El último adiós de Koma
En Iruñea todavía resuena el triple concierto que Koma ofreció en la sala Zentral a finales de 2018, con motivo de su gira de retorno. Tras seis años en el dique seco, la banda pamplonesa hizo vibrar el corazón de la capital navarra durante tres noches consecutivas con todas las entradas vendidas.
Dos años después de aquella cita inolvidable, el escenario era bien distinto. Koma había decidido poner fin a esta gira de retorno y volver al letargo de forma indefinida, adiós que iba a tener lugar en la sala Mon de Madrid. Sin embargo, la cita fue aplazada dos veces, primero en noviembre del 2019 al coincidir con las elecciones generales y después en marzo de este mismo año debido al confinamiento. La banda hizo un último intento por programar el evento este 10 de octubre, pero finalmente quedó suspendido y Pamplona pasó a ser el lugar del último adiós.
La cita se llevó a cabo en el pabellón Navarra Arena y de la mano del festival Iruña Rock que, a falta de su evento anual, ha optado esta vez por programar conciertos puntuales. El recinto, que cuenta con una capacidad de casi 12.000 espectadores para eventos musicales, vio su aforo reducido al 10% (634 personas en pista y 647 en grada). Resultó extraño ver a Koma sentados y distanciados, con el trago en la mesa y la música de fondo, casi como si nos encontráramos en un pequeño pub. Pero Brigi y compañía salieron a por todas y su esfuerzo no cayó en saco roto.
Despierta la bestia
Las luces se encendieron y los altavoces rugieron al ritmo de la introductoria “Marcha Radetzky” de Johann Strauss, para dar paso de forma seguida a “Los Niños de Lapos Guerra”. Para deleite del personal, el sonido fue genial desde los primeros minutos, el grupo salió con todo y el público entró en calor de forma instantánea. La enérgica propuesta del cuarteto navarro siguió su curso con “Tío Sam” y “Jack Queen Jack”, donde el entusiasmo del respetable fue haciéndose cada vez más palpable. Ovaciones, brazos levantados… las distancias no evitaron que los asistentes disfrutaran del show.
Koma tejió el arranque del repertorio en torno a su material discográfico más reciente, con canciones de gran poderío rítmico tales como “El Pato”, “La Chulería” y “Protestantes”. Debido a la actual tesitura, las miradas estaban más puestas que nunca en el escenario y, como era de esperar, el apartado audiovisual brilló con luz propia. El juego de luces, su intensidad, cambios y colores fueron diseñados minuciosamente para los pasajes concretos de cada canción y esto hizo que el espectáculo también luciera en lo extramusical. En este sentido, cabe resaltar la llamativa ausencia de teléfonos móviles entre el público. Fueron pocos los espectadores que levantaban sus brazos al aire para grabar la actuación y obstaculizar el campo de visión del resto de asistentes. Se pudo constatar que la intención de los asistentes era volver a vibrar y vivir la experiencia del directo.
“Vaya Carrera Que Llevas Chaval”, “Un Plan Criminal”, “La Almohada Cervical”… Koma fue desgranando uno a uno grandes perlas de su discografía sin mediar palabra con el público. La primera vez que Brigi tomó el micrófono no fue para dirigirse al respetable directamente, sino para referirse a la actualidad e hilar con la siguiente canción: «bueno, en el caso de que el emérito volviera a España, tenemos un plan criminal».
Podría decirse que la banda optó deliberadamente por omitir largos discursos y sumergir a sus seguidores en el viaje musical. A fin de cuentas, la rutina actual, marcada totalmente por el covid-19, resulta complicada, cada uno la está viviendo a su manera y de forma muy distinta. En ese contexto, Koma prefirió unir y hacer disfrutar, tratar de conectar a través de la música. La apuesta funcionó y reflejo de ello fue la emoción generalizada que se percibía entre el público a la finalización de uno de sus grandes temas: “La Almohada Cervical”.
Calma antes de la tormenta
Brigi bromeó sobre lo inusual de la cita: “Ahora nos vamos a sentar en solidaridad con vosotros, ¡esto parece un cotillón de Navidad!” y seguidamente la banda se sumergió en la fase acústica de su actuación, “para dar un poco de vanidad a esta circunstancia tan extraña». Con los primeros acordes de “Deprimido Singular”, las luces se fijaron en la zona central del escenario, donde Brigi y Natxo Zabala formaron el dueto de guitarras más íntimo de la velada. El sentimiento se hizo aún mayor con los ramalazos flamencos de “Buitres», tema que hizo recordar la destreza de Koma para convertir lo que musicalmente podría parecerse a una balada en una canción ácida.
