Una nueva espectacular velada con Rammstein en Barcelona sumando 20.000 personas al aforo respecto a su última visita que estuvo marcada desde el inicio de la jornada por las continuas y fuertes lluvias.

El concierto pasado por agua de Rammstein en Barcelona

No cabe duda de que los fans de Rammstein son gente dedicada. Pese aquel día amaneció nublado nada hacia presagiar que la lluvia ducharía a Barcelona y buena parte de Cataluña durante la siguientes horas. 52.000 personas en un estadio, una lluvia intensa y un montón de pólvora lista para detonar era, a priori, una receta para el desastre. No en el caso de un concierto de Rammstein. 

Rammstein (Foto: Toni Villén)

A una hora de empezar el concierto le pedía información a alguien que estaba trabajando dentro y me dijo que no se iba a cancelar, que aquello seguía adelante. Con un nada halagüeña montaje escénico donde todo el escenario está al descubierto uno podía presagiar que en una batalla entre la tecnología y el agua iba a ganar, sin duda, el agua. Pero por eso hay gente que escribe crónicas y gente que son técnicos de escenarios. El agua, sin duda, no pudo con la banda alemana más grande de todos los tiempos. Rammstein volvieron a Barcelona cinco años después de su triunfal noche en el estadio del RCD Espanyol y lo hicieron sumando 20.000 personas al aforo de aquella noche de 2019. Que se dice pronto. Especialmente teniendo en cuenta que el año pasado actuaron en Madrid y el otro día en Donosti.

Rammstein (Foto: Toni Villén)

De algún modo, Rammstein han trascendido la zona “fan” y se han convertido en algo que hay que ir a ver, como la Sagrada Familia, el Retiro o Leicester Square. Si quedan a mano y se pueden conseguir entradas, mucha gente opta por ir a verlos. Si hacen una fecha única y los desplazamientos complican el asunto, siguen funcionando, pero proporcionalmente bastante menos. Ahí están los 50.000 de Madrid el año pasado en fecha única versus los 85.000 conseguidos tocando de manera directa otras dos ciudades como Donosti y Barcelona. 

La imaginería incómoda y la fina línea

Volviendo a la noche de Barcelona, cincuenta mil personas -la mayoría plastificadas con chubasqueros de batalla- han accedido al Estadi Olimpic con la esperanza de ver el que, a día de hoy, es el mayor show de rock (llamalo industrial, llamalo como quieras) de la tierra. Ni Kiss, ni AC/DC. En 2024 – y hace tiempo- Rammstein se llevan la palma en cuanto a producciones escénicas. El aspecto postapocalíptico del set escénico de Rammstein no ayuda a la esperanza, adentrados como estamos en estos tiempos extraños. La construcción del mamotreto escénico tiene mucho de rally fascista y poco de sutileza.

Rammstein (Foto: Toni Villén)

Y ahí se han movido siempre Rammstein: entre la provocación, la sorna y la ambigüedad en el uso de cierta imaginería que despierta cierto nerviosismo. Si en 2024 están acusando a Roger Waters de antisemita por el uso de dos martillos cruzados en una chaqueta durante “In The Flesh?” como viene haciendo desde 1980 burlandose precisamente de la megalomanía fascistoide que le hizo perder la vida a su padre en 1949, no se qué deben pensar ciertos círculos de Rammstein. Hasta la angularidad de su logo está medida para recordar a otros símbolos poco honrosos del pasado histórico de Alemania. Y si alguien se ofende, doble puntuación. Finalidad conseguida. 

Rammstein (Foto: Toni Villén)

A las 21:00 saltaban a escena los alemanes con un contundente “Ramm 4” seguido de “Links 2-3-4”, “Keine Lust” y un “Sensucht” que evocaba a épocas primigenias. Desde el minuto uno hubo lluvia, lluvia y más lluvia. Por suerte, durante el concierto aminoró la intensidad pero no la continuidad. Una insistente suave cortina de agua se mantuvo durante todo el concierto. De haberse celebrado dos o tres horas antes, quizá habría habido que tomar decisiones impopulares. 

