Yngwie Malmsteen: Habilidad a la guitarra a la altura del ego
El pasado sábado acontecía en la sala But de Madrid uno de los múltiples conciertos que esa noche se celebraban en la capital. En estos casos de tanta coincidencia suele ser complicado elegir, pero los cientos de personas que llenarían la sala But parecían tener muy claro que era al icónico guitarrista, Yngwie J. Malmsteen, a quien querían ver en la velada del fin de semana.
Hacía una década que el maestro de las seis cuerdas no pisaba territorio español para hacer un repaso de su trayectoria, por lo que la expectación era palpable. La capital se encontraba en medio del pequeño tour de tres shows que se llevaría a cabo en la península, siendo Bilbao y Barcelona las otras dos ciudades elegidas por el sueco.
Los errores de Yngwie
Pasaban unos minutos de las nueve de la noche, hora prevista para el inicio del show, cuando los miembros de la banda iban tomando posiciones en el escenario, bueno, o en una mínima parte de él; hasta que al acabar de trastear con la guitarra en la puerta de su camerino hiciera acto de presencia el señor Yngwie J. Malmsteen. El guitarrista se movía de un lado a otro, recorriendo casi la totalidad del espacio libre. Mientras tanto hacía sonar las cuerdas de su guitarra al tiempo que daba patadas al aire y lanzaba decenas de púas al respetable, que se afanaba en hacerse con alguna de ellas.
Si te presentas en un concierto de este hombre, has de saber previamente a qué vas a enfrentarte. En la mayoría de conciertos de metal los solos de guitarra son la excepción y no la regla: sirven para descansar y dejar volar la imaginación entre las partes más regladas y rígidas de los temas. Bien, con el ilustre Yngwie J. Malmsteen los solos no son la excepción, sino que, son, de hecho la regla. Sus solos son conocidos por su virtuosismo, pero tanto es así que al cabo de un largo tiempo resultan ser bastante soporíferos; aunque esto ya va en gustos. Hasta ahora todo son pequeñas contrariedades, pues si en los conciertos uno mira detrás de la música puede advertir detalles que engrandecen o empequeñecen a un artista, independientemente de la calidad de la música.
Lo primero es que dejó en ultimísimo lugar a su banda, a quienes ni siquiera presentó. Los músicos estuvieron todo el concierto relegados a una minúscula porción del escenario, donde Yngwie los acribillaba a miradas, a veces asesinas, a veces como perdonándoles la vida, por un minúsculo error. También al técnico, al no atender cuando Yngwie se disponía hacer uno de sus lanzamientos estelares de guitarra para deshacerse de ella.
Y lo segundo es tratar mal y hacerse sentir incómodo al personal de la sala donde tocas, los cuales trabajan duro para que tu concierto salga adelante. Por no hablar de querer hacerte la estrella en exceso, llevando 26 cabezales y 15 pantallas Marshall, enchufando únicamente un par a máxima potencia, dejando así al técnico de sonido una complicada labor a la hora de hacer su trabajo. Simplemente lamentable.
Los temas tras sus solos
En lo que se refiere al concierto,“Rising Fire”, tema que da título al primer álbum de su carrera en solitario tras abandonar Alcatrazz en el ’84, era la encargada de dar el pistoletazo de salida y romper el hielo en un más que cargado ambiente. Tras el tema que lleva años encabezando sus shows llegaban “Spellbound” e “Into Valhalla”, introductorias de “Soldier”, durante la cual, no conforme con deleitarnos con su guitarra se dispuso demostrar también sus capacidades vocales.
Apenas fueron cuatro veces las que se colocó frente al micrófono, ya que las labores de vocalista recaían la mayor parte de las veces sobre su teclista Nick Marino, quien recogería el testigo de las notas mal altas. Un gran trabajo aunque el micrófono suyo fuera prácticamente inaudible entre el resto de notas. Entre el público había quienes lo daban todo, rezumando entusiasmo por cada poro de su piel, y estaban quienes disfrutaban del concierto de manera más introspectiva. Pero todos ellos apreciaban a su manera el increíble virtuosismo a la guitarra del señor Malmsteen.
Era hora de homenajear a dos grandes de la música clásica: Johann Sebastian Bach y Nicolò Paganini con “Badinerie” y “Adagio”, perfectamente llevadas a su terreno, habituales en sus shows. Pero para clásico, esta vez en la extensa carrera del músico, se encontraba “Seventh Sign”, aclamada inmensamente como lo sería minutos después “Trilogy Suite”. Lástima que fueran cortadas tan abruptamente para dar paso a otro de los interminables solos.
https://www.youtube.com/watch?v=im-7QYZ9DVM
Una vez más otra forma equívoca de tratar canciones que han estado en lo más alto en la década de los 80 y los 90. Protagonistas fueron, por desgracia, los temas que forman parte de la etapa más reciente de Yngwie, bien sabido por todos que el par de álbumes que aquí se encuadran no son de copiosa calidad.
Atrás quedaron los tiempos en los que el señor Malmsteen compartía escenario con grandes músicos como Joe Lynn Turner o Tim “Ripper Owens”, esos que daban vida y hacían que sus actuaciones se salieran de las más absoluta monotonía visual, haciendo unos brillar a los otros. Solo de pensar en lo que podría llegar a ser ver a la excelencia de la guitarra, rodeado de prestigiosos músicos y con un repertorio que haga honor a su nombre, se me hace la boca agua. Se cerrarían de un plumazo muchas bocas y la mala reputación que le precede desaparecería inminentemente, una lástima que sean cosas que nazcan fruto de los deseos de la gente. Querido Yngwie, podrías ser el mejor guitarrista de la Historia, pero tu gran ego no te deja.
Texto y fotos: Tamara Ruiz
Promotor:RM Concerts
Día:2018-09-22
Hora:21:00
Sala:But
Ciudad:Madrid
Puntuación:6
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