De los grandes estadios latinoamericanos, a las salas de medio aforo en España: Catupecu Machu

Las muestras de agradecimientos de su cantante poniéndose de rodillas y golpeándose el pecho como despedida, son gestos que llegan. Poco les importó que el público fuera mucho más reducido de lo que están acostumbrado. La pasión que derrochan cuando actúan los hace muy grandes.

Es curioso cómo la música llega a formar parte de nuestras vidas, y los recuerdos que nos traen a la mente cuando conocemos un tema o una banda. En mi primer viaje a Argentina, tomando unas cervezas en una cálida noche de diciembre, en un pequeño bar en las inmediaciones de Puerto Madero, comenzó a sonar una canción con riffs arenosos y muy graves. Me llamó la atención el contraste con las melodías vocales limpias, a pesar de que el cantante no poseía un rango muy agudo. La banda era CATUPECU MACHU, y la canción se llamaba “El Grito Después”. Indagué más en su carrera y trayectoria, y ese grupo con nombre de un animal inventado, se encontraba celebrando su vigésimo aniversario, y me sorprendió la popularidad de la que gozaban en su país y en muchos países de América ( Colombia, Chile, EEUU, Guatemala, México, Paraguay, Perú o Uruguay, entre otros), y sus conciertos se celebraban en grandes estadios: River Plate, Luna Park … No creía que en mi vida iba a llegar a verlos en directo, a no ser que cambiara de residencia, ya que en Europa y en nuestro país eran más bien desconocidos.

Pero miren por dónde, unos pocos años después, estaban tocando “El Grito Después” como apertura de un concierto en una sala a veinte minutos de casa. Después de una intro cargada con los riffs y las sonoridades graves que los caracteriza, allí estaban en la sala La Trinchera de Málaga frente a poco más de un centenar de personas, dejándose el pellejo como si de otra noche de estadios se tratara. Y su pegada y su potencia se elevan al infinito en vivo. Poco a poco fueron atrapando a todos los asistentes con canciones de sus dos décadas de carrera, y “Confusión”, “Plan B: Anhelo de Insatisfacción” o una ascendente y mágica “Para vertiste hoy” nos fueron hipnotizando. Su gran hit “Magia Veneno” golpeó de llenó a un público mayoritariamente argentino, que no paraba de alentar y animar al cuarteto de Villa Luro. La añoranza de ver a una banda de tu país, a miles de kilómetros de distancia de tu tierra, era algo que se sentía en el ambiente. Lo curioso es que poder ver a CATUPECU MACHU en Argentina con un público de cien personas, es más propio de un concierto privado con un alto precio de entrada.

Las apasionadas interpretaciones y las anécdotas y agradecimientos de su vocalista y guitarrista Fernando Ruiz Díaz, se iban sucediendo sin parar. Una de sus historias justificaba un medley de versiones que tenían preparado. Contaba que en una ocasión, durante un concierto íntimo, miró hacia el público y vio como Ringo Starr tenía a una niña en sus brazos, y se la cedió a Charly García (una leyenda viva del rock argentino) para su sorpresa. Esa niña era su hija. Y así pasaron a interpretar unas versiones llevadas a su campo del “Across The Universe” de los de Liverpool, y “Hablando a tu corazón” de una de las figuras fundamentales de la música contemporánea de su país.

Pero si el concierto iba creciendo en potencia, el final fue de infarto. “A veces vuelvo” sirvió para remover a un público convertido en un compacto pogo, que lo estaba dando todo viendo que se acercaba el fin. “Dale!” puso literalmente la sala patas arriba, y entre medio incluyeron una versión del mítico “Blitzkrieg Bop” de RAMONES, con su teclista Martín “Macabre” González a la voz, que sirvió para seguir alentando a un alocado público que estalló con “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”. Mucho sudor en el ambiente para despedirnos de la banda con recuerdos a Gabi (anterior bajista y hermano del vocalista, que está inactivo desde 2006 por un grave accidente de tráfico), y promesas de una vuelta tras esta primera y reconfortante visita. Las muestras de agradecimientos de su cantante poniéndose de rodillas y golpeándose el pecho como despedida, son gestos que llegan. Poco les importó que el público fuera mucho más reducido de lo que están acostumbrado. La pasión que derrochan cuando actúan los hace muy grandes.