Muse: un show de cine en Madrid
Desde que se anunció hace unos meses que la gira de Muse iba a tener una parada en nuestro país, estaba claro que el evento tenía muchas papeletas para ser uno de los más deslumbrantes del verano, incluso del año entero.
Aunque con su nuevo álbum ‘Simulation Theory’ haya dado un patinazo, digamos más bien gordo, en directo, la banda que comanda el vocalista Mat Bellamy sigue empeñada en demostrar cada noche el porqué de la buena reputación de sus directos. Y es que, podría decirse que la agrupación británica ha ido escalando puestos hasta convertirse en una de las bandas más importantes del panorama musical actual, y es incluso considerada por muchos como una banda de culto dentro del rock alternativo.
El concierto en el Wanda Metropolitano de Madrid suponía el fin de la primera parte de la gira que ha llevado a la banda a recorrer por diversas ciudades de América y Europa. Añadiendo como curiosidad que no es la primera vez que los de ingleses escogen esta ciudad para finalizar un tour, y es que España es uno de los países que más apoyo les lleva brindando desde hace años. Para esta ocasión el cartel también contendría los nombres de Mini Mansions y Nic Cester que se encargarían de amenizar en cierta medida el largo tiempo de espera.
Mini Mansions: calentamientos que dejan frío
No hace falta decir que cuando se acude a ver a los teloneros de bandas de tal calibre como son Muse, las expectativas no alcanzan niveles muy altos. No por calidad, sino porque los recursos para llenar un escenario que minutos después va a estar adaptado a una performance completamente distinta, no son ni por el asomo similares. Eso sumado a que la acústica del estadio del Atlético de Madrid no es la mejor de todas, y por mucho que los técnicos más tarde se esforzasen en darle a las estrellas principales el mejor sonido posible, el sitio es lo que es: un campo de fútbol.
Las circunstancias no acompañaron en absoluto a Mini Mansions, y su propuesta de indie-psichodelic-pop pasó bastante desapercibida en el poco rato que estuvieron sobre las tablas. No obstante era un día importante para la banda, que celebraba la salida de su tercer álbum, titulado ‘Guy Walks Into A Bar…’. Una pena que los temas que le dan forma, como “I’m In Love”, “Works Every Time” o “Bad Things (That Make Me Feel Good)» sonaran tan extremadamente pregrabadas que no animasen en absoluto al respetable. La agrupación americana, que cuenta en sus filas con el bajista de Queens Of The Stone Age, es una de las muchas que transmiten más en otros ambientes más cercanos.
Nic Cester y la nostalgia de los clásicos
Hay artistas que brillan por sí solos; y hay otros que aparte de tener esta indudable cualidad saltan al estrellato por pertenecer a una famosa banda o haber compuesto uno de los hits más resabidos en la historia del rock. El ambiente se iba caldeando y el sonido enlatado artificial se disipaba por momentos desde que el vocalista de Jet pusiera un pie en el escenario. Nic Cester venía con el propósito de demostrar que es mucho más que el frontman de la archiconocida agrupación del nuevo milenio, pues tras años de trabajo finalmente ha salido a la luz el álbum de debut de su proyecto en solitario.
Minutos previos a la actuación de los cabezas de cartel, los temas que dan vida a ‘Sugar Rush’ animaron a los congregados. La fuerza y particular textura que aporta la voz de Cester son capaces de llegar a cualquiera de un modo u otro y quienes en ese momento poblaban el estadio quedaron bastante satisfechos. Cabe destacar que sin sorpresa alguna, “Are You Gonna Be My Girl” fue la que se metió al público al bolsillo, aunque otros cortes como “God Knows” y “Strange Dreams” también dejaron un buen sabor de boca.
Teorías de la simulación, drones y algún que otro agujero negro
El inicio de Muse se hizo de rogar. Rondaban casi las diez de la noche cuando tras varios tracks instrumentales a base de sintetizador y samples, se apagaban las luces para que comenzara la proyección de imágenes en la gran pantalla trasera dando la bienvenida a la gran simulación que tendría lugar en estadio Metropolitano. La intro “Algorithim” cobraba vida mediante un grupo de bailarines ataviados con trajes formados por leds, que acudían a rodear la plataforma central para recibir al líder de la banda, Matthew Bellamy.
