La hazaña de Paradise Lost en Bilbao
Ambos grupos tuvieron que luchar con el hándicap de actuar un lunes. La pandemia propició el aplazamiento de la fecha inicial, arrastrando la nueva a una posición difícil en el calendario laboral de cualquier asistente. Sin embargo, ambas bandas ignoraron esta cuestión y afrontaron sus respectivas actuaciones con entereza y tesón.
‘Obsidian’ quedaba ya algo lejano, lo que jugó a favor de Paradise Lost para que los fans pudieran disfrutar y corear las nuevas piezas musicales en el directo. La anterior vez que Paradise Lost tocaron el Bilbao fue en el 2017, en la gira de presentación de su anterior trabajo discográfico ‘Medusa’ y además fue en la misma sala. Por entonces, les acompañaron Siniestro y Pallbearer. Ahora, cinco años después regresan al mismo piso con el acompañamiento de Obsidian Kingdom, la banda de Barcelona que ostenta numerosas etiquetas estilísticas.
El metal en casi todas sus vertientes
Con todavía la luz natural de la tarde en las calles y las farolas apagadas, la entrada para ver a los teloneros Obsidian Kingdom fue escasa. Con apenas una decena de valientes, posiblemente fans de los británicos, agarrados a la valla de la primera fila y una treintena repartidos por la sala, salieron a escena los cuatro componentes.
Siempre en penumbra, pero con un juego de luces propio, apenas se apreciaban sus rostros. El arranque musical lo llevaron a cabo con “Meat Star” una pieza de metal con poso visceral perteneciente a su último disco ‘Meat Machine’. En sus 45 minutos de actuación mostraron su versatilidad y navegaron por estilos varios. Algunos cortes pisaron el oscuro piso del death metal y en otros los caminos del rock progresivo. Incluso dentro del mismo tema, aúnan ese toque personal por la mezcla de palos musicales.
Referencias como Opeth, Pink Floyd o Gojira, fueron algunas quedaron flotando en el ambiente durante su actuación. “Last Of The Light” fue un buen ejemplo de los saltos intermusicales que dieron en la tarde noche del lunes. “Mr Pan” arrancó a lo Nine Inch Nails y derivó en una pieza más cercana a unos metaleros Amplifier. En este tipo de cortes fue donde más destacaron, mostrando un buen equilibrio dentro de la contundencia de las guitarras, bajo y batería con la voz de su vocalista (y guitarrista también).
“Haunts Of The Underworld”, de su disco ‘Mantiis’, se destapó como un tema progresivo y casi exclusivamente instrumental, que perdió esa condición al final con una interpretación vocal que rozó lo gutural. Seguido, pararon el ritmo y la intensidad para introducir una pieza donde sólo el bajo y la voz quedaron expuestos. Pareció que el propio Trent Reznor estuviera interpretando esta “Fingers In Anguish”.
Las contemplaciones se acabaron con “Ball-Room” y de nuevo los góticos Obsidian Kingdom llenaron la sala de guturales, dobles bombos y atmósferas lúgubres. “Black Swan” llevó a los presentes a viajar hasta aquel ‘The Dark Side Of The Moon’ de Pink Floyd y concluyeron su actuación, ya con una sala que presentaba una media entrada, con la rabiosa y poderosa “The Pump”.
La dualidad de Paradise Lost
Los cinco componentes aparecieron sobre una intro que dio paso a “Enchantment” perteneciente al disco de 1995 ‘Draconian Times’, tema para que Nick Holmes pudiera posicionarse en cuanto a voz. Una gran lona de fondo con la imagen de la portada de ‘Obsidian’ presidió el escenario y puso en situación y contexto a lo que venían a presentar Paradise Lost. “Forsaken” fue la primera canción en sonar de éste último disco. Aquí ya empezó Greg a prevalecer con sus sonidos de su guitarra por encima del resto.
