Mad Cool 2023: aglomeraciones, postureo y nostalgia noventera
Mad Cool llegaba este 2023 con el hándicap de estrenar recinto y todo lo que ello conlleva. Al principio la cosa no comenzó del todo bien, con quejas de los vecinos del barrio cuyas casas se ubicaban a tan solo 300 metros del recinto, colas interminables para acceder el primer día y apenas zonas de sombra para hacer frente a los más de treinta grados que albergaba la capital durante el fin de semana.
La cosa se complica si se le suma la mala distribución del recinto, con una única zona de baños situada en la parte central que formó más de un tapón en los accesos; la presencia de torres de alta tensión que, aunque protegidas, no dejan de ser un peligro para la multitud; y una escasa cobertura móvil que dificultó la experiencia a nivel general teniendo en cuenta que no llegaba conexión a Internet ni siquiera para encontrar a tus compañeros o pedir un taxi / VTC.
Hoy día se busca en los macroeventos potenciar la experiencia, no obstante en este caso era más un “que todo mole» cara a la galería (fotos chulas para redes sociales, marcas por doquier…). Al final se convertiría para gran parte de sus asistentes en una experiencia superflua más que la de un festival de música con artistas de renombre (que también lo era merced a su line-up).
Pero Mad Cool 2023 demostró que la etiqueta de macrofestival la llevaba bien puesta. Un cartel variado con estrellas de la talla de Red Hot Chili Peppers o Robbie Williams que atrajeron a un público heterogéneo y amante de todos los estilos musicales (y que perdió adeptos del público heavy al no contar con un gran grupo del género como el año anterior se plasmó en la figura de Metallica, por ejemplo).
Jueves 6 de julio
La primera jornada fue la más abrasadora de todas con un sol que quemaba incluso cuando ya estaba venciendo la tarde. Ese fue el panorama al que tuvieron que hacer frente The Offspring a eso de las 19:00h. Aunque la banda es asidua a los festivales españoles, hacía casi una década desde que los californianos no pisaban la capital desde aquella actuación en San Sebastián de los Reyes allá por 2014 en el festival Neox Rocks.
Hace ya un tiempo que lo cortes de The Offspring en directo han decaído en revoluciones, pero la reminiscencia de la importancia de su punk-rock sigue más viva que nunca. “Come Out And Play” puso en el punto de mira a ese ‘Smash’ que en 1994 hizo resurgir el punk de la escena californiana a mediados de los ’90 e hizo cantar a sus seguidores desde el minuto uno.
Conocedores de estar dando un show en un festival para todos los públicos, tiraron de clásicos para rellenar el setlist y, asimismo, “I Want You Bad”, “Hit That” o “Why Don’t You Get A Job?” fueron de las más coreadas y apreciadas. Aun así se vio a un público algo tímido bien por no ser fans acérrimos del grupo y estar ahí por mera curiosidad o por el calor sofocante. La recta final fue de lo más aclamada, y no era para menos: “Pretty Fly (For A White Guy)”, “The Kids Aren’t Alright”, “You’re Gonna Go Far, Kid” y, por supuesto, “Self Steem”, dejaron feliz a un público en un festival que no había hecho más que empezar.
Acompañado de su inseparable pirámide de bloques rosados se presentaba el ídolo de las generaciones más tiernas en este Mad Cool 2023. Un Machine Gun Kelly que, viniendo de ver y escuchar el concierto de 1975, necesitaba marcha y desde luego, se puede decir, que dejó todo sobre el escenario, lo cual en este formato de festival es de agradecer.
La cosa arrancó con “Papercuts”, muy celebrada sobre todo por las hordas inglesas que poblaban los aledaños del escenario, pero la gran sorpresa de la noche llegó cuando, en el quinto tema, se sacó de la chistera una versión de “Danza Kuduro”. Ya se sabe que algunos artistas se marcan un homenaje a la nación anfitriona en sus bolos, pero esto a más de uno le dejó descolocado y a algún otro le provocó hasta carcajadas.
De aquí en adelante se sucedieron los temas muy bien acompañados por la guitarrista Sophie Lloyd, a quien el realizador se empeñó en enfocar hasta la saciedad en las pantallas del escenario. Para terminar, “My Ex Best Friend” puso punto y final a un concierto notable que dejó buenas sensaciones.
Una de las cosas malas de un festival son sin duda los solapes en el horario. En este caso el de The 1975 con Machine Gun Kelly, uno de los cabezas de cartel de la jornada. Por mucho que los temas de The Offspring suenen algo descafeinados, su chute de energía no fue nada comparable con lo que hicieron The 1975, que dejaron un sabor bastante agridulce.
