Entrega y dedicación hacen de The Flower Kings una joya en directo

Parece mentira, pero desde 2012 hemos tenido la oportunidad de ver a The Flower Kings en Barcelona una vez cada año. Recintos distintos, setlists distintos, pero un denominador común: la magia de Roine Stolt y los suyos en directo nunca falla. En esta ocasión, el lugar elegido era la sala Salamandra, en Hospitalet de Llobregat, y los invitados de honor eran los suecos Karmakanic. Cabe destacar el hecho que, originariamente, el encargado de abrir la noche era nuestro queridísimo Daniel Gildenlöw de Pain of Salvation, haciendo una actuación especial «and friends», pero su estado crítico le ha impedido formar parte de la cita.

La noche empezaba especialmente bien, con un sonido espectacular. Lo cierto es que a lo largo de ambas actuaciones, la sala haría gala de un excelente apartado sonoro que no recordaba tan bueno en Salamandra desde el concierto de Meshuggah en noviembre del año pasado. El concierto comenzó con «Tower One», primer tema de su último álbum, «Desolation Road». Durante poco menos de quince minutos estuvieron desgranando este tema, perfecto para inaugurar su repertorio. Al finalizar, Jonas Reingold nos explicaba que Roine estaba con la gripe, que por ello no iba a ser capaz de cantar la mayoría de temas, y que era posible que desapareciera entre temas para ir al backstage. Es de admirar que estando enfermo saliese al escenario y ofreciese una actuación tan impresionante conociendo su estado. La mayoría de sus líneas las tuvo que cantar Hasse Fröberg, pero de todos modos él intentó ofrecer parte de ellas, cantadas en un tono más grave que de costumbre.

Por este mismo motivo, Jonas también tuvo que ser el encargado de presentar las canciones, con un característico buen humor que hacía que nos sintiésemos absolutamente cómodos y relajados. Porque así son los concierto de The Flower Kings: una excepcional exhibición de dotes musicales colocada en un ambiente familiar, distendido y divertido. Continuaron con dos temas más de este último trabajo: el tema título y la emotiva «The Resurrected Judas»; ya que como nos explicaron, Felix Lehrman (batería de la banda), había tenido la idea de elaborar un setlist regresivo. Así pues, después de esto volvieron atrás a su anterior larga duración, el excelente «Banks of Eden», del cual el primer tema en sonar fue la colosal «Numbers», que constituyó uno de los mejores momentos de la noche con sus 25 minutos de duración.

«Rising the Imperial» le siguió, y es que ya se ha convertido en todo un himno de la banda. Dice mucho sobre la banda el poder dedicar más de una hora de su repertorio exclusivamente al material de sus dos trabajos más recientes y que el ritmo del concierto no se vea afectado por ello. Es evidente que la calidad compositiva de The Flower Kings no ha decaído con los años, y por ello se pueden permitir algo que para muchas bandas sería un lujo: que tres cuartas partes de un concierto consistan en canciones «nuevas» y la gente disfrute como si estuvieses interpretando clásicos de toda la vida.

A lo largo de los cien minutos que estuvieron sobre las tablas pudimos disfrutar del increíble nivel de los solos de Roine, que se vio ligeramente afectado por su estado físico (hubieron algunos resbalones que no pudimos obviar) pero cumplió su cometido con creces. También hay que destacar el excepcional trabajo que hizo Hasse a nivel vocal, llevando tanto sus líneas como la mayoría de las de Roine, mientras que por si no fuera poco, muchos no podíamos dejar de observar el maravilloso trabajo que hace Felix a las baquetas. Como antes decía, son una banda que te invita a relajarte y a quedarte pasmado con lo que son capaces de hacer. Los podríamos ver en directo cada semana y no nos cansaríamos.

Para el final dejaron su material más antiguo, haciendo un medley de la legendaria «Stardust We Are», «Big Puzzle» y «Garden of Dreams» que duró más de veinte minutos. Como broche final se procuraron un estupendo cover de Yes con la preciosa balada «Soon», que les quedó de maravilla. No hubo bises, y hay que mencionar que el setlist fue considerablemente más corto que la anterior ocasión en la que vinieron como cabezas de cartel (con Neal Morse tocaron todavía menos porque era cartel de co-headliner), detalle que suponemos que se debió al hecho de que Roine tuviese la gripe, ya que unos días antes habían interpretado un par de covers más: «Echoes» y «The Cinema Show». Fue algo triste no poder disfrutar de esas canciones en directo, pero creo que hablo por todos los asistentes al decir que salimos muy satisfechos del concierto: en primer lugar porque nunca defraudan, y en segunda instancia porque supieron solventar a la perfección un problema de salud que habría tirado hacia atrás a otros artistas.