Resurrection Fest 2019: La tormenta no pudo con Slayer y Parkway Drive
La primera jornada oficial del festival gallego ha sido pasada por agua. Los asistentes no se esperaban tras una calurosa mañana que terminarían el día con una gran tormenta eléctrica que ha mantenido paralizado el festival durante más de 45 minutos.
Este delicado inconveniente, teniendo en cuenta que entra en juego la seguridad de mucha gente, ha sido solventado por la organización de forma muy positiva. Los asistentes han sido pacientes con los retrasos en los horarios y han aguantado el chaparrón (literalmente) a pesar de todos los inconvenientes. Finalmente, el problema se ha solucionado y las consecuencias han sido insignificantes.
Por otro lado, también han tenido que enfrentarse a algunas dificultades técnicas en el Ritual Stage, pero sin ningún problema irreparable. El gran cartel de la jornada, sumado a la apertura total del recinto y sus originales cambios decorativos, y la emoción del primer día (sin contar la Warm Up) han subido los ánimos para sobrellevar lo que se pusiera por delante. En este jueves tormentoso han destacado unos pacientes Slayer y Parkway Drive y unos impresionantes Crystal Lake y Gojira, que tampoco han defraudado. Aquí va el resumen de la primera jornada completa:
Primera ronda del Ritual Stage: Lóstregos
La banda gallega de black/death pagano son los primeros en actuar en este escenario, al que salieron a darlo todo ante un público que, a pesar del calorazo de la hora de comer, disfrutó de su actuación repleta de buena técnica vocal e instrumental en un breve pero intenso concierto.
No hay escenario grande para Trallery
Trallery salieron a reventar el Main Stage bajo el caluroso sol de las 15h de la tarde. Pese al clima en el momento y a la temprana hora, un par de centenas de curiosos no quisieron perderse el potente show de la banda. Para tratarse de un trío, su fuerza y potencia sobre el escenario llena el Main con creces, y el resultado de su público no se hizo esperar.
A lo largo del directo fueron apareciendo más curiosos, creando una afluencia mayor de lo habitual a primera hora de la tarde. Combinando momentos más potentes y otros más relajados, el dinámico directo de la banda no decepcionó al personal. Vinieron presentando su segundo álbum, ‘Spiritless’, además estrenando el Main en esta edición. La calidad técnica de la banda permitió que gran parte del directo fuera puramente instrumental, en toda una demostración de puro metal. Sin embargo, la potencia vocal que ofrecieron tampoco pasó desapercibida. Trallery demostraron que 3 son suficientes para reventar un escenario.
Meltdown: contra viento y marea
El quinteto guipuzcoano Meltdown lleva labrando su destino en la escena metalcore estatal a base de multitud de giras y un certero trabajo comunicativo a la hora de trasladar al público su apasionado concepto grupal. Sin embargo, en Viveiro, la calidad del directo es lo que se valora por encima de todo. La banda tuvo que hacer frente a un accidentado arranque de concierto, en el que el sonido de la PA se apagó hasta en tres ocasiones durante los dos primeros temas de actuación. Esto causó frustración a partes iguales entre músicos y público, pero, lejos de amilanarse, el quinteto de Hernani salió a por todas y se ganó la aprobación del respetable.
«Gears», «Rip Out My Eyes» y «Oxymoron» brillaron especialmente en los breakdowns, pasajes en los que el grupo sonó con mayor poderío. Durante su actuación, el sonido conjunto no llegó a estabilizarse del todo, pero el ataque sin descanso de la joven formación provocó sendos circle pits y vítores de admiración entre los asistentes. La melancólica sección de guitarras limpias de «Skull of Stone», donde la banda amplía sus horizontes musicales, fue uno de los momentos más señalados de su actuación, junto al final con la versión del clásico de Linkin Park, «One Step Closer».
Uno, dos, tres, ¡Catorce!