Si bien la banda de Matty Healy es ahora cuando tiene que salir a darlo todo con sus conciertos, se quedaron mermados con los cortes de melancolía feliz y alegre. Aunque los congregados, que no fueron pocos, parecieron disfrutar enormemente de canciones como las nuevas “Oh Caroline”, “Hapiness” o “I’m In Love With You” del ‘Being Funny In A Foreign Language’ o de otras más antiguas como “Robbers” de su primer álbum. Para quien no era seguidor fiel del grupo de brit-pop, la actuación se tornó monótona de esas que pasa sin pena ni gloria por el festival.
Mad Cool se alza como uno de los festivales más importante de Madrid (y España), colmado de gente joven que storie tras storie pretende contar cómo se vive un evento musical en la era moderna, pero sus carteles son todo lo contrario. Mientras en el escenario patrocinado por una conocida marca de cerveza célebre de la ciudad actuaba Azúcar Moreno daban una actuación sorpresa, y Robbie Williams se dedicaba a hacer su propio viaje al pasado en el escenario principal.
La frase “This is fuckin Robbie Williams, and this is my ass”, define a la perfección la manera de meterse al respetable en el bolsillo en tan solo unos segundos. Pero es así, su culo es uno de los más demandados del panorama musical y ha protagonizado muchos de sus videos más famosos hasta llegar a ser portada de su último ‘XXV’.
Salió con un traje de lentejuelas doradas acaparando miradas cual péndulo en una hipnosis, y es que ni siquiera en los momentos de transición entre temas -que fueron bastante largos- perdía la atención de la masa. Fueron numerosos los discursos, hizo gala de sus tres décadas en activo y también contó cómo se metió una cantidad ingente de drogas, hablando en plata en el cuerpo; las fiestas y el sexo de su vida. Y, por supuesto, cómo habiendo superado todo eso sigue al pie del cañón. Y el público le alabó, pues el mundo pertenece a aquellos que saben sobreponerse, y Robbie Williams es uno de ellos.
Sonaron desde el principio “Let Me Entertain You”, protagonista de la primera parte del show, donde hubo cabida hasta para un “Don’t Look Back In Anger” de Oasis -que Liam no tocaría al ser esta cantada originalmente por Noel Gallagher-. La última media hora del espectáculo fue sin duda lo mejor y demostró que “Rock DJ”, “Feel” o “Angels” siguen siendo hits atemporales. No importa la edad que se tenga o el género musical que más se escuche; son hits que todo el mundo se sabe y canta.
Desde la formación de la banda hace ya más de dos décadas, la música de Franz Ferdinand siempre se ha sentido fiestera y con ella salió a poner la guinda a la primera jornada de Mad Cool Festival 2023. El escenario 3 se colmó de aquellos valientes que seguían teniendo ganas de más, aunque este era tan estrecho e incómodo que en ocasiones resultaba molesto hasta acercarse.
El grupo británico de indie-rock lleva un lustro sin material nuevo en el mercado, pero son de ese tipo de bandas que no necesitan excusas para armarla y dejar buen sabor de boca. El grupo saltó a la fama allá por el 2004 gracias a “Take Me Out” y desde hace ya casi dos décadas pocos cortes reconocibles tienen. La gente estaba ansiosa de oírlo, grabarlo y colgarlo posteriormente; tras tocarlo, que no fue su cierre, hubo mucha gente que decidió abandonar el recinto para intentar evitar aglomeraciones a la salida -aunque de poco sirvió-.
Viernes 7 de julio
Puede que para muchos el nombre de Puscifer sea algo totalmente desconocido. Pero si se matiza que entre sus filas se encuentra Maynard James Keenan de Tool y A Perfect Circle en sus filas, igual la cosa cambia. Su actuación en Mad Cool Festival fue sin duda toda una sorpresa para muchos -que pudieron disfrutar de la actuación sin aglomeraciones excesivas a primera hora de la tarde-. Con el citado frontman estaba claro que la calidad musical era uno de los puntos clave de la banda que, además, adereza sus actuaciones con creatividad, puesta en escena, y unas dotas artísticas a la que no acostumbra una banda al uso.
El calor sofocante parecía no hacer mella en los músicos, que ataviados con traje de chaqueta se entregaron totalmente a la causa para ganarse al respetable, función que cumplieron con creces. Al ser un proyecto secundario, apenas cuentan con cuatro álbumes de estudio en su haber y centraron su setlist en el que editaron en el 2020, ‘Existencial Reckoning’, con cortes como “UPGrade” o “Fake Affront”.
