El rock del O Son do Camiño 2019 (y demás)
La segunda edición del festival O Son do Camiño ha sido todo un éxito. El evento celebrado en O Monte do Gozo acogió a más de 30.000 personas por día de gustos muy dispares agotando todos los abonos de 3 días en menos de una hora. El único fin de este evento era disfrutar de la música en vivo sin complejos, y parece que según las estadísticas esto se cumplió para casi todos.
El que para muchos ya es “el Coachella gallego” inauguró la temporada de festivales que anticipan el verano en España. Tres días (13, 14 y 15 de junio) y más de 30 artistas de pop, rock, rap, electrónica y música indie tanto locales como nacionales e internacionales ofrecieron sus diferentes propuestas en los dos escenarios instalados en el auditorio del Monte do Gozo, lugar que se construyó en su momento para facilitar el hospedaje a los peregrinos que realizaban el Camino de Santiago y que se remodeló con motivo de la visita del papa Juan Pablo II en 1989 hasta lo que es a día de hoy.
Antes del O Son do Camiño ya tuvimos el Santi Rock, Rock In Way y diversos eventos montados con motivo de los últimos años santos Xacobeo (1993, 1999, 2004 y 2010). Por O Gozo pasaron bandas míticas como Fu Manchu, Sonic Youth, Bruce Springsteen, Placebo, The Rolling Stones, Muse, The Offspring, Red Hot Chili Peppers, The Cure, Bob Dylan o The Darkness, pero desde 2010 la actividad se fue reduciendo que hasta que el sitio quedó prácticamente abandonado.
No fue hasta 2018 cuando la empresa Bring The Noise y la agencia creativa de Esmerarte unieron fuerzas para la celebración del festival O Son do Camiño, ayudando a rehabilitar y darle una segunda oportunidad a una zona verde ideal para macro eventos a las afueras de la capital gallega. Ya tenemos aseguradas como mínimo dos ediciones más: la de 2020 y especialmente la de 2021 (próximo Ano Xacobeo), que pinta ser más grande y especial. Esperemos que no todo se quede en mera propaganda con ayuda de la Xunta de Galicia y la cosa se prolongue en años venideros (o que al menos haya más eventos en la misma localización).
El festival O Son do Camiño no solamente se redujo a lo musical, aunque esa fuese la idea principal. Un intercambio de palabras con cocineros y empleados de varios food trucks nos confirmó que las más o menos 600/700 raciones diarias de comida ofrecidas de media en cada puesto hacían de esta celebración también un atractivo gastronómico con mucha variedad y oferta tanto para los más carnívoros como para vegetarianos y también veganos. Un punto a tener en cuenta a pesar de los precios desorbitados y la ausencia de comida típica gallega.
Peregrinaje hasta el recinto
Si querías acudir al festival, lo único obligatorio era caminar mínimo 15 minutos a no ser que optases por la acampada (vendió todas las parcelas, incluyendo glamping) u otros métodos menos fiables y clandestinos. Los autobuses que llevaban desde la calle Hórreo y estación de tren hasta San Lázaro se abarrotaron a partir del viernes, al igual que taxis y líneas que te dejaban en las inmediaciones.
Aunque el transporte y comunicación sea algo a mejorar, menos es más (podrían no haber puesto transporte ninguno si quisiesen). Podemos confirmar que funcionó todo correctamente, pero que el paso de las horas y días hacían que las caminatas se hiciesen casi interminables. Desde los buses hasta la pulseración el trayecto no bajaba de los 20 minutos -eso si no fuiste una persona lista cogiendo la línea que dejaba en San Marcos- y lo mismo (o más) en la vuelta de noche, donde o te ponías a andar una media hora hasta Santiago o pedías un taxi.
Jueves 13: toma de contacto
La primera jornada fue sin duda la más tranquila. La afluencia de personas era igualmente grande, pero muchos asistentes se pasaban por O Gozo para familiarizarse con el lugar, acampar con calma (muchas personas ya lo hicieron el miércoles), situarse y ver algún concierto suelto. Todo esto se notó en un transporte que fluía mejor, espacio de sobra para ver con comodidad los conciertos y también en números teniendo en cuenta que solamente quedaban abonos sueltos para este día.