A la que normalmente denominados la «hora de la siesta», los sevillanos Catorce se disponían a dar lo mejor de ellos en el Chaos Stage. Les ha costado nada menos que doce años tocar en el Resurrection Fest, pero por fin han podido hacer su sueño realidad, pues decenas de personas han podido disfrutar de la presentación de su tercer álbum «Arcadia». El trío de rock alternativo/emocore dio forma a un buen show con temas como «Myria», «Nuevacosta» o «Farsalia». «La Herida» ponía punto final a cuarenta minutos de concierto, que dejó al público con más, pues aplaudiendo pedían a gritos otro tema más.
Cane Hill: La nueva era del nu metal
Primera visita de los norteaméricanos Cane Hill a nuestro país. Para muchos su irrupción en el cartel del Resurrection Fest fue su carta de presentación, ya que he conocido bastante gente que se ha aficionado a la banda en los últimos meses. También jugaba a su favor el gran disco que presentaban: ‘Too Far Gone’ contiene esa mezcla de Groove y Nu Metal característica, pero más refinada que en su debut. La hímnica “Lord Of Flies” fue la gran triunfadora del inicio del show, donde la base rítmica fue una apisonadora que se llevaba todo a su paso. El vocalista Elijah Witt demostró poder transmitir la misma fuerza en vivo que en el estudio -cosa que no todos pueden decir-clavando las melodías y los growls.
La cuasi industrial “Ugly Model Mannequin” o “It Follows” fueron otras de las que levantaron pasiones, con un respetable que sabía que aquello iba a durar muy poco. Pese a que a la hora no acompañaba en absoluto, las primeras bandas del jueves siempre juegan con el viento a favor, ya que el público está ansioso de decibelios y ajetreo, y si encima lo bordas pues chapó. El final llegó con “Too Far Gone”, el tema homónimo del último disco, con su aire a los Korn del ‘Serenity Of Suffering’, y fue jugar a caballo ganador. Mucha atención a los próximos pasos del cuarteto de Nueva Orleans, que están en esa delicada transición hacia el tercer disco, donde puedes irte al estrellato o a la nada. En breves saldremos de dudas. Si su directo mantiene este nivel la balanza tiende hacía el buen lado.
Main Line 10: hardcore «made in Baleares»
La ya casi veterana banda mallorquina (fundada en el ya lejano 2005) Main Line 10 fue una de los encargadas de agitar la media tarde del jueves. Su hardcore melódico, heredero de bandas como Rise Against o A Day To Remember, hizo disfrutar a los pocos asistentes al Chaos Stage en ese momento. Riffs sencillos pero contundentes, estribillos simples o baterías con un contenido punk acusado, que proporcionan esa sensación de dinamismo y vitalidad, eran las señas de indentidad de unos músicos -encabezados por el guitarrista y vocalista Adrián Jiménez- que intentaron comerse el escenario en busca de nuevos fans por el noroeste peninsular.
Desgranaron alguna de sus canciones mas conocidas, como «Survive», «Rise To Fall»o el cover de Oasis «Wonderwall», mientras las gotas de sudor le caían por la frente, señal de que no se dejaban amilanar por la situación. Un sonido que quizá pecaba de exceso de volumen y la típica «bola» del Chaos Stage hizo que alguno casi se quedara sordo. Caras de felicidad entre los músicos mientras se despedían, no sin antes presentar una composición nueva que saldrá en su siguiente LP, y es que tocar en el Resurrection Fest es siempre un placer.
Crystal Lake: la perfecta combinación de potencia y melodía
La banda nipona de metalcore que está arrasando por donde pasa ha hecho su esperada parada en el festival después de una pequeña gira Route Resurrection los días previos al Resu. Crystal Lake tenían las de ganar, están pasando por un gran momento en su carrera y tienen al público en el bolsillo allá donde van. A media tarde salieron al Main Stage dispuestos a reventarlo. En esos momentos, el calor ya había dado paso a la lluvia (aunque todavía era tolerable) y la gente acudió en masa hacia el escenario principal para no perderse a los nipones.
