Mägo de Oz embruja Madrid con su Diabulus in Opera
Mägo de Oz quiso dar el concierto de sus vidas para celebrar su 30 cumpleaños. En parte lo consiguieron, aunque tienen puntos flojos que, esperemos, vayan mejorando poco a poco.
Al fin, después de cambios de fecha y de un montón de rumores sobre si finalmente se haría o no el Diabulus in Opera, Mägo de Oz se presentó en Madrid para ofrecernos uno de los conciertos más ambiciosos de la banda, contando con muchísimas colaboraciones de alto nivel, con una orquesta, bailarines y una escenografía a la altura de la ocasión. Todo el mundo sabe que quien quiera ver a la banda de Txus di Fellatio sin gastarse demasiado dinero basta con esperar a que llegue el verano para que vuelvan a girar de forma gratuita por distintos pueblos de la península, así que no es de extrañar que no se abriese el Wizink Center en su totalidad. En líneas generales fue un concierto digno de recordar, pero hubo momentos en los que el espectáculo cojeó y se hizo algo pesado de ver.
El show comenzó con suave piano que dio pie a un “Sinfonía” recitado desde las pantallas gigantes por un Zeta que, por la cantidad de filtros que le habían puesto, parecía ser primo hermano del Rey de la Noche de Juego de Tronos. Una vez terminado el recital, “Dies Irae” entró en juego al que sería uno de los conciertos del mes para muchos de los asistentes. La actitud de Mago en el escenario, como siempre, fue de sobresaliente; lo mismo sobre la orquesta dirigida por Javi Díez, aunque en este caso hay que reconocer que en muchos momentos de la noche el volumen de ésta era tan bajo que apenas era reconocible al oído. Ojalá poder decir lo mismo sobre el coro, pero desgraciadamente en este caso no llegué a oírlos ni una sola vez: los únicos coros que se escuchaban eran los de Patricia Tapia –y a veces ni eso- y los pregrabados.
Después del tema del «Gaia III Atlantia» que, la verdad, poca gente cantó, llegó la primera colaboración de la noche: Carlos Escobedo se unió a Zeta para interpretar en conjunto un “Diabulus in Musica” que revolucionó toda la sala. Mientras que el tema anterior no tuvo demasiado éxito entre los asistentes, esta vez no hubo quien no gritara a pleno pulmón el “¡Quémate en mí!” que todo el mundo conoce. Sobre la actuación de Carlos: el volumen de su micro estaba tan desequilibrado que apenas se le escuchó, así que poco se puede comentar. Que ojalá para la próxima se le oiga algo más.
Hubo un poco más de suerte con la siguiente: Rubén Kelsen, vocalista de Débler, sustituyó a Carlos para el siguiente tema, “Alma”, uno de los temas más bellos del mítico Gaia. La elección del tema le vino como el anillo al dedo y la combinación de las dos voces dio como resultado a una de las canciones TOP de la noche, aunque, de nuevo, la orquesta apenas se intuyese.
Para el siguiente tema, “Sueños dormidos”, Zeta quiso dar una pequeña explicación: es una canción que nació teniendo como inspiración el alzheimer, la enfermedad que tuvo el abuelo de Txus cuando la escribió y que hoy padece su madre. Con la guitarra de Manuel Seoane y una bailaora profesional, el tema quedó bastante aflamencado, pero lejos de desencajar en un concierto heavy, no le dio sino fuerza y poderío a una canción que por sí sola ya tiene luz propia aunque trate sobre algo tan oscuro como es la enfermedad.
Patricia Tapia vino con hambre y se comió el escenario ella solita
“Sueños dormidos” no sería sino un preludio al momento emotivo y sentimental de la noche: sirvió de puente para “Siempre (Adiós Dulcinea II)”, una de las mejores baladas de la banda. Personalmente me quedo con la versión cantada por Patri, que convierte en oro todo lo que canta, pero Zeta hizo un muy buen trabajo y consiguió tocar el corazón de muchos de los asistentes madrileños. No obstante, para el siguiente tema descansaría y dejaría que fuese la de Khy quien tuviera el protagonismo en un “No pares de oír rock and roll” reforzado por Anono, de Bürdel King, que ocupó el lugar de Txus a la batería. La siguiente colaboración fue la del jovencísimo flautista Diego Palacio se unió una vez más a la banda en “A costa da morte”, un muy buen tema que se vio reforzado por un cuarteto de bailarinas de corte celta.
Afortunadamente para nosotros, Patricia tuvo muchos momentos de protagonismo a lo largo de la noche: la madrileña se marcó un “O mio bambino caro” mezclado con el “Nessun Dorma” que nos dejó con los pelos de punta y con la boca abierta a todo el mundo.
