Los espectáculos de los neoyorquinos nunca dejen a nadie indiferente, más a amparo de una velada con tres conciertos.

Tras el éxito de la noche de thrash de Kreator y Lamb of God, Overkill se plantó ante una Razzmatazz 2 en la que no cabía un alfiler con ganas de coronar otra noche épica de thrash.

Keops, un inesperado aperitivo

Aunque de por sí nunca es fácil ser la primera banda en una noche con cuatro actuaciones, el reto es aún mayor cuando tu estilo desentona respecto al del resto de grupos. Al final, en una velada así otro grupo de thrash, por muy básico que fuera, habría resultado cumplidor en el contexto de la noche; logrando los primeros pogos de la velada y calentando efectivamente la sala.

Aun así, ya desde las primeras notas de la homónima “Keops”, se apreció que el grupo practicaba un estilo más moderno y sinfónico, muy reminiscente a Myrath. El grupo no hizo ni mucho menos un mal show, pero cayeron con frialdad entre los acérrimos que se agolpaban en las primeras filas o que llenaban sus cervezas en la barra, un poco como el amigo vegano que trae tofu a una barbacoa. Keops derrochó simpatía y ganas sobre las tablas, si bien pecaron de algo de falta de experiencia en una noche llamada a ser memorable.

Sí que cayó con más júbilo su inesperada versión de “Sympony of Destruction”, que despertó a un público que hasta aquel entonces había estado contemplando su actuación sin mucho entusiasmo, sólo para culminar su show con “Rise Again”, consumando un concierto que aunque no fue malo, sí que resultó notablemente disonante respecto a lo que iba a ser el resto de la velada.

Heathen, el auténtico calentamiento

El apabullante inicio de “The Blight” ya indicaba que el concierto de Heathen iba a alinearse mucho más con la tónica de la noche, despertando, esta vez sí, el instinto sanguinario y juerguista de los samaritanos. No eran pocas las camisetas de la banda que se pudieron ver entre el público, que recibió con muchas ganas una actuación llena de energía. Al final del día es un ser sencillo; una entrañable criatura que quiere hacer pogos y beber cerveza, y los americanos crearon la atmósfera perfecta para ello.

Heathen (Foto: Andrea Rodríguez)

Al final del día nos encontramos con unas leyendas que jamás obtuvieron el reconocimiento que se merecían, quedando a la sombra de los grandes colosos de la célebre Bay Area, pero lo cierto es que basta con verlos sobre el escenario para darte cuenta de la originalidad de una propuesta que en su momento eran los primeros pasos de un género aún en desarrollo.

Heathen (Foto: Andrea Rodríguez)

Uno de los momentos más curiosos vino de su versión de “Set me Free” de Sweet, que aunque sonó bastante más suave que el resto de sus temas, fue muy bien recibida por un grupo que en ningún momento dejó de arropar a la banda, que se  despidió con un queridísimo “Dying Season” que armó unos últimos mosh pits al ritmo de un sonido clásico y resultón, dejando a la sala a punto de caramelo para la tralla que aún estaba por venir.

Exhorder, hipnóticos y pesados

Si antes señalaba que Heathen nunca han recibido el reconocimiento que merecen dentro del thrash, algo no muy distinto ocurre con Exhorder y el groove, un estilo del que Pantera Lamb of God parecen ser dueños y señores. Si bien la pesada atmósfera de la instrumental  “Incontinence” parecía deparar algo muy diferente, su rápido cambio a doble tempo con la entrada de su riff principal enseguida hicieron estallar por los aires a un público que no tuvo mucho tiempo para relajarse o ponerse cómodo.

Exhorder (Foto: Andrea Rodríguez)

El concierto hilvanó a la perfección momentos más pesados con la tralla directa y letal que tanto se deseaba en una noche así, tal y como se pudo ver en la cañera “My Time”, que elevó la intensidad y dureza de los pogos a unos niveles dignos de los del cabeza de cartel de la noche. El grupo actuó como si estuviera poseído por una entidad demoníaca durante los algo más de 40 minutos que dispusieron sobre las tablas, concentrando toda su agresividad en un espectáculo que casi hizo estallar a la sala en pedazos.

Exhorder (Foto: Andrea Rodríguez)

El final de su actuación vino de la mano de la celebradísima “Desecrator”, que en su primera mitad eminentemente groove engendró un mar de cabezas que se agitaban al unísono, sólo para convertirlo en una batalla campal en cuanto la canción alcanzó su punto álgido, desembocando en unos choques de cuerpos tan salvajes que llegué a plantearme si iba a quedar alguien vivo para cuando saliera Overkill a tocar. No hay duda de que el listón quedó muy alto, allanando (o más apisonando) el camino para el plato principal de la noche.