El directo de la banda se puede definir como pura potencia, brutalidad y energía. Pese a la temprana hora, antes de la noche, el público era abundante y se dejaron la piel. El original sonido de la banda, plagado de diversas influencias y añadidos melódicos, sumado a su brillante técnica, dieron como resultado un show de sobresaliente con una riqueza sonora excelentemente ejecutada. Fueron la perfecta combinación de potencia y melodía, llenando el escenario principal para un público entregadísimo. Una batería incombustible, guitarras afiladas, un bajo potente y unos guturales impactantes dieron este excelente resultado. Vinieron presentando su nuevo disco, ‘Helix’. En su setlist se pudieron escuchar canciones como «Agony», «Lost In Forever» o «Apollo», en un directo para el recuerdo.
Bones of Minerva brilla bajo la lluvia
Mientras el principal foco de atención se situaba en el tablado principal y Crystal Lake, el Desert Stage acogió uno de los conciertos más atrevidos e insólitos del festival. Y es que la banda madrileña Bones of Minerva es la única en la presente edición formada íntegramente por mujeres. Pero, más allá de cuestiones de género, cabe resaltar el buen hacer musical del propio grupo. Su particular estilo, que entremezcla pasajes de gran groove con otros más anárquicos y rabiosos, generó el furor de los allí presentes. El cuarteto se mostró inspirado y con gran confianza a la hora de defender su ecléctica propuesta.
Mención especial a la vocalista que, además de ofrecer una impecable interpretación tanto en líneas melódicas como en guturales, presentó mediante la comunicación corporal un amplio abanico de emociones relacionadas con los pasajes musicales. La llovizna hizo acto de presencia justamente antes del arranque de su concierto y los encargados de barra del Desert Stage entregaron chubasqueros a los allí presentes, gesto muy de agradecer considerando la posterior deriva de la velada, pasada por agua.
Altarage: misticismo y sonidos extremos
Ocultar identidades suele ser uno de los recursos que mayor misterio otorga a una banda musical, más si cabe en directo. Partiendo de esa idea, el trío bilbaíno Altarage emplea su oscura estética para crear una atmósfera singular en torno a su musica. La propuesta de los vizcaínos, basada en el death y el black metal, ostenta un tremendo poderío sonoro debido a la precisión interpretativa de sus artistas.
Los riffs de guitarra y los ritmos extremos de batería, ejecutados a una velocidad trepidante, retumbaron de forma apabullante en los oídos del personal. Una sesión nocturna es lo que hubiera faltado para redondear su cuidado espectáculo. Hacer seguimiento de la escena metálica del País Vasco y fijarse en el material que los músicos utilizan es suficiente para entrever la identidad de las personas tras las máscaras, pero su creatividad y el concepto artístico que defienden debe prevalecer por encima de cualquier misterio.
Kitai y su arrolladora personalidad
A resguardo de la lluvia, en la carpa del Chaos Stage, los seguidores de Kitai se abarrotaron para darlo todo. El atronador sonido de la carpa impidió apreciar matices, pero la potencia quedó bien representada. El particular y personal sonido de la banda, junto a su simpatía, transmitieron mucha fuerza y buen rollo. Pese a su breve carrera, su estilo es muy distintivo. Se caracterizaron por su bajo prominente, una percusion sencilla y pegadiza, unas guitarras que juegan entre la sutileza y la tralla y una voz versátil y original.
Han sido un descanso ideal entre conciertos de géneros mucho más extremos, amenizando la jornada permitiéndonos disfrutar de un show de rock en español con marca propia. El sonido de la carpa provocó algún que otro desajuste en los graves en determinados momentos, sin impedirles seguir dándolo todo. Cuando llegaron los momentos previos a Gojira y muchos asistentes salieron de la carpa, animaron a los que quedaron sacando la batería para terminar una canción tocando sujetado por el propio público. En su animado directo sonaron canciones como «Fuego En La Radio» o su propia versión de «Killing In The Name».
