Obsidian Kingdom: a otro nivel en casa
Después de un ‘Meat Machine’ que no dejó a nadie indiferente con su salida, Obsidian Kingdom tenían la responsabilidad de defenderlo sobre las tablas y por primera vez en su propio concierto de sala, en una de esas ceremonias tan habituales antaño pero que el covid nos arrebató.
Siempre hay cierta ominosidad en está clase de conciertos, y aunque su importancia iba a resultar crucial para lograr las nuevas aventuras que esperan a la banda, los muchachos supieron dar el callo en su casa y ante su gente.
Santacreu, una grata sorpresa
Los encargados de abrir la velada fueron Santacreu, grupo también de Barcelona y con un estilo tan original y experimental como el de los propios Obsidian Kingdom. Dan su pistoletazo de salida casi sin querer, con su guitarrista y vocalista tocando en solitario solo para que poco a poco se le unan sus compañeros.
El grupo funciona como un power trío muy solvente entre el doom y el progresivo, recordándome por momentos a unos Black Sabbath algo más virtuosos que son capaces de tornarse apabullantes y pesados de un momento a otro. Su propuesta, que de por sí es curiosa y deja mucho espacio para que los músicos demuestren lo que saben hacer, resulta especialmente interesante si tenemos en cuenta que cantan un catalán, un idioma que nunca ha tenido la representación que merece en el metal, y que de hecho dentro del progresivo solo se me ocurre a Iceberg como un grupo que tuviera auténtica repercusión.
Aunque se comunican poco en pos de preservar la atmósfera de su música, aprovechan un parón para dar un par de agradecimientos y comentar como la pandemia frustró muchos de los planes que tenían con el E.P. que se encontraban defendiendo sobre las tablas, y que ya hacía un año que había visto la luz.
Si ha habido poco rodaje de estos temas en directo, honestamente, nunca podré decirlo, porqué el concierto funcionó con la precisión de un reloj durante los 40 minutos que tuvieron para actuar, todo a base de encarar un tema detrás de otro sin que en ningún momento se venga abajo esa atmósfera tan especial que la banda parece cuidar con tanto recelo, dirigiéndose al público hasta con timidez, como si una interacción demasiado brusca pudiera hacerla saltar en mil pedazos.
Para muchos de los presentes fueron una muy grata sorpresa, ya no solo por el hecho de que en Barcelona haya otra banda con la originalidad de Obsidian Kingdom, sino porqué nunca había visto una propuesta como la de Santacreu; sin miedo a usar una lengua tan pequeña como el catalán, dotarla de un sonido poco ortodoxo y dispararla en una propuesta que se siente como un soplo de aire fresco.
Atrás han quedado los años en los que Barcelona solo producía bandas de thrash con un sonido y una estética prácticamente idénticas, y es que temas tan eclécticos como “Dins La Reminiscència” o “Tot s’esvaeix” dan fe de que este grupo no solo tiene mucho que decir; sino que sabe cómo decirlo y cómo transformarlo en un concierto atrapante. El público pasó de estar a tres metros del escenario a aplaudir tras cada canción. Por algo será.
Sumidos en el Reino de Obsidiana
Siempre que me han preguntado por el sonido de Obsidian Kingdom mi respuesta ha ido por las líneas de: “son como si Opeth y Rammstein hubiesen tenido un bebé”, y aunque puede que no sea una descripción absolutamente precisa, sí que refleja mucho ya no solo de la música, sino de las sensaciones que hay tras el grupo como un todo.
El lado más Opeth es fácil de distinguir en un grupo con tantas influencias y que mezcla tantos géneros entre los muros de canciones no especialmente largas, pero el de Rammstein apela al aspecto sensacional al que me refería anteriormente. Hay una angustia en su música, pero también cierta catarsis, y mientras que los alemanes disponen de un montón de recursos para llevar a cabo producciones explosivas, los barceloneses han invertido en una puesta en escena que transforma su concierto en algo totalmente distinto.
Ya desde los primeros acordes de “Meat Star”, la banda se muestra perfectamente mimetizada ya no solo con la música, sino con unos láseres y efectos de luz que los acompañarán durante el resto del espectáculo. ¿En qué consistía la producción? Básicamente, una cohorte de luces parpadeantes apuntadas directamente a los ojos de la audiencia. Alguien a mi lado dijo: “¿Es esta la banda que produce ataques epilépticos?”. Pero no os dejéis engañar: las luces son invasivas y penetrantes, pero se aúnan tan bien con el espectáculo que no resultan molestas.
