Un espectáculo tremendamente ameno y ligero. Lo que hacen estos señores es pura magia, y es que desde el escenario consiguen cautivar a todo aquel que les dedique tan sólo una discreta mirada.

¿Cuántas veces hemos ido a ver una banda, la cual nos llega a lo más hondo en estudio, con la esperanza de vivir una noche memorable y hemos salido fríos y decepcionados? Más de una, desde luego. Teniendo todavía reciente el parcial desengaño con mis queridos Agalloch en directo, uno tenía ciertas dudas sobre cómo defenderían God is an Astronaut su bandera de «banda emotiva» en vivo. No tardarían mucho en disiparse.

Apocynthion se encargaron de calentar motores con su delicado post-black metal de corte muy cercano (pese a que las comparaciones sean odiosas) a los franceses Alcest. Buen ambiente, excelente ejecución y una maravillosa confidencialidad con el público, que hizo que los madrileños se sintieran como en casa. A destacar el trabajo de Emroh a la batería, cuyas creativas líneas fueron la mar de interesantes de observar durante los escasos 40 minutos que la banda estuvo sobre el escenario. Muy recomendable pegarle una escucha a su nuevo álbum «Sidereus Nuncius» si no lo habéis hecho todavía.

Creo también conveniente hacer especial mención a El Altar del Holocausto, impresionante banda salmantina de Doom/Post-Rock que originalmente iba a tener el honor de ser los teloneros en ambas fechas en España pero que no lo fueron por el estúpido motivo de que Budweiser (organizadores de la gira) se negaba a incluir en el cartel a una banda con la palabra «holocausto» en su nombre. Patético. Todo nuestro apoyo a la banda desde aquí, que acaban de publicar ese tremendo álbum debut bajo el título de «-HE-«. Pese a todo, como ya he dicho, pudimos disfrutar de una gran actuación de Apocynthion aquí en Barcelona, y estoy seguro de que los muchachos de Jardín de la Croix harían lo propio en Madrid. Para que luego digan que no hay buenas bandas nacionales.

Cuando llegó el turno de God is an Astronaut, la sala estaba tan abarrotada que cualquiera hubiera pensado que el concierto era un sábado y no un lunes. Adornando el escenario con unos pequeños cubos de colores cambiantes, la banda salió a escena con la atmosférica «Weightless», que abre su último trabajo «Origins». A lo largo de la noche desgranarían prácticamente todos las canciones de este nuevo lanzamiento, intercalándolas cuidadosamente con temas más clásicos. Es de admirar lo bien estructurado que está el setlist de gira (dado que ha sido el mismo en todas las fechas), ya que logra combinar a la perfección el material antiguo con este «Origins» que presenta un enfoque renovado y algo distinto pese a no perder la esencia que los ha llevado a ser quienes son.

Pronto la conmovedora «All is Violent, All is Bright» nos sobrecogió con sus bellas texturas, pero también habría lugar para aquellos temas más animados y con toques de electrónica como «Transmissions», «Exit Dream» o «Spiral Code». El primer gran momento (con mayúsculas) de la noche llegó con la fantástica «Echoes», tras el apoteósico final de la cual no tuvimos más remedio que arrodillarnos ante la genialidad de los irlandeses. Lo fascinante de esta banda es ver cómo, pese a no practicar un género demasiado movido, desbordan energía volcándose en cada nota para establecer un estrecho vínculo con los allí presentes. De hecho, estoy convencido de que prácticamente cualquier persona, hasta sin ni tan siquiera haberlos escuchado antes, habría disfrutado mínimo en algún momento del concierto, sencillamente porque consiguen presentar un espectáculo tremendamente ameno y ligero. Lo que hacen estos señores es pura magia, y es que desde el escenario consiguen cautivar a todo aquel que les dedique tan sólo una discreta mirada.

«Calistoga», «Fragile», «From Dust to the Beyond»… la artillería parecía inagotable. Todos y cada uno de los temas elegidos fueron rotundos aciertos, y pese a que quizá quisieramos haber escuchado algo más de discos anteriores (eché en falta algo más de «The End of the Beginning» o algún tema de «Far From Refuge»). Durante toda la velada los juegos de luces fueron elegidos con un buen gusto espectacular y acompañaron en todo momento a los hermosos pasajes que la banda creaba con sus instrumentos, pero me atrevería a decir que unas proyecciones de fondo habrían ayudado a rozar la perfección.

En cuanto a figuras individuales, debo resaltar la soberana actuación de Niels al bajo, así como el trabajo de un Lloyd Hanney a la batería que, sin hacer grandes alardes de extravagante técnica, logra captar la atención de los oyentes con interesantes arreglos sobre la base más contundente y sólida que jamás podría pedir una banda de post-rock. Como novedad teníamos el hecho de que la banda se presentaba por primera vez en la península con su nueva versión de 5 miembros, donde al clásico trío fundador se les une el guitarrista Gazz Carr (más centrado en hacer delicadas melodías que acordes, faena que deja para los otros dos guitarristas) y un carismático Jamie Dean que parece haber tomado el rol de semi-líder pese a llevar apenas dos años el banda. Muy grande el momento en el que se bajó a tocar entre el público.

Cerraron el set principal con «Fire Flies and Empty Skies» y volvieron para rematar la faena con «Red Moon Lagoon», la sobrecogedora «Suicide by Star» (la mitad de la cual me la fastidió un inaguantable personaje que me tocó al lado que parecía no saber callarse) y la obligatoria «Route 666». Un brillante concierto al que sólo le pondría dos pegas: los constantes parones entre temas para anunciar el título de la siguiente canción (no es necesario, señores, estáis cortando ese ambiente que con tanto mérito habéis creado) y que se hizo demasiado corto. Esta gente debería dar conciertos de dos horas como mínimo, ya que consiguen que el disfrute sea tal que te dejes llevar por su exquisito ilusionismo sin apenas darte cuenta de cuántos temas han tocado.

Texto: Esteban Portero / Fotos: Vic A. Granell

Promotor:Mercury Wheels

Día:2013-10-07

Hora:19:30

Sala:Music Hall

Ciudad:Barcelona

Teloneros:Apocynthion

Puntuación:9