Caboverde: lo accesible no quita lo bueno
El nuevo proyecto musical de Juan Blas (Minor Empires, Nothink…), Caboverde, bebe de las aguas del rock y el pop alternativo, fabricando texturas y armonías más cercanas al indie que al metal. Su disco debut se titula ‘La Peor Versión De Nosotros Mismos’ y data de 2018. Contiene algunos cortes que presentaron este jueves en Viveiro, de los que destacaron la intimista y pegadiza “Terracota” o la más agitada “Seguir Vivos”.
Fueron una de los grandes descubrimientos de esta edición del festival, donde doy por seguro que ganaron un buen número de fans. Mención especial para las letras, bien trabajadas y con mucha mención humanista, las cuales merece la pena leer con calma en el sofá de tu casa. Musicalmente impecables también. No coparan ningún titular en ninguna crónica de este festival, pero se pueden ir contentos a casa después de un magnífico trabajo realizado.
Gojira: aprobado raspado
La actuación previa al cabeza de cartel en el escenario principal corría a cargo de Gojira. Los franceses son una de las bandas de metal con más proyección en los días que corren, aún así es bastante complicado verles si no se acude a alguno de los festivales veraniegos. Su última visita fue sin embargo teloneando a Iron Maiden en el Wanda Metropolitano de Madrid, donde su propuesta no terminó de calar.
Sin embargo en el Resurrection Fest siempre son un acierto, aunque en esta ocasión su concierto transcurriera de una manera más lineal. El motivo es simple, su último ‘Magma’ cuenta en sus composiciones con más elementos más melódicos o progresivos, que llevados al directo, como en este caso, rebaja el nivel de crudeza.
Buena muestra de este álbum fueron «Silvera» y «The Cell» que derivaron el concierto hacia un sonido más atmosférico.
La ecualización en ocasiones no les favoreció del todo, haciendo que los asistentes no acabasen de meterse de lleno en el show. Un espectáculo que estuvo protagonizado también por los cañones de fuego y humo, una pena que al ser todavía de día el juego de luces no aportara el dinamismo suficiente sobre el escenario. Aunque no Gojira esta vez no hayan dejado tan buen sabor de boca como lo hicieron en la edición de 2016, su particular estilo siempre es capaz de agradar el cierta medida de la manera que sea a sus seguidores.
Toundra: desviando la atención
La etapa actual de Toundra se caracteriza por su salto cualitativo. La banda madrileña ha pasado a ofrecer conciertos selectos en grandes salas y teatros, llevando su producción al siguiente nivel en todos los sentidos. Y precisamente por ello choca de forma aún más impactante toparnos con una situación en la que la banda es parcialmente ignorada mientras desgrana su repertorio a los cuatro vientos.
La vuelta de la formación instrumental a Viveiro se materializó en un concierto al aire libre en el Ritual Stage, ante algunos asistentes que presenciaban con entusiasmo su buen hacer y otros muchos que lo afrontaron como simple pasatiempos, música de fondo adecuada para seguir con sus conversaciones personales. El concierto de Toundra fue certero e inspirado, muestra del gran estado de forma en el que la banda se encuentra actualmente.
Los pasajes más sentidos con guitarras limpias se entremezclaron de forma orgánica con las más cercanas al doom, que sumergieron al personal en su particular trance. Lamentablemente, el clima generado por la falta de atención y respeto de parte del público hacia la banda, mermó la conexión entre artistas y espectadores. Pudo haber sido mucho más intenso y emocionante.
