Sôber: el día de la liberación en Barcelona
El concierto de Sôber en Barcelona es una de aquellas citas que quedará para el recuerdo, como si se hubiera parada el tiempo, y nunca hubiera existido una pandemia por el medio. Un viaje al pasado para mirar con esperanza al futuro.
Parece que poco a poco se va recobrando esa tan ansiada normalidad, también en lo que hace referencia a un mundo que lo necesita tanto como es la música en directo, tanto por parte de los artistas como del público, aunque la imagen que presentaba la céntrica sala de la ciudad condal en su apertura de puertas no invitaba precisamente al optimismo. Por suerte, no fue más que un espejismo ya que una vez el rock comenzó a sonar el calor fue lenta pero placenteramente apoderándose del lugar.
Contrabanda calentando los motores
Los encargados de abrir la balada fueron los madrileños Contrabanda, que no lo tuvieron precisamente fácil en su arranque pues prácticamente se podían contar a dedo las personas que allí se daban cita. Venían presentado su último compacto, ‘Ingrávido’, y dieron buena muestra de él descargando la mayoría de sus canciones con una inicial «La Señal» que les sirvió de carta de presentación sobre las tablas o una «Mala Suerte» que ya comenzó a calentar el, eso sí, poco ambiente que había en aquel entonces.
Composiciones como «Berlín» o la melódica «El Círculo se Cierra» sonaron francamente bien y la energía que derrochaba en todo momento Tony al micrófono se iba contagiando tanto dentro como fuera del escenario. Algo que quedó especialmente patente en su recta final, echando la mirada atrás a su anterior obra, ‘Retrophonic’, con puro rock ‘n’ roll de la mano de «Todo Acabó» y una «Miedo» que dejó el pabellón bien alto antes de su marcha, dejando un gran sabor de boca a una audiencia que, ahora sí, iba llenando la sala.
Una supernova llamada Bon Vivant
Los siguientes en unirse a la fiesta serían unos Bon Vivant que salieron a comerse el escenario y, sin duda, lo hicieron. Poco parecía importarles que su reciente ‘Supernova’ viera la luz apenas el día anterior, y al público, a juzgar por su reacción, aún menos. La eléctrica «El Fuego es Nuestro» marcó el pistoletazo de salida, muy bien secundada por una «Supernova» en la que se escucharon algunas voces des del público uniéndose a su pegadizo estribillo, con Charly López como maestro de ceremonia.
Uno de los momentos más emotivos de su corta pero intensa actuación vino de la mano de la preciosa «Gritale al Mar» aunque, por suerte, no fue el único corte que recuperaron de su anterior ‘Cuentos y Retratos’. Aunque los lógicos protagonistas fueron sus nuevas composiciones con «Lobos» y la potente «La Guerra a Oscuras» como perfectos ejemplos de ello, con una banda compacta, disfrutando y haciendo respetar a un respetable que tenía ganas, muchas ganas, de pasarlo bien. Y vaya si lo hicieron.
Como una poderosa tormenta eléctrica llegó el turno de «Hacia Rutas Salvajes», antes de realizar una última parada a su última obra con «Aves de Paso». Pero, desgraciadamente, todo llega a su fin y «Cuentos y Retratos» marcó el camino hacia este. Pero para ser sinceros, si hay que despedirse de algo en esta vida, que mejor que hacerlo con una bonita e intensa canción como banda sonora del momento. Ojalá les veamos pronto de nuevo por aquí.
La gran elegía de Sôber
La expectativa iba creciendo, y a estas alturas de la noche ya era máxima, así que cuando comenzó a sonar los primeros compases de «Mi Heroína» aquello comenzó a hervir como una olla a presión. Y no es para menos. Sôber vuelven a estar de gira, vuelven a Barcelona, y además lo hacen con un magistral trabajo bazo el brazo. Ellos lo saben, su público también, y «Elegía» desató la locura entre una audiencia que prácticamente llenaba el recinto y Carlos Escobedo no podía ocultar su satisfacción al ver las caras tan entregadas y felices de su público. La duda es quien le tenía más ganas a quien.
