Seis años habían pasado desde la última visita de Opeth a Barcelona. Sí, habido el covid de por medio, pero eso no excusa que las visitas de la banda hubieran de ampararse en el ‘Be Prog! My Friend, no pudiendo ofrecer el rendimiento y la duración inherentes a un concierto de sala.

Había una sensación entre los asistentes de que algo se nos debía, así como de satisfacción por poder presenciar un concierto tan especial como el de esta gira “By Request”, con la que el público pudo votar un tema de cada disco para que constituyera el setlist.

Voivod, una leyenda viva

La decisión de incorporar a Voivod como teloneros de Opeth en esta gira ha sido… rara cuanto menos. Pocas combinaciones son tan atípicas y al mismo tiempo funcionan con tanta naturalidad como esta, pues en vez de poner a una que suene idéntica, muestran el lugar del que los suecos se influenciaron.

Ya desde las primeras notas de “The Experiment” se notó que el público le tenía ganas al concierto de los canadienses, interactuando con el espectáculo con entusiasmo, no como algo tedioso que prece al show principal. La banda anunció que «Synchro Anarchy» sería el primero de los dos cortes del disco homónimo, un tema notablemente mucho más psicodélico que se alejaba del ambientillo thrash que llevaba la noche.

Denis Bélanger se paseaba por el escenario como un señor buscando tomarse un carajillo después de comer, si, pero su misteriosa a la vez que mundana presencia evocaba algo similar a una figura profética, que acompañada con las melodías de “Holographic Thinking», lograba elevar la experiencia más allá de lo musical. Curiosamente se pidió un baile para «The Prow», de los pocos temas más conocidos que están poblando el setlist que desgranan abriendo para Opeth, mostrando la gran confianza que tiene el grupo al prescindir de algunos de sus cortes más memorables.

No pudo faltar el agradecimiento a los suecis antes de encarar «Fix my Heart», que con su ritmo más ambiental y menos directo, allanó el clímax del show con su versión de «Astronomy Divine», original de Pink Floyd, y que es una cover célebre que no conoce la suficiente gente. Bajaron del escenario arropados por el aplauso de un público que, disfrutara más o menos de la actuación, supo reconocer la intensidad y el privilegio que es ver actuar a una leyenda.

Opeth regresan por todo lo alto

Aunque empezar con un tema tan querido como «Ghost of Perdition» es una garantía de éxito, la gente estalló en locura por la impecable interpretación de Opeth, que se vio elevada por una grandilocuente producción, que consistía en varias pantallas distribuidas sobre el escenario y unas luces bastante resultonas (aunque nefastas para los fotógrafas al no llevar frontales decentes).

Opeth (Foto: Sergi Ramos)

La siguió un corte tan querido como «Demon of the Fall», visitando un disco que no recibe tanto amor como debería. Y es que si algo magistral ha tenido esta gira «By Request» no es solo que hayan aparecido temas difíciles de ver en directo (o que directamente debutaban), sino que además la banda estaba tocando una canción de cada uno de sus discos. De hecho la banda se detuvo a explicarlo, pero fueron opacados por la calurosa recepción que se le dio al bajista Martin Méndez, que esta noche tocaba en casa (vive en Cataluña).

Opeth (Foto: Sergi Ramos)

Este cariñoso homenaje precedió a la interpretación de la rockera «Eternal Rains Will Come», en cuyos momentos más tranquilos los asistentes estuvieron exigiendo silencio absoluto, algo que solo he visto ocurrir en los conciertos de progresivo.

Opeth (Foto: Sergi Ramos)

«Todo lo que estáis escuchando esta noche es en vivo» señaló Mikael antes de introducir «Un tema que compuse con 19 años», una «Under the Weeping Moon» que sonó al amparo de una inmensa luna proyectada en la pantalla más grande. Varios espectadores comenzaron a cantar «Miguelito, Miguelito» al bueno de Mikael, que en cada concierto hispanohablante se encuentra con este follón, incidente que se toma con simpatía y humor antes de encarar la tranquila «Windowpane», que hechizó Barcelona con su aura entre jazzera y sesentera.