Cró!: Psicodelia y experimentación
Los vigueses Cró! eran una especie de rara avis en un festival como el Resurrection Fest. Su amalgama de estilos que convergen en rock progresivo, pero que se dispersan hacía un sinfín de subgéneros, llenos de intensidades y texturas diferentes, quizá no fuera lo primero que alguien se imaginaría escuchar en un evento de música extrema. Vinieron a Viveiro a presentar su disco ‘Mounstros’ (2016), en donde comparten espacio letras en gallego e inglés, en un alarde de originalidad.
Que se solaparan con sus compañeros de Toundra (que estaban a la misma hora en el Ritual Stage) quizá no fue beneficioso para los gallegos, a sabiendas que comparten target de público, esos oyentes amantes de los sonidos más experimentales del rock. Y si encima le sumamos la lluvia, que empezó a caer con fuerza, pues no parecía la mejor situación para dar un buen show. No se puede decir que abarrotaran el Desert Stage, pero sí que hicieron disfrutar a su parroquia, con sonidos más intimistas. Sus incondicionales no se pudieron quejar del buen horario y de la duración, con casi una hora de espectáculo. Como descanso auditivo previó al caos sonoro (y meteorológico) de Slayer fue hasta de agradecer. Una pequeña joya del progresivo de nuestro país.
Slayer: despedida eléctrica
El adiós de Slayer de los escenarios supone una gran pérdida para el mundo del metal en general y del thrash en particular. Pocos grupos consiguen lograr un consenso de aceptación tan grande entre los amantes de la música extrema, a sabiendas que son una pieza angular en el sonido de cientos de bandas posteriores. Las ganas por verlos de nuevo en un festival tan propicio para ellos, como es el Resurrection Fest, eran muy grandes. Volvían después de 6 años a Viveiro (no así a Galicia, la cual pisaron tanto en 2015 como en 2017) con la particularidad de que está vez su estatus era mucho mayor. Es lo que tienen las giras de despedida.
Que el concierto estuviera programado para las 21:45 horas era un acierto, ya que si bien no era de noche en el momento de su arranque, te asegurabas que la traca final fuera todo lo lucida que debería, aprovechando el gran montaje que traen los californianos para su ‘Final Tour’. Pero todo se vino abajo cuando la tormenta se convirtió en la protagonista de la noche. Aparato eléctrico que puso en jaque a la organización y a la banda, y que estuvo a punto de cargarse el concierto. 45 minutos de desconcierto, mensajes de cancelación momentánea en las pantallas y gente nerviosa y mojada corriendo de un lado para otro. Un verdadero caos.
Por suerte a las 22.30 de la noche aquello se reanudaba, pese a que las condiciones no eran las idoneas, aquello se convirtió en el ahora o nunca. Slayer dió el ok, la organización no lo discutió y para delante. Si era lo adecuado o no ya depende de las ideas de cada uno. La gran intro del último disco “Delusions Of Savior” era la encargada de calentar el ambiente y ponerlo a tono, antes de que la reciente “Repentless”, que quedará como himno pese a ser grabada en 2016, se llevara todo por delante. No faltaron las primeras llamaradas de la noche.
Teniendo en cuenta que el principal motivo del punto y final de Slayer es Tom Araya lo vi más fino que en otras ocasiones, aunque igual de soso, pero eso es algo inamovible con el músico de ascendencia chilena. El concierto se dividió entre grandes clásicos y canciones de la etapa más moderna, como una acertada «World Painted Blood». No fue hasta “War Ensemble” donde vimos interactuar por primera vez a Araya con el respetable, siendo esta la gran triunfadora de la primera mitad del bolo: tenías que tenerle poco aprecio a tu vida para introducirte en un mosh pit. Pura rabia.
En un concierto de Slayer todo está perfectamente calculado, y poco o nada se deja a la improvisación. Pero eso poco importa cuando Kerry King y un fabuloso Gary Holt te obsequian una traca final de riffs de quitarse el hipo. El último tercio es digno de una masterclass: la épica “Seasons In The Abyss”, las cruda “Black Magic”, las melódicas “Dead Skin Mask” y “South of Heaven” y, cómo no, los hits “Raining Blood” y la final “Angel Of Death” dejaron aquello tambaleando. Solo 70 minutos de último concierto, pero sin un solo respiro. Una vez que se fueron del escenario solo quedó el olor a azufre y destrucción. Y la nostalgia de los fans, por supuesto.