A 20 minutos de las diez de la noche llegaba uno de los platos fuertes de la jornada del viernes, y del festival entero. Queens Of The Stone Age eran de los más esperados al verse forzados a cancelar su gira europea de 2022 y así sin tocar en este festival el pasado año.
Resultaba complicado creer en que Josh Homme estuviera con humor animado y comunicativo si se tiene en cuenta del pozo del que está saliendo. La superación de un cáncer, la lucha por la custodia de sus hijos con su ex-mujer con acusaciones de agresión por ambas partes de por medio, centros de desintoxicación, y, por si fuera poco, el fallecimiento de su amigo y ex-miembro de la banda Mark Lanegan.
Pero la sola presencia del vocalista es de aquellas que impone solo con poner un pie en el escenario. Es precisamente a día de hoy cuando más se comprendan los desesperados versos de “No One Knows”, pero ese pistoletazo de salida nunca puso más feliz a un músico. “Estoy mucho feliz. Qué fucking rico” fueron de esas frases que calaron en un público que se sentía en sintonía con la banda.
La densidad del stoner junto a la psicodelia y los arreglos que entremezclaban rock duro e incluso hasta glam vibraron con un sonido inigualable y sin ninguna otra actuación en todo el festival que pudiera hacerle sombra. No es habitual que los temas de un nuevo disco lleguen a encandilar tanto a un respetable, pero ‘In Times New Roman…’ tuvo la cabida y la aceptación acordes a la calidad del redondo. “Paper Machete” o “Emotion Sickness” desataron la locura como si de un clásico se tratara para incluso formar los únicos pogos del evento.
La catarsis definitiva vino de la mano de “Go With The Flow” y “A Song For The Dead”, que pusieron el broche de final a uno de los shows más destacados de Mad Cool 2023. Sonido y actitud perfectas que junto a un setllist equilibrado y una comunión total del público con los músicos hizo que faltara poco para rozar la perfección.
Ya comenzada la noche y, tras la avalancha eléctrica protagonizada por Queens Of The Stone Age, el folk británico más meloso hizo aparición en escena con Marcus Mumford a la cabeza de Mumford & Sons. Dos propuestas un tanto opuestas quizá, pero ambas de gran calidad. Así como los primeros pusieron a botar a todos los presentes, los segundos fueron un bocado delicioso para los fans de las baladas folkies y esos solos de banjo que llevan más de una década haciéndolos inigualables.
Arrancaron de buen rollo y eso se notó en ese “Chiken Teriyaki” de Rosalía con el que se introdujeron para después ir del tirón con “Babel” y “Little Lion Man”, dos de sus hits más animados. A partir de aquí, la opinión general es que la cosa se fue apagando, y más después del anterior concierto. En cambio, para los incondicionales de los británicos, entre los que se encontraban hasta un 30% de compatriotas entre el público, resultó un show para enmarcar.
“Lover Of The Light”, “Holland Rode” o “Ditmas” con Marcus tocando entre el público hicieron las delicias de los presentes que terminaron de estallar de emoción con “Awake My Soul” y, finalmente, “I Will Wait For You” fuegos artificiales mediante. En definitiva, un show notable, que quedó un pelín soso comparado con el rock cañero de sus predecesores -pero muy bien ejecutado y celebrado-.
Kaleo tuvo el infortunio de solapar su actuación con el cabeza de cartel de la jornada. Tras la caña ofrecida por QOTSA, cualquier cosa que viniera después iba a ser algo difícil de contemplar. Esta no es una de esas bandas que se diferencien por su potencia eléctrica precisamente, pero si algo no le falta es calidad, juventud y frescura.
La pobre iluminación y poca escenografía, sumado a que el concierto empezó con los cortes más lentos hicieron que, para aquellos que no son tan seguidores del islandés, la actuación se tornara algo pesada y soporífera. Pero a medida que pasaban los minutos se remontó el vuelo y cortes como “No Good”, “Hot Blood” o la archiconocida “Way Down We Go” dieron momentos memorables. Las actuaciones de Kaleo son de esas que se disfrutan más en el ambiente más íntimo de una sala que solapándose con el cabeza de cartel de turno. Aun así, la magnífica voz rota del cantante siempre consigue llegar a los congregados de una manera u otra.
