La visita de GOTTHARD junto a UNISONIC ha despertado mucha expectación entre el público rockero. Los motivos son obvios: GOTTHARD vuelven a España (un país donde recientemente habían ganado mucha popularidad) por primera vez desde la inoportuna muerte de Steve Lee y por otro lado UNISONIC se presentan en directo con dos bazas muy importantes como son Kai Hansen a la guitarra y el repescado Michael Kiske a la voz. Sería faltar a la verdad decir que UNISONIC no eran un reclamo incluso mayor que el de GOTTHARD, pese a ser los co-cabezas de cartel. Tras la actuación de Michael Kiske y su nueva banda de hard rock, fueron varias decenas de personas las que abandonaron la sala de manera lo suficientemente notable como para tener que mencionarlo.

La velada comenzó a las ocho de la tarde con UNISONIC saliendo al escenario con la sala absolutamente llena hasta los topes. Más de 1000 personas en Barcelona le daban la bienvenida a un Kiske que demostró estar a la altura de las circunstancias pese al paso de los años. Es uno de esos casos en los que ves al tipo que está dándolo todo sobre el escenario y piensas “menos mal”. No sería una locura decir que Michael Kiske ha perdido 20 años de carrera de una manera muy tonta, pero sus convicciones personales pesaron más que su deseo por volver al rock o, mejor aún, al hard rock. A fin de cuentas, esos 20 años de alejarse del mundo del rock son los que probablemente le han permitido volver a él con fuerzas renovadas y manteniendo un rango y poder vocal que muy pocos vocalistas de su era, salvo Bruce Dickinson, aún mantienen.

Con el público volcado antes de comenzar, UNISONIC tocaron durante una hora y diez. Mayoritáriamente desgranaron los temas de su disco debut homónimo. Sonaron “Unisonic”, “Never Too Late” y la gran “King For a Day” de Hansen. El público demostró que se conocía bien el disco y que con dos pesos pesados como Hansen y Kiske tanto da que un grupo sea nuevo. El carisma de Hansen llevó el concierto adelante incluso con Kiske al frente, aunque se notó en todo momento que la química entre los dos es grande. El jugueteo constante de uno con otro durante los solos o los estribillos demostró que si algún amigo le quedó a Kiske de sus años en HELLOWEEN fue justamente Kai.

Tras “My Sanctuary”, llegó el turno de la primera versión de HELLOWEEN que sonó en el concierto y que fue un soberbio “March of Time”. La reacción de la sala fue de comprensible algarabía, aunque para nada comparable a lo que vendría al final del show. Mientras llegaba ese momento, la banda siguió tocando el resto del disco, con temas como “No One Ever Sees Me” o “Star Rider”. Ciertamente fue “We Rise” una de las más celebradas pero “Never Change Me” fue una de las que tuvo un significado más marcado saliendo de la garganta de un Kiske fiel a sus principios, aunque eso le haya supuesto perder muchos miles de euros a lo largo del tiempo.

La banda se retiró brevemente del escenario durante un minuto, para luego volver Kai Hansen y hacer un breve solo de guitarra que terminaría derivando en fragmentos reconocibles por todos y pertenecientes a la banda en la que el y Kiske crecieron como músicos. Un punteo insistente y cada vez más acelerado llevaría el solo de Hansen hacia un inevitable “Future World” que fue recibido con un estallido de alegría tremendo. Kiske hizo cantar al público los primeros versos, pero rápidamente comenzó a impregnar de su voz el mítico riff del tema. Y vaya si mantiene su rango vocal el gran Kiske. Acabó el tema y el público no dejaba de corear su nombre. Pero había algo más: sin mediar palabra comenzó a sonar “I Want Out” y la sala entera se vino abajo, demostrando el poder de los HELLOWEEN clásicos, a menudo infravalorado por la sosa carrera musical que ha tenido la banda en los últimos diez o doce años en comparación con sus gloriosos inicios. Cabe decir que Kiske se atrevió con el último agudo del tema, sosteniéndolo durante sus buenos diez segundos y provocando el aplauso ensordecedor del público. Mucha gente llevaba años esperando a verle en acción y no defraudó. Por una noche, aunque solo sea por una noche, todos pudimos experimentar el poder vocal incontestable de quien fuera la respuesta alemana al “air raid siren” británico.

Tras esto, muy bien tenían que hacerlo GOTTHARD para superar lo que acabábamos de vivir. Y aunque salieron a por todas, lo de Kiske fue demasiado grande como para pasar por encima. Se mantuvieron en un nivel que rayó lo excelente en todo momento (diantres, son GOTTHARD!) pero a medio concierto la cosa perdió un poco de gas, que terminaron ganando al final. Además de que, todo sea dicho, el guapete Nic Maeder, no es Steve Lee y eso pesaba sobre todos los asistentes. Vocalmente es perfecto, envidiable, pero Lee tiene una sombra muy grande y en ésta primera gira Nic tiene que luchar contra el obvio sentimiento de pérdida que los fans de la banda siguen manteniendo apenas dos años después de la muerte de Steve. Pese a ello, Leo Leoni salió a por todas, enfilándose al borde del escenario y arrancando los primeros acordes de un gran “Dream On”, con la que arrancaron el concierto. A lo largo de esta y de “Gone Too Far”, la banda entró en calor. Maeder rápidamente demostró que su voz es fuerte y que tiene los matices suficientes como para enfilar el setlist del grupo sin el menor de los problemas. De cualquier modo, brilla especialmente en las nuevas canciones que ha grabado con la banda, como “Starlight”, donde el público se volcó especialmente. “Top of The world” fue otro de los grandes clásicos que sonaron al inicio del show, para luego ponernos sentimentales de nuevo con “Remember It’s Me”. Fue un momento emotivo, la primera canción de la banda que surgió tras la entrada de Nic y el significado era mucho en el contexto de este show. Pero GOTTHARD son, ante todo, una banda de hard rock festiva y desenfadada, lo que demostraron con “Sister Moon”, la nueva y potente “Fight”, la clásica versión de “Hush” que el público coreó debidamente,  y nuevamente la emotividad de la ocasión se puso de manifiesto con “One Life, One Soul”. Volvieron de nuevo a su nuevo disco, “Firebirth”, con “The Story is Over” y “Shine”, para luego encarar el tramo más enérgico del show con “Fist in Your Face” (un riff que te empuja a saltar, sin duda), “Mountain Mama”, “Right On” y para terminar el himno “Anytime Anywhere”. Los bises consistieron de “Master of Illusion”, “Lift U Up” (fiesta absoluta) y “Mighty Quinn” para rematar.

Fue un concierto agridulce, en el fondo. La sensación de no estar viendo a la misma banda de siempre, aunque nos esforzáramos en mirarlos con los mismos ojos. Siguen siendo grandes, poderosos sobre el escenario, pero es como que falta algo. Y el problema tampoco es Nic. Tiene carisma, buena planta y propulsa la banda con energía. No se, será que estaba sentimental, oiga.

 

Texto y fotos: Sergi Ramos

Promotor:Txalupa Concerts

Asistentes:1000

Día:11/10/2012

Sala:Apolo

Ciudad:Barcelona

Puntuación:9