Nightwish: Bilbao entre el frío cielo y el ardiente infierno
Bilbao es la tercera ciudad conquistada por los fineses Nightwish. Después de casi diez años sin pisar la ciudad, han ofrecido un directo de momentos explosivos y aventuras melódicas increíblemente medido y reflexionado.
Nightwish es una de esas bandas que resuenan incluso fuera del universo metal. Junto con Marilyn Manson, My Chemical Romance, H.I.M o Linkin Park, forman parte de la explosión en los años 2000 de una nueva era oscura, en la que grupos con este tipo de propuesta “nicho” invadían canales musicales tan fuertes como MTV.
Lo más complicado después de este auge ha sido seguramente mantenerse. Por ejemplo, MCR o H.I.M ya no existen. Linkin Park o Marilyn Manson siguen buscando qué camino trazar después de sus grandes éxitos. Y Nightwish ha conseguido mantenerse a flote después de varios cambios de vocalista, algo más complicado aún si una de ellas es la carismática Tarja Turunen, con su característica presencia fuerte y absoluta sobre el escenario (y fuera de él).
De hecho, una de las grandes dudas existenciales entre el público es siempre si merecerá la pena presenciar un directo de la banda sin su formación más popular. Quizá uno de los motivos por los que Bilbao ayer no consiguiera completar su aforo. Después de dos shows en Madrid y Barcelona en grandes espacios como el Wizink Center, la ciudad vasca ha sido la tercera en recibir a los fineses en una Sala Cubec del Bilbao Exhibition Center, que alberga de 3000 a 5000 espectadores. Si bien es cierto que no se llenó, el público demostró su fidelidad y su pasión por la banda en cada minuto.
La bestia viste de negro
¡Bilbao mola! Y Bilbao mola porque es de las ciudades en las que la asistencia del público de un concierto es casi del 100% desde el principio. Es decir, disfrutar del grupo de apertura y descubrir a las bandas que acompañan a la principal, es prácticamente una costumbre. Y lo más maravilloso se da en estas pocas ocasiones en las que el grupo invitado consigue conquistar a cada una de las personas allí presentes.
Notas cómo de un tímido aplauso en el primer tema se pasa a una gran masa de aplausos, silbidos y gritos de emoción en la canción de cierre. Y este fue el caso de Beast in Black en Bilbao, que estrenará nuevo trabajo en febrero de 2019 y que después de la noche de ayer tendrá más de un nuevo adepto asegurado.
Su mezcla de power metal y electrónica es una propuesta bastante particular. Para aquellos que nunca han podido escucharlos podría ser una mezcla entre Helloween y Amaranthe, entre Sabaton y Nightwish. Entre su setlist, “Blood Of A Lion”, “Crazy, Mad, Insane” o “Eternal Fire” todas ellas únicas y bien interpretadas por los miembros de Beast in Black. Desde Anton Kabanen (guitarra solista) hasta Kasperi Heikkinen (guitarra rítmica) pasando por Mate Molnar (bajo) lo dieron todo en el escenario cada segundo.
Sin embargo, cabe a destacar el protagonismo de la gran melena de Atte Palokangas (batería) que no paró ni un minuto de volar, y el carisma de Yannis Papadopoulos (vocalista) cuyo sentido del humor (incluyendo chistes sobre su ausente cabello) y su cercanía fueron determinantes para la conquista de la ciudad vasca. Sonido exquisito, energía ilimitada y fiesta asegurada. Una banda para ver una y mil veces.
La máquina del tiempo
Entre Van Halen y Scorpions la espera de la banda finesa se hizo corta. Apenas veinte minutos fueron necesarios para dar paso a su directo y sobre las 20:20h se apagó la música para proyectar sobre una gran pantalla la gran bola de fuego generando un ambiente intrigante único y fascinante.
Esto se vio interrumpido por un gran móvil en señal de prohibido que, acompañado de una voz también muy especial (como la que inicia un pasaje del terror en un parque de atracciones), invitaba a los asistentes a disfrutar del concierto detalle a detalle sin esa preocupación que parece que nos acompaña siempre en el bolsillo.
Seguidamente, el escenario al completo se convirtió en una gran máquina del tiempo con una cuenta atrás de un minuto. Durante los seis segundos previos, el público se unió a la cuenta atrás grito a grito que finalizó con la apertura de engranajes al puro estilo steampunk.
A lo lejos, por una mirilla, se proyectó un paraje de magia que acompañado con la música de Troy Donockley y su gaita eléctrica creó uno de los momentos más épicos de la velada. Después de la tormenta siempre llega la calma ¡Y viceversa! Así pues, la paz se rompió ¡Por fin! con dos clásicos, “Dark Chest of Wonders” y “Wish I Had an Angel”. Ambos temas complicados, porque, aunque las comparaciones son odiosas, es inevitable ver a Floor Jansen defendiendo dos temas más o menos habilidosamente, aunque no a la perfección.