La siguiente parada sería para “Blood And Chaos” de su anterior álbum ‘Medusa’, comienzo que aprovechó Nick para presentarse al público. Aquí su voz se tornó más oscura y profunda y las luces tiñeron la sala de rojo. Siempre lúgubres en lo musical y en lo estético, la banda se movió en la austeridad de gestos e interacción con los asistentes durante las interpretaciones de sus canciones, salvo el risueño Aaron a la derecha. “Faith Divides Us – Death Unites Us” sirvió de respiro a la banda y dio aire al show, con sus partes más melódicas en las que la voz de Nick tuvo sus más y sus menos con la afinación. Después llegaron los sonidos más góticos con “Eternal” y de nuevo el protagonismo de la guitarra de Mackintosh.
“One Second” apareció con sonidos lanzados de teclados que aportaron un fondo de heroicidad a la canción. Mientras tanto, poco o nada hacía soltarse a Nick de su pie de micro, salvo en las pausas para la hidratación. Se le vio bastante comunicativo con el público en estos descansos entre temas. El ritmo de la caja de la batería de Waltteri se acentuó en “Serenity”, donde de nuevo, la banda mostró su vertiente más oscura y densa. Una dualidad ésta que caminó entre claros y oscuros durante todo el concierto. Así “The Enemy” mostró a unos Paradise Lost con la luminosidad de una banda rock.
Steve Edmonson ejecutó sus líneas de bajo siempre sobrio en actitud, bastante impasible y guardando la mayor parte de tiempo un metro de distancia sobre la línea que formaban al frente Greg, Aaron y Nick. En “As I Die” los problemas con la tecnología que debía lanzar las bases provocaron un pequeño parón. Durante el transcurso de la pieza, el bajo se escuchó limpio y aislado en un par de pases donde el resto de la banda dejó de tocar.
Sin perder el objetivo de la presentación de ‘Obsidian’, el repertorio abarcó buena parte de la extensa discografía que la banda ha fraguado durante más de veinte años. Una carrera que ha derivado en una evolución sonora de la que hicieron bandera en su directo en Bilbao.
“The Devil Embraced” inició lo que fue el último cuarto de actuación hasta el bis final. Momento para que Greg volviera a lucir la destreza con su mano izquierda a las seis cuerdas de su guitarra de flecha mientras que la voz de Nick pudo estar mejor. Acto seguido volvieron a su época noventera con “The Last Time”, y aquí Nick seguía sufriendo por mantener a tono su voz. De todas formas, en los momentos álgidos del tema, la banda incrementó su intensidad y tapó buena parte de las líneas vocales.
Con frecuencia Holmes bajaba la mirada para seguir el teleprompter que ocultaba entre los dos monitores que tenía frente a él. De igual manera accionaba con un pedal el paso de las letras y volvía sobre sus pasos para tener una mejor visión a la par que huía de la ya escasa luz de la que disponía. No podía faltar uno de sus grandes éxitos “No Hope In Sight” uno de sus mejores temas y que más reproducciones tiene en las plataformas de streaming. El júbilo con el que fue recibida por el público contrastó con la frialdad posterior con la que se disfrutó en la sala. No así “Say Just Words” que sí consiguió dinamizar a la marea humana que se congregó en la sala del polígono del barrio de Bolueta.
Llegada la hora de duración del show, los cinco integrantes abandonaron el escenario para el protocolario bis. Waltteri intentó pasar desapercibido cuando caminó hacia su batería para lanzar desde su pad la base pregrabada. Un solitario Nick Holmes interpretó la primera parte de “Darker Thoughts” antes de que el resto de la banda se sumaran a él con su demoledor muro sonoro que rompió la calma inicial. El último contraste de formas, fruto de la longevidad de la banda, vino con la dupla “Embers Fire” y “Ghosts”. La primera se acercó a unos Metallica, seguramente fruto de la influencia de los americanos en las bandas de metal de los ‘90. La segunda cerró el círculo en la presentación de ‘Obsidian’ y la profundidad en la voz, junto con el bajo y la guitarra de Aaron, abanderaron y reivindicaron la presente era de la banda.
Texto y fotos: Dave Blanco
Promotor:Madness Live!
Día:2022-10-17
Hora:19:45
Sala:Santana 27
Ciudad:Bilbao
Teloneros:Obsidian Kingdom
Puntuación:7
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