Con el indie pop íntimo mezclado con folk e incluso trip hop de la joven promesa madrileña Alice Wonder se inauguró la tanda de conciertos. Kitai fueron los segundos pregoneros del día y los primeros en hacer rugir las guitarras con su rock/metal alternativo con tintes pop resultando correctos en un escenario que se les hacía un poco grande pero que supieron domar con canciones como “Fuego En La Radio”, “H2O”, “Que Vienen” o “Riviera Maya”. Como era de esperar, hubo cabida para ver volar la batería sobre los asistentes y para los disfraces.
El respiro al indie y pop rock vino con Royal Republic, que tuvieron un público y horario que no ayudó demasiado. Una banda de hard rock bailongo a las seis de la tarde no es la mejor idea, pero estos suecos no se vinieron abajo e hicieron bailar a los asistentes dando pie a algún pequeño pogo e incluso al levantamiento de algún “crowdsurfer”.
La formación de Malmö presentó canciones de su reciente disco ‘Club Majesty’ abriendo con “Fireman & Dancer”, “Can’t Fight The Disco” y “Under Cover” del tirón. La verdad es que este disco suena mucho más duro y crudo en directo, donde los adornos electrónicos y ese pseudo dance rock no se hace empalagoso. Terminaron la faena dando el pelotazo con una versión tan corta como buena de “Battery” de Metallica con un público que prácticamente no sabía dónde estaba y se marcharon con “Baby”, uno de sus grandes hits por debajo de la conocida “Tommy-Gun”.
Los paladares indies volvieron a contentarse con Second, que dieron paso a Richard Ashcroft. El cantante de los míticos The Verve dio uno de los conciertos más descafeinados de la jornada, equipado únicamente con una guitarra acústica en un escenario enorme que no supo dominar frente a unos espectadores que incluso se atrevieron a ponerse de espaldas a echar la tarde en las primeras filas. Al pobre Ashcroft no lo salvaron ni los hits “Drugs Don’t Work” y “Bitter Sweet Symphony”, que dejó para el final. Su paso por el festival fue perezoso y falto de actitud y ganas.
Era momento de pillar sitio para Graveyard, grupo que contentaría por fin a los más rockeros del lugar. Aunque sus fans (entre los que me incluyo, por supuesto) se entregaron totalmente, a ellos no se les veía con muchas ganas. Sonaron perfectos, mejor de lo esperado, y cumplieron con su trabajo a pesar de no interactuar prácticamente con la gente en sus breves 45 minutos de concierto. Pese a todo, tanto los conocedores de la formación de hard rock/stoner como los que no sabían qué coño estaban presenciando disfrutaron cantando, moviendo la cabeza y con «pits» en los que se mezclaban poppies con maquillaje y brillantes en la cara con algún que otro melenudo en las primeras filas. Parecieron gustar a todos. Y mucho.
Las 8-9 canciones que tocaron Graveyard se pasaron volando y se centraron únicamente en su último disco ‘Peace’ y su obra maestra ‘Hisingen Blues’. Sonó como apertura “Walk On” seguida de “Cold Love”, “Hisingen Blues” y los más recientes singles “Please Don’t” y “The Fox” para rematar la ceremonia con “The Siren” en versión extendida, como es habitual en sus presentaciones. Pena que no tuviesen más tiempo y que pareciese que no estaban del todo cómodos a pesar de cumplir con creces y pirarse para tocar en el Rock The Coast al día siguiente. Corregidme si me equivoco, pero diría con total seguridad que no hubo sitio para ninguna canción de su primer disco, así como tampoco del ‘Lights Out’ y del ‘Innocence & Decadence’. Esperemos verlos en otro momento y lugar por Galicia para quitarnos la espinita de escuchar más temas.
En público, Bastille, Beret y Die Antwoord se llevaron el trofeo del día. Bastille estuvieron algo sosos y aburridos salvando un par de canciones y Die Antwoord entraron en el top 5 del festival. Tremendo concierto, tremenda puesta en escena y tremendo sonido. “Baby’s On Fire”, “I Fink U Freeky”, “Fatty Boom Boom” y el cierre con “Enter The Ninja” fueron espectaculares.
Viernes 14: poco rock y multitudes
Este año el aforo del festival se aumentó en 5000 personas más y se notó de manera significativa. A partir del viernes a media tarde se empezó a sentir la llegada de las multitudes que el jueves no aparecieron por motivos laborales o exámenes. Los gallegos Moito! y las madrileñas Cariño no provocaron casi alboroto más que el de algún fan que se lanzó a corear la versión que estas chicas hicieron de “Llorando En La Limo” de C. Tangana. Pasó lo mismo con la mitad gallega mitad americana Marem Ladson, acompañada de una banda que dio riqueza a su folk pop/rock y ayudó a brillar su increíble voz.
