Wardruna inaugura el Rock The Coast

Jueves 13 de junio, empieza la primera edición del festival Rock The Coast en la localidad andaluza de Fuengirola. El festival es directo desde el principio en lo que promete: tres días de sol, playa y metal.

Es difícil resistirse a ese reclamo, por lo que entiendo a la perfección las hordas de guiris finlandeses que, pronto por la mañana, empiezan ya a ocupar los chiringuitos y sombras de las playas cercanas al recinto a la espera de que abran las puertas. Aunque la cantidad de extranjeros es alta, también hay bastante gente del país: destaca especialmente el número de familias con niños pequeños que han decidido confiar sus vacaciones familiares a Madness Live!

Sol, playa y metal

Los locales y los veraneantes que ya han empezado a conquistar la Costa del Sol se miran con una mezcla de curiosidad y asomo la desfilada de gente vestida de negro, con greñas largas y tatuajes. Los bares de la zona han ampliado sus plantillas puntualmente para la ocasión, pero aún no tienen muy por mano cómo organizarse ante la disparada demanda de cerveza Victoria. Mañana habrá aún más gente. Será divertido.

Con bastante antelación respecto a la hora anunciada de apertura de puertas, la organización empieza a facilitar el acceso de manera controlada. Poder recoger las pulseras (incluido cargar los chips cashless) durante todo el día es un puntazo para evitar las aglomeraciones y, combinado con esta jornada inaugural, les ha permitido sacarse de encima el grueso de la pulseración. Las vías de entrada y salida son anchas y, aunque podrían estar un poquito más señalizadas (hay un vigilante que tiene que repetir las mismas indicaciones cada 30 segundos, pobrecito), dan sensación de respiro y seguridad.

Castillo Sohail (Foto: Lolo)

Hoy sólo se puede acceder al castillo de Sohail, emplazamiento idílico para el stage pequeño del festival. Desde los escenarios principales, que están ubicados prácticamente encima de la arena de la playa, se escucha Scorpions preparar su show de mañana. Entre las palmeras que los rodean, la organización ha puesto telas para dar algo de agradecida sombra al personal. Veremos si es suficientemente efectivo contra el despiadado sol español (hoy las temperaturas subirán hasta los 25 grados), pero ya solo eso es un signo de buen hacer por parte de los organizadores.

Finalmente, con bastante puntualidad, el acceso al Castillo abre puertas. Empieza la lenta desfilada cuesta arriba hasta esta fortificación pero, por suerte, hay opciones para que las personas con necesidades de movilidad puedan disfrutar de los conciertos sin preocuparse de la subida. Una vez llegados a la cima de la colina, cargamos pilas con una cerveza y una cena anticipada. Los precios son populares (4€ una birra) pero algo mejorables (2€ una botella de agua), especialmente teniendo en cuenta que se anuncia que no se puede entrar comida y bebida de fuera. Los foodtrucks son algo escasos y me preocupa cómo se van a aglomerar los hambrientos si no hay otras zonas en los escenarios de abajo. Eso sí, casi todos tienen opciones vegetarianas.

Empieza el ritual de Wardruna

Rodeado por las murallas de la fortificación, el patio del castillo de Sohail es el espacio perfecto para albergar shows como los de Wardruna o, al final del último día, Mayhem. Tiene una atmósfera especial que suma mucho a propuestas de este tipo. Mientras el recinto se va llenando, el sol se pone, sale la luna y el cielo detrás del escenario se tiñe de lila. Se puede palpar emoción en el ambiente.

Wardruna (Foto: Lolo)

Los noruegos, capitaneados por Einar Selvik, salen al escenario armados con dos grandes instrumentos de viento. Las notas graves que salen de ellos ponen los pelos de punta y nos trasladan automáticamente a otra época donde, como Einar mismo dirá al final del show, las cosas eran más sencillas pero no necesariamente más fáciles. Poco tarda en unirse el resto del grupo, formado actualmente por Lindy Fay Hella, Arne Sandvoll, HC Dalgaard, Eilif Gundersen y John Stenersen.

Wardruna (Foto: Lolo)

Durante hora y media, los de Bergen nos invitan a un ritual de adoración a figuras paganas, leyendas y motivos que, por lejanos que nos queden a nivel histórico y geográfico, siguen transmitiéndonos algo muy primal y esencial. Acunados por el sonido de instrumentos tradicionales como la moraharpa y el bodhrán, la voz desgarradora cargada de sabiduría arcana de Selvik se deja acompañar por los cantos rituales de sus compañeros.

Wardruna (Foto: Lolo)

Las luces centellean detrás suyo como si fueran fuego, y nos trasladan a bosques antiguos, campos de batalla teñidos de sangre y laderas heladas. La iluminación que acompaña el show es espectacular, y añade una nueva capa de emoción a la vez que no olvida dar protagonismo a todos los miembros de este proyecto.

Es difícil hacer sonar bien a tantos y tan variados instrumentos, pero el concierto tiene un sonido espectacular impropio de un directo de estas características. Especialmente (o, quizá, precisamente) teniendo en cuenta el espacio. El directo de los intérpretes brillan tanto cuando suenan juntos como cuando lo hacen por separado. La simplicidad hipnótica de los temas del nuevo ‘Skald’ se mezcla con la comunión minimalista de armonías arcanas y ritmos elásticos de sus otras composiciones (“Fehu”, “Dagr”, “NaudiR”, …) en una noche que pocos olvidarán.

Wardruna (Foto: Lolo)

A lo largo del show, los noruegos son parcos en palabras, encadenando un tema tras el otro sin decir mucho. La excepción es al final, donde sueltan un escueto “muchas gracias” que es recibido con un rugido de agradecimiento que les deja, por un momento, descolocados. No es de extrañar que el público se les eche encima pidiendo más: es la primera vez que Wardruna pisa territorio español, y había ganas de verles.

Wardruna (Foto: Lolo)

Deciden presentar otra canción, aunque los vítores de la gente no les dejen continuar hablando. Se trata de “Helvegen”, con la que Selvik nos invita a reflexionar sobre la vida y la muerte, y aprender del pasado. Finalmente, Selvik, a solas, se despide con una pequeña pieza skáldica, inspirada en la muerte de Ragnar Lothbrok (protagonista de la serie Vikings, a la que Wardruna tambien puso banda sonora).