Desde la creación del género, Alemania ha sido siempre la cuna del rock gótico. Décadas, donde se han fraguado bandas como Lacrimosa, abanderados sin duda de un estilo que en cuanto a matices no se queda corto.

Formados en 1990, Lacrimosa llevan más de tres décadas sentados en el trono. Título del que alardeaban por nuestro país con frecuencia hasta que en 2013 cesaron sus visitas por tierras españolas, incluso rehusando pasar los festivales veraniegos. La espera ha sido larga. Diez tediosos años de sequía en los que los seguidores españoles no han podido disfrutar del variopinto talento que emana por los poros su aclamado líder, Tilo Wolff.

La ocasión pintaba pues, especial desde el primer momento, con una entrada que no llegó al sold out en Madrid pero que no le faltó mucho, aunando en un solo sitio a un público muy variado en lo que a edades se refiere. En la pista se formó un conglomerado formado por aquellos curtidos en mil batallas, rememorando recuerdos del pasado, y aquellos que tenían ante sí la oportunidad de ver al grupo suizo-alemán por primera vez.

El elixir de la eterna juventud

Con puntualidad al estilo británico, la intro “Lacrimosa Theme” metió al público en vereda al tiempo que el arlequín presidía desde la trasera del escenario. Con las posiciones tomadas “Schakal” y “Malina” dieron comienzo a unas dos horas largas de show.  No importa los años que hayan transcurrido, Tilo parece haber hecho un pacto con el diablo. Cada vez con una apariencia más joven y vampiresca, luciendo un romanticismo en su figura muy envidiable.

Lacrimosa (Foto: Tamara Ruiz)

Anne sin embargo se mantuvo en una posición más discreta, oculta tras los teclados hasta que ocupo la posición delantera para dar vida con su voz a “Liebe über Leben” y “The Turning Point”. Pero, aunque su interpretación no tiene nada que objetar poco hay que añadir para dejar claro que el señor Wolff fue quien encandiló a la audiencia.

Lacrimosa (Foto: Tamara Ruiz)

“Kelch der Liebe”, “Alleine zu zweit” o “Nach Dem Sturm” siguieron repasando la discografía de Lacrimosa bajo el arropo de un coro bastante contundente pese a la dificultad añadida del idioma en las letras. Cabe destacar que triunfaron en su idioma natal, mucho antes de que Rammstein saltase a la fama, que arroja un ápice de valentía y un sentido especial a la banda.

Lacrimosa (Foto: Tamara Ruiz)

Cortes más recientes como “Raubtier” se integraron perfectamente e hicieron una buena presentación del más actual ‘Leidenschaft’. Sí que es cierto, que de este reciente plástico destacaron más las gélidas “Celebrate The Darkness” y “Daughter Of Coldness” con Anne Nurmi, haciendo un tándem perfecto con los teclados de Wolff. Y es que este hombre es todo un fenómeno, y desde bien joven comenzó a deslumbrar con su virtuosismo. No solo con las diferentes tesituras de su voz y los teclados, sino que encara el papel de guitarrista también dentro de la banda en determinadas ocasiones.

Lacrimosa (Foto: Tamara Ruiz)

Puede que los shows de Lacrimosa, sean de ese tipo de espectáculos más contemplativos, donde la música se vive por dentro sin necesidad de armar grandes pogos. La multitud de sentimientos que emanan de sus canciones dan lugar a una ola de emociones que dejan al espectador como en cierto estado de hipnosis, por mucho que la potente “Stolzes Herz” pusiera a alguno a saltar.

Lacrimosa (Foto: Tamara Ruiz)

Se despidieron entre aplausos por primera vez, encarando el primer bis con “Lichtgestalt”, que quizá quedó algo vacía tras no llevar las orquestaciones pregrabadas. Pero aun pudiendo verse este punto como algo desfavorable, habría que darle la vuelta a la tortilla y recalcar que todo lo que sonó fue de la mano de los cinco músicos, sin elementos pregrabados lanzados desde la PA.

Haciendo honor a su nombre “Feuer” y “Ich bin der brennende Komet” terminaron de elevar los últimos grados de mercurio. Cerraron la velada con “Durch Nacht Und Flut”, que además cuenta con algunos de sus versos en castellano, un bonito guiño que gustó a un respetable, a esas alturas, exhausto. Se echó en falta la interpretación de “Copycat” para poner el broche de oro al show, como sí sucedió al día siguiente en Barcelona. Aun así, Lacrimosa saldó su deuda con la capital.

Lacrimosa (Foto: Tamara Ruiz)

Los músicos se mostraron amables en todo momento, receptivos; incluso como en “un diálogo entre iguales donde sentir los corazones”. Así describió Tilo Wolff el transcurso de la noche, donde la calidad se vislumbraba en cada esquina. Como único punto negativo, el regular sonido que atañe siempre a la sala Shôko, que enturbia en numerosas ocasiones las actuaciones que se celebran en su escenario. Aun así, los diez años de espera merecieron la pena, aunque los seguidores de Lacrimosa solo esperan un periodo más guardo más breve para poder disfrutar nuevamente de los alemanes en directo.

Texto y fotos: Tamara Ruiz

Promotor:RRS Promo

Día:2023-05-05

Hora:19:30

Sala:Shôko

Ciudad:Madrid

Puntuación:8