Más allá del setlist de Rammstein de este tramo de la gira, que incluye novedades como “Asche Zu Asche”, “Wiener Bltu” o “Du Rieschst So Gut” respecto a 2023, la experiencia se vive mejor sin tener esa extraña sensación de que el grupo al que estás viendo está conformando por una mezcla de agresores sexuales. Nunca sabremos hasta que punto la justicia alemana fue garantista con Rammstein o realmente sus fiestas pre-concierto son un aquelarre sexual. Probablemente más de lo primero que de lo segundo, pero el sutil rictus intangible del año pasado se ha diluido para dar paso a una banda mucho más suelta sobre las tablas.

Rammstein (Foto: Toni Villén)

En ese sentido se entiende recuperar un tema como “Pussy” en el setlist, una ligera declaración de intenciones ante lo acontecido en 2023. Nos pongamos como nos pongamos, uno de los mayores gritos del público en el intermedio previo a los bises fue cuando varias fans optaron por enseñar sus pechos en las pantallas gigantes de video. Nadie pareció obligarlas a hacerlo. La fina linea que separa la persuasión autoritaria de los ritmos marciales y las letras de Rammstein explica en gran parte su atractivo para el gran público. Rammstein tocan un punto muy débil de la psique colectiva. La sexualización de lo autoritario. Y a partir de ahí, el grupo lo explota de muchas maneras pero siempre al límite entre lo políticamente correcto y lo contrario. 

Rammstein (Foto: Toni Villén)

Dentro de ese fenómeno de masas que “hay que ver una vez en la vida” y que sirvió para agotar un mes antes del concierto el aforo previsto para el Estadi Olimpic, uno de los grandes momentos de la noche era la interpretación de “Du Hast” y su espectacular despliegue pirotécnico hacia el centro del estadio y el uso de las columnas de fuego en todos los puntos del estadio. Es a partir de ese momento cuando el show de Rammstein cobra otra dimensión expansiva que está diseñada para llegar hasta la última fila de un estadio. Porque, entienden Rammstein, un show de estadio no es solo ver un DVD en las pantallas gigantes. Es sentir como la punta de tu nariz arde por sus llamaradas, aunque estes a más de cien metros del escenario. Si bien todos los gags escénicos habituales suceden en la caja escénica principal (la locura incendiaria de “Mein Teil” u otros momentos) lo cierto es que a partir de “Du Hast” se hace partícipe a todo el estadio.

Rammstein (Foto: Toni Villén)

Poco después, en el primer bis, la banda ha viajado como es habitual al centro del estadio para actuar en el escenario B tocando una sentida versión de “Engel” con la colaboración de las teloneras Abélard. Tras surcar el público mientras firmaban autógrafos o desplegaban banderas futboleras a bordo de barcas hinchables -nada más punk en un show de estadio que jugarse la seguridad personal a la buena voluntad de la masa enardecida-el grupo ha encarado la parte final de su show con “Ausländer” – su hit más potente y reciente-, la mencionada “Pussy” con Lindemann a bordo de su fálico lanzador de espuma, y un explosivo “Ich Will”.

Rammstein (Foto: Toni Villén)

Quedaba polvora para más: la enervante “Rammstein” ha inundado de fuego el escenario -aunque ha fallado el lanzallamas de Richard Z. Kruspe- mientras que “Adieu” ha iluminado el cielo barcelonés ante la despedida inevitable de la banda. Subidos al elevador industrial que les ha hecho descender sobre el escenario, se han despedido del respetable elevándose en el cielo barcelonés. Como trasfondo, la sensación de que quizá Rammstein tampoco son para siempre y que habíamos visto algo excepcional. Con un Till Lindemann que sobrepasa los 60 años y con el nivel de exigencia física que implica un concierto de los alemanes, uno se pregunta cuando tiempo podrán mantener el circo al nivel actual. Visto los precedentes en el show business, al menos diez años. 

Texto: Sergi Ramos | Fotos: Toni Villén

Promotor:Doctor Music Concerts

Día:2024-06-11

Hora:21:00

Sala:Estadi Olímpic Lluís Companys

Ciudad:Barcelona

Puntuación:8