Steven Wilson pone en pie al Auditori de Barcelona
Segunda vez en menos de un año que el hijo prodigo del prog moderno visita nuestras tierras. Pese al poco cambio de repertorio muchos han sido los que no se lo han querido perder, ya sea por no haber podido estar ahí la vez anterior o por haberse quedado aquella con ganas de más.
Yo soy uno de esos que no pudo disfrutar la anterior visita del fundador de Porcupine Tree. De hecho, esta ha sido la primera vez que veía al inglés. Y creedme que me he quedado con ganas de más. Se esperaba nivel, pero como bien dejó claro Tamara en su crónica de la pasada noche en Madrid, lo de Steven Wilson es algo que debe vivirse al menos una vez en la vida. Pues va más allá de la experiencia clásica de concierto, ya sea por el uso de la producción y los visuales o bien por el nivel de técnica y perfección (nada fría, además) que hay en cada interpretación.
Wilson es un artista de los pies a la cabeza, y él lo sabe. Eso, llegado al estatus del que disfruta ahora, le ha permitido crear un discurso de personaje muy cómplice con su público fiel, y es que el inglés vino con ganas de charla. Su humor ácido casa a la perfección con su actitud desafiante. Y a su vez eso empuja en la misma dirección que su discurso artístico. A través de su espectáculo se busca incitar no solo al disfrute inmediato si no a la reflexión y el entendimiento.
Música más allá de lo sonoro
Estamos muy acostumbrados a ver montajes muy espectaculares en los conciertos. Y las técnicas que se han usado en esta gira no son ni mucho menos diferentes ni novedosas. Sin embargo, la cosa se pone interesante cuando se pasa del que al cómo. Y es que desde el minuto uno quedó claro que Wilson no busca la pasividad del espectador. La cosa empezó con el cortometraje titulado “Truth” que ya buscaba asentar un tono concreto (como bien se nos anunció previo inicio) para el inicio del concierto.
Los dos primeros temas, “Nowhere Now” y “Pariah” se interpretaron tras una cortina transparente que serviría para proyectar imágenes a lo largo de todo el concierto en diversos temas. En este caso fueron el lienzo sobre el que apareció Ninet Tayeb para interpretar en riguroso diferido sus fragmentos del segundo tema. Por desgracia esta vez no pudo acudir a la gira así que su aparición tuvo que quedarse en sus momentos del videoclip en pantalla grande.
A partir de aquí la cosa se ponía realmente intensa. Vivimos los primeros momentos explosivos de la noche. Sin apoyo visual más que el de un juego de luces a la altura de las circunstancias, se encadenaron “Home Invasion”, “Regret #9” y el primer tema de Porcupine Tree de la noche: “The Creator Has A Mastertape”. Casi veinte minutos de intensidad que al público le costó contener. Se empezaba a notar la barrera que creaba el estar sentado en un concierto de rock. El mismo Steven lo dijo: éramos la audiencia menos cercana del tour (Ojo, la segunda venida empezó hace dos días), pero entendía perfectamente que las condiciones así lo requerían. Cierto es que la comodidad es algo que apoya un concierto de casi tres horas como fue ese, sin embargo, este era el precio a pagar.
La chorprechita
Tras este bloque tocó la primera gran sorpresa de la noche. Acompañada de un visual melancólico y urbano, escuchamos “Don’t Hate Me”, también de Porcupine Tree. La cual no estaba prevista y fue recibida con entusiasmo pese a la melancolía que el tema desprende. El propio Wilson no paró de bromear en toda la noche sobre lo que nos entusiasma que nos deprima.
El primer tramo del concierto finalizó con “The Same Asylum As Before”, que contó con un videoclip tan inquietante como perfecto para la ocasión. Además, puso la nota más animada tras tanta desidia justo antes de que la cosa estallase con “Ancestral”, que es una absoluta bomba en directo. Tras ello, un descanso de veinte minutos que aprovechamos para estirar las piernas y coger fuerzas (o sea ir a por cerveza o en su defecto ir al baño) para la segunda mitad.
Lo bueno, si breve, dos veces mentira
De vuelta a la sala nos encontramos en pantalla la imagen de un ser encapuchado que a medida que pasaban los minutos se iba acercando más a nosotros. Cuando esta llegó volvió a empezar la cosa. Tengo que reconocer que no me hacía ninguna gracia que se hubiese sustituido “Arriving Somewhere But Not Here” por “No Twilight Within the Courts of the Sun”, tema que en estudio no me dice gran cosa. Sin embargo, me tuve que callar la boca, pues aparte de ser un tema perfecto para recuperar el ritmo tras un parón, estuvo coreografiada a las mil maravillas. La cosa empezó con un pequeño solo de batería al cual se unió el bajo, luego el teclado y por fin la guitarra de forma sucesiva hasta formar el primer tramo intenso de la canción.
