The Cure muestra a Madrid la belleza de sus miedos
Si a Robert Smith alguien le hubiera dicho en el lejano 1976 que cuatro décadas más tarde iba a estar llenado estadios noche tras noche probablemente no se lo habría creído. Pero en esta vida hay gente que cambia el mundo, y lo hacen simplemente aportando su visión más particular del mismo. Una de ellas es el vocalista de The Cure, por lo que el reconocimiento a su trayectoria es altamente merecido.
En pleno 2022, tras haber dejado atrás la pandemia que marcará el inicio del nuevo milenio, los eventos en vivo se siguen sintiendo de alguna manera extraños. La afluencia fluctúa entre unos conciertos y otros, pero era de esperar que los británicos rozasen un «sold out» en el WiZink Center. A fin de cuentas, sería difícil imaginar la historia del rock n’ roll sin la figura de The Cure, y, siendo claros, de la música en general.
Como marca la tradición, The Twilight Sad abrieron la velada. Apadrinados del señor Smith, se han convertido en sus eternos teloneros, y sus actuaciones correctas con un recinto a media entrada, hace tiempo que aportan poco.
El principio del fin
Este tour pretendía ser una celebración a la desaparición del bloqueo mental que es evidente que sufre Robert Smith desde la salida de ‘4:13’ en 2008, aunque al adorado líder le ha vuelto a pillar el toro por enésima vez y ha tenido que echarse a la carreta antes siquiera de publicar los avances de ‘Songs Of A Lost World’, previstos inicialmente para octubre.
A pesar de todo, “Alone” que abrió la velada, “And Nothing Is Forever”, “A Fragile Thing”, “Endsong” o “I Could Never Say Goodbye”, elegía dedicada al difunto hermano del vocalista, recibieron la aprobación del público, aunque sin llegar a sobresalir en exceso. Son los riesgos a los que hace frente una banda cuando el ritmo de un álbum al año y las reinvenciones artísticas hacen una pausa cuando alcanzan un pico de popularidad, pero comienzan a perder fuerza como unidad creativa en el estudio con el paso del tiempo.
El primer gran momento de The Cure en Madrid vino con “Pictures Of You”, siempre infalible en directo y que aporta al espectador esas dosis emociones a flor de piel y adrenalina para afrontar las casi tres horas de show que quedan aún por delante. El quinteto de Crawley tira de fondo de armario para ofrecer una catarata de himnos sin apenas descanso, desde “Closedown” y “A Night Like This”, pasando por la icónica “Lovesong” hasta llegar a “Burn”.
El torbellino de graznidos, los etéreos graves y los agudos emitidos por Smith al flautín hubieran levantado al mismísimo Brandon Lee de la tumba de haber podido escuchar la interpretación de la BSO de la película que le costó la vida. Hubo momentos de bailoteo con “Push” o “Dog Shake Dog” pero también de pura abstracción con “At Night”, donde los pasajes atmosféricos solo dejaban entrever los pensamientos más apesadumbrados de Smith.
La inmediatez de cortes como “Charlote Sometimes” se intercalaron con piezas más complejas y extensas como “From The Edge Of The Deep Green Sea” creando una fluidez envidiable durante todo el grueso de la actuación. La inesperada “Faith” y «A Forest» fueron grandes protagonistas del segundo bis. Las líneas de bajo de esta última, a manos de Simon Gallup retumbaron en bucle el antiguo Palacio de los Deportes. Quien hace unos años decidió dejar The Cure con el «corazón apesadumbrado» anunció su regreso el pasado agosto.
El bajista lleva siendo el eterno compañero de fatigas de Smith casi desde los inicios de la banda, y parte fundamental del alma del grupo y su sonido en directo. Como bien llegó a admitir el propio líder hace unos años, «The Cure dejaría de llamarse así si él no estuviera». En general, apuestas por los largos desarrollos e introducciones y atmosferas que crearon un sinfín de paisajes- en ocasiones hasta demasiado densos-, que llevaron al espectador a un disfrute interno y personal.
Genios atemporales
Seguro que a cualquier persona le ronda por la cabeza encasillar a The Cure como una banda de los 80, pese a que las dos últimas décadas han traído más éxito a la banda que tiempos pasados. Aunque los pelos cardados de Robert Smith luzcan a día de hoy de color grisáceo, signo inequívoco del devenir del tiempo que revela una trayectoria de 40 años de vida, sus canciones siguen manteniendo un aura inmortal, influencia de generaciones pasadas y venideras.
La recta final llevaría por bandera el contar con los aquellos clásicos más apreciados de la banda. La tenebrosa nana “Lullaby” marcó el inicio de una cuenta atrás ineludible. Aun así, quién hubiera pensado jamás que plasmar en una canción cómo te engulle un hombre araña como plato principal de su cena pudiera tener algo de romanticismo. Pues lo tiene, y mucho.
Una festiva “The Walk” remarcó el poderío del legendario Roger O’Donnell a las teclas antes de enamorar por completo al personal con “Friday I’m In Love” (valga la redundancia, era viernes). Sonaban “Close To Me” e “In Between Days” y la poca angustia recalcada en los primeros actos del show se disipaba por completo para convertir las penas en el máximo de los jolgorios antes de aparecer “Just Like Heaven” y sus líquidos acordes joviales de guitarra; posicionado a pulso como uno de sus himnos por antonomasia.
“Boys Don’t Cry”, haciendo gala del debut ‘Three Imaginary Boys’ (1979), puso el broche de oro a una extensa velada, aunque no pudo hacer gala de su nombre, pues a más de uno seguro que se le escaparon las lágrimas ante tanto torbellino de perfectas emociones.
La trascendencia de The Cure no se queda estrictamente en lo musical. La estética de Robert Smith ha sido sin duda icónica dentro del gran abanico que el estilo gótico abarca, y también ha servido de influencia para la creación de personajes como el entrañable Eduardo Manostijeras de Tim Burton. El desdibujado rojo carmín de los labios de Smith ha trascendido año tras año junto a su sombra negra y su pelo cardado, creando un icono de personalidad que se ha mantenido con el transcurso del tiempo.
Quien se muestra como la persona más depresiva y la más feliz al mismo tiempo es capaz de enseñar todos y cada uno de los colores que en su conjunto forman el más puro de los negros. Las melodías de los británicos están cargadas de un melancólico magnetismo, y encierran la más pura belleza en el todo de su oscuridad. Aunque la tristeza sea un denominador común para muchas de sus canciones, de un concierto de The Cure siempre se sale mucho más feliz de lo que se entra.
Texto: Tamara Ruiz | Fotos: Nocnar Tosnophal
Promotor:Live Nation
Día:2022-11-11
Hora:18:30
Sala:WiZink Center
Ciudad:Madrid
Teloneros:The Twilight Sad
Puntuación:9
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