Obscura salvó en Bilbao una noche para el olvido

La banda alemana trató de compensar el mal sabor de boca del centenar de asistentes, que presenció cómo la gira de death metal técnico de referencia internacional quedaba desfigurada por las carencias de la sala en la que fue celebrada.

Es sabido que el death metal técnico nunca ha sido un subgénero mayoritario, incluso parte con desventaja dentro del propio metal al ser considerado por determinados sectores de la comunidad como demasiado extremo. Podría decirse que la falta de seguidores es el principal escollo a superar para músicos y promotores a la hora de abordar una gira internacional con cuatro bandas del estilo. Pero la contienda se complica aún más cuando, provocado por la pobre venta de entradas, y sin previo aviso, la organización traslada el evento a una sala menor ubicada en el mismo recinto. La sala Black será, seguramente, la más económica pero menos ideal en Santana 27 para albergar conciertos de esta índole. Iluminación y sonido fueron nefastos… pero vayamos por partes.

Teloneros, víctimas sin remedio

First Fragment fue la primera de las tres bandas norteamericanas en subir sobre el limitado tablado, y es que, sin espacio suficiente debido al montaje de dos baterías sobre el escenario, su cantante actuó durante parte del concierto mezclado entre el público presente en la sala, todavía a medio llenar en los primeros minutos de la velada. La banda repasó los temas de su primer, y hasta ahora único, trabajo de larga duración, “Dasein”, donde cortes como “Le Serment de Tsion” y “Prélude en sol dièse mineur” brillan por su equilibrio entre pasajes de extrema brutalidad rítmica y melodías neoclásicas.

First Fragment (Foto: Itsaso Urkia)

Sin embargo, el equilibrio sonoro fue el gran ausente de su concierto en Bilbao, lo cual eclipsó por completo la habilidad creativa y ejecutiva del quinteto canadiense. La sección central de su actuación fue una de las más señaladas, dúo de guitarras y bajo se alternaron como protagonistas de pasajes en solitario para mostrar su destreza técnica.

Lejos del insistente virtuosismo solista y con un sonido conjunto más equilibrado, aunque igualmente embarullado, salieron a escena Allegaeon. La suya también es una embestida a toda velocidad, aunque más robusta, basada en riffs y armonías de guitarra con mucho groove, acompañadas por una variopinta pero siempre pegadiza sección rítmica. La headbanger “1.618” o la contundente “Behold (God I Am)”, encendieron por momentos la esperanza de que el sonido mejorara progresivamente y el atropellado inicio quedara simplemente en un mal recuerdo.

Allegeon (Foto: Itsaso Urkia)

La banda se entregó a fondo y el respetable lo agradeció, hasta el punto de crear una cercana conexión entre ambas partes. A pesar de todo, entrar de pleno en la dinámica planteada por el quinteto resultó imposible, al seguir el problema fundamental omnipresente y sin resolverse.

Fallujah es, sin lugar a dudas, una de las bandas señaladas de la actual década en lo referente al death metal atmosférico. El grupo californiano ha hecho las delicias de aquellos seguidores que pretenden ir más allá en el género, mediante ambientaciones basadas en la combinación de guitarras limpias y armonías que trasladan al oyente a otra dimensión. Buena muestra de ello son bombazos de su disco más reciente como “Adrenaline”, “Abandon” o la más añeja “Sapphire” que, además de ofrecer una amalgama de emocionantes melodías, penetran en la piel del oyente a base de riffs de grandísimo poderío rítmico.

Fallujah (Foto: Itsaso Urkia)

La banda incluso deleitó a los allí presentes con “Ultraviolet” y “Last Light”, dos de los temas que estarán presentes en su próximo álbum de estudio. No obstante, el sonido fue nuevamente responsable de que el show del quinteto no luciera como se merece y el viaje que proponen se quedara a mitad de camino. En la recta final del concierto los instrumentos pudieron entenderse con mayor claridad, pero, hasta entonces, batería y bajo se impusieron al conjunto de forma acusada. Un servidor comenzó a pensar que, quizás, para ver a estas bandas en semejantes condiciones, era mejor haberse quedado en casa.

Y llegó la salvación

Afortunadamente, la tendencia se invirtió cuando llegó la hora del plato fuerte. La diferencia de sonido fue más que evidente desde la entrada en escena de Obscura con “Emergent Evolution”, una de las canciones más señaladas de su flamante “Diluvium”, disco que cierra el círculo conceptual iniciado hace diez años con “Cosmogenesis”. La seguida con “Ten Sepiroth” y “Akroasis” no hizo más que ratificar la considerable mejora, pero el momento álgido llegó con la joya “Septuagint”.

Es de entender que la banda no dé tanta importancia a su material pasado, debido a la reforma casi integral que la formación sufrió tras la publicación de “Omnivium”. Sin embargo, no deja de apenarnos que el buque comandado por Steffen Kummerer, en cierto modo, reniegue de este disco y de “Cosmogenesis”, dos de sus trabajos más apasionantes y experimentales.

Obscura (Foto: Itsaso Urkia)

De todos modos, el cuarteto demostró a los allí presentes que su capacidad artística sigue muy viva y cada uno de los instrumentos cuenta con una voz propia y distinguida que enriquece el conjunto. En ese sentido, cabe señalar el pasaje central con “A Last Farewell”, donde el bajista Linus Klausenitzer cautivó al personal con una cálida e íntima interpretación.

Obscura (Foto: Itsaso Urkia)

“Ode to the Sun” rebajó por momentos la intensidad y la sintonía entre banda y público, al igual que las repetidas pausas entre canciones, que restaron dinamismo y continuidad a su actuación. Pero la emotiva “Incarnated” y especialmente la final “An Epilogue to Infinity” retomaron el vuelo, antes de volver por última vez para despedirse de forma definitiva con la ya clásica “The Anticosmic Overload”.

Obscura (Foto: Itsaso Urkia)

Celebrar la música fue la medicina más apropiada para hacer frente a las adversidades que sobrevolaron la velada. Empaparnos de la pasión por transmitir creatividad que Obscura atesora, palpable en su puesto de merchandising que incluye no solo discos y camisetas, sino también libros de tablaturas. Pero, sobre todo, reafirmarnos en la convicción de que seguir asistiendo a los conciertos de este tipo es el único modo de que, en próximas ocasiones, pasen a realizarse en condiciones favorables, en vez de que pasen a ser giras añoradas por haber desaparecido del País Vasco.