Opeth (Foto: Sergi Ramos)

Salta a la vista que el grupo ha puesto empeño en su producción visual en vivo, dotando a cada tema con un «aurae» única construida con poco más que unas luces y unas pantallas, como se vio con la atmósfera anaranjada que acogió a «Harvest», permitiendo que la complejidad del tema se desgranara en el aura adecuada.

Opeth (Foto: Sergi Ramos)

«Algunas de las solicitudes que nos han llegado para este tour nos han jodido bien» reconoció Mikael «Pero esta es la que más votos ha recibido». Y razón no les faltaba, pues «Black Rose Immortal» ha sido uno de los temas más pedidos a la banda los últimos años. Al final, es un tema épico de 20 minutos en el contexto de un concierto de progresivo, en el que momentos así tienden a marcar los momentos álgidos de las actuaciones.

Opeth (Foto: Sergi Ramos)

Aun así, motivos no le faltan al grupo para haber querido estar evitando un tema así, pues a lo largo de su mastodóntica extensión, Opeth tocan de casi todas las maneras posibles, combinando momentos de una delicada ambientación con otros que fueron desde las melodías marca Iron Maiden hasta la brutalidad célebre del Death Metal Sueco. Pese a que se trata de todo un desafío, Opeth supo sacar el tema con precisión y maestría, y usando inteligentemente su producción para que cada sección se sintiera distintiva, logrando a la vez que la canción no se sintiera larga en absoluto.

Opeth (Foto: Sergi Ramos)

La banda no abandonó los ’90, pues enseguida encaró «The Moor», de su recordado ‘Still Life’, que tras la montaña rusa emocional que había supuesto «Black Rose Inmortal», se sintió más directa y brutal que nunca, equilibrando a la perfección los dos estados de ánimo que iban a reinar en su actuación.

Opeth (Foto: Sergi Ramos)

La jazzera «The Devils Orchard» por el contrario nos trajo a épocas más recientes de nuevo al concierto, incentivando un cambio de atmósfera con el que la banda supo jugar muy bien. «Alting Tar Slut» fue la última elegida del más reciente «In Cauda Venenum» , al que le acompañó un fondo espacial que amplifica el aura stoner que esta canción trae tan ligada. No retrocedieron mucho en su discografía a la hora de rescatar «Sorceress», del disco homónimo, cuya portada pudo verse reproducida en todas las pantallas.

Opeth (Foto: Sergi Ramos)

Una última andanada de Miguelitos sirvieron para preceder a «Deliverance», un tema que sea la gira que sea nunca puede faltar, y que logra aunar todo lo que hace buenos los directos de Opeth, poseyendo esa aura de experiencia colectiva que siempre hermana una audiencia con su interpretación. Cuándo un concierto cala, se recuerdan momentos de sintonía así, en el que un grupo de desconocidos puede unirles haber escuchado juntos un tema memorable.

Opeth (Foto: Sergi Ramos)

Tras muchos años de ausencia por las salas de Barcelona, Opeth no solo vieron recompensado su apuesta por un aforo más grande que les permitiera desatar toda su producción, sino que además dieron un concierto que lo valió.. Es triste pensar en que Gojira hace tiempo que no hace una gira por España justo para no tener que reducir la producción de su show, por lo que victorias así siempre suponen que se pueden cambiar las cosas, y que poco a poco grupos muy queridos reciben el reconocimiento que se merecen. Opeth demostraron que son muy queridos en Barcelona, y que por encima de todo, se les ha echado de menos.

Texto: Marc Fernández | Foto: Sergi Ramos

Promotor:Madness Live!

Día:2022-11-23

Sala:Razzmatazz

Ciudad:Barcelona

Teloneros:Voivod

Puntuación:8