Que Axl Rose es un tipo especial lo sabemos todos. Pese a toda la rabia que el público le pueda tener por contribuir a romper una de las bandas de rock más grandes de la historia en su encarnación original, en su defensa cabe decir que la banda ya estaba rota por todos lados debido a la fama, el pasotismo y el abuso de todo tipo de sustancias, y sino tan solo hay que leerse las autobiografías de Slash o Steven Adler.  Tampoco todo el mundo está cortado por el mismo patrón ni hace las cosas del mismo modo. Axl Rose es un divo, obviamente, pero dentro de lo denigratorio del término, cabe decir que su estilo a la hora de hacer las cosas  (que básicamente se reduce a “mi manera o no hay trato”) es el que le funciona para poder seguir adelante con una banda como GUNS N’ ROSES. Si se ha tirado quince años para hacer un disco que le guste, pues dejadlo que sea feliz. Si le apetece llegar una hora tarde a su propio concierto, pues id a la barra a beber, que cuando llegue ya cantará. A estas alturas, no merece la pena irritarse porque Axl Rose es Axl Rose y eso, para bien o para mal, no va a cambiar.

Con esto en mente, cogí un vuelo a Milán el pasado 5 de septiembre para ver que tal está funcionando la gira de GUNS N’ ROSES en Europa unas semanas antes de su llega a Madrid, San Sebastián, Barcelona y Zaragoza (siguen haciéndose extraños conceptos como Axl Rose y Zaragoza, del mismo modo que se me hacía raro Motley Crue y Zaragoza, o Alice Cooper y Valladolid). La banda actuaba en el Mediolanum Forum de Milan y las cosas estaban calentitas desde la semana anterior, donde Axl Rose y su tropa habían salido tarde al escenario en los festivales ingleses de Reading y Leeds, por no hablar de un concierto en Dublin que comenzó una hora y pico tarde y provocó el lanzamientos de algún objeto al escenario, lo que enfureció a Rose y provocó que se marchara y dejara el concierto a medias (aunque casi una hora después volvería para acabar el espectáculo bajo alguna que otra presión de los promotores…) La respuesta es que la gira está funcionando de fábula. Salvo en esos primeros y problemáticos shows del tour, la banda está funcionando ahora mejor que nunca antes sobre un escenario. La puntualidad sigue siendo un problema (en Milán hubo un retraso de 40 minutos sobre el horario previsto) pero cuando el concierto es tan intenso como el que vimos en la ciudad italiana, se le perdona.

Con un Medionalum Forum a reventar (no se si se llegó a colgar el cartel de sold-out pero poco debió faltar…) y 11.000 personas deseosas de corear himnos y no tan himnos, salieron a escena los temibles MURDERDOLLS, ejerciendo su papel de banda telonera. La banda, donde milita el baterista de SLIPKNOT, Joey Jordison, en calidad de guitarrista, hizo un set de una hora de duración que calentó sobradamente al público milanés. Hubo espacio para una buena cantidad de canciones de su primer disco como “197666” o “I Love to Say Fuck”, mientras que las nuevas como “Death Valley” o “Chapel of Blood” sirvieron como buena carta de presentación de su segundo disco, el recién llegado “Women and Children First”. Con una puesta en escena tétrica pero divertida y momentos sencillamente petardos (como ese paraguas con la palabra “fuck” en “I Love To Say Fuck”), la banda consiguió captar la atención del público, aunque es innegable que el telonero de la gira británica y española, Sebastian Bach, es una elección mucho más acertada para una banda de hard rock clásico como GUNS N’ ROSES.

Tras el fin de show de MURDERDOLLS llegaba la hora de la incógnita: ¿cuanto tardaría en salir Axl? ¿Saldría acaso? ¿Se marcharía del escenario durante el primer tema porque alguien ha estornudado en el público? Tampoco hay que pasarse: el tipo, como decía, tardó 45 minutos de más en salir a escena con su banda, pero cuando salió, convenció con una mezcla chulería, sincera cercanía al público, simpatía con trazas esquizoides y genialidad. Axl es un tipo complejo, de eso no cabe duda, pero también hay que ponerse en su piel. ¿Quien querría quedarse sobre el escenario mientras le tiran todo tipo de objetos? Alguien sin demasiado amor propio o un exceso de profesionalidad con riesgo a la integridad física. Axl prefiere no arriesgar la suya y, por suerte, el público italiano tampoco le puso a prueba.

Con “Chinese Democracy”, la silueta del nuevo guitarrista Dj Ashba se dibujó ante las pantallas gigantes que presidían el escenario. El inicio de concierto quedó algo deslucido por la prohibición a la pirotécnia que impusieron los gestores del recinto, pero a medida que pasaron los minutos de actuación nadie la echó de menos. Era inevitable que la gente se olvidara de burdos detalles como ese cuando comenzó a sonar “Welcome to the Jungle” en el Mediolanum. A partir de ese momento, el recinto fue una fiesta continua, con sucesivos guiños al seminal “Appetite For Destruction” de 1987 como “It’s So Easy” y “Mr. Brownstone”.