Entre Cariño y Marem Ladson hubo hueco para un poco de guitarreo con el rock alternativo de Igloo, que tocaron tanto canciones más recientes como «Gigante» o “G7” como algún tema de su segundo disco («Sin Mentiras», «El Pase De La Muerte»). Fue a la hora que ellos tocaban cuando empezó a llegar más gente para cantar los éxitos que interpretó Iván Ferreiro, tanto propios como de su ex banda Los Piratas.
Bloc Party realizaron su primer concierto en meses tocando su debut ‘Silent Alarm’ al completo de una forma un tanto peculiar: en orden inverso (la primera canción del set era la última LP). Comenzaron descafeinados y resultaron un poco pelmas hasta más o menos “The Price Of Gasoline”, quinta canción de su repertorio. Cerraron su bolo con “Ratchet” y su frontman Kele Okereke moviéndose por el escenario despojado de su guitarra y únicamente con el micro en la mano. Las expectativas eran demasiado grandes y no cumplieron del todo.
De Shinova no podemos decir nada porque no pudimos verlos debido a la avalancha que se produjo para encontrar sitio para Rosalía. A pesar de estar en el foso estacionados, tuvimos que irnos de allí. El público, que daba un salto generacional que iba de adolescentes a cuarentones, era insoportable e inquieto. No se podía casi respirar, el ambiente era desagradable y agobiante y se creaban continuos tapones donde eras increpado por el mínimo roce. Irse a otro sitio más tranquilo fue la mejor idea.
Y llegó Rosalía y con ella el fanatismo más extremo. Salió puntual bajo el aclamo de todo el mundo que estaba allí. Tocó a las 23:15 debido al cambio de horarios y no se solapaba con nadie, así que ya os podéis imaginar cómo de hasta arriba estaba el recinto.
Tras una breve intro empezó a sonar como apertura “Pienso En Tu Mirá” y todo ser vivo presente (cuando digo todo, es TODO) se puso a cantar. Los temas que se han hecho ya míticos de ‘El Mal Querer’ en tiempo récord estuvieron apoyados por miles de voces. De su debut, ‘Los Ángeles’, solamente hubo sitio para un a cappella con “Catalina”.
A pesar del diluvio de varios minutos que hizo salir a un montón de gente de las zonas más cargadas, la fidelidad por este icono pop que en unos 2 años se ha hecho con la fama mundial fue casi surrealista. Aunque Rosalía no sea un foco de atención para los más fieles al rock, metal y punk de The Metal Circus hay que confesar que esta joven tiene mucho talento y canta como nadie. Especialmente emotiva estuvo con la versión de “Barefoot In The Park” que grabó con James Blake, que sonó preciosa e inmensa. También hubo sitio para homenajear a Las Grecas con “Te Estoy Amando Locamente” y para las comerciales “Brillo” y “Con Altura” en las que colabora J. Balvin. La guinda se puso con el nuevo single “Aute Cuture” y el hit “Malamente” tras 1 hora de espectáculo.
Rosalía fue uno de los tres grandes platos del festival y demostró que no es una más. Ni una Diosa de la música contemporánea como se cree ni una mediocre que hace playback (no, no hubo playback en su concierto), pero se merece la fama que tiene que esperemos que no la absorba mucho más. Desconocemos si en algún momento podremos apreciar las influencias más rockeras y metaleras de esta chica, ya que confesó hace poco tiempo en Twitter ser fan de Black Sabbath además de colaborar cantando en un disco de la banda de metal progresivo Face The Maybe antes de ser conocida como lo que es ahora. Una cosa está clara: Rosalía sabe bailar, cantar y tiene unos gustos amplios además de cultura.
El jueves ya había terminado para muchos, pero todavía quedaban 4 conciertos. Black Eyed Peas decepcionaron con un DJ pasándose de tiempo con una introducción interminable, instrumentos que sonaron mal y algún que otro fallo de sonido. Se fueron de golpe cuando estaban despidiéndose con «I Gotta Feeling”, de la cual tocaron menos de un minuto por pasarse de la hora pautada. Desastre absoluto. Nuestra última cobertura fue para el concierto del rapero vigués Hard GZ porque nos teníamos que retirar, y fue una grata sorpresa. Rap hardcore, crudo y directo con unas bases que te hacían temblar el cerebro. Mucha crítica social en sus canciones y un sonido sobresaliente que mejoró el mal sabor de boca dejado por los Black Eyed Peas.
