‘Mayéutica’ estaba llamado a demostrar su enorme valor una vez que se pudiese escuchar de un tirón, sin pausas, para que sus casi tres cuartos de hora se hiciesen cortos. Además si se completa con un repaso a la discografía de Robe como artista entonces ¿puede algo salir mal?

El concierto en el Pabellón de La Magdalena en Avilés tenía mucho de especial: primer concierto “serio” en un nuevo espacio (aquí hay que hacer un inciso: es un antiguo mercado de ganado reconvertido a espacio ferial y ahora sumido en un proceso de acondicionamiento para albergar conciertos), se podía estar de pie en un recinto cerrado y con laxitud absoluta respecto a la distancia interpersonal. Así que con estos mimbres se esperaba un buen cesto.

Este también soy yo

Con cerca de quince minutos de retraso se hacía la oscuridad y apareció el elemento maternal que define de forma visual la nueva gira, ese coño por el que fue pariendo uno a uno a los miembros de la banda de Robe mientras “Hoy Al Mundo Renuncio” (‘Destrozares’) iba cogiendo forma. Con “Guerrero” (‘Lo Que Aletea En Nuestras Cabezas’) y la vuelta a los Extremoduro de ‘Material Defectuoso’ de “Si te vas” el publico ya iba calentando de tal suerte que cuando Robe se arrancó con “El Cielo Cambió De Forma” (‘Destrozares’) ya casi no importaba el déficit de sonido que aún tiene este espacio y que está en trámites para solucionarse.

Un sonido demasiado empastado hacía torcer el gesto de los más exquisitos incluso cuando reaparecen Extremoduro y su apabullante “Golfa”(‘Canciones Prohibidas’) que unió a todo el pabellón en una marea de manos, una tormenta de coros que arroparon a la banda mientras duró. Poco a poco la incomodidad de un año y medio sin estar de pie se iba diluyendo entre los compases de “Contra Todos” (‘Lo Que Aletea En Nuestras Cabezas’), así el tour de force que fue “Locura Transitoria” hizo que la peña empezase a querer volver a ver juntos a Extremoduro ya que a que los cánticos de “Roobeee, Roobeee” sonaban más a conjuro que a pleitesía.

La banda, engranada al milímetro, ya estaba imparable, las ganas de lanzarse al ‘Mayéutica’ se les salían por los poros de la piel, no podían ir acelerados porque el ritmo de Robe no lo permite y cuando comenzaron con “Dulce Introducción Al Caos” ya hubo quien entendió que ahí estaba esa ‘Ley Innata’ que dicta cuándo un concierto se termina… al menos esta primera parte que ya llevaba bastante más de una hora y que dejó claro cómo entiende ahora Robe su pasado, una especie de duelo fraternal, que no fratricida, entre la banda de su sangre y el vuelo libre de su alma en el que las comparaciones y los cálculos de pesos específicos son cosa de zoquetes que no comprenden nada de cómo es Robe.

Robe (Foto: José Antonio Fernández)

Tras los últimos compases, Robe se dirige ¡por fin! al público para anunciar una pausa, que durará lo que dure, porque como decían los viejos tenderos de barrio “abrimos cuando venimos y cerramos cuando nos vamos, si vienes y no estamos, es que no coincidimos”, pero de la tienda de Robe todo el mundo controla sus horarios y nadie se pierde nada.

Mi yo absoluto

Esa pausa, interminable, eterna, exasperante al final, es, según entienden ellos, necesaria, para que el público limpie su mente de lo sucedido hasta ahora, saboree lo que acaba de suceder y se vaya preparando para lo que va a suceder, pues no es ‘Mayéutica’ un producto que se pueda paladear de golpe. Otros dicen que el merch y la cerveza no se venden solos, que hay que echarles una mano.

Robe (Foto: José Antonio Fernández)

Cierto es que hay connotaciones con trabajos anteriores, pero su entidad es individual y ajena a ellos. Así, cuando las luces volvieron a apagarse y la banda retornó al escenario fue cuando comenzó un nuevo concierto del que todo el mundo conocía el guión, el tempo y el final, un gigantesco spoiler que más que estropear la historia, provocaba la gana de vivirla con una intensidad absoluta, derivada del hambre de conciertos “como antes” que aún se tiene y Robe y los suyos estaban dispuestos ya a cebar a su grey con el contundente menú de ‘Mayéutica’.

Los aproximadamente cuarenta y siete minutos siguientes fueron una absoluta catarsis colectiva entre el público y la banda. “Interludio” ya provocó la rendición de quienes (pocos) bufaban por la elección del setlist anterior. Ya se empieza a intuir que en directo, este trabajo se crece consciente de que es el mejor engendro parido por Robe en su carrera en solitario, un animal que irá creciendo concierto a concierto arropado unas veces por unos hermanos mayores y otras por algunos diferentes, pues los dos setlists que está manejando Robe en esta gira hace casi necesario verlo en las dos ocasiones en que presenta uno y otro para así tener la verdadera y total visión de cómo muestra hoy en día su legado.