En un primer momento, sorprende la entrega vocal de Axl Rose, quien no estaba en su mejor momento cuando la banda giró por España en el 2006. En aquel entonces, sonó algún que otro gallo y los niveles de entrega física no estaban dentro de lo exigible por un publico que paga unos precios cada vez más altos por sus entradas. No fue ese el caso del show de Milán, donde Axl no paro de corretear escenario arriba y abajo durante las dos horas justas que duró la actuación.

De todos modos, el motivo principal de ésta gira es presentar el largamente esperado y perfeccionado “Chinese Democracy”, un disco que ha tardado en hacerse más que la propia muralla china, que ya es decir. Por tanto, es lógico que durante el set cayeran varias canciones del disco, comenzando por la ya clásica “Sorry”, seguida de un solo de guitarra del enérgico Richard Fortus, cuya similitud física con el añorado Izzy Stradlin asusta. El solo de Fortus estuvo basado sobre la melodía de James Bond y fue corto, preciso y conciso. Nada de demostraciones de pirotecnia solista. Un buen preludio al siempre violento “Live and Let Die”, que la banda versiona con un poco menos de bilis que en los ’90, pero donde Axl alcanza las tonalidades adecuadas para imprimir al tema el carácter necesario.

La banda intercala otro tema nuevo, la ya conocida “This I Love” (hasta los chicos de “Fama” hicieron coreografías con ella, mire usted que cosas) que consigue arrancar un digno aplauso del público. No se puede decir que traten los nuevos temas como los clásicos de la época de “Appetite for Destruction” pero los dos años que han pasado desde la edición del disco han dado al respetable la oportunidad de familiarizarse mucho con el nuevo material. Que remedio, claro. 

La añeja “Rocket Queen” suena a gloria, con el público coreando el estribillo como si se acabara el mundo. Pero los conciertos de la gira actual de GUNS N’ ROSES tienen muchas fluctuaciones y mucha luz y sombra, de modo que lo siguiente fue un breve solo de piano de Dizzy Reed y la novedosa “Street of Dreams”. Y, para compensar, la ultra-heavy “You Could Be Mine”, que muchos recordaréis de la banda sonora de la película Terminator 2. La manera en que Dj Ashba, Richard Fortus y el más técnico de todos, Bumblefoot, intercambian licks y riffs es impresionante y aunque la química no sea la misma que la de la formación original, se nota que hay respeto entre los músicos que acompañan a Axl en ésta particular aventura. Y para demostrar igualdad, Ashba se encarga de otro solo de guitarra que precede a la celebradísima “Sweet Child O’ Mine”, donde el Mediolanum se derrumba por completo. Junto con “Welcome to the Jungle” es el momentazo del show, sin lugar a dudas. Axl no puede evitar que se le escape una sonrisa ante la reacción del público y ese ligero toque de humanidad le da un vuelco al concierto. A partir de ese momento, GUNS N’ ROSES y Milán pasan a ser una única cosa hasta el fin del show.

Una breve jam instrumental entre Ashba y Bumblefoot evoluciona hacia el “Another Brick in the Wall Part 1” de Pink Floyd, mientras los técnicos vuelven a situar un piano de cola sobre el centro del escenario, el mismo que había tocado Dizzy en su solo, pero “tuneado” con motivos brillantes. Tras un breve preludio de Axl, la banda se lanza a por la épica “November Rain”, donde los nuevos GUNS N’ ROSES brillan con la misma fuerza que los antiguos. El solo de la segunda parte del tema, interpretado a la perfección por un Ashba enamorado de su Gibson Les Paul, motiva un estallido de chispas pirotécnicas a ambos lados de la batería, la única que las autoridades milaneses han permitido a la banda en éste concierto. Y, a decir verdad, de tan inesperada que fue, el efecto es incluso mayor.

Tras semejante ataque a los sentidos, la banda interpreta una versión lenta y viciosa de “Knockin’ on Heaven’s Door” de Dylan y, para finalizar, una extenuante “Nightrain”, donde Axl no dejó de correr por el escenario. Eso si, el tipo no suda la camiseta. Mas que nada porque no le da tiempo de mojarla: cambia de chaqueta, camiseta, badana, sombrero y pantalones en practicamente cada canción. Ni en una gira de Beyoncé hay tanto cambio de vestuario…!

Tras una corta espera, los bises regalan a Milán sendas versiones de “Madagascar” y finalmente la speedica “Paradise City”, que termina con un desmadre absoluto sobre el escenario, con toda la banda corriendo arriba y abajo, un DJ Ashba que baja al público para tocar una parte del tema y una fiesta total y absoluta coronada por una lluvia de confetti.

En lineas generales, la gira actual de GUNS N’ ROSES es toda una experiencia. Obviamente, hace mucho tiempo que acabó 1992, y mucho más desde que 1989 nos dijo “adiós”. No son aquellos Guns, pero como dice el refrán, a falta de pan… No cabe duda de que la banda dejará al personal totalmente satisfecho en sus shows españoles junto a SEBASTIAN BACH.

Texto y fotos: Sergi Ramos (sergi@themetalcircus.com)

Promotor:Live

Asistentes:11000

Día:05/09/2010

Sala:Mediolanum Forum

Ciudad:Milan

Puntuación:9