Javier Domínguez “Zeta”, el Mario Casas del metal
Salvo Javi Díez, la banda abandonó el escenario para descansar mientras el maestro del piano nos regaló un precioso solo de teclas con guiños a Piratas del Caribe o a la preciosa Coco. Mientras tanto, el equipo de Mago colocó una silla eléctrica en mitad del escenario para la interpretación del siguiente tema, “Gaia”, que, la verdad, fue un cuadro. Zeta cantó bien, no desafina y no desentona, pero la actuación en sí… no puedes ponerte un mono naranja de preso, seguir con diadema y gafas de sol y pretender que te tomen en serio. Tampoco puedes sentarte en una silla y cambiar el desgarrador “¡no!” que José Andrea gritaba al final de la canción por un “no” lleno de giros de voz que transmiten de todo salvo la desesperación que se espera del tema, por no hablar de la innecesaria sexualización de la actriz que se puso un disfraz de policía sacado del todo a 100, pero bueno, a estas alturas no me sorprende que la banda liderada por alguien que tiene tatuado un “Santa Vagina” siga haciendo estas cosas. La teatralidad fue nula y el grito que la gente esperaba bien pudo haberlo dado un concursante de La Voz Kids, así que, por mucho que me duela escribir esto, “Gaia” fue lo peor de la noche con mucha diferencia.
Terminó el tema y pusieron un vídeo en el que se repasó la mayor parte de los videoclips hechos a lo largo de la carrera de la banda. Mientras tanto, colocaron un hinchable de un payaso que solo serviría para que Zeta saliera de su boca cuando empezase “Ilussia”, donde, de nuevo, la batería de Txus fue ocupada por otro invitado especial: Manu Reyes, de Sôber. El líder de los magos volvió al escenario con el micro para cantar junto a Zeta y Patri una de las baladas más bonitas de la música española: “La rosa de los vientos”. El show continuó con “Hechizos, pócimas y brujería”, muy correcto y divertido, pero que no tuvo gran transcendencia en el concierto.
Y aquí se vino el momento más esperado por todos: el mismísimo Ara Malikian llegó con su violín para descargar un solo lleno de electricidad y virtuosismo que precedía a un “Molinos de viento” que hizo saltar al más parado del Wizink. No sé a quién hay que darle las gracias por haber metido esta canción en el setlist, que puede parecer de lo más normal ver esta canción en cualquier concierto de Mago, pero no la tocaron en el Diabulus in Musica de México y fue un sorpresón poder disfrutar de una de las mejores canciones de la banda, y encima con el apoyo de Ara Malikian.
Aún no nos habíamos recuperado cuando de pronto una cruz invertida aparece en la pantalla superior… “In nomine Diabulus et Belial, Satan, Lucifer, Astaroth et Yahve”. Leo Jiménez en el escenario, Nelson Valenzuela (Débler) a la batería, Manuel Seoane, de nuevo, a la guitarra, y dos ángeles luchando contra dos demonios a los laterales del escenario. Para muchos, “La cantata del diablo” es el tema de los temas, la mejor canción de Mago, un recital que nunca serán capaces de superar por su grandilocuencia. Y la verdad es que no es para menos. Leo, Patri y Zeta, aunque en menor medida, dieron una clase magistral de cómo romper un escenario y llenar un estadio que impone tantísimo. Leo y sus agudos son historia de España que los niños deberían estudiar en los colegios, lo sabemos todos, pero aún así cada vez que lo escuchamos nos sorprendemos de lo que es capaz de hacer. Por si fuera poco, una banda de gaiteros se unió a la banda, al coro y a la orquesta. En el poema final, una tarta gigante fue colocada en mitad del escenario para celebrar el 30 aniversario. La cantata terminó y del dulce salió una bruja, cómo no, bastante más sexualizada que la original.
Entramos en la recta final con la “Revolución” de Patricia Tapia. De verdad que esta mujer es una maravilla: canta mil registros, todos bien, baila, salta, transmite, anima al público, sabe interpretar. Respeto mucho a Zeta como artista, pero Patri tiene mucho que enseñarle. Y eso que la pobre se equivocó en el estribillo final, entrando antes de tiempo, pero son cosas puntuales del directo que le puede pasar hasta al artista más grande.
Tete Novoa y Niko del Hierro, ambos de Saratoga, subieron al escenario para deleitarnos con un “La costa del silencio” que no puede faltar en ningún concierto. Tete es un cantante muy bueno que en un momento te hace un agudo al que muy pocos pueden llegar, pero no fue su día. Hizo algunos cambios melódicos que no quedaron del todo bien, pero la euforia del público y la alegría que transmite el tema opacaron este intento fallido de lucirse.
Como no podía ser de otra forma, “Fiesta Pagana” rubricó un concierto que, pese a tener sus peros, cumplió con las expectativas y puso todo patas arriba. En este último tema salieron casi todos los invitados –algunos, como Ara Malikian o Leo Jiménez, no aparecieron- y, junto al archiconocido rabo gigante, pusieron el punto final a un cumpleaños que, sin duda, la bruja no olvidará jamás.
Texto: Luis Sánchez | Fotos: Víctor Gallego
Promotor:RockNRock
Día:2018-10-26
Hora:21:30
Sala:WiZink Center
Ciudad:Madrid
Puntuación:8
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