Finalizado el tramo acústico, el cuarteto volvió a la distorsión de la mano de la musculosa “Por Los Siglos De Los Siglos” y la coreable “Me Vacío”. A partir ahí, Brigi y compañía pisaron el acelerador, el público se levantó de sus asientos y no hubo vuelta atrás. Grandes himnos como “Caer”, “El Pobre” e “Imagínatelos Cagando” fueron los primeros en sonar, un calentamiento para las canciones memorables que harían acto de presencia en la recta final de la actuación.
A estas alturas, más de uno podría estar pensando que en realidad este era el concierto de despedida de Koma, ese que tanto tiempo habían retrasado y finalmente estaba sucediendo ante los ojos de un reducido y privilegiado aforo. Pero el peso de la nueva “normalidad” fue tan grande que eclipsó al resto. Por ello, quizás uno pueda mirar con esperanza al futuro y pensar que la banda ha dejado una puerta abierta a la continuidad futura, que lo que hará ahora no es más que tomarse un descanso. Realmente, puede que Koma haya replanteado la decisión de su despedida y los tempos de su descanso, al ser esta precisamente una elección que había sido tomada antes de la irrupción de la covid-19 en nuestras vidas.
Pero más allá de hipótesis futuras, para entonces el interior del Navarra Arena se había convertido en un festín de distorsión y ritmos duros para deleite de todos los allí presentes. Ciertamente, los pasajes más viscerales se hicieron extraños sin mosh pits en la zona delantera, pero la energía fluyó esta vez de otra manera. El personal no paraba de cantar los estribillos, hacer headbanging, bailar y saltar alrededor de sus mesas, impulsado por el entusiasmo que generó este concierto tan especial. La canción que da nombre al disco ‘Sakeo’ y la festiva “El Sonajero”, con colaboraciones a la trompeta, fueron las piezas que Koma desgranó antes de despedirse y abandonar el escenario por primera vez.
Esta no fue la única colaboración de la noche, ya que seguidamente Hutsun Txalaparta Taldea tomó las tablas para tocar la txalaparta, un tradicional instrumento vasco de percusión. Su actuación funcionó como una especie de interludio en la fase final del concierto y dejó al público boquiabierto debido a sus frenéticos ritmos, cercanos al metal, algo no tan habitual en este instrumento. Esto condujo a uno de los momentos más ilustrativos de la velada: fue este el tramo del concierto en el que más cámaras encendidas pudieron vislumbrarse entre el público, muestra del arraigo que existe entre los seguidores de la banda a lo más tradicional del repertorio vasco y la efectividad con la que Koma lo incorporó a su propuesta.
Reivindicaciones de clase y festival del humor
Del recital de txalaparta pasamos naturalmente a “Sé Dónde Vives”, a la que le siguió “Marea Gora”, versión del clásico de Itoiz y único tema cantando en euskara por Koma.
Sin embargo, el frenesí llegó con “El Marqués De Txorrapelada”, que representa una especie de culminación de un puñado de canciones que logran conectar de forma directa con el personal a través de sus letras combativas, estrechamente ligadas a la conciencia de clase y a su vez plagadas de humor gamberro. El público llegó al clímax con “Aquí Huele Como Que Han Fumao” y “El Jefe”, dos de los temas más icónicos de la formación navarra. Para entonces, el recinto había estallado de júbilo y se encontraba desatado, en pleno éxtasis, feliz.
Como no podía ser de otra forma, Koma cerró el concierto con “El Infarto”, canción que da título a su segundo álbum de estudio y recomienda en su letra que “no trabajes tanto”. Una reivindicación que en los tiempos actuales resuena con más fuerza que nunca. La banda volvió a despedirse y parecía que aquello se había acabado, pero finalmente tomó el escenario una última vez para poner punto final al show con la traviesa “Bienvenidos A Degüelto”. El cuarteto se calló durante el estribillo y el público al unísono lo coreó con fervor, muestra de que las grandes canciones pueden resonar con fuerza, incluso con un aforo reducido al 10%.
Koma abandonó el escenario reconociendo lo extraño de este final, agradeciendo la voluntad de los espectadores por acudir al evento en las actuales circunstancias y reivindicando que la cultura es segura. No nos engañemos: esto no es como antes y todos deseamos volver a los conciertos como los conocíamos. Pero, cuando las luces de Navarra Arena se encendieron al final, las parejas seguían bailando, sonriendo, disfrutando. No queda otra que mantener viva la llama y esa pasión que nos une. Si esperamos en casa hasta que el virus desaparezca de nuestras vidas, al salir a la calle veremos que muchos bares, salas y bandas que adorábamos han echado el cierre para siempre. No dejemos morir la música en directo. Los propios Koma son el mejor ejemplo, llenos de reivindicaciones, pero siempre con la sonrisa presente. Porque hasta en los momentos más oscuros… se puede celebrar.
Texto: Mikel Yarza | Fotos: Aritz Sola
Promotor:Irufest Producciones
Día:2020-10-09
Hora:21:00
Sala:Navarra Arena
Ciudad:Pamplona
Puntuación:8
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