Overkill: la ruda y verde máquina asesina del thrash

Cuando la melodía inicial de “Scrorched”, el tema homónimo de tu lanzamiento más reciente es recibida por una miríada de cánticos, como si fuera un clásico que lleva sonando desde los ‘80, sabes que como grupo estás haciendo algo bien. Cuando tu frontman es un señor de 63 años que tiene la energía y la presencia de un adolescente lleno de testosterona, y tus músicos atacan sus instrumentos con el arrojo de unos novatos que tienen que ganarse los galones, sabes que estás en un concierto que será algo más que un vacuo ejercicio de nostalgia.

Overkill (Foto: Andrea Rodríguez)

Sin tiempo para que se enfriaran los ánimos, Overkill comenzó a descargar una batería de clásicos que amenazaron con derribar los cimientos de Razzmatazz, comenzando con una “Bring Me the Night” que fue cantada hasta la extenuación, a la que le siguió toda una locura trallera como “Electric Rattlesnake”, que con su caña desbocada creo unos pogos que se ampliaron hasta casi alcanzar toda la amplitud de la sala.

Overkill (Foto: Andrea Rodríguez)

Nuevamente hubo cientos de cánticos al ritmo de “Hello From the Gutter”, a la que le siguió toda una gema de sus inicios como “Powersurge”, que con su aura menos apabullante sirvió para equilibrar un setlist que no podía depender únicamente de sus momentos más abrasantes, trasladándonos a una época en la que el Thrash era aún Speed Metal tocado de forma más punki.  Tras regresar a los orígenes, se volvió a ‘Scorched’ de la mano de “Wicked Place”, que aunque cayó con algo más de frialdad, demostró funcionar mucho mejor en directo respecto a su versión de estudio.

Overkill (Foto: Andrea Rodríguez)

La engañosa tranquilidad del inicio de “Coma” fue el caldo de cultivo perfecto para que apareciera un devastador wall of death que se convirtió en un mosh gigantesco, a la que le siguió el tema homónimo del ‘Horrorscope’, sacudiendo a los presentes con su pesada y apabullante atmósfera. La banda se encargó de hacer gritar al público al ritmo del tranquilo inicio de “Long Time Dyin’”, supongo que para asegurarse que, tras algo más de una hora de batalla campal, hubiera alguien que siguiera con vida.

Overkill (Foto: Andrea Rodríguez)

La última visita a ‘Scorched’ vino de la mano de “The Surgeon”, que con su tempo directo y veloz volvió a alzar las revoluciones tras una sección media del concierto algo más tranquila y fría que su electrizante inicio, empalmando magistralmente con todo un clásico moderno como “Mean, Green, Killing Machine”, que se encargó de mantener batallando a los valientes que ya llevaban toda la tarde y parte de la noche dándose de leches frente al escenario.

Overkill (Foto: Andrea Rodríguez)

Pese a todo, el incuestionable clímax de la noche vino de la mano de “Ironbound”, que, ejecutada pletóricamente por una banda que no mostraba signos de fatiga, revolucionó al personal con la energía del que vuelve a empezar un concierto. Hubo pogos, hubo coros acompañados de puños en alto y hubo cánticos al son de las hipnóticas melodías de los solos, aunando todo lo que hizo que el concierto fuera una experiencia inigualable en un solo tema.

Overkill (Foto: Andrea Rodríguez)

Un momento así sólo podía superarse por el clásico de clásicos por antonomasia, un “Elimination” que se encargó de mantener los niveles de locura por todo lo alto, consiguiendo la clase de interacciones que solo logran los temas más queridos, dejando las ganas de más en el punto justo para que el público se quedara pidiendo en cuánto hicieron una falsa fuga del escenario.

Overkill (Foto: Andrea Rodríguez)

El álbum protagonista de los bises fue el debut ‘Feel the Fire’, comenzando con un “Overkill” que le dio a la rugiente audiencia esos minutos más de tralla que llevaban clamando desde la desbandada del escenario, empalmando con un “Rotten to the Core” en el que el bueno de Bobby fue silenciado por los extasiados rugidos de un público que no parecía conocer la fatiga. Finalmente, y como viene siendo costumbre, los americanos terminaron su actuación con “Fuck You”, esa versión de The Subhumans que con los años han terminado por hacer suya, coronando una noche excelente con una atmósfera festiva, digna de un sábado por la noche.

Overkill (Foto: Andrea Rodríguez)

A estas alturas de la película, no creo que a nadie le sorprenda saber que Overkill da unos excelentes conciertos. Un estado de forma envidiable sobre el escenario y una inspiración que les permite seguir engendrando grandes álbumes son los pilares sobre los que se sustenta una leyenda a la que el tiempo solo parece darle más poder. Toca disfrutar de ellos mientras podamos, pero en noches así, queda de manifiesto que el legado del Thrash más clásico sigue vivo y con ganas de guerra.

Texto: Marc Fernández | Fotos: Andrea Rodríguez

Promotor:Madness Live!

Día:2023-04-29

Sala:Razzmatazz 2

Ciudad:Barcelona

Teloneros:Exhorder, Heathen, Keops

Puntuación:8