El concierto de Nightwish en Bilbao estuvo lleno de cielos e infiernos tanto literales como metafóricos. Es decir, de momentos en los que la vocalista convencía y momentos en los que no tanto. Al mismo tiempo, también pudimos disfrutar de sus enfoques bilaterales, gothic y folk que hicieron de la noche, una noche de altos y bajos. “Nemo”, otro de los clásicos interpretados casi al final del show, fue uno de los éxitos de la holandesa en esta gira. Por lo menos, en la ciudad vasca lo clavó.
El setlist fue idéntico al ofrecido en Madrid y Barcelona, tocando temas como “10th Man Down” con su comienzo en forma de thriller, y que marcó que definitivamente el directo estaría lleno de sorpresas audiovisuales. Con “Come Cover Me” finalizaron por unos momentos las canciones más cañeras. Gethsemane” fue la siguiente parada en la máquina del tiempo e inauguró una secuencia de canciones más poéticas, quizá. En esta, pudimos disfrutar de la maestría del gran Tuomas Holopainen en un piano exquisito en contraste con su habitual tono sintético.
Algunos de los más disfrutados por el público fueron “Élan” donde de nuevo Donockley aportó su toque musical. Esta vez con una flauta. La figura de Donockley a veces, queda difuminada tras la presencia de su líder Marco Hietala y el continuo cambio de vocalista. Pero es sin duda un punto de apoyo enorme para el alma de Nightwish con su diestro conocimiento instrumental de la gaita, la flauta o la guitarra. Además, de una voz preciosa de apoyo que pone la guinda a su directo.
Dead Boy’s Poem” para los asistentes más góticos fue fundamental. Y por supuesto, “Elvenjig”. A lo largo del directo pudimos ver a Floor Jansen en su habitual baile que tanto la caracteriza, pero fue aquí donde la Sala Cubec al completo danzó y bailó imitando a la reina de la noche. Sin duda, uno de los momentos a destacar.
Con “I Want My Tears Back” y “Last Ride Of The Day” volvimos a bajar al infierno. Necesario en un show donde el 50% de los temas tiene soporte melódico. Seguido volvimos a este momento con “The Carpenter” que se rompió con otro comienzo épico de “The Kinslayer” y “Devil & the Deep Dark Ocean” presentado por Marco y que nos subió la tensión a lo más alto.
Un final épico
La máquina del tiempo estaba a punto de realizar su última parada con el final de “Nemo” y el comienzo “The Greatest Show on Earth”, un tema que dividieron en dos para interpretar en su interior “Ghost Love Score”. “The Greatest Show on Earth” con su himno “We Were Here” fue algo sencillamente inolvidable.
Como en el resto de la noche se proyectaron imágenes estéticas y mágicas, en este momento se proyectaron imágenes en contraposición de tierra, naturaleza y ecología, comparándola con gran parte de las construcciones e hitos de la humanidad. Esto unido a su comienzo “anti-móvil” y la petición de la vocalista de respetar las normas de “no fumar”, nos dan pistas sobre la filosofía de la banda, más allá de la música. El broche de oro para finalizar este viaje en el tiempo fueron los miles de confeti que saltaron por los aires cayendo a modo de manto a un público que había disfrutado de cada minuto de la noche en la Sala Cubec de Bilbao.
Luces, llamas y acción
Siempre es de agradecer cuando una formación de renombre sigue buscando formas de sorprender y enamorar a su público. Nightwish creó en este tour una atmósfera de fantasía gracias a sus continuas proyecciones en el escenario que ayudaron a darle sentido a sus interpretaciones.
Sus juegos de luces, apagones y silencios fueron también medidos y reflexionados, hecho que ayuda a dar ritmo al show, eliminando los momentos planos o más tranquilos que existen a causa de sus temas más melódicos. Además, las llamas y los fuegos artificiales siempre crean un efecto dominó de saltos, aplausos, gritos y emoción. Está claro que la banda lo vale con o sin artificios, pero un valor añadido casi siempre es un éxito doble. Sobre todo, en estos tiempos donde la exigencia a la hora de acudir a shows en directo es tan alta.
Texto: Arya Blues | Fotos: Aritz Sola
Promotor:RockNRock
Día:2018-12-02
Hora:18:00
Sala:Sala Cubec, BEC
Ciudad:Bilbao
Teloneros:Beast in Black
Puntuación:8
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