Esta clase de planificaciones son las que hacen interesante de verdad esta experiencia. Esta búsqueda del detalle. Nunca es salir a tocar y ya. Wilson busca a partir del espectáculo dar una identidad propia a cada tema y crear para cada uno una atmósfera muy concreta que refleje la idea tras su composición. Iniciando “Index” con unos chasquidos muy peculiares consiguió junto a la proyección de imágenes del videoclip, el tema sonase mucho más turbio de lo que puede ser a simple escucha. Como el mismo tema dice Wilson es coleccionista… de momentos.
Era el momento para uno de los highlights de la noche. Todos en pie y a bailar entre colores con “Permanating” y su reminiscencia ABBA. Wilson ha conseguido tener su bombazo pop bailable que nos haga olvidar por un momento lo mucho que lo relacionamos con sentimientos más negativos.
Vuelve la cortina de las proyecciones para apoyar visualmente un tema que pese a lo denso podría haber resultado pesado. Nada más lejos de la realidad. “Song Of I” terminó siendo uno de los momentos de la noche, a base de bailarinas de neón conceptual expandiéndose a lo largo de la transparente pantalla alcanzando tamaños gigantes. Las proyecciones siguieron en “Lazzarus”, que emocionó al público a base de estampas familiares y una guitarra acústica directa al corazón. A juzgar por las reacciones de mi alrededor este fue el momento favorito de la noche para muchos.
Lo mejor de Steven Wilson en Barcelona
Sin embargo, para un servidor uno de los momentos que más grabados a fuego en la memoria conservará fue la poderosísima “Detonation” Sin duda una absoluta favorita del disco, pero que gana todavía más dimensión y empaque en directo y más acompañada de un vídeo en el que podemos ver la producción en cadena de un baile a ritmo de un tema que cada vez se va volviendo más y más denso hasta implosionar. Espectacular.
Esta segunda parte del show estuvo muchísimo más acompañada de apoyo visual que la primera. Fue así que pudo acunar algunos temas más complejos que podrían sobrepasar a estas alturas del show la mentalidad de muchos. “Song Of Unborn” volvió a emocionarnos, incluso más a muchos de lo que ya lo hizo “Lazzarus”. La culpa la tiene el visual que en este caso era especialmente bello. Para encarar el tramo final la cosa volvió a elevarse.
“Vermillioncore” fue el único tema con el que Wilson volvió a su EP “4 1 /2”, y aparte de hacer un uso muy interesante tanto de la pantalla de led trasera como de la cortina de las proyecciones, que se entrecruzaban entre sí, repartió caña para que el ánimo no decayese. Quedaba poco. Llevábamos ahí más de dos horas, pero a ninguno se nos estaba haciendo largo. La aclamadísima “Sleep Together” puso punto y final al segundo tramo. Los músicos abandonaron el escenario. Nadie se creyó nada. Y fue una suerte que los bises estuviesen más que pactados, por que el público se puso realmente agresivo con su partida. De no haber vuelto a salir aquello hubiese acabado en campo de batalla.
De vuelta y bajo un único foco que le dejaba solo en un escenario a oscuras, Wilson tomó el micrófono y nos contó cómo, para una vez que lee una review de un concierto suyo (sería un lujazo que te pasases por aquí, Steve) acabó rebotado porque en la misma se decía que había tocado varias covers de “Porcupine tree”. Así pues, a modo de gracieta dilatada en el tiempo, Steven se dispuso a tocar dos (remarcó más de una vez) “Covers”. Nos anunció que iban a ser “Even Less” de “Porcupine Tree” y “Blackfield” de los mismos “Blackfield”. Personalmente me dio la vida, ya que la primera era la caída del setlist que más me había dolido.
Cuál fue mi sorpresa al ver que, ni corto ni perezoso, Steven Wilson agarró la guitarra y se marcó literalmente una cover de la canción él solito con su eléctrica. Ya es mejor que nada. La cosa siguió con “Blackfield”, a la cual esta vez se le unió el teclado y nadie más. Ahí finalizó la broma, que fue graciosa, si, pero no puedo evitar haberme quedado con la espinita.
Volviendo a la normalidad, los dos temas que dieron broche de oro al concierto fueron los habituales. Una celebrada “The Sound Of Muzak” y acompañada de su precioso videoclip: “The Raven That Refused to Sing”. Esta última volvió a callarme la boca respecto a mis temores a si sería una buena elección para acabar un concierto. La respuesta es sí. El tema gana una inmensidad bestial en directo y se le da un protagonismo a la voz muy diferente a la versión de estudio, elevando la emoción de una forma más directa e inmediata. El cierre perfecto a una noche mágica.
Una vez abierto el melón sobre los pros y contras de disfrutar de un concierto así en butacas en vez de con la cercanía de estar en pie frente al escenario del Auditori Forum de Barcelona, todos aceptamos el ritmo al que debíamos tomarnos aquel espectáculo audiovisual que fue mucho más allá del concepto de concierto. Cierto es también que muchos echaron en falta temas, pero ante una discografía tan extensa y variopinta como la de Wilson, hay que ser realista y aceptar que el setlist perfecto no existe.
Texto: Titus Ferrer | Fotos: Sergi Ramos
Promotor:Madness Live
Día:2019-01-17
Hora:19:00
Sala:Auditori Forum
Ciudad:Barcelona
Puntuación:9
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.