La cañera “Last of the Light” sirve como un perfecto contraste que equilibra las dos etapas de la banda, que pronto regresa a ‘Meat Machine’ con un “MR PAN» muy resultón en directo. Poco a poco el público se fue volcando más con el concierto, pese a que la banda en ningún momento se mostró comunicativa, limitándose a enlazar un tema con otro como si el concierto fuera una sola canción muy larga.
“Haunts of the Underworld” supone un momento para tomar un poco de aire y embriagarse de los elementos más ambientales y progresivos de la banda, así como una “Endless World” cuyo regusto a black metal iba como anillo al dedo a los destellos azulados que deslumbraban a la audiencia, convirtiendo a los músicos en unas ominosas siluetas oscuras.
Tocaba visitar ahora el ‘A Year With No Summer’ de la mano de una “Kandinsky Group” épica y que supuso uno de los momentos álgidos de un espectáculo muy equilibrado. No nos vamos a mentir; en un concierto de prog interpretar un tema largo siempre tiene un qué especial, y en un momento tan importante para la banda, haber dejado un tema así en el tintero habría sido un error. El respetable estuvo hipnotizado cada segundo del tema, logrando recrearse en sus secciones más psicodélicas con unos efectos lumínicos que por momento me recordaron a los empleados por Porcupine Tree en sus mejores momentos.
Para compensar un tema grande, “Finguers in Anguish” sirve como la introducción perfecta para la directa y casi hardrockera “Ball-Room”, que con su ritmo rápido y luminoso logró provocar muchos saltos entre el público y hasta el primer mosh pit del concierto, pequeñas cosas que es divertido volver a experimentar tras una pandemia tan larga.
Una devastadora “Cinnamon Balls” fue la responsable de pavimentar el camino hacia el tramo final y más importante del concierto, a la que le siguió un “WOMB OF WIRE” con la que presento una dinámica en la que reside el éxito de la ejecución en directo de la música de Obsidian Kingdom. Los temas más cañeros empujan con éxito hacia la introspección intranquila de los más modernos, que a la vez eleva la agresión del tema más duro que vendrá después, consolidando así la propuesta de un grupo que logra elevar su música con la ejecución en directo adecuada.
Cerca del final, el grupo brinda un pequeño agradecimiento a los presentes, y es que, pese a no comunicarse mucho con el público, sí que conectó con el mismo a base de darlo todo sobre el escenario y de no temer el contacto visual directo, llegando incluso a bajarse a la misma pista para sentirse más cerca de su audiencia.
Tras las breves palabras llegaba el turno de una grandilocuente “Awat/Absent”, que con sus muchas capas y facetas sirvió como un resumen de la variada experiencia que Obsidian Kingdom acababa de brindar, para finalmente culminar por todo lo alto con una enérgica “THE PUMP” con la que la banda se terminó de desmelenar sobre un escenario que habían conquistado.
De promesa de la escena a realidad musical
Para muchos el concierto en la pequeña de la Apolo sirvió como una prueba fehaciente de que Obsidian Kingdom ya han subido a otra liga. Su propuesta está totalmente equilibrada, tanto por la simbiosis entre el pasado más bruto y el presente más introspectivo como por una producción fruto de medir al dedillo un show, que lejos de sentirse underground e improvisado, marchó con la precisión de un reloj de principio a fin.
Tenemos la suerte de tener a una banda así en la escena, capaz de trasladar una propuesta única a través de una ejecución cada vez más difícil de encontrar en los circuitos más pequeños. No me cabe ninguna duda de que con la gira con Enslaved en el horizonte, los barceloneses expondrán su magia y su cuidadísima ejecución a un público grande, de esos que marcan la diferencia a la hora de crear una carrera como banda.
El tiempo decidirá si mis predicciones son acertadas, pero con conciertos así, no puedo sino ver en Obsidian Kingdom a una de las bandas llamadas a enorgullecernos de nuestra escena nacional, tan injustamente ignorada y condenada al ostracismo.
Texto: Marc Fernández | Fotos: Pablo Gándara
Promotor:Madness Live!
Día:2021-10-30
Sala:Apolo 2
Ciudad:Barcelona
Teloneros:Santacreu
Puntuación:9
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