Alucinante, sin más a añadir. Este hombre es de otro mundo y a pesar de que puede que no haya inventado nada su combinación explosiva de blues clásico, onda sureña y Rock and Roll es una bomba de relojería. Si a ello le unimos personalidad, imagen y cierto glamour barriobajero estamos seguramente ante todo un futuro divo. Quien no conozca a Eric Sardinas debería apuntar bien el nombre y asistir a cualquiera de sus próximos shows pues, independientemente de que a uno le guste más o menos su estilo o no le convenzan sus discos, podrá disfrutar de un explosivo show que le dejará con la boca abierta.

Y es que así nos quedamos todos los asistentes al concierto del pasado martes en la ciudad condal, ojipláticos y entregados ante un gurú que, unido a los tremebundos Big Motor, ha conseguido una especial alquimia que es capaz de mover montañas. Olvidaros de su concierto como telonero de Steve Vai y de sus cameos en el escenario junto al divo de las seis cuerdas. 40 minutos de Sardinas no dan para nada, más que nada porque su show como cabeza de cartel roza las tres horas, y conseguir que en 180 minutos no baje ni la intensidad ni el fuego de la actuación, está al alcance de muy pocos.

Eric vive un cierto idilio con la Ciudad Condal pues hará unos años estuvo una semana entera en La Boite barcelonesa. Personalmente desconozco si hubo algo de excepcionalidad en el show de ayer, pero si este chico se entrega así cada noche es para no llegar a los 40. Los que hayan escuchado su último ERIC SARDINAS AND BIG MOTOR habrán notado un cierto giro estilístico hacia el R n R, totalmente acertado pues va a calar en un amplio sector de público algo reacio al blues clásico. No me quedo corto si os digo que es uno de los discos del año, pero tiempo tendremos en entrar en tan magna obra cuando realice su crítica, pues lo que nos ocupa ahora es uno de los mejores conciertos a los que haya asistido en mi vida.

Puntual, a las 22 horas apareció un Sardinas ataviado con su look sureño, armado con su preciosa guitarra curtida en mil batallas y respaldado por una batería y bajo con un groove alucinante. Desde la actuación de Suicidal Tendencies que no quedaba tan maravillado por una base rítmica tan rotunda. Sonido atronador en la más coqueta de las salas de Barcelona y con una audiencia que llenaba la sala y que acató al 100% todas las peticiones del divo. Actitud, feeling, presencia y una agilidad de dedos que echaba de espaldas. Ya lo dijo el bajista Levell Price: lo que hace este hombre es único, y ya en el segundo tema la sala vivía en silencio absoluto su primera intervención acústica, totalmente desnuda de electricidad y cantando a pelo ante un público que enmudeció. El arranque eléctrico y el subidón con la entrada de batería y bajo extasiaron al personal. Era un aviso, esa noche quedaría para el recuerdo. A pesar de que su disco ya está a la venta cayeron muchos clásicos de sus anteriores tres compactos y algunas visitaciones clásicas del género. “I Can’t Be Satisfied” o “Find My Heart” superaron de largo lo ofrecido en estudio.

Espectacular las labores de Patrick Caccia a los timbales y espectaculares también esas jams que se alargaban hasta el infinito sin caer en el sopor. Muy a pesar de que la voz de Sardinas no es nada del otro jueves siíque pega perfectamente con su estilo y con esas lecciones de feeling y movimientos dactilares con su slide guitar. “Texola” nos devolvió a sus anteriores trabajos y posteriormente cayó la enorme versión del “As the Crow Flies”, popularizada por Rory Gallagher, muy intensa y emocionante y en la que llegamos a uno de los clímax de su actuación. Cayeron también piezas clásicas atemporales de blues realizadas con respeto y tradición, como bien remarcan sus tatuajes. Hubo un guiño muy ovacionado a Johnny Winter, del que afirmó haber llamado por teléfono esa misma noche.

La complicidad con la banda es total y las bromas se sucedían tanto como los cigarros. Pura actitud por parte de unos músicos que gozaron de sus momentos de gloria en sus solos. El de batería resultó muy cachondo pues Patrick pareció que pedía ayuda pero simplemente lo que demandaba era que le pasaran el cubata. El gran momento de la noche fue la interpretación del “Gone to Memphis”, alargada hasta la saciedad pero deslumbrante como ninguna. Si alguien creía que los coros gospel serían enlatados debería ver como Patrick y Levell llegaban a los tonos de las coristas. Sencillamente espectacular. Pero la cosa no acabaría allí, los tres se acercaron a un micro, a media altura y a pelo continuarían con el tema; coros, destreza y el baterista golpeando el suelo y el pie de micro consiguiendo un sonido y una intensidad sincera y directa. Fue puro delirio.

Como podíais esperar los que ya habíais visto a este hombre sobre las tablas, es su habitual paseo por la sala mientras toca su vieja guitarra ante la mirada alucinada de los presentes. Ya sin camiseta y ante un mar de flashes se subió a las barras de la sala para obsequiarnos con sus maravillosos solos. El recinto entregado despidió a un hombre que debería ser en poco tiempo una estrella mediática. No faltó tampoco su solo con la botella de cerveza a modo de slide y entre ovaciones y vítores se puso un fin de fiesta que quedará para el recuerdo de todos los que allí estuvimos.

Repito y me haré pesado pero Eric Sardinas es toda una estrella en ciernes. Deslumbra, acapara miradas, es cercano y aturde como nadie. Parece que ha grabado ya un spot publicitario de cervezas y en poco tiempo debería consolidarse en el estatus que merece. Esperemos que con el tiempo no cambie porque visto lo visto la fama llama a su puerta a viva voz. Id a ver este hombre si podéis, su gira pasa incluso por tierras canarias y el estado de gracia que gasta es antológico. Como dijeron muchos tras la descarga… no hay palabras…

Jordi Zelig Tàrrega / Fotos: Sergi Ramos

Asistentes:500

Día:15/04/2008

Hora:22:00

Sala:Bikini

Ciudad:Barcelona

Puntuación:10