Al aparecer éste por debajo de la misma, daba comienzo el espectáculo con “Pressure”, un show que como se pudo comprobar a lo largo de las dos horas de duración estaba medido al milímetro. Los conciertos de Muse han ido desarrollándose con el tiempo cada vez más en lo que a espectáculo visual se refiere, dando lugar a su particular “simulación”. Una representación que abarca numerosas reminiscencias a lo que podría ser una película dirigida por George Lucas o Steven Spielberg al más puro estilo ochentero.
Pero la música no se quedó en segundo plano en ningún momento, y es que el estado de forma que atraviesa la banda hace que temas como “Psycho” de su anterior trabajo ‘Drones’ o incluso la anodina y neófita “Break Into Me” lleguen y emocionen a las 55.000 almas congregadas en el estadio. No tardó en caer el primer clásico de la noche, “Uprising” que consiguió que las personas que poblaban la pista saltasen al tiempo durante toda la canción, cosa realmente complicada.
Con las jóvenes “Propaganda” y la oda a la libertad “The Dark Side”, el power trío motivó a creer que por muy desastroso que haya sido el resultado del último disco en su versión de estudio, son capaces de darle un aire renovado en lo que a su puesta en escena y representación en directo se refiere. Consiguieron la aceptación de la gran mayoría. Un gran aporte fue el brote de energía que obtuvieron entre medias por parte de la veterana “Plug In Baby” y “Pray (High Valyrian)”, un tema de la colección personal de Bellamy.
La felicidad rebosaba por los poros de cada asistente pero no fue hasta “Supermassive Black Hole” donde se desató definitivamente la euforia, algo más contenida durante “Thought Contagion”, pero que volvió a desatarse sin duda con “Hysteria” finiquitada por los riffs finales del “Back In Black” de AC/DC. La velada estuvo repleta de momentos mágicos, uno de ellos materializado al tiempo que sonaba “Dig Down”. Como bien sabemos, el típico parón para la balada, que sin querer lleva a que miles de flashes se enciendan dibujando un bonito paisaje.
El batería Dominic Howard (quien lucía una camiseta del Atlético de Madrid) y el bajista Christopher Wolstenholme conforman una base muy sólida en la banda, aunque el peso de las miradas recae sin duda sobre el señor Bellamy, que volvía a acaparar la atención nuevamente para introducir “Madness”. Y entre hits de la transcendencia de “Mercy”, “Time Is Running Out” o “Take a Bow” tocaba vislumbrar muy de cerca el final del espectáculo. Como en un abrir y cerrar de ojos habían transcurrido una hora y media de concierto, el tiempo en el que podría haberse jugado un partido de fútbol. Un lapso en el que lo único que importaba a los fans de la agrupación británica era no perderse detalle de toda coreografía, escena o personaje que aparecía en el escenario.
“Starlight” volvió a hacer vibrar a todos, que casi sin fuerzas sucumbían a los encantos que Muse seguía ofreciendo. La segunda vez que “Algorithm” llegaba a nuestros oídos venía acompañada de un par de robots que complementaban en perfecta armonía a los bailarines en la pista, un pequeño aperitivo para lo que vendría a continuación. El jolgorio llegaba a su cenit cuando un robot de grandes dimensiones aparecía en escena para atacar en el medley compuesto por “Stockholm Syndrome”, “Assassin”, “Reapers”, “The Handler” y “New Born”. Unos minutos que literalmente vivieron todos los presentes con el corazón en un puño.
Con él último ápice de energía en el cuerpo tocaba aún la tarea de afrontar una de las perlas de la noche: “Knights Of Cydonia”, que resonaba en el Wanda Metropolitano como ninguna otra para poner el broche de oro a una brillante actuación. Se echaron de menos algunos clásicos como “Undisclosed Desires” interpretada en otros puntos de la gira, pero el trío británico volvió a coronarse nuevamente dejando el listón muy alto. Los mundos en los que te sumerge la banda no dejan indiferente a nadie, y una cosa está clara, no hubo quien saliera más infeliz de lo que entró en el concierto, las expresiones de felicidad recalcaban este hecho en las caras de los asistentes; y eso es algo que no consigue cualquiera.
Texto: Tamara Ruiz
Promotor:Live Nation
Día:2019-07-26
Hora:18:00
Sala:Wanda Metropolitano
Ciudad:Madrid
Teloneros:Mini Mansions, Nic Cester
Puntuación:9
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