La hora de la Bestia
Tener a Leo Jiménez entre las actuaciones de Slayer y Parkway Drive, después de la tremenda tormenta que había caído hacía un par de horas, es cuanto menos, extraño. El mejor vocalista del metal español se presentaba ante sus seguidores con las pilas cargadas para levantar los ánimos que andaban pasados por agua. Venía para presentar el que es su cuarto trabajo en solotario, ‘Mesías’, del que proviene precisamente su primer tema «La Era De La Individualidad».
El vocalista de Fuenlabrada venía bien acompañado de su banda, a la cual denomina «Los Leo», una agrupación que ha conseguido una unión y solidez envidiable. Contó aparte con la colaboración de Tanke Ruiz, como viene siendo habitual, para la interpretación de «Misantropía». En definitiva, Leo levantó el ánimo a golpe de un heavy metal cuidado al milímetro, que divirtió y convenció a los congregados en el Ritual Stage.
Terror: tratando de mantener la fe
El retraso de la actuación de Slayer no causó cambios de horario en el Chaos Stage, pero pilló de imprevisto a parte del público (incluído un servidor), provocando la ausencia de muchos seguidores de Terror en el arranque de su concierto. Perlas como «Always the Hard Way» «You’re Caught» y «Keepers of the Faith» generaron sendos circle pits con la ferviente participación del público, sea coreando los hímnicos estribillos de la banda californiana o participando en los reiterados karate pits.
Sudor y entrega podrían considerarse las señas de identidad de una banda incansable, que volvió a Viveiro con Scott Vogel al frente tras su ausencia en 2015 debido a una lesión de espalda. Sin embargo, su esfuerzo no pudo trasladarse debidamente en lo que respecta al sonido, por momentos excesivamente grave y falto de la musculosa y tan característica presencia de las guitarras. El lado bueno fue que el público pudo presenciar la actuación a corta distancia, de forma tranquila y relajada, lejos de las habituales anglomeraciones que surgen en la carpa con motivo de las actuaciones de punk y hardcore más sonadas del festival.
Parkway Drive: por encima de los elementos
Los retrasos provocados por la tormenta eléctrica no supusieron un gran impedimento para uno de los platos fuertes de la jornada del jueves. Parkway Drive comenzaron media hora después de lo previsto, con los rayos cesando y la lluvia dando tregua en un abarrotadísimo Main Stage. Mostraron en las pantallas del escenario su salida a escena, ataviados con abrigos de pieles y acompañantes con antorchas. Comenzaron desde el principio los juegos de luces, una anticipación de la que se venía encima.
La escenografía fue totalmente acertada y adaptada a su directo, en un trabajado juego teatral donde cada elemento aportaba un poco más de epicidad a un show impactante. Las antorchas quedaron brevemente en el escenario, aunque el fuego tardaría en volver a tener presencia. Jugaron con la expectación en todo momento, con paradas y apagones lumínicos. Comenzaron pisando fuerte con «Wishing Wells», y la respuesta de los asistentes no se hizo esperar.
En todo momento, el llenísimo Main Stage se involucró con la banda, notándose mucho más en las canciones más potentes. Los juegos de luces y algún pequeño efecto de pirotecnia acompañaron al ya de por sí impresionante directo de la banda. Con canciones como «Prey», «The Void», «Dedicated», «Absolute Power», «Vice Grip» o la coreadísima «Wild Eyes» desataron la locura de sus entregados fans. Jugaron en todo momento con la combinación de momentos más melódicos y otros más potentes, en una perfecta sincronía que resultó en toda una demostración de lo que puede llegar a hacer una banda de metal si sale de lo puramente establecido.