Sábado 15: multitudes, disparidad y llenazo absoluto
El último día fue seguramente el más multitudinario para nuestro asombro (pensábamos que Rosalía sería la que más gente metería). Debido a temas de transporte no pudimos llegar a Mordem ni Ortiga, y a Baiuca y Electric Pyramid los escuchamos a los lejos y poco pudimos ver. Decir que, de todos estos artistas, el más alabado fue Baiuca con su mezcla de electrónica y música tradicional gallega («folktrónica»). No se llevó su equipo completo con cantareiras incluidas, pero contentó a los festivaleros tempraneros.
Los americanos Electric Pyramid fueron el grupo más desconocido del cartel. Su rock influenciado por los clásicos de los 70’s y 90’s con claros aires de música americana por medio no se acababa de comprender. Para nuestra sorpresa, no disgustaron tanto y entraron bastante bien aunque sin causar demasiado furor más allá de «Kihim Rising» o «Woman’s Touch». Resultaron un tanto artificiales y prefabricados, pero no tuvieron un mal recibimiento. Nadie sabía de dónde habían salido ni cómo llegaron a este festival, solamente unos cuantos habíamos leído que fueron teloneros de Queen y ya.
Familia Caamagno lo petaron en el segundo escenario. Fueron los que mejor aprovecharon su tiempo, los más cercanos y los que mejor comunicación tuvieron con el público. Se metieron a todos en el bolsillo en 45 minutos con 14 canciones de repertorio.
A los coruñeses les dio tiempo a hablar, bromear, bajar al foso y tocar temas ya clásicos como “O Ritmo Da Caverna” de primera, “Perdoa” o “Surfistas Nazis” así como otros de su más reciente LP como “Un Día Espectacular” o “Castromil” seguida de “Guapos De Primeira”. La fiesta estaba asegurada con ellos y su mezcla de garage, rock y pop de antaño cumplió con todas. ¿Un grupo pequeño de Galicia cantando en su idioma y pasándole por encima a otros enormes del cartel? Pues sí. Tenemos muy vistos a los Caamagno porque tocan continuamente por Galicia y llegan a pasar desapercibidos, pero es raro que fallen. “Unga, Unga!”.
The Hives fueron otros de los grandes que hicieron saltar a absolutamente todo el mundo calentando el ambiente desde los primeros segundos de “Come On”. Es cierto que en lo que habla su vocalista Pelle Almqvist se puede uno hacer la merienda, pero hicieron lo que sabían y encantaron a todos tanto por su música y espectáculo como por las bromas de Pelle haciendo alusión a los gallegos como «galicianos» escudado en un spanglish autodidacta que provocó más de una carcajada.
Tocaron un par de temas todavía sin grabar en estudio como “Paint A Picture” o “Good Samaritan” además de la recientemente estrenada “I’m Alive” y de clásicos como “Walk Idiot Walk”, “Hate To Say I Told You So” y la ya clásica versión en vivo de “Tick Tick Boom” de casi 10 minutos para bajar el telón.
Vetusta Morla fueron los números 1 en cuanto a fanáticos cantando cada una de las palabras de sus composiciones. Dieron un muy buen espectáculo, pero se echa un poco de menos la humildad y cierta timidez que tan especiales los hacía una década atrás. Pucho (voz) se bajó del escenario y se echó al público directamente durante unos minutos y hubo momentos emotivos con clásicos además de ese medley que hacen últimamente cuando tocan “La Vieja Escuela” en festivales cantando fragmentos de temas de otros artistas del cartel (en esta ocasión hicieron guiños a Rosalía, Kitai, Iván Ferreiro, Elyella, Ayax y Prok y Alice Wonder). Buenos en directo dentro de su estilo y grandes músicos con experiencia.
Algo peor y más decepcionante todavía que Black Eyed Peas fue Bad Gyal. La joven trapera dio un espectáculo bastante desagradable en el que, contra todo pronóstico, tuvo el apoyo de la peña adolescente y más joven seguidora de la moda del trap y reggaeton. Nosotros no encontramos sentido a su propuesta y nos fuimos pasado un rato a hacer cosas más importantes como pillar un buen sitio para el plato fuerte del día.
