Dos mil heavies de parche inundan La Riviera para disfrutar de Accept
En resumidas cuentas, un gran show de heavy metal de la vieja escuela, de ese que nunca falla ni decepciona a quien se anima a verlo. Sabes lo que hay, pagas por ello y te lo dan sin más, sin experimentos ni búsqueda de sensaciones nuevas. Solo himnos de tachuelas y puño en alto para dejarte llevar y disfrutar de un par de horas antes de volver a la rutina diaria. Se agradece que sigan existiendo bandas así.
Días después aún es difícil decidir que fue más salvaje: La tormenta que asoló la capital e inundo la M-30 o la descarga sin tregua del señor Wolf Hoffman y los suyos. Probablemente la segunda. Y es que la descarga de Accept en Madrid, igual que en su última visita hace casi cuatro años, tiene tintes de convertirse en uno de los conciertos de la temporada. No es difícil. Son muchos años de carretera, muchas tablas en los escenarios y ese gusto alemán por hacer que todo funcione como una maquinaria engrasada y que es capaz de hacer sonar bien una banda de heavy Metal en “La Riviera”. Y esa tarea no es moco de pavo.
No tuvieron tanta suerte los encargados de abrir la velada, los australianos Damnation Day, que sufrieron esa política de horarios restrictivos de la capital que obliga a empezar los concierto a la hora de la merienda, y que desemboca en que los teloneros, en la mayoría de las ocasiones, toquen ante una sala prácticamente vacía. Y si ya es difícil cumplir con las limitaciones luminosas, sonoras y de espacio en el escenario, imaginad lo que es hacerlo delante de apenas un centenar de seguidores de la banda principal. Digamos pues que los australianos cumplieron, con un set corto, sin complicarse la vida y sin calentar demasiado al personal. Ya tendrán mejor ocasión en otras batallas.
Y después de una sucesión de clásicos del género atronando la sala, salen a escena Wolffman y los suyos, dispuestos a comerse la sala que presentaba, ahora sí, el aspecto de las grandes ocasione (a pesar de la reciente “reducción” de aforo). “Stampede” y “Stanlingrad”, casi sin descanso, sientas las bases de lo que será el resto de la descarga. Sonido nítido y poderoso marca de la casa y ejecución casi perfecta (no es para menos) acompañados de actitud y saber estar, con un Wolffman pletórico y un Mark Tornillo que ya se sabe aceptado por los fans y que se ha liberado en definitiva de los prejuicios de anterirores giras. La sombra de UDO (no lo podemos negar) es alargada. Pero la noche del Sábado no lo fue tanto.
“Hellfire”, “Final Journey” o “Fast as a Shark” atruenan. Y el ritmo no decae en ningún momento de la actuación, llevándonos a un fin de fiesta épico con “Metal Heart”, “Teutonic Terror” y, como no, el sempiterno “Balls to de Wall”, capaz de hacer sombra a los relámpagos que atronaban la capital.
En resumidas cuentas, un gran show de heavy metal de la vieja escuela, de ese que nunca falla ni decepciona a quien se anima a verlo. Sabes lo que hay, pagas por ello y te lo dan sin más, sin experimentos ni búsqueda de sensaciones nuevas. Solo himnos de tachuelas y puño en alto para dejarte llevar y disfrutar de un par de horas antes de volver a la rutina diaria. Se agradece que sigan existiendo bandas así.
Texto: Fran Domingo / Fotos: Javier Bragado
Promotor:Madness Live
Día:2014-10-11
Hora:19:30
Sala:La Riviera
Ciudad:Madrid
Teloneros:Damnation's Day
Puntuación:10
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