Death Day” también tuvieron cabida dentro de la retahíla de clásicos. El final de fiesta se viviría con algunos de los monstruos asistentes de escena manejando la cabeza de un Alien de la cuál salían disparados dos chorros (uno azul y otro rojo) para acabar de regar las seseras de los valientes que todavía aguantaban en las primeras filas, previa masturbación de Oderus Urungus con su enorme pene, órgano amenazante que el público de las primeras filas intentó tocar de forma insistente durante todo el show, así como las dos enormes pelotas que de él colgaban.

A modo de ilustrativo, me veo obligado a remitiros a las instantáneas que acompañan a estas líneas, ya que un servidor intentó captar algunas de las escenas más divertidas de las que se dieron cita esa noche. No fue fácil intentar que mi cámara esquivara tal cantidad de chorros de sangre, o sea que espero que, a pesar de no ser grandes fotos, mi esfuerzo sea recompensado con vuestro deleite ante éstas.

Si bien terminé el concierto con la sensación de que el despliegue de animaladas había resultado portentoso, al acabar la actuación descubrí que se habían dejado varios numeritos en el tintero (entre ellos, el del famoso aborto o la aparición del enorme bicho muntante Gor Gor). Vaya, que por lo que oí la anterior visita de estos señores a nuestra ciudad fue más resultona si cabe. Poco importa eso. Al que los viera por primera vez, como es mi caso, se debió quedar de piedra. Por otra parte, he de reconocer que no sabía qué esperarme en lo musical, pero la sorpresa también fue agradable en este sentido: los temas de su último disco sonaron realmente potentes, con un sonido muy grueso de guitarras y, más allá de algunos acoples del micro de Oderus Urungus en varias ocasiones, podemos considerar que la nefasta acústica de la sala KGB en esta ocasión pasó bastante desapercibida. Sexo, violencia y sátira mostrada sin tapujos, GWAR han llegado a nuestra galaxia para sumergir tu culo en sangre.

Texto y fotos: Penumbra

Promotor:Frontline y Garatge Producciones

Asistentes:70

Día:25/03/2007

Sala:Sala KGB

Ciudad:Barcelona

Puntuación:9