Tremendo concierto de power metal contemporáneo ante apenas un centenar de personas. El Dios Griego de la guitarra eléctrica vuelve a hacer un show digno del Olimpo de las seis cuerdas.

Después de que cautivaran al personal en un gran concierto en el Leyendas del Rock de este año, donde el escenario Mark Reale estaba hasta los topes para ver a la banda griego-alemana-española-africana-evangélica-apostólica-romana, uno esperaba que la inminente gira peninsular funcionase un poco mejor. Pero Firewind, por los motivos que sea, no consiguen acabar de cuajar cuando vienen en solitario. Ya hace diez años pude verles en un Salamandra con apenas 80 personas y, en este show de la sala Boveda de Barcelona, había apenas 100 personas de pago. Algo que, gustos a un lado, demuestra que la salud del metal no está tan bien como podemos creer con las cifras de asistencia que vierten los grandes festivales. Las giras de todo aquello que no sean los grandes clásicos o los nuevos valores de moda, cosechan asistencias misérrimas.

De no ser porque Gus G es un tio que viene desde abajo y no ha sido jamás flor de un día, conciertos como este podrían hacerle rendir a medias. Pero es sorprendente ver como un tipo que ha tocado regularmente ante decenas de miles con Ozzy Osbourne, no se amilana ante públicos relativamente estáticos y poco numerosos. El concierto de Firewind fue una lección de como hacer heavy metal contemporáneo de raíces clásicas con espacio para el virtuosismo menos cansino.

Firewind venían a defender su disco mas reciente, el solvente “Inmortals”. Salieron directamente con dos nuevas canciones, “Ode to Leonidas” y “We Defy”, con las cuales se situaron rápidamente sobre las tablas de la sala Bóveda. Un escenario que se les queda pequeño por espacio, aunque lamentablemente la convocatoria que tienen es la que es.  Con Henning Basse dividiéndose el carisma escénico a medias con Gus, el concierto fue entretenido. Basse no tuvo la mejor ecualización para hacer brillar su voz, ocultada bajo una maraña de guitarra y batería. En esta misma sala he visto el thrash brutote de Angelus Apatrida sonar como la opera en el Liceo, así que ante la duda, culpemos al técnico de la banda. Canciones especialmente cañeras como “I am the anger”, con profusión de doble bombo, fueron las que mas sufrió la voz de Basse para sacar la cabeza.

Como siempre, los temas más power y melódicos de la banda fueron los que mejor funcionaron, caso de “Hands of Time” o “Mercenary Man”, aunque evidentemente el momento de la noche fue la enorme “Falling to Pieces” con la que cerraron el show. Hubo espacio para lucimiento de guitarrista y teclista en sendos solos, breves y concisos, como deben ser. Al final, la gente viene a escuchar las canciones y los estribillos, por norma general. Además, en un concierto de Firewind cada solo de cada canción es una pequeña masterclass concisa y directa de guitarra eléctrica moderna. No cabe duda de que un sector del público tan solo se acerca a observar la excelsa digitación del maestro griego.

Una noche agridulce por la asistencia y por el sonido, pero satisfactoria por lo bien que Firewind funcionan como banda en directo. Se comen literalmente el escenario. Tanto que antes de los bises se llevaron un “oeoeoe” de esos que separan los conciertos mediocres de los que realmente consiguen conectar con el público. Es todo un misterio el por qué no funcionan mejor a nivel de público, especialmente teniendo en cuenta la ingente exposición pública que ha tenido Gus G gracias a sus años en la banda de Ozzy Osbourne. ¿No son buenos tiempos para el power? ¿O para los guitar-heros? Misterios por resolver. Al final, el mensaje que esto envía a cualquier banda de metal que arranca su carrera e intenta encontrar un público es de que no están tan mal las cosas para la escena local: si el guitarrista de Ozzy tiene que pasar por esto ¿qué no le va a pasar a grupos locales que se están situando todavía?

Promotor:Kivents

Día:12-10-2017

Hora:21:00

Sala:Bóveda

Ciudad:Barcelona

Puntuación:9