Robe (Foto: José Antonio Fernández)

“Después De La Catarsis” ya dejó claro que los enlaces entre tema y tema del directo tenían su punto especial y que los desarrollos extensos son el terreno donde Robe se maneja de forma más fluida sobre el escenario. La gente botaba y botaba para luego mecerse como  juncos y volver a botar y botar haciéndose uno con la banda mientras conformaban la parte sólida del sonido, la versión visual de la música que brotaba del escenario.

El entrenamiento para la absoluta demolición que vendrá después fue “Un Instante De luz”, el Segundo Movimiento de Mayéutica y, sí, la audiencia bailaba como una puta loca, cuellos descoyuntados, caderas dislocadas y gargantas quemadas deseando descansar, pero ese momento ya vendría, aún quedaba mucho por delante antes de poder parar, cinco minutos de batalla total que desembocaron en “Un Instante De Luz”, el momento en que los flashes de los móviles trabajaron a destajo desterrando a los antiguos mecheros. Más botes, infinitos saltos… la voz de Robe pugnaba por sobresalir a la de todo el público unido, ya poco importaba que el sonido no hiciese honor a lo que esta banda merece, pero bueno ¡es lo que hay! Lamentarse solo provoca desperdiciar lo que está sucediendo y no están los tiempos para tanta estupidez.

Robe (Foto: José Antonio Fernández)

Sí, sí, Robe y su banda son los dueños de las emociones ajenas, manejaron al público como un director a una orquesta y el Cuarto Movimiento, “Yo No Soy El Dueño De Mis Emociones” fue el momento del show. Todo lo sucedido hasta ahora se apagó. Los debates por la calidad de la cerveza que se servía, lo flojo del sonido, las locuras iniciales para lograr aparcar… ya no quedaba rescoldo de nada, la petición que más se aceptó fue la de que este concierto no podía terminar…

“Coda Feliz”, ahora todos son ya adictos a ‘Mayéutica’, quienes allí estaban para ver cómo se desenvolvía este disco en directo lamentaron escuchar cómo poco a poco el final de esta obra llegaba y la banda se despedía para volver, pero el tiempo de saborearlo ya había pasado y quedaba tan solo esperar los golpes finales.

Y si no te gusta como soy…

Breve en comparación con la anterior fue esta espera. De nuevo resurge Extremoduro, ese de ‘Yo, Minoría Absoluta’ con “Stand By”, una acertada elección, comenzar suave, calmados, contenidos… que todavía se sacudía en el interior del público lo vivido hace unos minutos, y sin salir de esta minoría “La Vereda De La Puerta De Atrás” se abrió para elevar un tanto el ritmo, pero lo justo nada más, que ya se llevaba encima un buen tute y no hacía falta más.

Robe (Foto: José Antonio Fernández)

Se abrieron las apuestas sobre qué vendría ahora y la banca de Robe Iniesta ganó: “Y Rozar Contigo” (‘Lo Que Aletea En Nuestras Cabezas’) comenzó a sonar, no hubo decepciones, pues quien esperaba algo más de ‘Destrozares’ no pudo sentirse defraudado ya que sonó absoluta, elevó y bajó a tierra a quien quiso vivir su ritmo alternante para dejarse posar en el tema final, aquí ya nadie se atrevió a apostar cuando sonó “Ama, Ama, Ama Y Ensancha El Alma” quien más y quien menos ya intuyó que aquello no daba para más, que tanto daría gritar y corear “Otres Tres”, ese cántico con el que en Asturias se pide a los músicos que no paren, que sigan, que la gana de fiesta está intacta.

Así fue. Despedida y cierre. Hasta aquí hemos llegado. Robe volvió a dejar claro que para poder comprenderlo, si es que eso es posible, hay que aceptar todas sus aristas, la de leyenda del rock canallesco patrio, la de diva presuntamente humilde de su obra personal y la que en la actualidad parece sentarle mejor la de artista de difícil clasificación que hace, dice, deshace, desdice a su total antojo. Todo esto y más es lo que sus seguidores demostraron que no les importa un bledo, que los conciertos de Robe y su banda son una experiencia total en la que una banda enorme y genial flaquea a es líder para dejar, cuando todo es oscuridad, el grato recuerdo de un buen concierto del que los peros quedaron encerrados en esa oscuridad.

Texto: Toni de Lola | Fotos: José Antonio Fernández

Promotor:El Dromedario Records

Día:2021-11-12

Sala:Pabellón de La Magadalena

Ciudad:Avilés

Puntuación:8