Pero si algo tienen los de la capital a lo largo de su extensa discografía son grandes canciones que no se pueden dejar en el tintero. Y no lo hicieron. La energía de «Vulcano» se desataba cual tormenta , el estribillo de «Blancanieve» sonaba como nunca con el empuje de centenares de gargantas haciendo temblar los cimientos del recinto y «Blanco y Negro» suponía una mirada a un pasado que siempre sigue presente.
Los acordes que salían de la afilada guitarra de Jorge Escobedo anunciaban la llegada de una celebrada «La Araña» a la que se le sumo la fuerza de su compañero de instrumento, Antonio Bernardini, aunque poco tuvo que envidiarle a la emotiva «Tic Tac», uno de los momentos de la noche y, ambas, pertenecientes a esa joya llamada ‘Superbia’ para el que parecen no pasar los años.
Como un desgarrador zarpazo llegaba el turno de volver al presente con una intensa «Verona» antes de sumergir aquello entre estremecedoras y oscuras «Sombras» que pusieron a cantar y saltar a todo el respetable. Y es que la simbiosis que la banda crea con su público es absolutamente demencial y se notaba, vaya si lo hacía, las ganas de concierto.
Fue entonces cuando las luces del escenario comenzaron a brillar como si de un electrónico baile se tratara al compás que marcaba la batería de un soberbio Manu Reyes. «El día de la Liberación» por fin llegaba, y de que forma, antes de que «El Hombre de Hielo» provocara, contradictoriamente, caldear el ambiente como pocas canciones son capaces de hacerlo.
La noche más corta
Se apagaron las luces y con su vuelta surgió la figura de Carlos Escobedo mezclada entre los suyos para cantar, arropado por el calor y la energía de centenares de voces, esa pequeña joya que lleva por nombre «Estrella Polar». Mágico. Y es que los de la capital montaron un pequeño set tan emotivo como íntimo al que añadieron la preciosa «Eclipse» en formato acústico y «La Escalera» que hizo subir hasta el cielo a más de uno.
Pero si una cosa tienen el cuarteto es caña. Y esta llegó recordando su mítico ‘Morfología’. Todo un viaje al pasado de la mano de «Abstinencia», «Caída Libre», «Condenado», «¿Qué Hice Mal?» y, como no, «Loco», que provocó que se perdiera el control de forma definitiva. El final se acercaba, irremediablemente, pero no quedaba otra que disfrutar de lo poco que aún estaba por llegar. Poco, pero bueno, muy bueno. Tras un breve bis la banda salió a por todas con una «Arrepentido», clásico entre clásicos que fue coreada de inicio a fin por absolutamente todos y cada uno de los que allí se daban cita.
Una escena que se repetiría con una belleza difícil de describir con palabras en «Náufrago», a la que se unió un Morti que jugaba en casa y que puso con su voz tan personal su granito de arena para hacer de aquel un momento aún más especial. Se despidieron con la imprescindible «Diez Años», dejando al respetable con la miel en los labios por la ausencia de la emotiva «La Noche Más Larga» por problemas de tiempo. Maldita paradoja.
Felicidad. Esa sería la palabra que mejor describe lo que ayer se vivió en Barcelona. Un concierto como los de antes, como si todo esto del covid y la pandemia hubiera sido una pesadilla, aunque, desgraciadamente no lo haya sido, ni lo sea, ni lo será. Pero por unas horas, todos los que se dieron cita allí, viajaron a un pasado que, aunque parezca mentira, no está tan lejos. Aunque lo parezca. Gracias Sôber porque una noche como esta hace mucho que no se vivía. Y se necesitaba, mucho. Así que, simplemente, gracias.
Texto: Lluís García | Fotos: Nocnar Tosnophal
Promotor:Eclipse Group
Día:2022-03-05
Hora:19:30
Sala:Razzmatazz 2
Ciudad:Barcelona
Teloneros:Contrabanda Bon Vivant
Puntuación:9
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