Como colofón a la fiesta del viernes salieron The Black Keys al ruedo, un grupo de reconocido virtuosismo al que, al igual que a Mumford & Sons, les pesó demasiado el rock duro de Queens Of The Stone Age. Un cierre al que le faltó algo de mordiente y se quedó en una fiesta simpática en la que nadie terminó del todo satisfecho.
Por supuesto la banda tiene ya un bagaje y un repertorio como para salir airoso de una velada cualquiera que sea y “Howling For You” o “Tighten Up” siguen haciendo mover el culo a los presentes, no obstante la sensación generalizada fue que ese rock blusero sureño parecía insuficiente para cerrar uno de los días fuertes de la cita. Conscientes de ello quizá se marcaron un “Lonely Boy” final que pintó una sonrisa en las caras de todos los asistentes. Unas sonrisas que seguramente durarían poco ya que la organización para la vuelta a casa brilló negativamente, un año más, por segundo día consecutivo en esta edición.
Sábado 8 de julio
La tercera jornada tenía como protagonistas a Red Hot Chili Peppers, pero lamentablemente, la masificación de tener en el recinto a cerca de 70.000 personas acabó acaparando toda atención de los asistentes. Daba igual la zona en la que te movieras, la marabunta acechaba hasta el punto de hacer cola para mear en cualquier contenedor o esquina.
El punto hardcoreta llegó con los californianos Touché Amoré que, de primeras, hicieron un guiño al grupo madrileño Boneflower con quien comparten proyecto y que les hace de teloneros en su gira actual. Con “Flowers And You” Jermie Blom ya iba pegando botes desde un lado al otro del escenario y la gente incluso se atrevía a corear algunos compases. Los pogos iban incrementando según avanzaba la aventura y llegaron a su punto álgido con “And Now Is Happening In Mine” y “Rapture”, una de las más celebradas. Lástima que el sonido no estuviese a la altura en ocasiones. No obstante, nada que reprochar a una de las bandas de hardcore más prometedoras del panorama.
Autoproclamado Dios en la Tierra, Liam Gallagher hizo acto de presencia como una de las grandes figuras del día. Aun así, su actuación no consiguió hacer olvidar al público el caos que marcó toda la jornada. Aunque estaba a punto de caer la noche, el sol seguía abrasando en lo alto, y el pequeño de los Gallagher decidió subirse al escenario con una sudadera para ponerse la capucha posteriormente.
El egocentrismo y las ganas de llamar la atención sumado a su pasotismo siempre han sido señas del carácter del pequeño de los Gallagher, quien se postró en el escenario sin gana ninguna de interpretar las canciones compuestas por su hermano mayor. Pero, siendo realistas, es lo único que quería escuchar el público, pues sus composiciones en solitario pasan demasiado inadvertidas.
Los ánimos se elevaron cuando comenzó a sonar «Morning Glory» o «Rock N’ Roll Star» que llegaban tras el himno del Manchester City apropiado a modo de intro. Lejos quedó aquella promesa de reunirse con su hermano si el citado equipo ganaba la Champions y de la que aún no se han oído noticias aunque haya pasado ya algo más de un mes. Pero, si Axl Rose y Slash se juntaron, ¿por qué no, Oasis?
Sea como fuere la mayor parte del público supo preciar clásicos como “Stand By Me”, “Cigarettes And Alcohol” y, cómo no, “Wonderwall”, aunque la pista parecía más bien una lucha de ver quién sacaba la mejor toma con el móvil de la mítica canción. “Champagne Supernova” cerró la actuación que para michos no terminó de gustar bien por el pasotismo del artista, la falta de escenografía o simplemente el agobio.
La llegada de Red Hot Chili Peppers Al festival madrileño solo fue otra nuestra del mal envejecimiento de la música de la década de los ’90. Si el señor Gallagher no había conseguido hacer las delicias del respetable, los californianos tampoco lo harían minutos más tarde. Se erigieron como una de las bandas más influyentes del rock alternativo cuando se fundó el grupo hace ya la friolera de 40 años como los creadores del denominado punk-funk.
Las cuatro décadas que han pasado no han conseguido mermar la destreza técnica de los músicos en el escenario y tampoco su compenetración, pero esto no consiguió ocultar la decadencia compositiva que lleva años, o incluso décadas, sufriendo el grupo. El cuarteto se subió al escenario como sombra de lo que eran, una mera sombra de la grandeza del grupo en la década de los ’90.