Al contrario que sus predecesores en el escenario principal, se dirigieron al público en todo momento, creando una conexión casi mágica en la que ambas partes vivieron una experiencia increíble. Se vivieron momentos de lo más emotivos y especiales. Los coros del público, sus palmas, sus saltos y sus efusivos aplausos fueron muestras de cariño constantes hacia la banda. Uno de los momentos más especiales y de máxima intensidad fue el vivido con «Writings On The Wall», con la colaboración de varios instrumentos orquestales, una escenografía mágica y un sonido bien definido.
No abusaron excesivamente del fuego y las grandes pirotecnias, pero tampoco lo necesitaban. En los momentos que los utilizaron, la sorpresa y el impacto fueron todavía mayores. La nitidez y fuerza de su sonido fueron los principales responsables de su éxito. No se escuchó tanta tralla como se podía haber esperado de ellos, pero el resultado ha sido toda una demostración de cómo hacer un gran directo de metal sin miedo a experimentar. Se despidieron con una escenografía impactante con los temas «Crushed» y «Bottom Feeder», en un fin lleno de emoción que se vio en la propia reacción de la banda. El final perfecto para un directo de lujo.
The Adicts avivó la llama festiva
Los estragos del agua no no se limitaban al césped, para aquel entonces en progresiva conversión hacia terreno de barro, sino también en el ánimo más apagado del público asistente. Pero los más fiesteros aún guardaban un último cartucho: la diversión estaba asegurada de la mano de los veteranos The Adicts. La banda británica, con más de 40 años de trayectoria a sus espaldas, sigue siendo una muy activa referencia en la escena punk internacional. «Fuck It Up», «Chinese Takeaway» y «Viva la Revolution» fueron algunas de las joyas con las que deleitaron al respetable, sumido para entonces en la mayor de las fiestas.
El ambiente de jolgorio absoluto pudo apreciarse en los apasionados bailes y la intensidad con la que el público coreaba al unísono los pasajes más memorables de Pete Dee y compañía. Además, la banda contó con un excelente sonido, nítido y equilibrado, que funcionó como perfecto contrapunto a su teatral puesta en escena. El show de los ingleses fue muy cercano, combinando de forma acertada los pasajes más festivos con sus proclamas poĺíticas. El final con balones hinchables al aire y el celebrado cántico de «You’ll Never Walk Alone» puso el broche de oro a una de las actuaciones de mayor temperatura de la primera jornada del festival.
La misa de Batushka
Hay que reconocer que mérito y valor tiene salir a tocar después del gran show de Parkway Drive. A Batushka le tocaba cerrar la jornada del jueves, que cuánto menos se ha antojado complicada. Las fuerzas fallaban, y el show de Batushka no era un gran aliciente para quedarse despierto para la mayoría. Poco después de anunciarse su participación en el festival, el grupo entró en un entramado de juicios que estuvieron en los titulares de la prensa durante muchos meses.
Finalmente, los Batushka de Bartłomiej Krysiuk (Bart Drabikowski) fueron la banda que actuó en la jornada del jueves en el Resurrection Fest 2019. Su black metal ortodoxo, que parecía sonar pregrabado, quedaba algo camuflado entre todos los artilugios que adoraban el escenario, que en esencia pretendían representar la escena de una misa cristiana ortodoxa. Cierto es que este tipo de bandas resaltan más tocando de noche, pero las circunstancias jugaron en contra de los polacos, y su actuación pasó sin pena ni gloria para cerrar el primer día completo de conciertos en el festival.
Texto: Olga Vidal, Jano Carbia, Mikel Yarza, Tamara Ruiz | Fotos: Iria López, Paco García, Juan Sanz, José Antonio Fernández
Promotor:Bring The Noise
Día:2019-07-04
Hora:14:30
Sala:Campos de fútbol de Celeiro
Ciudad:Viveiro
Puntuación:8
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