Y llegó el momento clave para los más “puretas”: el concierto de Iggy Pop. A sus 72 años, salió al escenario cojeando de una pierna y sin camiseta (¡vaya!) dejando flipados a unos cuantos con sus saltos, gritos, agradecimientos (llenos de «fuck’s» por el medio -«¡fucking gracias!»-), afinando sorprendentemente bien e incluso bajándose del escenario para rodearse de sus seguidores. Fue el concierto en el que la franja de edad no tuvo límites con una media de edad variable desde los aproximadamente 16 años hasta los bien entrados 60. Ambiente genial salvando el instrusismo de un par de pijas y pijos que solamente sacaban fotos, guardaban sitio para David Guetta e insultaban a la gente que hacía pogos o saltaba en primera fila (¿dónde se creían que estaban?).
“La Iguana” Iggy Pop vino acompañada de una banda sobresaliente en la cual el bajista daba continuamente rienda suelta a su virtuosismo con pequeños solos de bajo y unas líneas absolutamente brillantes que casaban totalmente con la batería. Si cerrabas los ojos, por momentos te podías transportar a un concierto de stoner rock o doom por lo pesadas que eran algunas melodías. Y no exagero. Cayeron clásicos desde el comienzo: “I Wanna Be Your Dog”, “Gimme Danger”, la coreada “The Passenger”, “Lust For Life”, “Search And Destroy” y así hasta 15 canciones con “Sixteen” como última, con la que Iggy se despidió y dejó a un lado su actitud sucia y punk bajo un manto de alabanzas. Parece que se marchó contento, pero no creo que tanto como todos los que presenciamos semejante e inesperado show.
Lo que quedaba por ver era Ayax y Prok, David Guetta y Eme DJ. Los raperos y gemelos de Albayzín (Granada) Ayax y Prok se salieron en todas sus facetas siendo cercanos, sentimentales, críticos y duros como nadie. Actualmente son de lo mejor que el rap hardcore español tiene. Su público se volcó lo máximo que pudo teniendo en cuenta el solape con David Guetta debido a cambios en los horarios. Estuvieron brillantes y se nota que en su música no hay pose ninguna. Grandísimo concierto con “Fresas Con Nata”, “Polizzia”, “Sakalakalashnikov”, “Mi Barrio Huele a Widow” y ese gran cierre con “Reproches” y su intro con el tema de Ray Pérez de 1972 del mismo nombre sonando por los altavoces. Son un grupo de sala, de tocar una hora y media o dos, pero lo dan todo y son súper agradecidos con su gente en cualquier circunstancia.
De David Guetta poco que decir porque nos lo saltamos debido al solape con Ayax y Prok, escuchando solamente las últimas 4 o 5 canciones. Intercambiando palabras con los que fueron a verlo llegamos a la conclusión de que decepcionó. A pesar de su fama mundial y de dejar lleno el audiotorio es un DJ bastante mediocre que por lo general pone canciones ya premezcladas en vivo que en muchos casos no son ni de él. El final de su concierto fue extraño porque pareció marcharse golpe con el tiempo justo. La causa no la conocemos, pero tampoco nos interesa demasiado. El cierre total vino de mano de Eme DJ, y sin más porque lo nuestro no es la electrónica ni el indie pop aunque pueda gustarnos más o menos de forma personal. No hemos mencionado conciertos a los que no hemos podido asistir ni nos hemos parado con otros que no tienen mucho sentido para los lectores de esta web.
Por último, hacer mención a toda la gente que trabajó en barras, puestos de comida y a la organización por darle una segunda vida al auditorio del Monte do Gozo que esperemos que perdure. Para redondear la variedad de estilos y siendo algo exigentes quizás nos falta todavía una banda de rock o metal grande más allá de Graveyard, The Hives o Royal Republic que dé una vuelta de rosca más a toda la variedad.
El O Son do Camiño 2019 nos dejó un buen sabor de boca pese a los problemas de transporte, cambios inesperados, la lluvia que mojó tierra y piedras de cuestas y pequeñas colinas provocando resbalones un tanto aparatosos y un público que hacía sesgo en minoría molestando a los que no solamente estábamos allí para ver a 4 o 5 bandas. De todas maneras, buen y variopinto ambiente con gente abierta de mente, sin incidentes importantes y con tiempo para ver casi todos los conciertos. ¡Esperemos poder repetir esta experiencia en 2020 y 2021!
Texto: Jaime Tomé | Fotos: Aritz Sola
Promotor:Bring The Noise / Esmerarte
Día:2019-06-13
Sala:Auditorio Monte do Gozo
Ciudad:Santiago de Compostela
Puntuación:7
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