En el recinto de Villaverde Alto no cabía ni un alfiler merced a un lleno total con alrededor de 70.000 personas que, aparte de dificultar la experiencia total del concierto, esperaban ansiosos aferrarse a los clásicos de la banda que se han convertido en parte de la cultura del rock. Pero eso no sucedió tampoco.
El inicio con una dilatada jam solo fue buena muestra de que la banda no ha perdido músculo, y su enlace con “Around The World”, “The Zephyr Song” y “Snow (Hey Oh)” sirvió de gasolina suficiente para los primeros 20 minutos de espectáculo. Pero la solidez del repertorio fue diluyendo a medida que avanzaban los temas. Cortes como “Hard To Concentrate”, “Eddie” o “Reach Out” hicieron perder la atención por momentos y tan solo hits del famoso ‘Californication’ (como el de título homónimo o “I Like The Dirt”) sirvieron de alimento intermitente para un show que se hizo aburrido hasta el hastío.
Cada grupo está en todo su derecho de escoger su propio repertorio, y alguien con 40 años de trayectoria tiene fácil el tirar de fondo de armario para tocar lo que se le antoje en cada momento. Pero Red Hot Chili Peppers debieron olvidar que estaban actuando en un macrofestival en lugar de en un concierto propio. “Can’t Stop”, “Dani California”, “Under The Bridge” y “Otherside” entre otras quedaron fuera de un plumazo por increíble que parezca. Tan solo “By The Way” o “Give It Away”, que cerró el concierto, encendieron realmente a la ingente masa de una manera efectiva.
Sí, Flea, Frusciante, Kiedis (que incluso saltó a pesar de estar escayolado) y Smith hacen con sus instrumentos lo que quieren, literalmente. Y suenan de miedo. O esa es la sensación que se vivió desde las primeras filas, porque desde los laterales o la zona trasera, no. Si no se ha visto nunca a la formación puede que sorprendieran, pero quien sabe de qué va el tema se daría cuenta de que este concierto estuvo lejos de ser memorable. Si se le suma la total aglomeración, la sensación se convierte todavía en más incómoda.
La pregunta recurrente de “¿qué hace un grupo como The Hu en un sitio como este?” venía a la cabeza de gran parte de los asistentes cuando en mitad de una masificación exagerada, programaron a los mongoles a la vez que a Red Hot Chili Peppers. Para los afortunados que les dieron una oportunidad, la suerte les debió parecer mayúscula. Otros no tuvieron tanta dicha.
Ya es sabido que evitar contraprogramaciones en un festival es pedir un imposible, pero es una pena que se contrapongan en el cartel por un lado una de las mayores leyendas del rock de estas últimas décadas con un grupo sorprendente, original y prometedor. Para la gran mayoría del público temas como “Shoog Shoog” o “Yuve Yuve Yu” le sonarían desconocidos, pero en realidad fueron de lo más destacado del festival -y la revelación del mismo-.
The Prodigy llegó como fin de fiesta de la última jornada para salvar el día. Había muchos interrogantes por ver cómo se desenvolvería la banda en directo tras la muerte (o suicidio) de su querido líder Keith Flint. Después del parón por su fallecimiento, los reyes de la electrónica británica regresaron a la carga y demostraron que, aunque se eche de menos al citado miembro, han sabido resolver la papeleta de una manera muy exitosa.
Obviamente se le extraña, más cuando en las pantallas se proyecta su silueta con el característico pelo verde del frontman a modo de homenaje. Pero el grupo mantiene la potencia, el descaro y la fuerza que les caracteriza y que les hizo famosos dentro del género. Después de una desastrosa jornada, el público entró en éxtasis por fin con clásicos como “Firestarter”, “Voodoo People” o “Breathe”, donde el espectáculo de luces y humo ayudó a crear el ambiente perfecto para no quitar atención a lo que acontecía en el escenario.
Un espectáculo así era lo que hacía falta para olvidar todo aquello que enturbió la jornada del sábado y el festival entero a groso modo, aunque la sensación de agobio seguía vigente durante la actuación de los británicos pese a haberse marchado gente del recinto. Mad Cool promete vohttps://www.youtube.com/watch?v=anvFStECaDYlver en 2024, solo queda ver si sigue celebrándose en el recinto de Villaverde o las quejas surgidas durante la edición hace que se busque un nuevo emplazamiento.
Texto: Tamara Ruiz, Mario Velasco y Óscar Gil | Fotos: Óscar Gil
Promotor:Live Nation
Día:2023-07-06
Sala:Espacio Iberdrola Music
Ciudad:Madrid
Puntuación:6
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